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Feminismos
Cinco preguntas y cinco respuestas para entender qué es el “feminismo radical”
El feminismo radical fue un movimiento heterogéneo. Surge en un momento histórico como contraposición no solo al feminismo liberal, sino a la misoginia de algunos de sus camaradas en el movimiento comunista. Ellas pusieron la sexualidad en el centro. Para ellas, el sexo era la contradicción fundamental, a diferencia del análisis marxista del que mamaron en su momento, para el que el origen de todas las opresiones estaba en la propiedad privada. No en el sentido cronológico de “origen”, sino en el de que las demás opresiones se vertebran en determinado sistema: la contradicción de clase o la de género. Así lo planteó Sulamith Firestone en La dialéctica del sexo, donde revisaba la teoría de Engels.
¿Quiénes fueron las primeras feministas radicales?
A partir de los planteamientos de Sulamith Firestone, algunas como Kate Millett en Política sexual o Andrea Dworkin en Woman hating, entre otras, analizaron las dinámicas de poder en el acto sexual, problematizando su representación en la literatura erótica y en la pornografía, y también profundizaron en la cultura. Otras como Monique Wittig o Gayle Rubin trataron el género o la heterosexualidad obligatoria y, siendo radfem “clásico”, sus tesis fueron el punto de partida de las teorías queer. La mal comprendida Judith Butler tomó prestadas muchas cosas de Wittig, por ejemplo.
¿Eran transexcluyentes esas feministas?
Depende. Ciertas feministas radicales como Germaine Greer, Janice Raymond o Sheila Jeffreys lo son. Pero dista bastante de los aportes clásicos. Millett dedicó en su obra maestra varias páginas a hablar de la identidad de género. Dworkin dedica un capítulo entero a reconocer el derecho de las personas trans a vivir “en sus propios términos”. Otras menos clásicas, como Catherine McKinnon, también han declarado abiertamente reconocer a las mujeres trans como mujeres y como sujetos políticos del feminismo. Sin embargo, las transexcluyentes reivindican a éstas últimas obviando sus verdaderas opiniones respecto a la cuestión trans, llegando incluso a tergiversar sus textos.
¿Cómo llega a España el feminismo radical y cuándo?
Es difícil establecer una genealogía en España. Lo que sí que es cierto es que el sector de la academia española autodenominado —a mi juicio, arbitrariamente— “feminismo de la igualdad” tomó ciertos aportes que les interesaban de los 70 incluso tergiversándolos y obviando el desarrollo posterior, y tampoco introdujeron nada nuevo. Y de aquellos barros, estos lodos. Vimos a muchas de ellas en la Escuela Feminista Rosario Acuña, en julio de 2019.
Ahora bien, es innegable la huella en los movimientos sociales españoles a día de hoy, sobre todo en la manera de analizar la sexualidad y las dinámicas de poder. Eso es bueno. Lo que no es tan bueno es que la voz la acaparen cuatro académicas a las que se hace demasiado caso pese a la cantidad de gazapos metodológicos y teóricos que puedes encontrar en sus textos, manipulándolos completamente para luego difundir discurso de odio. Su falta de honestidad intelectual hace mucho daño.
¿Qué es “radfem”?
En EE UU, cuna del radfem, podemos mencionar a Janice Raymond. Autodenominada “radfem”, se alió con Reagan para impulsar medidas para quitarle a la comunidad trans el acceso a tratamientos médicos —que incluían todas las medidas serófobas que dejaron a la comunidad LGTB completamente desprotegida en los años más duros del SIDA—. Otros referentes teóricos son Adrianne Rich, a la que la primera mencionó en los agradecimientos de su obra El imperio transexual. Casi siento naúseas de mencionarlas. Raymond asimismo estaba vinculada a grupos paramilitares que usaban la violencia física para sacar a las mujeres trans de espacios lésbicos, como ocurrió con Sandy Stone, a la que amenazaron de muerte y boicotearon actos, pero sus compañeras cerraron filas de sororidad para defenderla.
A nivel español, lamentablemente casi toda la Academia y gran parte del feminismo institucional es transexcluyente. Hablan del “borrado de mujeres” porque la mera existencia y reivindicación de mujeres que no sean cishetero, blancas, normativas y con determinado poder adquisitivo amenaza su posición de privilegio. Son las mismas “feministas de la igualdad” preocupadas por el techo de cristal, pero no por los cristales rotos que recogerán las obreras en su ascenso. Las mismas arribistas afines al partido de la aristocracia obrera, el PSOE, de las que hablábamos en el artículo para Rebelión Feminista Cuarta Ola: No sois dignas.
