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“La Línea está sometida a un tratamiento concienzudo de debilitamiento que terminará con su vida como ciudad. [...] 83 años con plena sensación de abandono por parte de España y con toda su vida legal o ilegal, real o ficticia, sostenida por el dinero que sus trabajadores ganan en Gibraltar. [...] No hay, por ahora, ni un solo procedimiento que se hiciera a Gibraltar sin que sea herida igual o más gravemente La Línea de la Concepción”. Estas palabras datan de 1954. Su autor, el párroco del barrio linense de La Atunara, Justo Martínez, se dirigía al dictador Franco. Unas palabras que, para la ciudadanía linense, siguen vigentes hoy.
Con un 37% de población en riesgo de exclusión social y un 33% de paro, esta pequeña ciudad del sur de Europa ha adquirido el dudoso título de “capital española de la droga”, atribuido por medios estatales y extranjeros. Para el movimiento social linense, el convertirse en puerto de desembarco del narcotráfico es una evidencia más del histórico desprecio del Estado a la ciudad. “Las instituciones nos tienen abandonados, somos la cortina de humo del Estado, nos usan para centrar la atención en un sector de mi ciudad que ellos mismos permiten campar a sus anchas”, clama Esperanza del Mar, presidenta de Lo sé y me importa, única asociación juvenil de La Línea.
Nadie niega en La Línea el problema de la droga, y el más frecuente del contrabando de tabaco. Las motos cargadas de cajas pilotadas a toda velocidad por jóvenes forman parte del ecosistema linense. Sin embargo, es otra la palabra que copa conversaciones: Brexit.
“Solo con el anuncio, se produce un desplome de la libra y eso incide directamente en la capacidad adquisitiva, en los salarios de quienes trabajan en Gibraltar. Es una muestra clara de la dependencia. Y a eso se le suma el futuro incierto del Brexit. Tememos que el Gobierno español pueda sacrificarnos en pos de la reclamación de soberanía”, comenta Lorenzo Periáñez, presidente de la pequeña y mediana empresa linense (Apymell). En juego, más de 8.000 empleos de trabajadores españoles registrados, según datos oficiales del Peñón, y sus derechos laborales, conseguidos a pesar del contencioso España-Gibraltar. El portavoz de la asociación de trabajadores españoles en Gibraltar (Ascteg), Juan José Uceda, teme que el Brexit ponga en peligro la cobertura sanitaria, las prestaciones por desempleo, las cotizaciones, pensiones y las situaciones de baja laboral.
No en vano, La Línea es una zona fronteriza única en Europa según un informe de la Universidad de Cádiz que destaca cuatro factores: que linda con un territorio pendiente de descolonizar según la ONU, linda con la única reclamación territorial de España, viene sufriendo el Brexit desde el primer día tras el referéndum y colinda con el aeropuerto militar de otro Estado sin coordinación.
“La frontera, el paso por la aduana, ha sido siempre un catalizador, un reflejo de las tensiones entre Reino Unido y España. Somos como una especie de rehén en este contencioso, y eso convierte la ciudad en un problema de Estado”, comenta Juan Antonio Álvarez, presidente de la Federación Linense de Asociaciones de Vecinos.
Sin embargo, la “comarcalización” del conflicto de la frontera gibraltareña por lo coyuntural del Brexit molesta al movimiento social linense, que teme vivir un nuevo 1969, año en que, casi como si fuese una profecía del párroco Justo, se puso en peligro la propia existencia de La Línea.
1969: cerrojazo y éxodo
36.000 linenses. Es el dato que el Ayuntamiento aportó en 1991 cuantificando el éxodo sufrido tras el cierre definitivo de la verja con Gibraltar el 8 de junio de 1969. Se trata de un dato difícil de contrastar dada la alta población flotante que caracteriza a La Línea. Sin embargo, incluso las cifras oficiales del régimen tuvieron que reconocer una pérdida de población entre 1960 y 1970 de 7.000 habitantes.El recuerdo del negro 69 no ha abandonado La Línea tras la reapertura en 1982. “Nada volvió a ser igual”, comenta Uceda sobre las relaciones en ambos lados de la frontera. Periáñez sitúa la preocupación de hoy ante el Brexit en ese recuerdo. “La historia nos da la razón; La Línea ha sido una ciudad abandonada y utilizada por el Gobierno español”.
Con el cierre, la dictadura implanta su política desarrollista en la comarca, origen de la refinería Gibraltar-San Roque de CEPSA. A La Línea le tocó un gran estadio deportivo y un parque forestal, ambos a pie de frontera, como parte de una política escaparate.
El Ayuntamiento linense, en un documento remitido a Junta y Gobierno en 1992, la condena: “La implantación industrial y el desembolso económico en un área subdesarrollada y marginada secularmente había que presentarlos a bombo y platillo, aunque ese pregón constante contuviera grandes contradicciones entre teoría y práctica. […] Los tres planes que comprendieron un periodo de diez años (1965-1975) no solo no mejoraron la vida de los lugareños, sino que acentuaron desequilibrios a favor de intereses extraños a la zona. […] Se implantó otra colonización, la de la exportación de riesgos que nos convierte en suburbio industrial”. Una versión que mantenía 20 años después, en 2011: “Esta importante inversión [los planes de industrialización], tanto por su trayectoria como por sus limitaciones y sus prioridades, apenas ha generado algún beneficio o repercusión de entidad en nuestra ciudad”.
