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Fronteras
“Prefiero morir en el mar que quedarme”: los libaneses intentan huir a Europa
Un pequeño camino sinuoso rodeado de edificios arruinados, niños desaliñados que bajan corriendo las escaleras dañadas. En Qobeh, en los suburbios de Trípoli, la miseria salta a la vista en cada esquina. Mohammad Sofyan creció en este barrio. En un pequeño café improvisado donde suele pasar el tiempo, este libanés está sentado en un sillón desgastado por el tiempo. Sus finos rasgos delatan su juventud, Mohammad solo tiene veinte años. Pero, a pesar de su corta edad, ha dejado de ser inocente. Su rostro exuda una profunda gravedad. Un mes antes, experimentó lo peor: “Cruzamos el Mediterráneo en barco con mi esposa y mi hijo, Sofyan. Mi hijo murió en el camino".
El 7 de septiembre, Mohammad, su familia y otros 46 pasajeros tomaron una pequeña embarcación, en busca de una nueva vida en suelo europeo. Su destino: la isla de Chipre, de la que los separaban tan sólo 160 kilómetros. Pero el viaje cargado de esperanzas se ha convertido en una travesía mortal. El primer día, su contrabandista, ”el líder de una pandilla“ como lo describe Mohammad, les prometió que un barco más grande los esperaba un poco más lejos en el mar. “Nos engañó. Se llevó nuestro dinero, nuestra comida y nuestros teléfonos”. Los 49 migrantes, libaneses como Mohammad, y sirios, navegaron durante varios días casi sin pertenencias. ”No había agua potable para mi hijo, así que le di a beber agua de mar. No tuve otra opción.” El niño murió después de dos días: “Yo llevaba su cuerpecito, que comenzaba a descomponerse. Tuve que arrojarle al mar.” Después de una semana navegando hacia lo desconocido, la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas localizó el barco, cerca de aguas israelíes. Los llevó de regreso al Líbano. De los 49 pasajeros, solo 36 regresaron con vida.
Los libaneses, nuevas víctimas en el mar
Mohammad pagó caro este viaje hacia el infierno: “Diez millones de libras libanesas”, el equivalente a 5.600 euros. Una fortuna para este joven libanés sin recursos. Antiguo camarero en un restaurante de comida rápida, perdió su trabajo la primavera pasada. “Para pagar” dijo, “vendí mis muebles y pedí dinero a mi hermana”. Hoy, a pesar del trauma, quiere recaudar dinero para irse de nuevo: “Haré cualquier cosa para huir de este país".
Desde agosto de 2019, la “tierra del cedro” se ha visto brutalmente sumida en los tormentos de la peor crisis económica de su historia
Cada año, unos 20 barcos salen ilegalmente de la costa libanesa. Durante mucho tiempo, los pasajeros a bordo fueron casi exclusivamente refugiados sirios o palestinos que huían de la miseria de los campamentos y la falta de oportunidades. Pero en los últimos meses, estos barcos se han poblado de ciudadanos libaneses. Una situación nunca vista. Según la portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) en el Líbano, Lisa Abou Khaled, “están intentando salir del país debido a la terrible situación socioeconómica”.
La peor crisis económica de la historia del Líbano
En el corazón del distrito tripolitano de al-Mina, que bordea el mar, hay un pequeño apartamento familiar. En una sala de estar con muebles básicos pero cómodos, Fadi está sentado en un sofá. Junto a él, su esposa, Iman, y sus tres hijos. Este libanés nativo de Trípoli ha trabajado durante mucho tiempo como decorador de interiores y en la construcción. Pero con el inicio de la crisis, perdió su trabajo y acumuló deudas: “llevo meses buscando un trabajo. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa, pero no hay más trabajo en el Líbano. E incluso si trabajara, apenas podría alimentar a mi familia debido a la inflación en el país.“
Desde agosto de 2019, la “tierra del cedro” se ha visto brutalmente sumida en los tormentos de la peor crisis económica de su historia. A causa de la inflación vertiginosa, los precios de los productos más básicos, como los alimentos, han aumentado drásticamente. Al mismo tiempo, el desempleo se disparó durante la crisis sanitaria del covid-19. Hoy, la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza. Y según la ONU, la hambruna podría azotar al país antes del fin del año.
Desesperado por la falta de futuro en el país, el 4 de septiembre, Fadi y su familia salieron de la costa libanesa con una treintena de pasajeros. Después de unos días, azotados por una tormenta en el mar, fueron avistados por las autoridades chipriotas y llevados de regreso al Líbano: “Habíamos comprado el barco con los otros pasajeros. Teníamos todo el equipo para garantizar nuestra seguridad: suficiente comida y agua para un mes, chalecos salvavidas… pero la tormenta no se podía predecir. Perdimos mucho dinero y ahora estamos de vuelta en el Líbano, de vuelta al punto de partida”.
