Extremadura
Miguel Ángel Gallardo dimite tras el fracaso del 21D
La resistencia de Miguel Ángel Gallardo a la dimisión de su cargo ha durado apenas 24 horas. El secretario general del PSOE de Extremadura ha presentado su retirada irrevocable esta tarde ante la Comisión Ejecutiva Regional, asumiendo en primera persona lo que dentro de la organización ya se califica sin eufemismos como una debacle. La decisión descabeza a una de las federaciones socialistas más importantes del Estado.
El movimiento era esperado, casi inevitable, tras el recuento de la noche del domingo. Con una caída hasta los 18 diputados —diez menos que en la anterior legislatura—, el PSOE extremeño ha perdido cualquier opción de gobierno, además de perforar su suelo electoral. La pérdida de más de 60.000 votos, que han ido a parar a la abstención y, en menor medida, a otras opciones, ha hecho insostenible la posición de Gallardo, cuyo liderazgo venía ya cuestionado por la sombra de la corrupción.
La reunión clave para la toma de decisiones
La reunión en la sede de Mérida ha sido breve pero tensa. La presión de los líderes provinciales ha sido determinante; figuras clave del aparato, como Miguel Ángel Morales desde Cáceres, habían deslizado durante la mañana la necesidad de “asumir responsabilidades drásticas” ante un mapa político teñido de azul y verde. La presencia del expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra en el cónclave ha servido para escenificar el cierre de una época.
Gallardo, que intentó contemporizar en su comparecencia de la noche electoral apelando a un análisis sosegado, se ha encontrado hoy con un partido en estado de shock. No ha habido margen para maniobras dilatorias. “Doy un paso al lado para no ser un obstáculo en la necesaria reconstrucción que debe emprender el socialismo extremeño desde mañana mismo (...) Me voy con la conciencia tranquila del deber cumplido en el esfuerzo, pero con el dolor de no haber sabido conectar con las aspiraciones de la ciudadanía”, ha afirmado tras la reunión de la Ejecutiva regional.
El dirigente socialista ha aprovechado su última intervención para blindar su defensa personal ante el horizonte judicial que se avecina. Gallardo ha insistido en que se va con “los bolsillos de cristal” y “las manos limpias”, aunque ha reconocido la derrota del relato socialista frente a las acusaciones de corrupción. “No hemos sabido contrarrestar la campaña de sombras y dudas que se ha vertido sobre esta dirección”, ha concedido, señalando ese “lastre” como una de las claves que explican el castigo recibido en las urnas.
“Me voy con la conciencia tranquila del deber cumplido en el esfuerzo, pero con el dolor de no haber sabido conectar con las aspiraciones de la ciudadanía”
Su salida deja paso a una Comisión Gestora que deberá ser designada por Ferraz en los próximos días, con el mandato de pacificar una organización fracturada y preparar un Congreso Extraordinario que se prevé convulso.
El nuevo mapa: hegemonía conservadora
El vacío de poder en el PSOE llega en el momento de mayor fortaleza del bloque reaccionario en la región: el Partido Popular de María Guardiola ha logrado 29 escaños, y Vox ha alcanzado los 11 diputados. La única incógnita no es si gobernarán, sino el precio que la ultraderecha cobrará por sus votos.
Mientras, a la izquierda del PSOE, Unidas por Extremadura se consolida como única fuerza en crecimiento del bloque progresista, subiendo hasta los 7 escaños. Sin embargo, su avance no logra taponar la hemorragia de votos socialistas ni articular una alternativa de gobierno viable a corto plazo.
La dimisión de Gallardo es el síntoma de una crisis de identidad del socialismo en un territorio que consideraba propio. El PSOE extremeño inicia hoy una travesía por el desierto sin brújula y con la certeza de que la reconstrucción será larga y dolorosa.
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