Cuando fuimos árabes

Para el historiador Emilio González Ferrín, Al Ándalus no es el producto de una conquista religiosa o una guerra santa, sino el resultado de un lento proceso de cambio y evolución común a todo el entorno mediterráneo.

Atardecer en La Alhambra, ciudad palatina andalusí situada en Granada
Atardecer en La Alhambra, ciudad palatina andalusí situada en Granada.
23 may 2018 06:00

A todos nos han contado la misma historia. En el año 711, las tropas del califato Omeya cruzan el Estrecho e inician la conquista militar de la Península Ibérica. La invasión es producto de una campaña de conquista que se inicia en la Península Arábiga a principios del siglo VII y que tiene como objetivo la extensión de la religión islámica.

Según nuestros libros de historia y nuestros profesores del instituto, las tropas musulmanas habrían invadido la península como parte de una guerra santa que busca la conversión al islam de sus habitantes, que hasta entonces profesaban la religión católica. La invasión es rápida. En unos pocos años, las tropas omeyas vencen militarmente a la monarquía visigoda y se hacen con el control de la península. Los reinos cristianos quedan reducidos a una estrecha franja de territorio en la montaña asturiana.

Todos conocemos la historia, pero lo cierto es que las fuentes no son tan claras. Los textos musulmanes sobre la conquista son muy tardíos, de casi un siglo y medio después, y los latinos, entre los que destaca la Crónica mozárabe, relatan la conquista pero no hablan de que tuviese un componente religioso ni relatan una invasión en nombre del islam. Esto ha llevado a algunos historiadores a cuestionar el relato hegemónico y a sostener que lo que se habría producido en la península, más que una invasión producto de una guerra santa, es una serie de oleadas migratorias que generan un lento proceso de islamización y arabización del territorio.

En nuestro país, el representante más conocido de esta corriente historiográfica es Emilio González Ferrín, profesor de la Universidad de Sevilla. En sus libros Historia general de Al Ándalus (Almuzara, 2006) y Cuando fuimos árabes (Almuzara, 2018), sostiene que el Mediterráneo estaba viviendo un proceso de orientalización desde el siglo VI, primero de raíz judeocristiana y posteriormente de tipo paleoislámica. De esta manera, no tendría mucho sentido marcar el año 711 como una fecha clave, ya que el proceso de arabización y orientalización se estaba produciendo desde mucho antes y se prolongaría mucho después. No se trataría de una invasión militar por motivos religiosos, sino de un proceso lento de arabización que se extendió por todo el Mediterráneo debido a una serie de movimientos migratorios continuados.

Dicho de otra manera: la voluntad de construir una civilización islámica no es previa sino posterior, no se invade la península para construir un gran califato musulmán, sino que la civilización islámica emerge de estos territorios cuando el proceso de arabización ya se ha consolidado.

La consecuencia de entender así la historia del Mediterráneo en este periodo es que se modifica la forma de ver el proceso de islamización. No se trata de algo ajeno a la historia del territorio que llega de fuera y se impone de forma violenta, sino de algo que se construye desde dentro. Al Ándalus no es el producto de una conquista religiosa o una guerra santa, sino el resultado de un lento proceso de cambio y evolución común a todo el entorno mediterráneo y que en la península se consolida gracias al colapso de la monarquía visigoda.

Narraciones míticas y discursos nacionalistas

La visión tradicional de la cultura árabe como una fuerza ajena que somete y conquista militarmente el territorio peninsular tiene como consecuencia que Al Ándalus no sea leída actualmente como parte de la historia del país.

Los casi ocho siglos de cultura árabe en la península son vistos como una circunstancia excepcional que interrumpe el desarrollo normal de la historia. El propio uso del término “reconquista” para hablar del fin de este periodo es muy significativo.

Tal y como nos cuentan normalmente la historia, parece que los cristianos que habitaban el territorio fueron confinados en las montañas asturianas hasta que consiguieron volver a recuperarlo, gracias a la intervención divina de la Virgen de Covadonga y al mando militar heroico de Pelayo. Poco importa que en realidad pasara la friolera de casi 800 años, que el proceso de islamización fuera lento y gradual o que la narración de los primeros hechos de esa reconquista pertenezca a un relato mítico muy alejado de la realidad.

Cuando le preguntamos a González Ferrín por las causas de esta expulsión del periodo andalusí de la historia del país, señala que el mito de la reconquista ha sido utilizado como hecho fundacional por el nacionalismo español: “Partimos de la consideración de España como un ente nacido de la Reconquista, y sin conquista no hay reconquista que valga. Paco Márquez Villanueva escribió que nuestra Reconquista es conceptual, porque no es un acontecimiento histórico demostrable sino una idea-fuerza constitutiva de una España exclusivista”.

En el relato sobre el fin del periodo andalusí lo importante no es la fidelidad a los hechos históricos, sino la voluntad de construir una narración que sustente una visión concreta de la historia del país y justifique unas determinadas posturas ideológicas en la actualidad.

“El gran público no se identifica con esa parte del pasado porque asume que hay una enorme entidad llamada islam que no entiende de distinciones ni de tiempos, y que como no nos gusta lo que implica hoy día, no quieren verla en nuestro pasado”, señala González Ferrín

A esta voluntad de construir un relato a la medida de unos intereses concretos se une la visión negativa del mundo árabe, agudizada después del 11S. González Ferrín señala que “el gran público no se identifica con esa parte del pasado porque asume que hay una enorme entidad llamada islam que no entiende de distinciones ni de tiempos, y que como no nos gusta lo que implica hoy día, no quieren verla en nuestro pasado”. La necesidad de construir un “enemigo árabe” a la medida de los intereses geopolíticos actuales contribuye a enterrar lo que hay de esta cultura en nuestro pasado.

El Mediterráneo como tumba y como frontera

Curiosamente, o quizá no tanto, la visión de la invasión islámica de la península es compartida por los fundamentalistas religiosos, para los que Al Ándalus representa el periodo de máximo esplendor de un gran califato que se extendería desde la Península Ibérica al norte de India y que habría sido producto de una guerra santa de conquista. Aunque la narración fundamentalista difiere en muchos sentidos de la que se puede leer en nuestros libros de historia, ambas comparten la visión de que la religión islámica sería el motor de una conquista de carácter militar que habría sometido y convertido a la población de esa gran franja de territorio. Esto explica los llamamientos propagandísticos de miembros del Daesh a reconquistar Al Ándalus y recuperar el gran califato, que ha sido clave para el reclutamiento de jóvenes de todo el mundo.

Frente a las visiones exclusivistas, González Ferrín defiende el papel de Al Ándalus como continuador de la tradición cultural mediterránea, como un producto lógico de la cultura que ya existía en esa zona del mundo y que, además, ayuda a difundir esa tradición hacia el norte de Europa gracias a la labor de recolección y traducción del conocimiento.

Como señala González Ferrín, “las grandes civilizaciones siempre han sido inclusivas. Los Estados Unidos o la Argentina contemporáneos son el producto de un aperturismo y una acogida a todos aquellos que quisieran empezar una vida nueva, y esa hambre con esperanza es el motor de la historia. Europa lo fue también en muchas fases de su tiempo, y sin duda lo fue la civilización islámica. Ahora ya no lo es, ni tampoco Europa”.

En los últimos tiempos, en vez de entender el Mediterráneo como un lugar de paso, de encuentro, de tránsito de ideas y personas, ha pasado a ser, a la vista está, una frontera fuertemente fortificada y una tumba para quien intenta cruzarla.

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