En el margen
Nogay Ndiaye: “La diversidad entre los docentes es un aspecto esencial”

Activista antirracista y por los derechos de las personas migrantes, Nogay Ndiaye optó por dedicarse a la educación, sector en el que cree que tiene una mayor capacidad de transformación política. Actualmente, es diputada de la CUP en el Parlament.
Nogay Ndiaye
3 ago 2023 06:28

Nacida en Lleida, con 12 años ingresó en un centro tutelado de menores, del que salió a los 17 años después de ir a enterrar a su padre a Senegal.

Empezó desde muy joven con el activismo relacionado con las personas migradas y con la campaña de recogida de la fruta en su ciudad. Esta afrocatalana formó parte de “Papeles y derechos para todxs“, “Fruita amb justicia social” y  “Ndiatiguia”, una asociación de afrodescendientes de Lleida fundada en 2013 de la que ahora es presidenta. También pertenece a CNAAE Catalunya (Comunidad Negro Africana y Afrodescendiente en Catalunya), la Asociación de Senegaleses de Lleida y el FOCCS (Fórum ciudadano por la cohesión social), una plataforma que aglutina a la mayoría de entidades de personas migradas en Lleida.

Licenciada en Filología Inglesa, la educación ha sido siempre algo vocacional para ella y es donde siente que ha podido hacer más incidencia social.

Es también diputada de la CUP por Lleida en el Parlament catalán.

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¿Qué encontraste en Senegal cuando fuiste por primera vez, a enterrar a tu padre?
Pues, mira, fue una cosa curiosa, porque yo no conocía prácticamente a nadie de mi familia, fui casi a ciegas. En un contexto mega complicado como era la muerte de mi padre, para mí supuso una experiencia brutal a todos los niveles, tanto en sentido positivo como negativo: la muerte de quien yo consideraba mi única familia, descubrir por primera vez el país de donde provienen tus raíces, la primera vez en un país africano, enfrentarme a nuevos idiomas que no dominaba, conocer a la otra parte de mi familia en persona por primera vez…

Estaba contenta por conocer a mi familia, pero a la vez estaba muy “enrabietada” con la sociedad occidental por todas las mentiras que me habían contado. Mi padre me explicaba historias, pero, como lo que yo veía en la tele era otra cosa, pensaba que me mentía. En la tele se veía pobreza, hambruna extrema, niños con las barrigas hinchadas y con moscas en la boca, gente que caminaba cuatro kilómetros para conseguir agua… De hecho, hasta me había hecho la maleta con ropa interior de un solo uso, como esa que se utiliza en los hospitales, esponjas jabonosas o pastillas para potabilizar el agua. Iba como si fuera a una isla de supervivencia. 

En mi familia blanca tampoco entendían que fuese a enterrarlo a Senegal, me decían que no sabía dónde iba ni lo que me iba a encontrar o dónde iba a vivir. Claro, llegué allí y me encontré con que había carreteras, me vinieron a buscar al aeropuerto con coche, me encontré una casa con cuatro paredes, baño y esas cosas.

Ya que lo has mencionado, ¿por qué decidiste ir a enterrar a tu padre a Senegal?
Primero porque estaba convencidísima de que ese era su deseo, segundo porque forma parte de su tradición, su cultura y su religión; como persona musulmana aquí no se hubieran respetado sus creencias religiosas en un cementerio cristiano. También por justicia con su propia familia, porque desde que había llegado aquí, no había vuelto. Un poco antes de que enfermase, estábamos planificando el viaje y pensábamos ir juntos. Sentí la necesidad de llevarlo, también para que su familia pudiese despedirse de él, para mí era una obligación en ese aspecto.

Cuando volví de Senegal en el centro me dijeron que ya no hacía falta que estuviese ahí por la enorme responsabilidad que había demostrado y aprobaron un permiso de retorno al hogar familiar con mi madre. Es decir, a nivel de la administración volvía a casa de mi madre, porque para otro tipo de permiso hubiera necesitado la aprobación de un juez, sin embargo, todos sabíamos que me iba bajo mi responsabilidad y de forma independiente, pero bajo el techo de mi madre como refugio habitacional. Poco después de alcanzar la mayoría de edad me independicé.

Entré en el mercado laboral y viví en mis carnes ese racismo, esa discriminación y ese tratarme como ciudadana de segunda clase y tuve claro que tenía que estudiar y tener una titulación para no ser solo un color de piel

¿En ese momento estudiabas y trabajabas a la vez?
Sí, siempre lo he hecho. Había dejado el último año del bachillerato para ir a Senegal y el año siguiente no estudié porque no me sentía emocionalmente preparada, pero entré en el mercado laboral y viví en mis carnes ese racismo, esa discriminación y ese tratarme como ciudadana de segunda clase y tuve claro que tenía que estudiar y tener una titulación para no ser solo un color de piel. Así que volví a los estudios mientras trabajaba. Estudié y trabajé desde el bachillerato hasta el máster.

