Feminismos
¿Es Extremusika feminista?

Música, patrocinadores públicos y feminismo, un trío que no debe separar ni la muerte. Durante cuatro días hemos realizado una labor periodística con perspectiva de género en el festival cacereño. 

Extremúsika 2019
16 may 2019 12:44

Una nueva edición del Festival de Extremusika tuvo lugar del 1 al 4 de mayo en el recinto ferial de Cáceres. El tiempo estaba a favor y el público venía con ganas, pero quedaba una incógnita por responder: ¿es este festival feminista y seguro para las mujeres?

Es por ello que se va a incorporar el feminismo a nuestro relato de los hechos. ¿Cómo hacer una crónica de un festival con perspectiva feminista?, ¿acaso no lo son de manera transversal? Pues durante cuatro días hemos realizado una labor periodística con perspectiva de género. Para ello hemos elaborado una serie de indicadores que hemos evaluado durante los días que ha durado el festival.

Han sido examinados los indicadores más básicos como la iluminación, la seguridad, las letras, los protocolos y dispositivos, la inclusión y la accesibilidad en las instalaciones. Y a modo de avance podríamos argumentar que falta bastante por hacer. ¿Hemos normalizado las mujeres las situaciones que nos ponen en riesgo, o acaso luchar contra el capital es la lucha de David contra Goliat y priman otros intereses?

ILUMINACIÓN

La iluminación ha sido una de las grandes fallas de este festival. Desde el primer día el público asistente se quejó de la ausencia casi total de luz y de señalética en la salida del festival, un camino de tierra de 500 metros en absoluta penumbra. Tanto es así que ni la intuición te guiaba a tomar la dirección de salida correcta y todo el mundo procedía a la salida por la misma zona de entrada. De manera paralela a este camino transcurre una carretera asfaltada e iluminada, destinada a salida y entrada de efectivos y grupos. En el tramo que abarca la salida han estado ubicados dos guardias de seguridad, justo en el punto final más concurrido e iluminado un hombre, y en el del inicio del camino, más oscuro, una mujer, todos los días las mismas personas. Incluso el primer día que pudimos conversar con ella pudimos observar que el festival arrancó y no disponía del dispositivo de walkie talkie hasta horas después. Un punto negro este tramo que los chicos aprovechaban para efectuar micciones, debido a la absoluta oscuridad.

Al día siguiente estos mismos hechos fueron denunciados en el conocido foro cacereño de Fotodenuncia. La organización incorporó una valla con la señalética de “Salida” el segundo día, pero con respecto a la iluminación no se han tomado soluciones a lo largo de todo el festival.

En los accesos al propio recinto hípico no siempre se disponía de una mujer guardia de seguridad, llegando en algunas ocasiones no solo a revisar mochilas sino a cacheos superficiales

En la zona de acampada, apenas unas farolas de tenue luz y un punto de focos más potente en la parte posterior izquierda. La zona de acampada era un descampado de grandes dimensiones, incluso con una carpa enorme inutilizada en plena oscuridad y muy poco iluminada. El pasillo de entrada y la zona de aparcamiento tampoco disponían de una iluminación considerable, al igual que el graderío.

SEGURIDAD

El equipo de seguridad estaba conformado casi en su totalidad por hombres, menos tres mujeres. Dos de ellas en zonas de peligro. La primera, Belén, ubicada en la zona de salida anteriormente detallada y con un turno hasta las seis de la mañana, y la segunda, Paqui, en la zona de los primeros baños del Recinto Hípico, que en las primeras horas (las 19:00) del día 1 no disponía de walkie, aunque fue relevada por un compañero posteriormente, pasando de la zona final a un punto más intermedio con más iluminación.

Extremúsika descampado
Un punto negro este tramo que los chicos aprovechaban para efectuar micciones, debido a la absoluta oscuridad.

Algunas de las participantes se quejaron por la excesiva virulencia en las contenciones en el acceso a varios asistentes, llegando incluso a dar algún manotazo a las bebidas de las participantes hasta derramarlas en el suelo. En los accesos al propio recinto hípico no siempre se disponía de una mujer guardia de seguridad, llegando en algunas ocasiones no solo a revisar mochilas sino a cacheos superficiales, todos ellos a cargo de hombres.

