Galicia
Mujeres rurales gallegas que sueñan con dejar de ser heroínas

Galicia es, en gran medida, una comunidad rural. Sin embargo, la Galicia rural está perdiendo vida. Por lo menos, vida humana. El éxodo por parte de la juventud no es algo nuevo, ni mucho menos exclusivo de las zonas rurales. La dificultad de acceso a empleos y salarios dignos unido a los alquileres desorbitados son la principal causa de que cada día miles de jóvenes marchen de su hogar en la búsqueda de una vida menos precaria en el extranjero. Y si a estas dificultades añadimos la falta de servicios públicos, como hospitales, colegios o transporte, conseguimos la receta perfecta para vaciar aldeas y parroquias enteras. “Muchas mujeres jóvenes se sienten obligadas a migrar del rural para poder tener más oportunidades tanto laborales como personales”, asegura la docente en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) e investigadora en la Cátedra Juana de Vega, Mar Pérez.
No ayuda tampoco a favorecer la vida en el rural la imagen que se vende en las ciudades. Una imagen que bien podría ser de otro siglo. Relatos carentes de referentes, y sobre todo de referentes femeninos, que buscan perpetuar modelos y estilos de vida que no ponen la vida en el centro.
Cada vez son más las mujeres que apuestan por desarrollar proyectos propios en el rural gallego. “Mi percepción en base a las estadísticas es que las mujeres en el rural gallego tienen más titularidad que en el resto del Estado Español”, explica la investigadora y docente Mar Pérez. Según datos del censo agrario del 2020, en Galicia hay un 50% de cotitularidad -propiedad agraria-, mientras que en el resto del Estado Español esta cifra es de un 28.6%. “Una parte muy importante de las iniciativas que están surgiendo en el rural son de mujeres jóvenes. Las nuevas explotaciones agrarias lideradas por mujeres, generalizando, tienden a tener una mayor conciencia ambiental e innovan mucho más”, afirma la investigadora.
“El rural penaliza a las mujeres”, dicen desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales
Pese las elevadas cifras de emprendimiento y liderazgo femenino en la comunidad, son muchas las limitaciones y dificultades a las que deben enfrentarse estas mujeres para desarrollar sus proyectos. Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), aseguran que “el rural penaliza a las mujeres”. Una idea respaldada por los estudios llevados a cabo por la Cátedra Juana de Vega de la USC: “A nivel económico, tanto en el rural como en el contexto urbano, las mujeres continúan teniendo menos acceso a los empleos y por lo tanto menos dinero que los hombres. Pero en el rural se incrementa esto, algo notable si miramos las tasas de desempleo”, afirma Mar Pérez. “La falta de servicios afecta a todo el mundo en el rural, pero a las mujeres nos afecta más por toda la carga de cuidados que solemos tener”, concuerda la Presidenta de Fademur en Galicia, Verónica Marcos, refiriéndose especialmente a servicios de conciliación tales como guarderías o centros de día.
“Creo que las mujeres que lideramos proyectos en el rural somos algo representativo. Para mí es un orgullo ser mujer y vivir en el rural” asegura Noelia Solar. Especialista en aromaterapia, dermocosmética, plantas medicinales y salud holística, Noelia es también uno de los ejemplos de emprendimiento femenino en el rural. Esencia Viva es, en sus palabras, “un proyecto con tres pilares fundamentales: la consulta de reeducación postural, masaje y dermocosmética regenerativa, el laboratorio donde creo todos los tratamientos faciales y corporales que empleo y vendo, y la escuela para formaciones”. Su pasión por lo que hace daría para escribir varios reportajes. Las inquietudes de Solar vienen de la “química de las plantas, de los olores y de su transformación” y tienen su raíz en un viaje como cooperante a Honduras. “Viví un tiempo con las ‘menciñeiras’ tradicionales en la villa en la que estaba. Trabajaban con las manos y empleaban las plantas. Todo lo que viví allí me dio la vuelta por completo”.
