Opinión
Carta a un abstencionista

Siete millones de personas que viven en este país no podrán acudir a las urnas el próximo 23J. Mientras, tú, blanco, cis y hetero, con tus kilos de izquierdismo y de privilegios, me argumentas que no vas a votar porque patatas.
PNLRegularización 2
Álvaro Minguito Concentración frente al Congreso de los Diputados

Que las políticas de extranjería se endurezcan mucho más si la derecha se aúpa al poder de la mano de la ultraderecha no es un miedo, es una certeza. Que la persecución que sufren las personas racializadas en los transportes públicos en forma de redadas se refuerce, no es un miedo, es una certeza. Que los inmigrantes pasen a ser el chivo expiatorio de la crisis que nos espera, con los discursos de odio basados en bulos, no es un miedo, es una certeza. Que las personas que llegan a este país vean recortado aún más su derecho a la sanidad, no es un miedo, es una certeza. Y así podría pasar horas enumerando motivos de peso para justificar que este domingo acudiré a las urnas para votar por certezas, no por miedo. Mientras, un sector de la izquierda, capitaneado en su mayoría por hombres blancos, cis, heteros, saca a la palestra el tema de la abstención como refugio para su inmaculada coherencia.

Y es que hay personas, en concreto 6,5 millones de residentes con permiso en vigor y otro medio millón de ciudadanos y ciudadanas en situación irregular, que no podrán acudir a las urnas el próximo 23 de julio. No podrán acudir a las urnas pero serán las más afectadas si la entente Feijóo-Abascal se hace con el mando del gobierno. No podrán decidir pero sufrirán en sus carnes toda la involución que nos depara. Mientras, tú, blanco, cis y hetero, con tus kilos de izquierdismo y de privilegios a la espalda, me argumentas que no vas a acudir a las urnas porque patatas.

Muchas personas no pueden permanecer impertérritas ante el ascenso de la ultraderecha al poder porque les va la vida en ello

La empatía, la solidaridad. Todo eso se desvanece ante tu inmaculado lienzo de coherencia que te impide entrar en el juego de la democracia, secuestrada en manos de unos pocos, espetas. Te da igual quien gobierne, total son todos iguales, afirmas, y sigues anclado en un rotundo “No nos representan” que a mí también me vale, pero en el contexto actual no me sirve de excusa. Muchas personas no pueden permanecer impertérritas ante el ascenso de la ultraderecha al poder porque les va la vida en ello. Difícil esto último de entender desde el trono de tus privilegios, ese desde el que no has tenido que estar años trabajando de manera irregular hasta conseguir con sudor un contrato para recoger tomates bajo un invernadero recalentado por el sol de Almería, cruzar los dedos para conservar tu trabajo durante un año y poder renovar por otros dos. No has tenido que pasar noches en vela pensando que, tras más de diez años en el país, vas a perder los tan ansiados papeles si el jefe te despide y tendrás que volver a empezar desde la casilla cero en el largo camino de la burocracia. No sabes lo que es vivir pendiente de un papel que, si vienen mal dadas, se desvanecerá en el pozo de la administración. Una administración que si cambia de color tendrá una lupa aún más firme sobre tu persona y te sacará del carril a la mínima.

Nada impide ir a votar este 23J y seguir en las calles, juntando hilos, tejiendo redes, arropándonos, presionando. Gobierne quien gobierne

Que la verdadera democracia está en las calles, me dices. Que se han desinflado los movimientos sociales a cambio de participar en las instituciones, relatas. Y te doy la razón. Pero nada impide ir a votar este 23J y seguir en las calles, juntando hilos, tejiendo redes, arropándonos, presionando. Gobierne quien gobierne. Eso es algo que también hemos aprendido durante este gobierno de coalición, al que, si se repite, deberemos seguir exigiendo muchas cosas. Por ejemplo que se acabe con las devoluciones en caliente. También que se juzgue a los responsables de la masacre de Melilla y que nada así vuelva a suceder. Que creen vías seguras para que migrar no sea una tumba. Que regularicen al medio millón de ciudadanos y ciudadanas, obligadas a habitar en los márgenes. Tocará seguir haciéndolo porque los Ministerios de Interior son cápsulas donde reina siempre el ala más represora del ejecutivo de turno. Y así lo haremos, te propongo que sigamos haciéndolo. Una cosa no quita la otra.

Y, si definitivamente, nada de esto te convence y has decidido abstenerte, cede tu voto. Hay muchas iniciativas en ese sentido, como la de Hija de inmigrantes, que pretende conectar tu privilegio con quienes ansían hacer todo lo posible para impedir que la ola reaccionaria socave aún más sus derechos básicos. Si crees en el apoyo mutuo, quizás te cueste poco entender este mecanismo. Te ahorrará la pinza en la nariz y habrás hecho algo más útil que bramar por las redes sociales tu hartazgo ante la actual coyuntura política. Y, al mismo tiempo, habrás descubierto tus privilegios y habrás hecho algo para deconstruirlos. ¿Qué más quieres?

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