PROTOCOLOS Y DISPOSITIVOS

El primer día se procedió al contacto con los equipos sanitarios y cuerpos de seguridad del Estado, derivándonos estos últimos al 091 para cualquier tipo de información, ya que ellos desconocían la existencia de los protocolos en agresiones sexuales. Tras media hora de espera y perfectamente acreditada como prensa, previo aviso con días de antelación, no se permitió la entrada a la zona sanitaria, zona despejada en ese momento y con escaso público. Se nos invitó a realizar cualquier pregunta sobre protocolos de seguridad y específicos sobre agresiones sexuales por escrito por parte del equipo de comunicación. No por ello las voluntarias/os de Cruz Roja nos dejaron de atender, afirmando desconocer protocolos concretos y que en caso de suceder alguna agresión sexual se aplicarían los protocolos generales en estos cosos, sin definir cuáles.
José, de Cruz Roja, perteneciente a uno de los equipos in intinere, nos afirmaba desconocer la existencia de protocolos específicos en casos de agresiones sexuales y nos aseguraba que no existía ningún punto violeta

Desde el mismo acceso a la zona sanitaria se aprecia un camión quirófano, dos ambulancias de Cruz Roja y un tercer vehículo sin determinar su uso, una carpa y ningún baño, según el propio equipo sanitario. Una de las voluntarias, Penélope, nos cuenta que se turnan cada media hora y conforman los equipos de tal manera que no tienen por qué ser mixtos, su labor es realizar primeros auxilios. José, de Cruz Roja, perteneciente a uno de los equipos in intinere, nos afirmaba desconocer la existencia de protocolos específicos en casos de agresiones sexuales y nos aseguraba que no existía ningún punto violeta. Los datos confirmados al cierre del festival atestiguan que no fue necesario el traslado de ninguna persona al hospital.

Preguntamos a la organización, voluntariado de Cruz Roja y a las personas asistentes sobre la existencia de algún punto violeta como el desplegado en el Womad de forma perenne. Nadie nos supo responder esta pregunta, aunque después de recorrer las instalaciones durante cuatro días no se ha vislumbrado la existencia del mismo.

ACCESIBILIDAD EN LAS INSTALACIONES

Justo en la zona intermedia entre los puestos de comida y el punto de control de acceso al hípico, hay un par de zonas muertas y no iluminadas. En ella se ubica Abel, personal de seguridad, y apreciamos que al inicio del festival tampoco llevaba walkie. Se trata de una zona anexa a la carretera de evacuación de ambulancias.

Extremúsika accesibilidad
El terreno de piedras, arena o rampas no hacían fácil la accesibilidad.

Existen varios baños portátiles una vez pasado el primer acceso, al lado de la zona de comidas, uno de ellos accesible, pero no disponen de equipo para poder al menos lavarse las manos o la cara. Conversamos a lo largo de todo el festival con Cristina, que accedió en silla de ruedas al recinto, y nos comentaba que le habían facilitado el acceso prioritario y el acceso a la plataforma de sonido para una mejor visualización de los conciertos. Aunque el terreno de piedras, arena o rampas no hacían fácil la accesibilidad y bastantes participantes solicitaban que se regasen las instalaciones para no respirar tanta tierra.

Laura, Blanca y Sandra, estudiantes de Madrid, nos relataban que encontraron chicos dentro de las duchas de chicas y que desconocían la existencia de algún punto violeta

Los baños para chicas del Hípico en la mayoría de los casos tenían las cerraduras rotas o extraídas, dificultando así el cierre de puertas y la seguridad y facilidad del uso de los mismos. Los baños para mujeres de la zona de acampada no disponían de las condiciones higiénicas mínimas, las tres veces que fueron visitados tuvieron que ser abandonados en breve por las condiciones de los mismos. No disponían de papeleras higiénicas para compresas; en su lugar, cubos de fregona. Laura, Blanca y Sandra, estudiantes de Madrid, nos relataban que encontraron chicos dentro de las duchas de chicas y que desconocían la existencia de algún punto violeta.

Las duchas portátiles anexas estaban conformadas por puertas transparentes y sin personal de seguridad por la zona, a pesar de la poca iluminación y de que le precedía una gran zona de  descampado y una carpa oscura. Como dato curioso, vimos sobrevolar la zona del festival diversos parapentes durante los cuatro días.

El primer día no se nos permitió el acceso al backstage, pero a partir del segundo se ofrecieron los canutazos desde esta zona atendiendo a las peticiones de las y los periodistas asistentes. Así, pudimos observar que los camerinos disponían de baños con sistema de evacuación ecológicos.

Por todo el recinto se dispusieron contenedores de todo tipo para facilitar la labor de reciclaje, resultando escasos los de vidrio. Hay que aclarar que todas las barras disponías de botellas de cristal, por lo que es posible que existiese otro en la zona de acampada.

