Ocupación israelí
Hasbará, la maquinaria sionista mundial para negar el genocidio palestino

Israel, ese estado artificial creado en el corazón de la Palestina histórica por inmigrantes y refugiados judíos europeos en 1948, tiene menos de diez millones de habitantes. Sin embargo, gracias a la complicidad occidental que tuvo desde su origen, es uno de los pocos países que cuenta con armas nucleares, que tiene uno de los servicios de espionaje más importantes del mundo, las fuerzas armadas más poderosas de Medio Oriente, y cuenta con uno de los lobbies más influyentes a nivel político y económico del mundo. La Hasbará ha sido y sigue siendo una herramienta clave para poder conseguir semejante poder.
En hebreo ese término significa “esclarecimiento” y a quienes “esclarecen” se los llama mashir. Aunque fue el escritor judío austrohúngaro Theodor Herzl (1860-1904), fundador de la Organización Sionista Mundial (OSM), quien hizo los primeros grandes esfuerzos diplomáticos y propagandísticos para conseguir apoyos para la creación de un “hogar judío”, se considera que fue el judío polaco Nahum Sokolov (1859-1936), sucesor de Herzl al frente de la OSM y presidente de la Agencia Judía para Palestina, el primer mashir.
Sokolov entendió que lograr ese hogar en la Palestina histórica para la diáspora judía dependería fundamentalmente del poder de persuasión que se tuviera sobre la comunidad internacional, pero muy especialmente sobre el imperio británico, que ejercía el Mandato sobre Palestina desde la caída del imperio otomano.
El dirigente sionista se trasladó a vivir a Londres y consiguió el apoyo de la comunidad judía y de magnates miembros de la misma como el barón Rothschild —importante donante del Partido Conservador— que resultaron claves para obtener el apoyo de la monarquía y su Gobierno.
Aquella política de diplomacia, persuasión y propaganda se perfeccionó más y más con el tiempo y se acuñó el término de Hasbará para definirla.
La ‘Hasbará’ depende directamente de Netanhayu y cuenta con ramas especializadas en la Agencia Judía y en los ministerios de Exteriores, en el de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo, en Cultura o Turismo
Hoy la Hasbará es una poderosa estructura institucional con un presupuesto de miles de millones de euros. Dependió del Ministerio de Asuntos Estratégicos hasta la disolución de ese ministerio en 2021, y desde entonces depende directamente de la Oficina del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu.
Es allí donde se genera el discurso, el relato, la versión oficial de los hechos, y cuenta con ramas especializadas tanto en la Agencia Judía como en los Ministerios de Defensa, Exteriores, el Ministerio de Asuntos de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo, Cultura o Turismo.
Theodor Herzl, el fundador del sionismo, dijo un siglo atrás que la creación de ese “hogar judío” supondría “una parte del muro de Europa contra Asia, un puesto avanzado de la civilización en oposición a la barbarie”. En octubre de 2023, tras el ataque de Hamás, la Yihad Islámica y otras organizaciones, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Lyen, visitaba Israel y repetía casi exactamente aquellas palabras: “Israel es la línea de frente entre la civilización y la barbarie”.
Es esa ‘democracia’ israelí tan defensora del “esclarecimiento”, de la “transparencia”, de la Hasbará, la que ha impedido precisamente desde el primer momento la entrada en Gaza a la prensa extranjera intentando imponer su propia versión ante todo el mundo.
La única información que ha logrado traspasar ese muro de censura ha sido la proporcionada con sus cámaras y teléfonos móviles por los propios informadores palestinos, profesionales o improvisados, que han pagado muy caro su acción.
Más de 240 informadores han muerto ya en Gaza desde que Israel inició el genocidio hace menos de dos años. La identificación que portan reporteros, fotógrafos y cámaras en sus chalecos azules, lejos de suponer un salvoconducto para poder realizar su labor los convierte en objetivo preferente de los francotiradores y drones israelíes.
