Cada hoja impregnada de tinta negra
traía pensamientos únicos de quienes
que no sólo pelo llevaban en su cabeza
sino también una brillante humanidad
Cada hoja produce generosa la esencial
clorofila que alimenta siempre a todos
y en las nervaduras crecía la sangre
roja y negra de la solidaridad obrera
En cada hoja diario semanario y sílaba
latían a ritmo de corazón fotones paridos
por amorosas neuronas abiertas a la gente
como curiosas ventanas sonrientes
Cada página diseñada para vender hoy
seductores perfumes que van en coche
junto a una libertad anestesiada será
rasgada por la realidad del hambriento
Los viejos impulsores de fraternidad
impresos en papel barato iban de mano
a hermano volando alto como la idea
ahora viajan de ordenador a tableta
Estas herramientas del mañana serán
obsoletas el martes pero siempre queda
el grito fuerte para que otras gargantas
hagan un eco solidario y sin pausa
Ramón Haniotis.
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