El régimen de la afectividad: poder ecocida y gobierno de la sensibilidad

El actual proyecto de muerte se sostiene en una forma de orientar los afectos. Por eso disputar la hegemonía implica reorganizar la sensibilidad y el deseo de acuerdo a las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra.
Portada Afectividad ambiental
Detalle de la portada del libro 'Afectividad ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar'.
Autores del libro 'Afectividad ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar'
14 feb 2021 11:10

Esta sociedad depredadora y ecocida se apoya en gran medida en lo que llamamos un régimen de la afectividad. Con este término entendemos el sistema de poder que gobierna la sensibilidad, las percepciones, el pensamiento, las emociones y el deseo, y cuya función es establecer lo que puede y lo que no puede sentirse.

Este régimen constituye un repertorio de sensibilidades y anestesias: una suerte de mapa de flujos sintientes por medio del cual la experiencia corporal se orienta para seguir determinadas elecciones, inclinaciones, preferencias y gustos estéticos. El régimen ofrece los guiones, las respuestas recurrentes, las formas de aprehensión de la vivencia humana, lo cual realiza mediante la selección, distribución y organización de los afectos, instituyendo así cuáles elementos se permite amar y cuáles otros resultarán indiferentes. Se trata de un orden que brinda el esquema de referencia afectiva que constriñe la experiencia vital y guía para sentir según los fines del engranaje acumulativo e industrial de nuestro tiempo.

Acuñamos la noción para pensar la pregunta de por qué somos capaces de infligir actos tan crueles contra la tierra, con tan poca empatía en nuestro cuerpo. Vivimos al interior de una tutela afectiva en donde las huellas de la guerra contra los seres de la naturaleza, las ruinas de la devastación, el desierto creado, no hacen parte del reino de los afectos que pueden sentirse como tristeza, pues este sistema de poder ha creado un gozo narcisista por la ocupación de los espacios y una indiferencia por la tierra desolada.

En este régimen, el dolor de la montaña no puede sentirse como dolor, ni el grito de los ríos como grito, pues la naturaleza, para el orden afectivo de la modernidad capitalista, es un simple y despoetizado stock de recursos muertos e inertes que podrán ser saqueados, explotados y extinguidos sin efecto alguno en la experiencia de nuestro cuerpo.

La sociedad capitalista ha creado una anestesia social frente a las heridas dejadas sobre la piel de la tierra, lo que resulta indispensable para el normal desarrollo de la empresa predadora. Una vez los cuerpos entre los cuales vivimos no son percibidos y sentidos como seres vivos, sino como objetos, cosas, recursos disponibles o utensilios que prestan servicios, es fácil entender que se corte el contagio empático ante la vivacidad del mundo y nuestra sensibilidad se oriente hacia el imperio de las mercancías.

Por eso, la destrucción planetaria, mucho más que un problema tecnológico o económico, es una amenaza para la supervivencia inscrita en las bases más profundas de nuestro cuerpo, en la intimidad de nuestra piel y nuestras entrañas. Es un desecamiento que está corporizado en la intensidad y la tonalidad de nuestros afectos, en nuestros deseos, en nuestras percepciones, en nuestras capacidades sensomotrices.

Y es que los paisajes mutilados acaban por habitarnos y van creando profundas psicopatías asociadas a la discapacidad de sentir el dolor de otros cuerpos. No importa si el objetivo de la violencia ecocida es un bosque, un arrecife de coral o un humedal. Una vez hemos sido despojados de la habilidad de ser afectados por la consunción de la vida y la capacidad de crear vínculos empáticos con los demás seres, sabiéndolo o no, acabamos por ser cómplices de la devastación y la normalización de la crueldad hacia todas las formas de vida.

El dolor de la montaña no puede sentirse como dolor, ni el grito de los ríos como grito, pues la naturaleza para el orden afectivo de la modernidad capitalista es un simple y despoetizado stock de recursos muertos e inertes

Hemos sido gobernados a través de la desafección ante la guerra que le hemos declarado a la vida, y nuestros afectos han sido orientados hacia las obsesiones del mercado, pues este sistema que padecemos requiere de la discapacidad empática para que la destrucción de territorios periféricos no cree en nosotros un sentimiento. Una vez normalizada la crueldad mediante la transmutación de los entramados sensibles en cosas, nuestros cuerpos se desconectan, se vuelven insensibles, y la mutilación de la tierra se banaliza y justifica en nombre del progreso y la victoria de la tecnología.