“Yo lo que tenía claro era que quería vivir en una zona rural en Galicia. Y buscamos y buscamos y nos gustó este valle, porque no queríamos tampoco una zona aislada”, explica Solar. Con la idea en mente de formar una familia, tener cerca escuelas y centros de salud fue el requisito fundamental a la hora de escoger su destino. “Ahora mis hijos tuvieron que volar fuera, porque llega un momento en el que aquí ya no hay nada para ellos”, continúa. “Al final, cuando vives en un lugar, también quieres darle un futuro y que exista un relevo generacional. Me encantaría que algún día, ellos que adoran este lugar, puedan continuar viviendo aquí. Pero por ahora las oportunidades son demasiado precarias”, finaliza.
A escasos diez minutos de donde trabaja, otra mujer lidera con éxito otro proyecto innovador. Tras finalizar sus estudios, Verónica Dieguez decidió volver a casa y apostar por la granja familiar aportando una nueva visión. “Aquí en esta casa ya se hacía queso desde hace muchos años, porque mi abuela hacía queso tanto para el consumo de la casa como de vez en cuando para vender a las vecinas”, cuenta Verónica. “Cuando mi madre se hizo cargo de la granja a mucha gente le rompió los esquemas. De aquella que una mujer se hiciera cargo de una granja era tremendo, casi la última cosa del mundo”, recuerda. Ahora, tras apoyar a su madre y diez años después de apostar por añadir valor a la leche, Queixos Mazarico es referente en la producción de queso con leche cruda, vendiendo en toda Galicia su producto. “A veces parece que si vives en el rural eres mujer y ya, mientras que en la ciudad puedes ser una profesional”, denuncia esta ganadera. Y concluye: “Por suerte ahora estamos demostrando que sabemos ver las cosas de otro modo y hacer posibles proyectos que escapan de lo tradicional. Es un orgullo”.
“Cuando mis abuelos eran jóvenes, recuerdan que eran alrededor de 60 personas de la misma edad en la zona. Ahora de mi edad somos apenas cuatro”, asegura Verónica Dieguez. Aunque para que su quesería funcione no necesita un vecindario grande, cada vez nota más la despoblación rural a la hora de repartir el queso en los pueblos de alrededor. “La mayoría de las tiendas de alimentación fueron cerrando a lo largo de estos diez años. Y muchas cerraron por jubilación, porque no había nadie para hacerse cargo”, explica. A mayores de la falta de renovación generacional, el cierre de estas tiendas de alimentación tiene mucho que ver con las nuevas tendencias de consumo, compartidas tanto en los núcleos urbanos como en los rurales. “Al pequeño comercio no se le suele dar el valor que se debería, porque tenemos que reconocer que es muy cómodo comprar todo en la misma gran superficie, aunque las cosas no sean tan naturales”.
El peso invisible de los cuidados
Según datos aportados por Fademur, se estima que alrededor del 68% de los cuidados en el rural gallego recaen en las mujeres. “Hay una progresiva masculinización de los cuidados en el rural, principalmente porque se ven en el deber de asumir tareas y roles tradicionalmente asumidos por nosotras”, afirma la presidenta de la federación. Datos con los que Mar Pérez, docente en la USC, concuerda profundamente, y añade: “La igualdad no es solo legal o salarial, que también, sino que debe tener en cuenta la carga de los cuidados”.
Mientras que en las ciudades se escucha hablar de la llamada ‘doble jornada’ de las mujeres, en el rural se podría acuñar el término ‘triple jornada’, dada la dificultad de acceso a servicios que favorezcan la conciliación. “Servicios públicos y privados de calidad y accesibles para que estas mujeres puedan descargar o reducir un poco esa carga de los cuidados que llevan a las espaldas”, demanda la investigadora.