¿Qué carrera elegiste y por qué?
Filología inglesa. Yo sabía que me quería dedicar a la educación, para mí siempre ha sido una vocación. Como mi colegio era el más ghetto de toda la ciudad, teníamos una profesora ordinaria y otra de refuerzo. En esa época me adelantaron un curso porque ya me habían detectado altas capacidades. Siempre terminaba las tareas mucho antes que el resto porque me resultaban sencillísimas. Entonces, una profesora con la que tenía muy buena relación me llevaba a la clase de infantil a hacer de profe con ella y descubrí que me gustaba mucho.

A medida que fui creciendo, también lo fue haciendo mi rama más crítica y reivindicativa. Cuando hice la selectividad dudé un poco entre Educación social, que había vivido también en primera persona, y Derecho, por todas las injusticias a las que me había tenido que enfrentar. Yo era muy reivindicativa, de hecho, en el centro siempre era la que convocaba asambleas y redactaba las propuestas de normativas para que nos dejaran hacer reformas, llevar piercings, poner un futbolín, conseguir más tiempo libre fuera del centro, etc.

En ese momento aún no conocía los estragos de la Ley de Extranjería y eso me hizo dudar sobre qué tipo de abogada quería ser. Al cabo de los años estoy contenta con la carrera que elegí, ahora bien, si alguna vez vuelvo a estudiar, haré Derecho.

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¿Crees que los educadores que había en ese momento en el centro manejaban bien la realidad de los niños y niñas racializadas?
No, la mayoría no se habían relacionado con una persona que no fuera blanca en su vida. Aunque es cierto que había profesionales con una sensibilidad especial para todos los jóvenes, racializados o no, para ellos era algo nuevo y desconocido. Aunque siempre digo que estoy agradecida, para mí la etapa en la que estuve tutelada fue una etapa muy dura y complicada de mi vida. Me convertí en una persona super rebelde y con una rabia acumulada contra todo y contra todos. 

Estar en una sociedad y en una familia blanca, sufrir el racismo y que no se te entienda, ser catalana y que te extranjericen constantemente y que no te consideren igual, lleva a que, cuando tienes 12, 13, 14 años, entres en una crisis de identidad importante. Pero tengo que decir que en el centro en el que estuve tuve una tutora con la que aún tengo relación y a la que le tengo muchísimo cariño. Siempre estuvo ahí para darme consejos cuando lo necesitaba o para echarme broncas si tenía que hacerlo. Ella ha sido una persona que ha marcado un punto de inflexión en mi vida y se lo voy a agradecer siempre.

La diversidad entre los docentes es un aspecto esencial. En el sitio en el que me he sentido más útil ha sido en un aula

¿Qué crees que ha aportado a los chicos y chicas a los que has dado clase el hecho de tener una profesora racializada?
La diversidad entre los docentes es un aspecto esencial. En el sitio en el que me he sentido más útil ha sido en un aula. A pesar de estar en política, siento que mi capacidad de incidencia es mucho más amplia en la docencia.

Por un lado, rompe barreras y estereotipos y abre la mirada. Es importante también para los propios docentes, que entienden que una persona no blanca puede ocupar el mismo espacio que ellos. En esta sociedad están ya recogidos en el imaginario colectivo los trabajos a los que una persona racializada puede dedicarse: el sector de la limpieza, al sector de la fruta, los cuidados a las personas mayores, el servicio doméstico o la prostitución. Es importante que estemos en otros espacios para demostrarles que estamos y podemos estar en todas partes y que debemos formar parte de esta sociedad en igualdad de condiciones.

De la misma manera, los y las alumnas nunca han estado expuestos a una persona que no sea blanca. Yo he llegado a institutos a los que iba a hacer una sustitución y chavales de una clase con mucha diversidad se han levantado en masa y se han puesto a gritar. El hecho de ver que la negra que llegaba no iba a limpiar el centro sino a enseñarles, era para ellos muy importante, un quebrantamiento de barreras y estereotipos, que contribuye a que en su imaginario se instale la idea de que, aun siendo personas racializadas, no hay espacios que no puedan ocupar.

Te vuelves en parte un referente también para ellos y ellas, ¿no?

