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Capitalismo
Bienvenides a la jungla capitalista
Indrajit Samarajiva, más conocido como Indica, es un escritor canadiense de origen cingalés. Aunque ha creado varias revistas y páginas web y ha trabajado como redactor de contenidos y editor en línea de un periódico , en la actualidad todo su contenido se centre en su página web indi.ca, donde los temas recurrentes son el colapso, el cambio climático, el racismo imperial, la filosofía, la política, etc.
Estás en la jungla, cariño. Vas a morir.
Aquí los animales salvajes se comen los unos a los otros vivos (o muertos, si tienen suerte). Nos gusta pensar que somos mejores que eso, que somos una especie civilizada, pero lo cierto es que no somos más que animales con aires de grandeza. Apenas hemos avanzado en los últimos 100 000 años, cuando empezamos a echar tierra sobre nuestros muertos. Seguimos tratando a quienes aún viven como una mierda.
Hoy en día la pobreza devora a las personas en vida. Los drones depredadores nos destruyen desde el aire. Les niñes, las personas mayores, enfermas, discapacitadas… Una tras otra, todas ellas acaban siendo exterminadas en los límites de la inmunidad de rebaño. Incluso mantenemos a seres humanos encerrados en jaulas. ¿Y nos atrevemos a llamar a esto civilización? No es más que una jungla, en mayúsculas.
Bienvenides a la jungla
Bienvenide a la jungla, sobrevivimos día tras día,
Tendrás que sangrar para conseguirlo, pero ese es el precio a pagar
El principio básico de la jungla es que si no encuentras suficiente comida, te mueres. Una de las cosas que hemos aprendido de la pandemia es que muchas personas seguimos sujetas a esta lógica.
Durante el confinamiento, las personas jornaleras de Sri Lanka no podían ganarse el pan de cada día. Eran devoradas por el COVID ahí fuera o por la misma hambre desde dentro. No se trata de un problema temporal debido al confinamiento, sino de la situación permanente en la que viven miles de millones de personas. El capitalismo depredador acecha al pobre todos los días.
Para quienes piensen que la población ceilandesa es selvática de por sí: tenemos una esperanza de vida similar a la de Estados Unidos y nuestra sanidad pública es mejor. El capitalismo en Estados Unidos se ha vuelto extremadamente rabioso y está mordiendo a diestro y siniestro. Es muy frecuente que las familias estadounidenses se vean devastadas por las deudas médicas. En promedio, una persona estadounidense tiene una deuda contraída de 90.000 dólares. Casi una de cada cinco necesitó ayuda para alimentos el año pasado. Y esta situación no se queda dentro de las fronteras del país. El capitalismo estadounidense genera billones de dólares bombardeando a poblaciones musulmanas pobres, miles de millones monopolizando las vacunas durante una pandemia y destruyendo nuestra valiosísima Tierra.
Todos estos comportamientos predatorios condenan a las personas a una existencia exigua y miserable basada en la supervivencia: como refugiadas, extranjeras «ilegales», jornaleras endeudadas y esclavas asalariadas, sobreviviendo el día a día a duras penas. Si no trabajas, no comes, y si alguien puede ganar dinero alimentándose de tu miseria, que así sea. Es la ley de la selva capitalista: o consigues dinero o mueres.
El nuevo depredador alfa
Bienvenide a la jungla, tenemos diversión y juegos
Tenemos todo lo que quieras, cielo, lo sabemos todo
Somos quienes pueden encontrar todo lo que necesites
Si tienes dinero, cielo, tenemos la enfermedad perfecta para ti
Los seres humanos han creado una especie depredadora totalmente artificial: las corporaciones. En el siglo XVII evolucionaron a su versión más peligrosa con las primeras compañías coloniales. Estos depredadores cruzaban océanos con personas prisioneras en sus entrañas, explotaban a la especie humana hasta la muerte y agotaban ecosistemas enteros. Y no desaparecieron nunca. Simplemente evolucionaron.
Hoy en día las corporaciones mantienen a la población en un estado de esclavitud salarial, la endeudan hasta la muerte y consumen la atmósfera hasta agotarla. Tienen más derechos que las propias personas, incluyendo el derecho de expresión (sobornos electorales), el derecho a matar (ups) y una responsabilidad mucho menor. Son depredadores en todos los sentidos y nosotres somos su presa.
Fuimos nosotres quienes creamos esta forma de vida (las corporaciones son personas jurídicas) porque algunas personas obtenían dinero con ello. Siempre ha sido una cuestión de accionistas que compran a los gobiernos y venden a todos los demás. Durante siglos, la población racializada ha sido el objetivo de esta explotación, pero ahora, con el colapso climático, la explotación alcanza a todo el mundo.