Pero además de desempatizarnos, el régimen afectivo modifica nuestros sentidos. Nos hace incapaces de ver, oler, escuchar, tocar, conectar con la belleza de la vida, y traslada nuestros gustos estéticos hacia los objetos fabricados a costa de la destrucción planetaria. Cambia nuestro sesgo estético y con él acabamos por elegir el proyecto de muerte mientras rechazamos las condiciones que hacen posible la vida. No reconocemos lo que nos hace bien, lo apropiado para cada lugar y, en cambio, favorecemos todo aquello que niega la reproducción de las tramas vitales y lo que nos pone en los límites del colapso.

La afectividad como lucha política

Comprender el régimen afectivo es crucial para la lucha política contra-hegemónica, pues todo proyecto que pretenda afirmar la vida estará a todas luces incompleto si no emprende la difícil tarea de desterritorializar este régimen que estructura el actual orden sentipensante y territorializa lo que denominamos una afectividad ambiental.

Necesitamos distanciarnos del modo como el sistema le imprime direccionalidad a lo que puede o no sentirse; emanciparnos de la estrategia con que este régimen se inscribe en nuestros cuerpos, coloniza nuestros sentidos, configura la sensibilidad, el deseo, y todas las relaciones afectivas que convierten la vitalidad del mundo en una colección de cosas inertes y desprovistas de alma.

Si lo que deseamos es tejer otra forma de habitar que permita nuestro estar en la tierra, habremos de in-corporar a la lucha política un antagonismo ante aquel régimen de la afectividad que tanto dominantes como dominados comparten, y sin el cual sería imposible seguir reproduciendo el actual modelo ecocida. Estamos convencidos de que no podremos tener éxito en un levantamiento político por la vida si no atendemos el modo de organización afectiva y las vías sensibles reproducidas por este sistema indolente; si no se desestructura, desmonta y desnormaliza la anestesia ante la destrucción, la insensibilidad del cuerpo ante la muerte y el desafecto ante la devastación.

Y desacomodarnos de este régimen implicará emprender procesos creativos que sean, al unísono, políticos y poéticos, de modo que, poco a poco, podamos desencarnar el régimen que guía nuestra experiencia sensible, mientras reorientamos los afectos en clave del sentido de la tierra.

Enfrentar la crisis civilizatoria requerirá cultivar una afectividad ambiental por medio de la cual aprendamos a ser tocados por la emoción de otros cuerpos, volvamos a recobrar la confianza en nuestros sentidos, llenemos de tierra el contenido de nuestras enunciaciones y abramos la percepción sensible adormecida por el régimen afectivo de la civilización industrial.

Pero este empeño no podrá hacerse con una crítica racional ni creando culpa por nuestros hábitos de consumo, sino disputando el deseo con el capitalismo para hacer un desplazamiento de la identificación del sentido y de los afectos que vienen aparejados con las mercancías. De lo que se trata es de crear una especie de fuerza de gravedad que atraiga los cuerpos hacia otras formas de vivir más deseables, más consonantes con los ciclos de la tierra. No es haciendo sentir mal a las personas, ni a través de enjuiciamientos morales, ni instaurando nuevas obligaciones, como lograremos transformar el sentido de nuestra civilización predatoria, sino a través del contagio de otro deseo, de una pulsión por la vida, de modo que, por franco desinterés, se abandone la ecología deseante y el orden sensible que sostiene a este régimen desbocado que niega la vida.

La productividad del desastre

Desmarcarse del régimen de la afectividad involucra también ver la oportunidad en una contradicción inherente a este sistema: el hecho de que el deseo de vida emerge cuando los proyectos de muerte cobran mayor fuerza. Los pueblos no son marionetas, sino agentes activos que al resistirse ante las condiciones que amenazan su existencia y las de los demás seres vivos, expresan, en cada vez más lugares, su deseo de que la vida siga siendo vida.

Los trazos de muerte tienen también la capacidad de generar una sed de vida que toma forma a través de proyectos compatibles con los ciclos, ritmos y silencios de nuestro planeta vivo. Ante el creciente bucle de desafecciones, los pueblos responden conformando tejidos de redes amorosas que realizan acciones concretas con la esperanza de establecer relaciones mutuamente enriquecedoras entre ellos y el espacio habitado. Sin embargo, debe entenderse que estos procesos funcionan por un deseo anhelante de vida que toma la forma de decisiones políticas concretas en territorios singulares, las cuales irrumpen frente a la frenética máquina que consume la tierra.

Una de las características más interesantes de la respuesta política frente al proyecto de muerte, es que los colectivos y pueblos van creando un entorno estético adecuado que sirve para cambiar la posición en la que participan sus percepciones, afectos y sensibilidades. Por eso la ética de la vida es al tiempo una estética: un proceso en el que los entornos reverdecidos van despertando los sentidos y los saberes ambientales.