Sí, y me lo han demostrado. No solo porque su interés por la materia se multiplica sino porque la mayoría de alumnos que he tenido racializados se esfuerzan el triple. Alumnos que antes iban un poco flojos acaban despuntando en mi asignatura. Sin olvidar el hecho que un docente, para bien o para mal, siempre es una figura de influencia, un referente adulto que contribuye al desarrollo de tu personalidad.

Ahora te dedicas a la política, ¿por qué empezaste a formar parte de la CUP?
Va muy relacionado con el tema de mi activismo. Hace unos 10-12 años, cuando tendría unos 20, ya empecé con el tema del activismo. Entonces había una plaza en el casco antiguo en la que dormían personas sobre todo de origen negro africano que venían a trabajar en la campaña de la fruta. Al Ayuntamiento se le ocurrió que era buena idea empezar unas obras para hacer resurgir los restos judíos justo en verano, justo cuando empezaba la campaña, y se les expulsó directamente de la plaza. Entonces exploté, empecé a plantarme ahí y a reivindicar. ¿A dónde se supone que se envía a personas que ya viven en la calle? El único partido que se interesó por el tema fue la CUP. Yo por entonces no sabía mucho de política y solo conocía el gobierno del PSOE, que había gobernado la ciudad desde la democracia. Y así, empecé campaña tras campaña con el tema del activismo antirracista, incluyendo la cuestión de la segregación escolar. 

Hace como cinco años empecé a recibir ofertas políticas de distintos partidos y siempre dije que no, incluso a la CUP la primera vez que vino a buscarme. No me veía en la política y tampoco creía que los partidos políticos velasen por solucionar los problemas de la población. Y aunque a la CUP la veía más cercana a mis ideales, no consideraba que tuvieran la fuerza suficiente como para poder cambiar algo.

¿Por qué accediste entonces finalmente a formar parte de la CUP?
La última propuesta fue para que entrase a formar parte del Parlament de Catalunya. Justo en esas elecciones se presentaba también Basha Changuerra, que habló conmigo y me dijo que el altavoz de influencia era mucho más grande, que ver a diputadas racializadas en el Parlament influía también en la juventud. Eso me animó para dar el paso adelante.

Luego hay que hablar también de los espacios seguros dentro de las organizaciones en las que participamos, tener que hacer pedagogía hacia dentro y hacia fuera es extenuante. Pero al entrar ella, pensé que no estaría sola.

¿Cómo te has sentido una vez que ya formabas parte del Parlament?
Es cierto que la CUP valora a las personas por su perfil, pero ningún partido se salva de buscar las cuotas en sus listas, ya sean femeninas o de racialidad.

¿Qué espacio crees que merecen ocupar las personas racializadas en la política?
No solo en la política sino en todos los ámbitos, creo que las personas racializadas merecen ocupar espacios de toma de decisiones y espacios de poder, no ser meros testimonios. Del mismo modo que también considero que, por ser una persona negra, tu espacio no tiene por qué ser el del racismo. En la CUP aunque en líneas generales se tiene conciencia antirracista y se hace mucho trabajo en ese aspecto, no están libres de prejuicios y de comportamientos racistas, sobre todo entre la militancia. Sin embargo, en cuanto a la toma de decisiones, somos asamblearios y democráticos en la mayoría de aspectos, todos los votos cuentan por igual y eso lo hace más horizontal. Eso no quita que se creen liderazgos o que se prioricen algunas personas, pero nada tiene que ver con los partidos con estructuras claramente piramidales que sólo buscan cuotas.

Creo que las personas racializadas merecen ocupar espacios de toma de decisiones y espacios de poder, no ser meros testimonios. Del mismo modo que también considero que, por ser una persona negra, tu espacio no tiene por qué ser el del racismo

En mi caso, llevo los temas de educación, soy la portavoz en todas las comisiones de ese ámbito. Por mi formación, ese es mi ámbito de competencias y tengo la legitimidad para hablar de ello. Tengo competencias plenas para tomar decisiones en el ámbito educativo, o sea, los discursos no me los fabrica nadie, más bien al contrario.

¿Crees que tu presencia en el Parlament está sirviendo para mejorar algunas cosas e introducir nuevos discursos y realidades?
A ver, somos un partido minoritario, al final tenemos el poder que tenemos y una capacidad limitada para transformar las cosas. Pero sí es verdad que podemos ejercer influencia sobre las propuestas de los otros partidos o poner encima de la mesa ciertos discursos haciendo posicionarse a los demás grupos parlamentarios con respecto a algunos temas.