A pesar del movimiento de protesta que comenzó en octubre de 2019, conocido en el Líbano como la thawra (“revolución”), la clase política corrupta sigue controlando el poder
Desde el trauma del cruce del mar, los niños están siendo atendidos por un psicólogo que trabaja por un programa de las Naciones Unidas. La familia está unida. La más pequeña, Meral, abraza a sus padres. Se lanzan sonrisas de complicidad. Zarpar con tres niños en un bote pequeño implica riesgos colosales. Los padres lo saben: “Sí, fue arriesgado. Pero no hay futuro para los niños en el Líbano. No quiero seguir criándolos en este país”.
Sin esperanza de cambio
A pesar del movimiento de protesta que comenzó en octubre de 2019, conocido en el Líbano como la thawra (“revolución”), la clase política corrupta sigue controlando el poder y no se ha tomado ninguna medida para revertir la crisis que enfrente el sistema económico. En ausencia de reformas, la única salida para muchos libaneses es irse. Algunos pueden pagarse billetes de avión y obtener visados, pero otros deben huir en bote. Según un profesor libanés especializado en temas migratorios, Kamel Dorai, “desde el inicio de la crisis económica y a causa de la limitación de vuelos por la crisis sanitaria, el acceso a dólares y a billetes de avión se ha vuelto complicado para los libaneses.“
Como si la crisis económica no fuera ya suficiente, la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto se ha sumado a las plagas que afligen al país. La tragedia, que devastó parte de la capital libanesa, ha aumentado la desesperación de la población. A finales de agosto, la ACNUR observó un aumento considerable en el número de migrantes que salieron del Líbano en comparación con los meses anteriores.
Líbano
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La crisis económica en Líbano, la pandemia mundial y la explosión en la capital están convirtiendo en todo un reto el inicio del nuevo curso escolar para millares de niños en el país del cedro.
Trípoli, la primera víctima de la pobreza
No es casualidad que la mayoría de los barcos partan desde Trípoli. Según informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), esta ciudad –la segunda del país– es también la más pobre de la costa mediterránea. Desde 2011, la guerra en Siria la ha aislado profundamente. Según Kamel Dorai, “hoy, Trípoli no está muy conectada con el resto del mundo. Su economía estaba sobre todo relacionada con Siria. Pero desde el inicio del conflicto sirio, la economía transfronteriza ha disminuido. El tráfico se redujo significativamente y así como también los beneficios para la población.”
A esto se suma la evidente inseguridad en la ciudad del norte del Líbano. Por años, hasta 2015, se produjo una guerra entre los barrios de Bab al-Tabbaneh y Jabal Mohsen. Aun hoy, la violencia estalla ocasionalmente. Una situación que empuja a muchos tripolitanos a huir.
“Prefiero morir en el mar que quedarme en el Líbano”
Con los labios apretados, el cuerpo tenso, Ghassan observa el agua chocando contra las rocas de la costa mediterránea: “Estaba parado sobre esta roca, el bote pasó y salté. Pensé que sería la última vez que pondría un pie en el Líbano en años. A principios de septiembre, Ghassan y otros 32 pasajeros intentaron cruzar a Italia. “Éramos treinta libaneses y tres sirios: un vecino mío, mi primo y yo.” Durante el verano, este grupo de amigos recaudó suficiente dinero para comprar un bote, porque no querían contratar a un contrabandista. Todos los pasajeros se conocían. Todos eran del mismo barrio en Trípoli.
“En este barco es verdad que éramos pocos sirios, pero los últimos años, los barcos improvisados que salen del Líbano estaban generalmente llenos de sirios”, señala Ghassan. Afectados por la crisis y el empobrecimiento del país, los refugiados sirios están en primera línea. Ghassan continúa: “si ya es difícil para los libaneses, imagínense para nosotros, los sirios. Tengo títulos, estoy motivado, pero no encuentro trabajo". En el Líbano, las ONG de derechos humanos denuncian regularmente la discriminación contra los sirios, especialmente en términos de acceso al empleo.
Ghassan mira la ciudad. Se destaca unas palmeras a lo largo de la cornisa. Antiguos cuarteles bordean la costa, recordando la edad de la localidad. En el agua, pequeños barcos de pesca se balancean al ritmo de las suaves olas. ”Nunca pensé que volvería a ver esta vista durante años“, dice Ghassan febrilmente. Durante la travesía, las autoridades chipriotas vieron el barco y llevaron a los pasajeros de regreso al Líbano. “Todos pensábamos que llegaríamos a Europa para construir una vida normal. La normalidad ya no existe en el Líbano”. Con los ojos entrecerrados, frente al ardiente sol de finales de verano tripolitano, Ghassan mira al horizonte: “Voy a intentarlo de nuevo. Prefiero morir en el mar que quedarme en el Líbano”.
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"los libaneses intentan huir a Europa" - cuáles libaneses? todos los libaneses? los que salen en el artículo? un buen puñado de ellos y ellas? Vaya, que os ha salido un titular muy poco preciso y un poco amarillista, no os parece?