Sacar adelante un proyecto propio y crear una familia al mismo tiempo no es tarea fácil, pero Noelia Solar tenía claro que quería ser madre. “Es un trabajo a mayores, una carga añadida. Pero yo quería serlo, y quería volcarme a tope con ellos. Seguramente por eso el laboratorio tardó tanto tiempo en darse de alta, porque realmente yo también quería vivir ser madre”, comparte esta emprendedora. Como en todo, la maternidad puede llevarse de diferentes maneras, y Noelia afirma sentirse agradecida por contar con una estructura alejada de los roles tradicionales. “Atiendo a muchas mujeres que me cuentan la represión que sienten en su familia. Hay un concepto de que la mujer es la que cuida de todos, pero luego no se reconoce esa labor. Y eso afecta a su autoestima y a su salud”, asegura.
“Es cierto que las mujeres en el rural en general seguimos teniendo esos problemas, porque los servicios en el rural siguen llegando a cuentagotas. Aquí no dependes de la guardería, dependes de los abuelos”, afirma Verónica Dieguez. “Hay gente mayor que podría valerse por sí misma sin tener que depender de nadie, simplemente teniendo acceso a transporte público para ir al hospital o al mercado”, continúa la ganadera.
Una falta de apoyo por parte de las instituciones que, de solucionarse, tendría como resultado una mejora en la calidad de vida en el rural y, por lo tanto, revertiría la despoblación. “Si te apoyan de alguna manera y ves que tu vida va a ser viable en el rural, más personas podrían pensar en quedar aquí. Si no, claro, la tendencia es a marchar porque si no tienes servicios, si no tienes ese apoyo, es complicado”, explica Verónica Dieguez. Noelia Solar, por el contrario, se muestra optimista: “En las ciudades se está poniendo de moda hacer ‘baños de bosque’ para reducir los niveles de estrés. Aquí vives en el bosque y además cuentas con vecinas que te ayudan cada día. Hay mucho que mejorar aún, pero estoy segura de que cada vez seremos más las que decidamos emprender en el rural”.
Todas las entrevistadas, incluida la Xunta, concuerdan en la falta de voluntad política por parte de las instituciones
“Las ayudas nunca son suficientes. Seguimos pidiendo algo básico: servicios. Y no solo pedimos que se creen, sino también que no nos los quiten en aquellas zonas en las que tenemos. No podemos ser ciudadanas de tercera”, reclama la presidenta de Fademur en Galicia, Verónica Marcos. A día de hoy, son muchas las aldeas y parroquias gallegas sin centro de salud, escuelas o mismo acceso a la red. Un servicio, este último, que en los tiempos que corren ya es básico e imprescindible para desarrollar la mayor parte de los trabajos. “De tener mejor cobertura, podría vivir en el rural gente que teletrabaje”, afirma Noelia Solar. Y, propone: “Desde las instituciones deberían facilitar que la gente que marchó fuera a estudiar, pueda volver al rural, apostando por una mayor pluralidad de empleos”.
Dejando de lado los servicios, pero sin quitarles importancia, desde Fademur denuncian la existencia de una “brecha urbano-rural” que afecta a la financiación y reclaman la existencia de formaciones específicas para acceder a las ayudas existentes o a la tecnología. “Sí que es cierto que muchas ayudas priorizan a los proyectos rurales y a las mujeres, pero no es suficiente ni efectivo”, asegura la presidenta. “Las ayudas deben ser más profundas y transgresoras, y se debe perseguir la igualdad real en el acceso a las mismas. Y no hablo solo de creación de empleo o dinero, sino de conseguir una calidad de vida propia del siglo XXI”, añade Mar Pérez, docente e investigadora en la USC. Una calidad de vida que pasa por solucionar los problemas relacionados con el acceso a la vivienda, al transporte público y las carencias de servicios públicos y privados en el rural.
“Desde la Xunta quieren vender la moto de que apoyan al rural, pero la realidad es que son organizaciones independientes como Fademur las que sí te facilitan y apoyan”, denuncia Noelia Solar. Una realidad respaldada también por Verónica Dieguez, quien afirma que “si no fuera por Fademur aquí no se acuerda de nosotras ni el apuntador. En teoría la Xunta tiene medidas y ayudas para las mujeres emprendedoras en el rural, pero deben referirse a empresas mucho más grandes”. Estas dos emprendedoras afirman sentirse completamente olvidadas por parte de las instituciones, tanto a la hora de solicitar ayudas económicas, como en lo que a formaciones se refiere. “Incluso las formaciones que se hacen son siempre por parte de las asociaciones. Por parte de ellos nada, somos las olvidadas del planeta”, denuncia Dieguez. “Es muy fuerte que la Xunta solo esté presente en la zona para permitir un proyecto como el de Altri y arrebatar el sueño de una comarca entera. O de una Galicia entera”, añade Noelia.