Creo que mi presencia, junto con la de otras diputadas racializadas, ha servido para que entren otros discursos en el Parlament. Por ejemplo, en el tema del feminismo hegemónico. Ya se habla de feminismo interseccional, se hacen formaciones a este respecto, se incluye una mirada interseccional y se tienen en cuenta a las personas racializadas y a las personas migradas en las diferentes propuestas y en las mociones. Eso son puntos que no se hubieran seguramente tenido en cuenta si no estuviéramos constantemente reclamando este aspecto.

También hay que decir que tenemos la otra cara de la moneda, el señor Garriga, negro de VOX.

Y sobre el activismo, ¿cómo se ha ido desarrollando tu conciencia y tu trabajo en este sentido?
Como te dije empecé muy pronto con “Papeles y Derechos para todxs” exigiendo que se tramitaran los permisos de residencia por arraigo a los que tenían derecho las personas que ya cumplían los requisitos de estancia. En ese contexto coincidimos diferentes personas y alrededor de eso se creó la plataforma “Fruita and justicia social”, que se centraba sobre todo en la campaña de la fruta, la denuncia social, el asesoramiento legal y jurídico y el acompañamiento en algunos aspectos, así como la exigencia de derechos o el cumplimiento de las condiciones laborales, porque había personas trabajando más horas de las que marca el convenio o cobrando por debajo de lo estipulado. Después empecé a formar parte de una asociación únicamente de afrodescendientes que se llamaba “Ndiatiguia”.

¿Con Fruita amb justicia social conseguisteis logros?
Bueno, a medida que cada año íbamos haciendo la denuncia y apareciendo en medios de comunicación, las empresas empezaron a tener un poco más de miedo, se realizaban inspecciones por parte de Inspección de trabajo y había sanciones. Reivindicamos un alojamiento para las personas y empezaron a habilitar un pabellón para que durmiesen los trabajadores durante la campaña y ahora, por fin, ya está el proyecto de albergue que se empezará a construir en estos meses, no solo para temporeros sino también para personas sin techo durante el invierno.

¿Y con la segunda asociación Ndiatiguia? ¿Sigues perteneciendo?
Sí, ahora soy la presidenta.

Escogimos ese nombre porque es una palabra común a muchos países de África. Ndiatigue es la persona a quien acoges con hospitalidad en tu casa.

Durante un tiempo nos dedicamos a la denuncia social, después a la sensibilización y concienciación. Organizábamos fines de semana en los que se trabajan los rumores y estereotipos.

Hemos estado en escuelas, hemos hecho talleres de formación en los institutos. Nuestra incidencia es la influencia que ejercemos sobre la población, intentando hacer reflexionar y ampliar la mirada y la visión del mundo de esas personas.

¿Cómo de numerosa es la presencia de negro africanos en la recogida de la fruta en Lleida?
Enorme. Es cierto que en los últimos años se han incorporado personas magrebíes, pero históricamente ha estado formado sobre todo por personas negro africanas.

¿Cómo son acogidas estas personas cuando llega la campaña de la fruta por parte de la ciudadanía?
Fatal, nadie les alquila un piso, no pueden acceder a una vivienda. Como el punto de encuentro es el casco antiguo, se aumenta en él la presencia de población negro africana durante esos meses. Se les acusa de la prostitución que se da en el casco antiguo, de la degradación del barrio, de hacer sus necesidades en la calle, etc. La solución pasa por reivindicar un espacio para alojarse o que haya baños portátiles, porque son personas sin acceso a la vivienda y sus necesidades las tienen que hacer en algún sitio.

Hay que decir que sí que hay algunas empresas que les ofrecen alojamiento y unas condiciones laborales que cumplen con la normativa.

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¿Cuál es la respuesta por parte de las personas a las que ayudáis? ¿Crees que se sienten bien recibidos, al menos por vuestra parte?
Depende del conocimiento que tengan de ti. A mí me conoce todo el mundo, porque Lleida es una ciudad muy pequeña, así que ya me conocen de otros años e incluso me llaman. El trato es muy cordial. 

En cuanto al recibimiento, creo que sí. Hay bastante recelo hacia las personas blancas y las administraciones, pero eso no se da con las personas racializadas. Con las personas que vamos año tras año, como hay muchos que repiten y ya te conocen, el nivel de confianza es mayor.

Hace unos de años se produjo en Lleida el problema de no querer alquilar las casas a senegaleses y te involucraste también mucho.
Sí, era justamente el año de la pandemia y todos los sectores económicos estaban parados excepto el campo. Hubo un par de grandes agrupaciones agrarias que temían por la campaña de la fruta e hicieron un llamamiento, lo cual fue un grave error, con el compromiso de que exigirían al Gobierno la regularización de las personas que viniesen a trabajar y no tuviesen papeles. Vinieron personas de todas las partes del Estado, incluso algunas que se dedicaban a otros sectores, como el turístico, el ocio nocturno o la venta ambulante.