Hay que destacar que en frente de las comidas y en la zona de puestos de venta, la organización cedió espacio al colectivo Red Solidaridad Popular (RSP) de Cáceres, una red de solidaridad popular que no descansó ni un minuto a lo largo de todo el festival difundiendo y sensibilizando entre las asistentes su labor con las personas en riesgo de exclusión, una actividad desarrollada con ahínco y coraje en los últimos años como colectivo, sin subvenciones ni ayudas. La organización no solo les cedió el espacio de manera gratuita sino que facilitó su trabajo en todo momento.

La mayoría de las personas entrevistada con el kit de acceso a la zona de acampada clamaba por ubicar la Electro T-E-N-T (carpa de música electrónica) anexa a la zona de acampada.

INCLUSIÓN

Se han entrevistado a la mayor parte de trabajadoras posibles. El equipo de barra contaba con un 50% de chicas de perfil muy jóven (barra de la derecha 11 chicos y 2 chicas, en la de la izquierda,  4 chicos y 8 chicas y en el backstage, chicas, una situación similar en la zona denominada como Electro). El equipo de sonido contaba con un 30% de mujeres. En la tienda oficial dos chicos y una chica, María José; los equipos de Cruz Roja sí eran mixtos, con la balanza quizás más decantada al género femenino aunque no podemos ofrecerles datos exactos más allá que los de conteo propio durante todo el festival. En el equipo de seguridad contabilizamos 3 mujeres, Belén, Paqui y una tercera in itinere, de un total aproximado de 40 personas. Fuera del recinto, en las unidades policiales, pudimos apreciar una mujer. El puesto de la Rsp también era mixto al 50%, y como nota positiva el equipo de limpieza, conformado en su totalidad por 5 chicos, una labor asignada históricamente a las mujeres por imposición.

Aunque la cosificación no ha desaparecido de este tipo de eventos, pudiendo apreciarlo en los atuendos de las azafatas de cierta bebida energética. Lidia, una asistente del Extremusika, nos relata que en un momento determinado, en la zona del after, las chicas ofrecieron un premio siendo el reclamo y la gratificación un propio baile de ellas sobre la barra de esa zona. Es lamentable que prácticas de este tipo se sigan sucediendo en festivales, no olvidemos que la música es cultura.

Azafatas Extremúsika
La cosificación no ha desaparecido de este tipo de eventos, pudiendo apreciarlo en los atuendos de las azafatas de cierta bebida energética.

LA INCLUSIÓN
Este ha sido uno de los indicadores más conflictivos, ya que el público feminista asistente al mismo destaca la escasez de grupos de mujeres y letras marcadamente machistas en festivales como Extremusika, que cuenta con patrocinadores públicos como el Ayuntamiento de Cáceres, Diputación o la Junta de Extremadura.

Lidia, que ha vivido el festival íntegro, declaraba que a estas alturas realmente era increíble que se dé cabida a grupos como C.Tangana, con letras como Mala Mujer. La nota de prensa de la organización aludía a que este solista se sabía “caballo ganador". Quizás sería importante no potenciar los egos de grupos que promulgan letras machistas. En cuanto a ellas, el grupo Natos y Waor tampoco escatimaba. Con canciones como Hija de Puta, que no necesitan mayor explicación, o frases como “le tiré un billete a la cara a mi ex, y mientras me dejaba yo le dije: cóbrate”, de la canción Recuperado el tiempo perdido, son una clara de incitación del odio hacia a la mujer y cuanto menos denigrantes. Grupos como La Pegatina nos afirmaban en rueda de prensa que ellos mismos han visto cómo se han ido modificando sus letras aunque les queda mucho por hacer todavía.

“Son grupos que no cumplen con la filosofía de Extremusika y lo están desvirtuando. El objetivo no es acoger a cuanta más gente mejor sin cuidar la calidad y la filosofía del rock y otros sectores alternativos que muestra otras maneras de hacer las cosas con canciones más reivindicativas. Y eso se está perdiendo en el momento en el que metes grupos que mueven masas de adolescentes y que están reproduciendo patrones de desigualdad muy bestias, es una incoherencia”, afirmaba Lidia.

Como cierre de esta crónica, les ofrecemos las cifras en perspectiva de género en cuanto a los grupos que han debutado en el escenario: 198 músicos frente a 15 músicas. ¿Cuántas de las 39.100 personas asistentes eran mujeres? ¿No cuentan? Saquen sus propias conclusiones.

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16/5/2019 17:16

Muy interesante y original este análisis del Extremúsika

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