Tanto la conselleira de Medio Rural, María José Gómez, como la directora general del Agader, Paz Rodríguez, y Fabiola García, la Conselleira de Política Social e Igualdad, declinaron participar en este reportaje. Por otro lado, María Quintiana, desde la dirección general de Promoción de la Igualdad, afirma que el objetivo de la Xunta de Galicia es “que el trabajo de la mujer disfrute de la importancia y reconocimiento que se merece”, añadiendo luego que deben ser ellas las que “den un paso adelante": “Es decir, que sean ellas las que lideren sus propios proyectos y disfruten de autonomía propia”, concluye la política.
Sobre las palabras de María Quintiana, desde Fademur explican que sí es cierto que hay un mayor reconocimiento, con premios y certámenes, pero realmente eso no repercute en ayudar a la calidad de vida de las mujeres rurales. “En la última Ley de Igualdad se establece un Estatuto de la Mujer Rural, pero este estatuto debe ir acompañado de medidas efectivas que realmente mejoren la calidad de vida”, reclama Verónica Marcos.
Además, sobre la visibilidad y la mayor representación de la figura de la mujer rural de la que se muestra orgullosa la Xunta, tanto Fademur como Mar Pérez de la Cátedra Juana de Vega de la USC aseguran que aún queda mucho por hacer. “Falta mejorar el acceso de las mujeres a los puestos de poder y toma de decisiones. Sobre todo en el campo de la ganadería. Cada vez hay más mujeres titulares o cotitulares de explotaciones, pero en general vemos que son explotaciones mucho más pequeñas y con un menor acceso a las ayudas grandes”, afirma Verónica Marcos desde Fademur.
Mar Pérez, docente e investigadora recuerda como haciendo un estudio para la Cátedra Juana de Vega le llamó la atención descubrir que son las mujeres las que suelen formar parte de las asociaciones y colectivos. “En el rural todo pivota en las mujeres. Incluso la vida social y colectiva. Pero luego llama también la atención como en las manifestaciones del sector agroalimentario son casi todo hombres”, explica.
En definitiva, desde Fademur remarcan que hace falta revisar las ayudas ofertadas en el rural, personalizarlas para cada sector, y facilitar el acceso a las mismas. Peticiones a las que se suma la docente e investigadora Mar Pérez, quien reivindica que “para todo esto hace falta voluntad política y tener en cuenta las reivindicaciones y necesidades de la mitad de la población. Ignorar esta realidad lleva a tomar malas decisiones políticas como hasta ahora, como políticas neonatalistas en lugar de la mejora de la calidad de vida en aquellas zonas en las que aún vive gente”.
Noelia Solar y Verónica Dieguez lideran proyectos diferentes, pero ambas comparten el amor por su tierra y un orgullo enorme por estar siendo quien de sacar adelante iniciativas tan innovadoras en el rural gallego sin apenas ayuda. “La mujer en el rural siempre estuvo más desvalorizada, hay esa idea de que en el rural las mujeres solo valen para atender de los hijos, sin voz, ni voto, ni nada por el estilo. Yo noto un cambio. Ahora comienzan a saber que estamos, y que valemos para algo. Que si estamos nosotras no tiene por qué venir un hombre”, asegura la ganadera y emprendedora Verónica Dieguez. Pese a las dificultades, “no me gusta hablar de heroínas. No queremos serlo, queremos tener una vida como la de las demás, esta resiliencia es una obligación”, expone la Presidenta de Fademur. “Las mujeres somos el soporte pero estamos deseando dejar de serlo. Necesitamos una corresponsabilidad real”, concluye la investigadora de la Cátedra Juana de Vega, Mar Pérez.
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