Todas las mañanas apaga la Luna
enciende el Sol y pide a gallos vacas
borricos y pájaros que lento lo lleven
al techo del cielo y esparza la luz
La mujer sin edad exhala su fértil aliento
junto a otros astros alimenta trigos vides
olivos y el pasto que luego será leche
queso o sabrosa carne para quien guste
La humanidad toda se despierta al fin
de la noche para cumplir su jornada
ofreciendo manos azadas sudores
y con su canto alegre acepta el rito
El señorito de delicada piel desprecia
al rudo hombre de dura y firme mano
le teme porque conoce su fortaleza
y sabe que la labranza será suya
Nuestra Madre comienza a hartarse
de recibir veneno pero aún alimenta
de color las flores y sus abejas obreras
trabajadoras como la gente del campo
Ramón Haniotis
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