Gestación subrogada
Un informe de la relatora especial detecta múltiples violencias en la gestación subrogada y pide erradicarla

Violencia física y riesgo de sufrir situaciones de trata, y también violencia económica o psicológica son algunas de las formas de violencia machista que la relatora especial sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, sus causas y consecuencias de la ONU, Reem Al Salem, reconoce como consecuencias de la gestación subrogada. Lo hace en el informe Las distintas manifestaciones de violencia contra las mujeres y las niñas en el contexto de la reproducción subrogada que ha sido publicado en las últimas semanas.
El documento recoge diferentes formas de gestación por sustitución —tradicional y gestacional— y los diferentes modelos de abordarla desde los países —prohibición, reconocimiento o inexistencia de regulación—. Una clave del informe es que, aunque señala la reproducción subrogada comercial y las agencias como principales autores de estas violencias, también incluye entre los autores de los actos de violencia a los llamados padres de intención y al propio Estado.
Sobre quienes sufren estas violencias, el informe es también amplio y reconoce como víctimas no solo a las mujeres gestantes sino también a las madres de intención, a las mujeres que aportan los ovocitos, y a niños y niñas menores de un año
Sobre quienes sufren estas violencias, el informe es también amplio y reconoce como víctimas no solo a las mujeres gestantes sino también a las madres de intención, a las mujeres que aportan los ovocitos, y a niños y niñas menores de un año.
Según el informe, la gestación subrogada facilita violencias no solo sobre las mujeres sino también sobre las niñas. Al Salem recoge en su informe cómo no solo mujeres, sino también niñas, acceden a donar sus óvulos para la reproducción subrogada. Además, “muchas mujeres, sobre todo niñas, son captadas para que se inscriban como donantes de óvulos a fin de poner a prueba su tolerancia a los procedimientos médicos antes de llegar a un arreglo de reproducción subrogada”. Otra forma en que la gestación subrogada supone un forma de violencia de género es a través de abortos selectivos.
Violencia económica, física o psicológica
La relatora recoge, en primer lugar cómo a gestación subrogada puede generar violencia económica. “Las madres sustitutas son especialmente vulnerables a la explotación y la violencia durante todo el proceso de reproducción subrogada si no pueden llegar a fin de mes o tienen deudas”, dice. Aunque reconoce que hay sustitutas altruistas con formación académica y estabilidad económica, la mayoría proceden de contextos empobrecidos y “carecen de la misma capacidad para expresar su disconformidad o dar a conocer los perjuicios que puedan sufrir”.
La relatora recoge también cómo en algunos casos se niega la compensación a numerosas mujeres o se las dejaba sin asistencia cuando abortaban o no cumplían todos los requisitos de su contrato. Además, sigue, a algunas mujeres se les ha hecho correr con los gastos de algunos medicamentos.
Otras forma de violencia machista en los procesos de gestación subrogada sería la violencia psicológica. El informe recoge presiones para que ingresen al mundo de la reproducción subrogada al presentarla como una actividad de demostración de valores y referencia algunos estudios que indican niveles de depresión más altos durante el embarazo y después del parto, dificultades a la hora de entregar a sus criaturas recién nacidas y riesgo de sufrir un trastorno de estrés postraumático o ansiedad.
Bajo el epígrafe de “violencia física”, la relatora recoge prácticas como el uso de medicamentos clasificados como peligrosos, y recoge situaciones como una mayor incidencia de embarazos ectópicos, y mayores tasas se complicaciones relacionadas con el embarazo y problemas derivados de una mayor tasa de cesáreas.
Mujeres retenidas, contratos que incluyen cláusulas sobre el “uso” del cuerpo de la madre sustituta son algunos de los ejemplos que pone como formas de “esclavitud y trata”
El informe sigue con lo que considera “violencia reproductiva”. Ahí recoge presiones para interrumpir embarazos sanos, embarazos múltiples, selección se embriones basadas en prejuicios o abusos médicos a las donantes de óvulos a la hora de la extracción.
Por último, el informe recoge como “esclavitud y trata” algunas prácticas detectadas en los procesos de gestación subrogada, una violencia que identifica especialmente con “el afán de lucro”. Mujeres retenidas, contratos que incluyen cláusulas sobre el “uso” del cuerpo de la madre sustituta son algunos de los ejemplos que pone, basados en casos de diferentes países. “La reproducción subrogada comercial, que corresponde a la inmensa mayoría de los casos de reproducción subrogada en el mundo, constituye venta de niños, lo cual es un delito”, finaliza esta apartado.
Recomendaciones
En sus conclusiones, la relatora asegura que la gestación subrogada “se caracteriza por la explotación de las mujeres y los niños, incluidas las niñas, y la violencia contra ellos” y que esta práctica “refuerza las normas patriarcales al mercantilizar y cosificar el cuerpo de las mujeres y exponer a las madres sustitutas y los niños a graves violaciones de los derechos humanos”, por lo que pide erradicarla.
Entre las recomendaciones, el informe incluye trabajar con miras a aprobar un instrumento internacional vinculante que prohíba todas las formas de reproducción subrogada y pide para ello seguir “el modelo nórdico relativo a la prostitución”, es decir, un modelo dirigido a acabar con la demanda mediante sanciones “a los compradores, las clínicas y las agencias”.
Aunque hace recomendaciones para erradicar la gestación subrogada, la relatora también pide “fortalecer la protección de los derechos de las mujeres y los niños que participan en arreglos de reproducción subrogada” mientras se produce su “abolición”
Otras recomendaciones son la de aprobar leyes que reconozcan a la madre gestante de un niño nacido mediante reproducción subrogada como la madre legal y oponerse al reconocimiento de los arreglos de reproducción subrogada, incluidos los acordados en el extranjero, en que se confiere la filiación legal a personas que no tienen vinculación genética con el niño. Exámenes de idoneidad para los padres de intención, recopilación de datos o la accesibilidad de los datos sobre donantes para niños y niñas nacidos mediante gestación subrogada son otras recomendaciones.
Sin embargo, la relatora también pide “fortalecer la protección de los derechos de las mujeres y los niños que participan en arreglos de reproducción subrogada” mientras se produce su “abolición”.
En España, la gestación subrogada no es legal y en los últimos años se han dado pasos que pretenden erradicarla. Así, la reforma de la ley del aborto aprobada en febrero de 2023 califica la gestación subrogada como una forma de violencia contra la mujer y, aunque prohíbe la publicidad de agencias, no establece obstáculos legales para registrar a los niños concebidos en el extranjero.
Además, en abril de 2025 el Registro Civil dejó de inscribir de forma directa a los bebés nacidos a través de esta práctica. Hasta entonces, los niños nacidos por vientre de alquiler en el extranjero podían ser inscritos en el Registro Civil español si se cumplían ciertos requisitos formales, como la presentación de una resolución judicial de un tribunal que garantizara la eficacia legal del consentimiento prestado o la obtención una sentencia dictada en otro país.
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