Cuando llegaron aquí se encontraron que no había trabajo para todos y todo estaba cerrado, no había recursos habitacionales para todas esas personas, ni bares abiertos, ni baños a los que acudir.

Encima, el Ayuntamiento empezó a habilitar espacios, pero poniéndoles como condición hacerse los test y vacunarse, algo que es un aspecto voluntario al que no se puede obligar a nadie.

Tuvo más repercusión a nivel nacional e internacional porque se involucraron personas conocidas del fútbol de primer nivel, como Keita Baldé.

Creo que los y las afrodescendientes tenemos la obligación y la responsabilidad de utilizar nuestros privilegios, pero también nuestros lazos con las personas negro africanas y con su cultura

¿Crees que la afrodescendencia tiene un papel importante que jugar en la inclusión en la sociedad de los migrantes negro-africanos?
Sí, la afrodescendencia juega un rol hiper-relevante. En primer lugar, conocemos nuestros derechos, en segundo, tenemos paz administrativa, la renovación de nuestros DNI no depende de que te reconozcan como activista. Creo que tenemos la obligación y la responsabilidad de utilizar nuestros privilegios, pero también nuestros lazos con las personas negro africanas y con su cultura. Teniendo conocimientos de ambos contextos, tenemos el global de la foto, no solo una parte, por lo que tenemos que ejercer esa responsabilidad de hacer cumplir los derechos y de sensibilizar a la sociedad en antirracismo y en anti-prejuicios.

¿Cuándo has viajado a Senegal has sentido que te tratan como toubab (occidental)?
Sí, en Senegal, lamentablemente, soy toubab (europea). Me da mucha rabia, pero es así. No es solo una cuestión de color de piel, sino el hecho que has nacido y te has criado con una familia occidental y con unos valores occidentales. Sin embargo, aunque me consideren una toubab, la calidad humana, la hospitalidad y cercanía de la gente y las sensaciones que experimentas cuando estás allí, lo compensan. Siempre lo digo, yo descubrí mi felicidad en Senegal. Es cierto que siempre voy de vacaciones y eso también debe influir, pero siento que ese es mi lugar en el mundo. 

Por otra parte, también tengo mis conflictos, porque se alimenta esa crisis de identidad. Aquí soy la negra y allí soy la blanca y eso lleva unas consecuencias asociadas, como que los policías corruptos intenten sacarme pasta o que la gente quiera timarme. Si no hablas bien wolof, te critican en la cara. Conocer la lengua es básico, yo lo aprendí usándolo tanto allí como aquí.

¿Qué importancia tiene la diáspora migrada en el desarrollo de sus países?
Muchísimo, pero hasta ahora el objetivo de la diáspora era llegar aquí, enviar dinero y volver para ser enterrados. Durante muchos años lo que han hecho es eso, convertir los países de origen en cementerios sin perspectivas de desarrollo, aparte de contribuir negativamente al fenómeno de la migración, en el sentido de que muchos llegaban aquí, se pasaban años sufriendo y ahorrando hasta que conseguían los papeles y podían ir de vacaciones a Senegal para ver a sus familiares. Llegaban con 4.000 ó 5.000€ en el bolsillo y empezaban a gastar como si fuesen ricos y no contaban las realidades de sufrimiento por las que habían pasado. Europa está así completamente idealizada, porque no cuentan que han dormido en la calle, que han compartido piso con otras ocho personas, que han pasado hambre, que han pasado frío… Eso no hace más que alimentar esa idea de El Dorado que no se corresponde con la realidad.

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Javier Gallardo Vía
4/8/2023 18:23

Muy maja esta persona… Y se dicen cosas importantes en el artículo-entrevista. Y sin embargo, me gustaría aportar algo: desde niño viví en una zona del país muy “racializada” y los compis de escuela eran negros, indios, orientales… (sí: hace 30 años y más, en las semicolonias del Sur). Ahora soy docente, y el único y horrible problema de racialización que me encuentro es que: he conocido a estudiantes chicas gitanas que, queriendo estudiar, abandonan su vocación en lo que sea por presión familiar, por tradición “cultural” de su etnia. No me he encontrado a nadie que me aportase una idea de cómo ayudar a esas chicas; ni los equipos directivos, ni inspección, ni nadie, podía hacer nada por algunas chicas gitanas.
No reivindico nada concreto… no sé ni cómo convivir con ello (me lo seguiré encontrando). Solo quería que se supiese, pues es un problema vivo y que se da en todo el país.

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