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Elecciones generales del 28 de abril
No es país para elecciones
Mentiría si dijese que me muero por votar el 10 de noviembre si es que se repiten de nuevo las elecciones. Tampoco me apetece especialmente tragarme una nueva campaña electoral y tener que seguirla al detalle por motivos laborales. Es más, en caso de que se produjese, me encantaría poder proveerme de una burbuja impermeable a una campaña de los mismos, para los mismos y con los mismos. Has leído bien: ellos.
Sin entrar en cuestiones económicas (y mira que me cuesta), hay repeticiones electorales que pueden tener sentido. Yo a esta no se lo veo. Debe ser que la posmodernidad me ha embaucado entre sus fauces, pero la simple posibilidad de tener que andar los [escasos 100] metros que separan mi casa del colegio electoral, me da más pareza que ver el final de Juego de Tronos. Estamos en un punto en el que esta serie me ha dejado de interesar por monótona y repetitiva. A veces me pasa igual con el Brexit, solo que da bastante más juego que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias negociando.
En la campaña electoral del 28 de abril las estaciones se llenaron de carteles de Pedro Sánchez en los que ponía: “Haz que pase”. Desde entonces, lo único que parece haber pasado es el tiempo. En Unidas Podemos optaron por un poético: “La historia la escribes tú”. Si hubiese que escribir esta historia, estaría llena de bises o tendría varias páginas en blanco. Aunque quizá podría ser algo estilo la película Memento. O Esperando a Godot, de Samuel Beckett.
El pasado 28 de abril pudieron solicitar el voto el 8,4% de los residentes en el exterior. Las doce pruebas de Astérix y Obélix fueron bastante más sencillas que culminar todo este proceso. Tuve que realizarlo en varias ocasiones y recuerdo todo tipo de escenarios. No me llegó el voto, me llegó más tarde, tuve que ir varias veces a la embajada, llamar al consulado y, en muy pocas ocasiones, me llegó correctamente y pude mandarlo sin problema. La estrategia desmotivadora para ejercer tu derecho al voto cuando vives a 2.000 kilómetros es muy sencilla: trámites tediosos, arcaicos y difíciles de completar por algún tipo de galimatías burocrático que casualmente no depende de nadie que pueda arreglarlo.
En la campaña electoral del 28 de abril las estaciones se llenaron de carteles de Pedro Sánchez en los que ponía: “Haz que pase”. Desde entonces, lo único que parece haber pasado pasado es el tiempo
Imagina entonces que en los últimos cuatro años haya habido tres o cuatro elecciones generales, sin sumar ya las autonómicas. El colectivo Marea Granate empieza su calculadora de plazos para inscribirse en el Censo Electoral de los Residentes Ausentes (CERA, un registro permanente) o Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero
PERE, un registro temporal) de turno y, sin haber completado todos los pasos, la vuelve a poner en marcha para una nueva cita electoral.
No hay que ser muy listo para adivinar que eso ha conseguido incluso cansar a mucha gente que estaba activa en el movimiento. Es una sutil pero efectiva forma de desmovilizar desde la distancia. Tranquilos, que volverán a prometer derogar el voto rogado y volverán a argumentar en la próxima cita electoral que no les ha dado tiempo. Escribo esto esperando que ocurra justamente lo contrario.
Si hubiese una campaña electoral habría poco espacio para la sorpresa y la innovación. Las mismas promesas que luego al llegar al gobierno se tornan imposibles por cosas como “ese intervencionismo del que usted me habla”. El programa electoral del PSOE para el 28 de abril establecía cuatro medidas para vivienda. Eran apoyar iniciativas de comunidades autónomas para personas sin hogar, promocionar la vivienda social (mediante mecanismos público-privados), fomentar la construcción de vivienda social y una renta básica de emancipación para jóvenes que les ayude a poder alquilar.
Es esencial y estupendo que aumente el parque público de vivienda, pero se olvidan de que el problema lo tenemos ahora, no solo cuando se finalicen esas supuestas viviendas. Intervenir los precios del alquiler es una medida que ya están tomando países como Francia y Alemania, de los que nadie sospecha que sean partícipes de una revolución en la sombra. Se trata de evitar la usura y la especulación desmedida con un bien de primera necesidad como la vivienda.
El escenario Gran Coalición en España, tras una supuesta repetición electoral, lo auguro complicado a efectos prácticos. En Alemania funciona porque están acostumbrados a pactos entre prácticamente todos los partidos (salvo con la extrema derecha, a diferencia de lo que ocurre aquí con Vox). Incluso tienen un nombre para cada una de las posibles coaliciones. Semáforo, Kenia, Jamaica, Gran Coalición.
Lleguen a tiempo o no, el PSOE y Unidas Podemos ya han protagonizado el tostón del verano
Si aquí nunca ha habido un gobierno de coalición tendremos que aprender a que en algún momento lo pueda haber, aunque no nos gusten los partidos que lo integran. Se supone que de eso va la política, de llegar a acuerdos, no de lanzarse dardos a través de Twitter. La desconexión con la sociedad de a pie es palpable, el ridículo internacional es más que evidente.
El 10 de noviembre puede llegar a ser el día de la marmota si un cambio de última hora no lo impide. Jugársela todo a la prórroga puede hacer perder el partido. El juego de mesa Century es un buen ejemplo de esto. A veces elegir varias cartas pequeñas hace que ganes si cierras antes que el resto, que espera las cartas más altas y no consigue llegar a tiempo.
Lleguen a tiempo o no, el PSOE y Unidas Podemos ya han protagonizado el tostón del verano. Me resulta difícil imaginar que tras unas nuevas elecciones sí puedan ponerse de acuerdo —entre ellos o con otras fuerzas políticas— sin escorarse en nada. O lo mismo hay que preguntarse por qué Pedro Sánchez parece que puede ponerse de acuerdo con casi cualquiera salvo con Unidas Podemos.
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Pues de acuerdo con el coment anterior. Cómo que da pereza ir a votar? Las veces que haga falta! Entiendo el problema que exige solución de la marea granate, pero no por menos comicios o referéndums.
Ya ves tú qué problema ir otra vez a votar que son 5 minutos. ¿No decíais los del 15-M que tendría que haber referendums continuamente para preguntar a la sociedad sobre todo tipo de cuestiones? ¿En qué quedamos?