A pesar de la pertenencia a una misma Unión Europea, la frontera no ha dejado de ser un punto caliente. En 2013, La Línea sufrió su gran crisis de las colas, dentro del litigio por las aguas territoriales entre Madrid y Gibraltar. De ahí que el portavoz de Ascteg califique el papel de Bruselas de “vergonzoso, hipócrita y cobarde”. “Produjo un daño psicológico que llegó al extremo de hacernos perder a 1.500 residentes gibraltareños en La Línea”, añade. Periáñez explica que en aquellos meses el comercio linense perdió de media “el 40% de la facturación, llegando algunos negocios al 90%”.
precariedad y tráfico
Juani sale todos los días de su casa a las ocho para intentar llegar a Gibraltar a las nueve: “Cuando hay colas, si llegas tarde, pues sales más tarde”. Como cientos de mujeres linenses, se dedica a las labores en hogares gibraltareños. Sin estar asegurada y sin cotizar. Una realidad que ayuda a comprender el dato de la Junta de que tan solo el 21% de la población femenina de La Línea tiene contrato, unas 6.800 mujeres, mientras más de 4.500 engrosan las listas del paro.
“Desesperanza” es cómo describe Juani el estado anímico de los linenses ante las escasas opciones para sobrevivir. Con ella coincide Esperanza del Mar; no en vano, los jóvenes son el otro colectivo especialmente vulnerable: “Es normal que haya jóvenes, sin la educación que merecen, sin posibilidad de empleo, que terminen en las redes de los tráficos ilícitos” lamenta la activista juvenil. Y reprocha el papel jugado por la prensa estatal por vender la realidad del narco como la “única realidad” de La Línea de la Concepción.
Juani lamenta la tensión en la población como consecuencia de los tráficos: “No justifico nada, solo digo que hay que vivir”. Una quiebra social que ya se señala en un estudio local de 1997, que hablaba incluso de una "sociedad dual, con una gran mayoría de la población ligada a la economía productiva pero con un importante y preocupante porcentaje de personas dedicadas a actividades propias de la economía sumergida".
La ciudad ha intentado salir de este círculo vicioso pidiendo auxilio al Estado en numerosas ocasiones. Toda la corporación municipal y la sociedad civil logran a final de los 90 que el Estado reconozca su singularidad con una Carta Económica Especial que supone una inversión extraordinaria en el municipio, un instrumento que acabó en la papelera en 2003, con el mismo ministro de Hacienda que hoy, Cristóbal Montoro.
El documento en el que ahora trabajan el Ayuntamiento y la Mesa de Trabajo por La Línea, donde cooperan partidos, sindicatos y colectivos, recoge 33 propuestas en materia de empleo, infraestructuras, economía, urbanismo, sanidad, turismo y medio ambiente. Tras la redacción del documento, la unidad política y social linense se prepara para convocar asambleas de barrio y movilizaciones, para exigir a Moncloa y San Telmo que reciban a una representación amplia y plural de La Línea. Juani lo tiene claro: “Debemos plantarle cara al Gobierno y decirles que estamos hasta las narices del abandono de La Línea de la Concepción”.
Junto a Mena el día 27 estaba Carlos Gavira, portavoz de la Plataforma Social Comarcal, que suma a federaciones vecinales, sindicatos minoritarios y fuerzas progresistas. Insiste en poner el foco en la exclusión de la zona. “Tenemos barrios muy concretos en La Línea, Algeciras o San Roque donde se reproduce un alto nivel de paro juvenil y fracaso escolar. Esta situación es campo abonado para los tráficos ilícitos, teniendo la fábrica del hachís a pocos kilómetros”. Gavira señala que en tiempos de la burbuja inmobiliaria, con la obra demandando trabajo de baja cualificación, “se redujo la actividad de la economía negra de la droga”.
Gavira denuncia el fracaso del “monocultivo industrial”. “Es una contradicción el paro galopante en una comarca con uno de los polígonos industriales más importantes de España”, concluye. De ahí que reclame otro modelo de desarrollo socioeconómico.
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También dice que no los defiende pero que " hay que vivir " cuando el 90% de los que trabajan en el tabaco y en la droga están ahí porque quieren y mo buscan otro trabajo... por lo demás buen artículo
Debes haber hecho una encuesta sobre las personas que se dedican a tráficos ilícitos para sacar esa cifra así a las bravas...
Artículos como estos son los que hacen falta, que no echen la culpa al problema de los narcos, que se ve a simple vista, es solo la punta del iceberg. Los narcos son las consecuencia de la desesperanza de una gente que no ve salidas, gente que se siente olvidada y sin futuro.