Feminismos
Radfems, TERF y el sujeto del feminismo: hablan las mujeres (trans)
Son las mismas que dieron sus ponencias en la bochornosa Escuela Rosario Acuña de Gijón en 2019 y a día de hoy, con el fin de paralizar la ley trans, han organizado concentraciones “contra el borrado de mujeres” con la participación de menos personas que periodistas cubriendo las mismas. Concretamente, alrededor de quince o veinte, portando pancartas serigrafiadas de vinilo de las caras. No hace falta dar detalles de la impresión que nos da a las estamos habituadas a luchar con mucho esfuerzo, pocos medios económicos y escasa repercusión mediática. Creo que contrasta enormemente con las personas trans y familiares actualmente en huelga de hambre para que esta ley en la cual les va la vida salga adelante.
También es llamativa la diferencia entre los cerca de 60.000 mensajes a favor de la ley trans enviados en el período de consulta pública frente a las alrededor de 1.300 en contra. La memoria de análisis normativo ha sido realizada, y ahora se ha registrado a través de partidos de la oposición tras ser imposible hacerlo a través del Consejo de Ministros ante el no pronunciamiento del Ministerio de la Presidencia encabezado por Carmen Calvo. El borrador fue remitido a estas instituciones en febrero y la vicepresidenta no ha hecho más que dar largas. Quizás están intentando calentar motores a nivel mediático, para que a ojos de la ciudadanía no se vea incongruente un voto en contra del colectivo LGTB. Creo que necesitan ganar tiempo para homogeneizar una opinión contra la ley trans en el votante medio del PSOE que hoy por hoy sin estar plenamente informado del tema no tendría ninguna razón para oponerse.
Parece que el PSOE, por otro lado, ha querido competir con otras fuerzas políticas como Unidas Podemos a la hora de cooptar el feminismo de masas. Para ello, la cuestión trans es más una excusa de marketing político en la búsqueda de un nicho de votantes para un programa más centrado en romper el techo de cristal que de garantizar derechos básicos a las personas más discriminadas y empobrecidas —entre las que se incluyen las personas trans—. A eso se le suma una brecha generacional en cuanto a la sensibilidad a las vidas trans. El juego de poder en la institucionalización del movimiento feminista se hace muy evidente, más cuando estas mismas figuras públicas se reivindicaban como transinclusivas en 2017, allá cuando el autobús naranja empezó a hacer sus andadas. Un cambio tan radical en la línea ideológica jamás es fortuito.
¿Puede el feminismo radical ser transincluyente?
En mi colectivo, Rebelión Feminista, somos relativamente eclécticas en la medida que hay que serlo para enriquecer el debate. Convivimos feministas radicales con marxistas, y cada cual es más o menos amigable con las teorías queer, y a alguna que otra estas teorías le resultan totalmente indiferentes. Somos todas abolicionistas de la prostitución, porque no se puede ser radfem ni marxista sin serlo; ahora bien, nos declaramos totalmente antipunitivistas ya que consideramos que el problema es el patriarcado, el colonialismo y el sistema capitalista que arroja a las mujeres, en su gran mayoría a las racializadas y a las trans, a su ejercicio debido a la pobreza y la exclusión social. Si queremos conseguir la liberación de la mujer, no podemos dejar a ninguna atrás. Tampoco a las discapacitadas, que si bien sé que no es el objeto de esta entrevista, soy bien consciente que en el movimiento son junto a las trans las eternas olvidadas. Todas contamos, en todas nuestras formas y diversidades.
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Recomiendo la lectura de la periodista Debbie Hayton y el documental sueco The Trans Train.
El feminismo radical es anticapitalista luego hablamos de lo que se quiera.
Muy de acuerdo con el análisis que haces.
Se te ha caído un poco de posmodernismo en el marxismo, Teresa Bambu.
En el periodo de consulta sobre la ley Trans del Ministerio de Igualdad se recibieron 60.000 correos a favor y 1.300 en contra. Sobran las palabras.
En la manifestación de las contrarias a la ley Trans había más periodistas que manifestantes, unas quince o veinte. Sobran las palabras.
La de Cabra está paralizando la ley Trans para convencer a los votantes socialistas de que pueden dejar de apoyar la ley Trans sin provocarles problemas ideológicos. Sobran las palabras.
La ley Trans saldrá adelante y no terminará con el sufrimiento y marginación laboral y social, pero será un gran paso para que así sea. Las leyes no cambian de la noche a la mañana la sociología. Queda mucho trabajo por hacer en los centros educativos, en los centros de trabajo, en los medios de comunicación, en el mundo de la cultura...
No me ha gustado nada, habla más del marxismo que de lo que en realidad es el feminismo radical. A ver cuando leo en El salto un artículo donde se explique que el feminismo radical es abolicionista del género, de la prostitución y de los vientres de alquiler no solamente que lo nombre. Menos liberalismo señoras y señores.