Se trata de una afectividad ambiental que de forma paulatina va recuperando la empatía, la sensación de la buena mezcla de lo que está bien para el lugar porque así lo indican los sentidos, el sesgo estético que favorece la vida, y da potencia al cuerpo para obrar en acoplamiento con el territorio en el cual se mora. Los lugares nos habitan, y por eso, también, los lugares transformados a través de la diversidad tienen el inmenso poder de transformar nuestros cuerpos.

Las buenas composiciones estéticas son precondición para liberarnos del yugo del régimen afectivo ecocida. A medida que van brotando jardines de huertos y bosques de flores, a ese mismo ritmo se van abriendo los sentidos marchitos. Los lugares transformados de manera amorosa tienen la inmensa capacidad de modificar el cuerpo, de redireccionar el deseo, de despejar nuestra sensibilidad, de crear una afectividad en una dirección opuesta al régimen impuesto por esta sociedad confundida.

Ante el creciente bucle de desafecciones, los pueblos responden conformando tejidos de redes amorosas concretas con la esperanza de establecer relaciones mutuamente enriquecedoras entre ellos y el espacio habitado.

Para cambiar el reparto de sensibilidades y anestesias que le son imprescindibles al capitalismo moderno, es necesaria la estética de la vida: crear irrupciones estéticas que nos reconecten con la vida. Pero esas irrupciones estético-políticas, además de la regeneración de los saberes ambientales, requieren ir a contracorriente de la simbolización antropocéntrica de la modernidad capitalista, mediante un lenguaje que cree en el campo de la palabra otros órdenes simbólicos acordes con la pródiga tierra.

No podemos construir un ethos ambiental que desestructure el régimen de la afectividad si no prestamos todo el cuidado en abandonar las locuciones y convenciones verbales de un mundo convertido en objeto-mercancía. Las cadenas discursivas universalizables, descontextualizadas y desterritorializadas de los juegos del lenguaje economicista son base de este régimen y, por tanto, un frente fundamental de la lucha política de la afectividad ambiental.

Es preciso recordar que existe una relación profunda entre la palabra y el cuerpo, en la percepción, la sensibilidad, la consciencia y la inconsciencia. Por eso, la forma como nuestros sentidos, afectos, pensamientos y deseos se liguen o desliguen de la tierra viva que somos, dependerá de nuestra capacidad de lenguajear un mundo de forma poética. De ahí la importancia de una política poética capaz de urdir símbolos que abran el mundo a los sentidos y que nos hagan entender nuestro estar en el cosmos, en constante interrelación e interdependencia con los seres entre los cuales habitamos.

Al fin y al cabo, hacer emerger una afectividad ambiental que nos potencie a reescribir nuestro cuerpo, en las condiciones que hacen posible la vida en la tierra, no es un asunto opcional: es, de hecho, la única posibilidad que nos queda, para evitar sucumbir ante el que hoy nos amenaza como el mayor de los peligros.


Descarga gratuita aquí del libro completo de los autores: Afectividad Ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar, editado por Ecosur y la Universidad Veracruzana (México, 2020).

Medio ambiente
Green New Deal, decrecimiento y exterminismo: notas para después de Trump
La polémica decrecimiento - Green New Deal debe incluir la amenaza exterminista, que ha tenido en Trump un pionero y que ha venido para quedarse
Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver listado completo
Cargando valoraciones...
Ver comentarios 3
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...
Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver listado completo

Crisis climática
¿Es posible el bienestar humano en un planeta finito? Sí, pero con “cambios extraordinarios”
El modelo económico dominante está desestabilizando las sociedades y el planeta, advierten especialistas en economía sustentable. Aclaran, no obstante, que el “catastrofismo” es evitable y que el bienestar a finales de siglo todavía es posible.
Racismo
Miles de personas por todo el Estado se concentran contra la ola racista de Torre Pacheco
Convocados por diversas asociaciones antirracistas y colectivos sociales, varios miles de personas se concentraron este sábado por todo el Estado español en respuesta a las agresiones de ultras en la Región de Murcia.
Crisis climática
Friederike Otto
“La industria fósil tiene un lobby; los trabajadores que mueren bajo el sol no”
La climatóloga alemana y cofundadora del World Weather Attribution (WWA) lanza un nuevo libro que pone el foco en quienes sufren, mueren, o pierden por la emergencia climática; víctimas, en su mayoría, aún invisibles para el mundo.
Psicoactivos
Psiquedélicos, patentes y trumpismos: el campo antagonista que inaugura el renacimiento psiquedélico
Vivimos un momento de transición en el que algunos intereses empresariales ya están invirtiendo en psiquedélicos sin pillarse los dedos y siempre bajo las lógicas capitalistas.
Galicia
Las embarazadas de Ourense exigen dar a luz con seguridad mientras la Xunta maniobra para trasladar el paritorio
Demandan que se detenga el traslado a la ubicación temporal y que el Sergas tenga en cuenta sus demandas.
Economía social y solidaria
Cuando el arte se organiza: economía social y solidaria frente a la precariedad de la cultura
Artistas y gestoras culturales encuentran en cooperativas y asociaciones una alternativa para combatir la inestabilidad laboral, pero también para desarrollar proyectos con un trasfondo social.
Extrema derecha
Nuria Alabao
“Frente a la lógica reaccionaria que explota el odio, una política cara a cara y apoyo mutuo”
La periodista analiza en su primer libro, 'Las guerras de género. La política sexual de las derechas radicales', los elementos centrales de este movimiento ultraconservador global, desde su lucha contra los valores de la contracultura del 68 hasta el presente, en relación con las cuestiones de género.
Análisis
La descentralización de la guerra y el fin de la Agenda de Paz Internacional
El hecho de que desde 2017 no se hayan aprobado nuevas operaciones de mantenimiento de la paz por parte de ONU pone de manifiesto que la Agenda de Paz Internacional está en retirada.
Río Arriba
Núria Soto (Riders X Derechos)
“Ver salir del juzgado con ojeras al CEO de Glovo es una victoria”
Nueva entrevista en Río Arriba sobre la uberización de la economía, capitalismo de plataforma y sus nuevas vías de explotación laboral, pero también de sindicalismo, cooperativas y economía social.

