Energías renovables
El dilema de la transición energética en Araba

Con apenas 3000 km2, en Araba se libra una de las batallas en la que nos jugamos cuál va a ser el camino a seguir por una transición energética basada en las energías renovables y si esta será realmente respetuosa con el medio ambiente.
Energía eólica
Energía eólica David F. Sabadell
19 oct 2021 07:00

Entre los tres territorios que conforman Euskadi, Araba es la que cuenta con una mayor extensión de espacio natural protegido, una extensión mucho mayor de bosque natural que Bizkaia y Gipuzkoa. Esto se explica desde un tipo de explotación del territorio diferente, ya que en Araba los terrenos montañosos y boscosos cercanos a los pueblos han sido históricamente comunales, lo que ha llevado a una mejor conservación del medio natural. Según el inventario forestal del País Vasco de 2020, de las seis primeras comarcas con una mayor superficie de bosque, cinco son alavesas. Las cuatro primeras, Mendialdea, Añana, Zuia y Agurain, y la sexta, Vitoria-Gasteiz, capital del territorio.

Pugna por el gas

Esta diferenciación también se ha traducido en una mayor concienciación social. Las movilizaciones contra el fracking a inicios de la década pasada fueron enormes, y la recogida de firmas fue mucho mayor que en Bizkaia y Gipuzkoa. Esta oposición se tradujo en un cambio de planes del Gobierno Vasco, que desestimó el uso del fracking para volver a apostar por el uso de técnicas convencionales, a pesar de los problemas de rentabilidad que suponen. A partir de entonces, todas las miradas se centraron en el pozo Armentia-2, en el municipio de Subijana, en dónde se quería explorar la existencia de un yacimiento de gas. Exactamente en el mismo lugar en el que se encuentra un acuífero que resulta ser la mayor reserva de agua dulce de Euskadi.

Tras muchas vueltas, la licencia para la exploración del pozo de gas fue denegada a finales del 2020, aunque no sin polémica y cierto esperpento. El PNV de Vitoria-Gasteiz, con Urtaran a la cabeza, se quedó solo en la defensa de la exploración del supuesto yacimiento de gas de Subijana. Todos los demás partidos políticos, incluido el PSE, socio de gobierno en el ayuntamiento de la capital alavesa, rechazaban dicha exploración.

La licencia para la exploración del pozo de gas fue denegada a finales del 2020, aunque no sin polémica y cierto esperpento

Finalmente, y en un movimiento anunciado una semana después de defender el pozo, Urtaran decidió denegar la licencia para la exploración de gas, yendo en contra de los intereses de Arantxa Tapia, consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, y del propio Gobierno Vasco. El movimiento fue acogido con sorpresa, ya que Urtaran lo anunció justo antes del último pleno del año 2020, en donde el resto de partidos iban a exigir precisamente la paralización del proyecto. Urtaran se escudó en un nuevo informe técnico que subrayaba expresamente la prohibición de exploración en la parcela en donde se había proyectado el yacimiento de gas.

Pero el esperpento no iba a terminar ahí. Con la aprobación de la nueva Ley del Clima, que impedía explotar el yacimiento, el Gobierno Vasco anunciaba su renuncia a explorar el pozo Armentia-2, ya que para el Ejecutivo vasco no tenía sentido explorar este pozo si luego no podía ser explotado. Pero a pesar de ello, Arantxa Tapia decidió recurrir a la justicia la denegación del consistorio vitoriano, a pesar de la oposición social y política al proyecto.

Grandes infraestructuras eólicas

Mientras el ayuntamiento de Gasteiz seguía debatiendo sobre el pozo, la sociedad Aixeindar, constituida por Iberdrola y el Ente Vasco de la Energía (EVE), con el beneplácito del Gobierno Vasco, anunciaba la construcción de cuatro parques eólicos en Araba, en Azazeta, Iturrieta, Arkamo y Labraza. En este caso, sin embargo, las nuevas propuestas aportan una etiqueta diferente, la del ecologismo y la transición hacia un sistema basado en las energías renovables. El objetivo del Gobierno Vasco: que en nueve años el 32% de la electricidad consumida en Euskadi sea de origen renovable.

Unas intenciones loables que no ocultan sus grietas en cuanto se rasca un poco la superficie. Respecto al medio natural, que dos de los parques eólicos proyectados sean parte de la Red Natura 2000 y que entre las zonas afectadas también se encuentren zonas ZEC, zonas ZEPA y zonas de protección de aves necrófagas, no habla muy bien del respeto del Ejecutivo vasco a la biodiversidad. Por otro lado, también está el intento del Gobierno Vasco de saltar por encima del carácter comunal de estos espacios, lugares públicos que son patrimonio de unos concejos que no han sido consultados sobre estos proyectos y que ya se han manifestado contrarios a la construcción de estos parques. Por ahora, los parques eólicos de Iturrieta y Arkamo han sido descartados por los desfavorables informes medioambientales de la Diputación de Álava.