El capitalismo occidental es el depredador alfa a nivel global. Está devorando el mundo, simple y llanamente.
Es culpa del capitalismo
Bienvenide a la jungla, aquí cada día es peor que el anterior
Aprendes a vivir como un animal en esta selva en la que jugamos
Si te apetece algo de lo que ves, acabarás tomándolo
Puedes tener lo que quieras, pero ni se te ocurra quitármelo a mí
Culpo al capitalismo y es importante hacerlo, pero también es importante entender que el problema es mucho más grave. Los macacos, nuestros primos lejanos, tienen problemas de desigualdad y es probable que esto forme parte de nuestra naturaleza como animales sociales.
Teníamos una desigualdad más acusada y manifiesta durante el feudalismo, que evolucionó al capitalismo moderno actual. Es decir, no provocaron el incendio, pero no cabe la menor duda de que dejaron que el mundo ardiera hasta convertirse en un puto infierno.
Para combatir la codicia y desigualdad del capitalismo es necesario comprender que las personas siempre van a codiciar algo. Solo tenemos que conseguir que ese algo no llegue a la esfera de la alimentación. Eso sí sería civilizado.
El capitalismo occidental es el depredador alfa a nivel global. Está devorando el mundo, simple y llanamente.
Una de las premisas tácitas (y explícitas) del capitalismo es que las personas pobres necesitan el hambre como motivación para trabajar, mientras que los multimillonarios se sienten motivados por unos beneficios obscenos. Es como si en realidad fueran dos especies distintas: los depredadores y las presas. Todo esto es pura bazofia psicológica y tenemos que alejarnos de un sistema en el que las personas trabajan para sobrevivir el día a día. Esto es lo que Tolstói denominó «la esclavitud de nuestra era» en el año 1900, y todavía perdura.
Si esto ofende tu ética protestante de trabajo, ten en cuenta que en este sistema les niñes cuyos padres no trabajan, no comen; las personas mayores y discapacitadas que no pueden trabajar, sufren; y los trabajos más importantes (la crianza de les hijes, los cuidados, el trabajo doméstico, los puestos de trabajo de primera necesidad) tienen un valor escaso o nulo.
También se da por hecho que si no estructurásemos la sociedad de esta forma, todo el mundo sería más pobre. Pero eso no es cierto. Como he demostrado antes con ejemplo, Sri Lanka tiene una esperanza de vida similar a la de Estados Unidos con «un consumo de recursos asombrosamente inferior en un 88 % y un 94 % menos de emisiones per cápita». Lo que consideramos riqueza no es más que un despilfarro que proporciona un patrimonio neto negativo a estos supuestos países ricos.
Sri Lanka ni siquiera está bien organizada, pero si cambiásemos lo que medimos de PIB a ZDP (pobreza interior cero por sus siglas en inglés), las cosas mejorarían mucho. Podemos salir de esta jungla artificial y erigir una civilización de verdad. Deberíamos decir que un país es rico solamente si no tiene población pobre y no mediante el promedio de sus multimillonarios más depredadores. ¿Cómo nos atrevemos a llamarnos civilizades cuando hay personas durmiendo a la intemperie, cuando un virus nos consume en los límites de nuestro rebaño, y cuando nos encerramos a nosotres mismes en jaulas? ¿Cómo nos atrevemos a estar orgulloses cuando las corporaciones nos están engullendo a todes?
Como dice Guns N’ Roses,
¿Sabes dónde estás?
Estás en la jungla, cariño, vas a morir
Tenemos que largarnos de aquí. Al menos la jungla de siempre se equilibra a sí misma. La jungla capitalista lo consume todo. Vamos a morir todes.
- Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares.
- Traducido por Lara San Mamés y editado por Sari Escribano
- Artículo original publicado en Indi.ca
- Imagen de portada de Cameron Moberg @camer1sf. Foto de James Faircloth @urbanmuralhunter
- Imagen de artículo de mily Ding @_emilyding. Foto de James Faircloth @urbanmuralhunter
Guerrilla Media Collective es una cooperativa de traducción feminista y orientada al procomún. Somos un grupo internacional de profesionales empeñadas en preservar el arte de la traducción y concebimos la cooperativa como una herramienta de trabajo sostenible, digno y ético para las trabajadoras del sector del conocimiento. Traducimos, corregimos, editamos y diseñamos campañas de comunicación. Nuestro objetivo es ofrecer un resultado final impecable cuidando de las personas que lo hacen posible. Por eso abogamos por el cooperativismo como una alternativa justa y solidaria en un sector cada vez más precarizado.
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