Últimas

Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
El Salto n.79
Galicia dice 'no' al capitalismo verde y en el último número de la Revista El Salto te lo contamos
Ya está disponible el número 79 de nuestra revista, en el que destacamos la investigación y el rechazo social que encuentra el proyecto de macrocelulosa de la multinacional Altri.
Portugal
Portugueses en los dos lados de la Guerra Civil española
Mientras Salazar prestó desde julio de 1936 apoyo a Franco, muchos antifascistas lusos vieron en la República la oportunidad de liberar a sus país del fascismo.
Galicia
Todo lo que podría ser el género y cómo deshacerlo desde el escenario
La compañía Disiden.cia rompe los moldes de la identidad con ‘Bipedestrucción’ en la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia, que cumple 41 ediciones con una apuesta radical por la diversidad, la memoria y el pensamiento crítico.
La vida y ya
Romper todas las fronteras
Buena música que lleva al norte de África. Aunque el lugar donde está el altavoz es un barrio a las afueras de Girona. Uno de esos barrios donde las calles están llenas de ropa tendida esperando a secarse al sol y al viento.
Siria
Drusos: tierra, honor y armas
En el sur de Siria, la comunidad drusa mira con desconfianza el nuevo Gobierno de transición y, aunque no quiere la independencia, sí pide más autonomía.
Más noticias
Francia
Calais, lugares de vida en la frontera
Segunda crónica desde la Caravana Abriendo Fronteras-Mugak Zabalduz, desde el paso fronterizo de Calais, lugar de paso entre Francia e Inglaterra.
Asturias
Las Seis de la Suiza consiguen el tercer grado penitenciario a la espera del indulto prometido por el Gobierno
Las sindicalistas podrán cumplir su condena en régimen de semilibertad y durmiendo en la cárcel. Se prevé que las manifestaciones continúan a la espera del indulto prometido por la vicepresidenta Yolanda Díaz, aún sin fecha de posible aprobación.
Portugal
La derecha y la extrema derecha portuguesas acuerdan una ley antimigrantes sin precedentes
El Parlamento luso aprueba una ley que endurece los requisitos para la obtención de nacionalidad a los extranjeros, incluyendo a los lusófonos, y limita extraordinariamente los supuestos de reagrupación familiar.

Recomendadas

Siria
Wael Tarbieh
“Israel hace que tu vida sea un infierno para que huyas por tu cuenta”
El ejército israelí, que ocupa los Altos del Golan desde 1967, amplía la ocupación a nuevos territorios sirios. Grupos locales denuncian que los soldados israelíes echan a la población civil de sus pueblos.
Laboral
Legislación laboral en condiciones de calor extremo: existe pero ¿se aplica?
Los sindicatos y expertos demandan mejoras en los reglamentos, que muchas veces dejan en manos de la buena voluntad de las empresas aplicar medidas de protección en alertas meteorológicas.
Pensamiento
Nuria Romo
“Los procesos de medicalización no son neutros, se hacen sobre todo hacia las mujeres”
Catedrática de Antropología Social y Cultural, Nuria Romo Avilés lleva más de dos décadas compaginando la investigación con perspectiva de género acerca de drogodependencia con la docencia en la Universidad de Granada.
Comunismo
Jodi Dean
“Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
La politóloga e historiadora Jodi Dean ha estado en Barcelona para reivindicar el poder de las organizaciones políticas y de la camaradería. En la actualidad trabaja sobre el neofeudalismo y la reconfiguración de la clase trabajadora.
Comentarios 3

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...