Los parques eólicos de Iturrieta y Arkamo han sido descartados por los desfavorables informes medioambientales de la Diputación de Álava

Y una vez más, las intenciones del Gobierno Vasco se han visto contrarrestadas por una amplia parte de la población alavesa, especialmente a raíz del nacimiento de la plataforma Arabako Mendiak Aske, que procedió de nuevo a recabar firmas para paralizar estos proyectos. Los actos en defensa de los montes y del mantenimiento del espacio natural han sido constantes y se ha convocado una gran manifestación para el sábado 23 de octubre en la capital alavesa.

Concejos y huertas solares

Si los parques eólicos vienen de la mano del Gobierno Vasco, la iniciativa privada también ha entrado en el juego de las energías renovables, pero en este caso mediante la energía solar. De este modo, grandes empresas como Solaria, New Circle Energy o Repsol están intentando comprar terrenos de cultivo comunales para la implantación de huertas solares en la Llanada Alavesa, con el objetivo de industrializar lo que ahora mismo son campos de cultivo y de regadío.

El modelo de negociación usado por estas empresas también ha suscitado sospechas. Nada de un proceso pausado y de contacto estrecho con los habitantes de estos concejos. Por el contrario, se ofrece mucho dinero y se exige una respuesta rápida. Las posturas en el pueblo se dividen y, como no podía ser de otra manera, surgen las tensiones. Por ejemplo, dentro del municipio de Arrazua-Ubarrundia el concejo de Mendibil ha dicho que sí, mientras los concejos de Arzubiaga y Durana han dicho que no. Llamativa ha sido la respuesta de los habitantes de Durana, que han propuesto llevar estos parques solares a la base militar de Araka, de 700 hectáreas, o al vertedero de Gardelegi. La propuesta de estos vecinos de Durana a priori tiene bastante sentido, ya que se basa en la simple pero sensata idea de aprovechar terrenos ya degradados para la colocación de parques fotovoltaicos, en vez de situarlos en campos de cultivo fértiles. Por no hablar de que el terreno de Araka es mucho mayor que las huertas solares proyectadas, que van desde las 30 hectáreas hasta las 100.

Imaginando alternativas

La discusión subyacente no es otra que si el nuevo modelo va a seguir los pasos de un capitalismo autoritario, en completa huida hacia adelante, en cuanto a la emergencia climática o si va a buscar un cambio real en el que se cuente con la voz de los ciudadanos. La propuesta de los vecinos de Durana es muy elocuente al respecto, no por ser demasiado elaborado ni compleja, sino porque resalta una obviedad.

En un capitalismo salvaje en el que se nos vende constantemente una ausencia de alternativas al sistema, que algo tan obvio se escape (intencionadamente) a las autoridades no es sino un signo más de la brutal desconexión respecto de la ciudadanía de una clase política lanzada a los brazos del capital. Si algo nos enseñan los macroproyectos y las megaestructuras proyectadas es que renovable no es igual a respetuoso con el medio ambiente, ni mucho menos. Es simplemente la misma aplicación del modelo fósil basado en enormes sumas de dinero y de recursos humanos que conllevan un enorme destrozo del medio natural. Y resaltar obviedades puede resultar en una efectiva denuncia de los sinsentidos de las administraciones públicas.

Si algo nos enseñan los macroproyectos y las megaestructuras proyectadas es que renovable no es igual a respetuoso con el medio ambiente

Hablando de sinsentidos, la terquedad de Arantxa Tapia con el pozo de gas Armentia-2 ha sido, cuanto menos, elocuente de un modelo energético en el que la derecha vasca ha preferido despilfarrar dinero en un castillo en el aire más que buscar alternativas al fósil y que estas alternativas sean compatibles con el mantenimiento correcto de espacios naturales.

Otro tanto ocurre con los parques eólicos. Cuesta creer que su respeto por la biodiversidad y el medio ambiente, como ha predicado por activa y por pasiva el PNV, sea real cuando el objetivo es llenar montes con molinos de 200 metros de altura y con unos accesos que conllevan una destrucción del medio natural. Sin tener en cuenta, además, la legislación vigente y unas normativas que además protegen estos espacios.

Y, si hemos de imaginar alternativas y mostrarnos positivos, la consecución de la paralización del fracking por parte del movimiento popular ha sido un hito que nos enseña que la ciudadanía puede ser un factor decisivo a la hora de imaginar una transición a un modelo energético renovable y a la vez respetuoso con la naturaleza. Y, en cuanto a la parte propositiva, la instalación de energía minieólica en polígonos industriales o el aprovechamiento de entornos ya degradados pueden ser dos puntos de partida por los que empezar a cambiar el modelo, junto a otras medidas como el mejor aislamiento de nuestros edificios y el descenso de su consumo energético. Si algo queda claro es que la ciudadanía puede y ha de ser un factor importante a la hora de abordar la emergencia climática. Estamos aquí y tenemos voz propia. Vamos a sentarnos y a hablar de cómo cambiarlo todo.

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