Netanyahu no quiere testigos, como no los quería George W. Bush cuando sus tropas, junto a las británicas, invadieron ilegalmente Iraq en 2003 y a su entrada a Bagdad dispararon intencionadamente contra el Hotel Palestine donde se hospedaba gran parte de la prensa internacional. En aquel ataque murieron el cámara de Telecinco José Couso y el periodista ucraniano Taras Protsyuk. Ese mismo día, EEUU atacó las oficinas del canal Abu Dhabi y las de Al Jazeera, matando a otro cámara y un reportero.
El Estado de Israel siempre ha dedicado grandes esfuerzos económicos y humanos para transmitir la idea de que el Estado israelí y los judíos en general son las víctimas. En el caso del conflicto israelí-palestino se reivindican como víctimas de ataques antisemitas —el palestino es también un pueblo semita— a pesar de ser Israel la fuerza ocupante, el Estado opresor, con un poder militar absoluto sobre la población palestina en Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental.
La Hasbará pretende quitar de la mente de todo israelí y sobre todo de la opinión pública y los gobiernos de países aliados la idea de que Israel practica una política colonial, de apartheid, ilegal, opresiva y represiva en los Territorios Ocupados.
Se intenta así negar que la resistencia palestina civil o armada que rechaza su ocupación es en realidad parte de una lucha de liberación nacional, aunque tantas veces termine presentando su cara más violenta y fundamentalista. No existiría si no hubiera un estado opresor que la asfixia desde hace siete décadas. Generaciones y generaciones nacen, malviven y mueren bajo ese yugo desde 1948.
Miles de portales e influencers de todo el mundo, analistas o militares repiten coordinadamente la versión elaborada por la Oficina del Primer Ministro israelí
En el caso de la cobertura informativa de Gaza, Israel ha utilizado de forma burda pero eficaz todo tipo de fake news, repetidas hasta la saciedad por sus portavoces civiles y militares, por columnistas afines y miles de influencers tanto nacionales como extranjeros. Multiplicadas una y mil veces a través de las redes sociales, terminan calando en importantes sectores de la opinión pública.
El analista Tariq Kenney-Shawa, del solvente think thank palestino Al-Shabaka, analizó exhaustivamente la utilización de la Hasbará y cómo a través del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí se canalizaron fondos a entidades extranjeras —desde personas influyentes en las redes sociales hasta organizaciones de vigilancia de los medios— para que difundieran propaganda proisraelí y al mismo tiempo ocultaran sus vínculos directos con el Gobierno israelí”.
El portal sionista en español porisrael.org publicaba el 17 de abril de 2015 un artículo de Eric Rozenman titulado “La Teoría y la Práctica de la Hasbará” en el que el autor argumentaba que era necesario perfeccionar esa herramienta para responder a la “campaña antisemita” que, según sus palabras, maliciosamente pretendía asimilar a los judíos con los nazis, presentándolos como racistas y colonialistas.
El articulista daba una serie de recomendaciones y compartía una experiencia personal. Tuvo lugar durante la primera Intifada (1987-1992), cuando los medios de comunicación mostraban imágenes de la desigual batalla entre adolescentes palestinos arrojando piedras a los soldados israelíes, mientras estos, armados hasta los dientes los reprimían.
Ante esas imágenes tan difundidas muchas personas de la comunidad judía alarmadas preguntaron a Rozenman cómo criticar a los medios de comunicación ante semejantes imágenes. Y Rozenman contaba en ese artículo cuál fue su respuesta: “Dígales que las manifestaciones no son espontáneas, sino que han sido organizadas por la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y que los terroristas disparan desde entre los chicos”.
Esa es una típica respuesta de la Hasbará, que se repetiría una y otra vez ante la opinión pública ante toda evidencia de un caso de represión, de un crimen de guerra.
Por medio de esta estrategia típica de propaganda de guerra Israel cuya eficacia admiraría el mismísimo Joseph Goebbels, se llegó a decir a partir del 7 de octubre de 2023 y el posterior genocidio en Gaza que las milicias palestinas realizaban matanzas contra su propio pueblo para culpar después de estas a los israelíes.
Esta intoxicación mediática, aún siendo menos sofisticada que la de las ‘armas de destrucción masiva’ de Bush, Blair y Aznar de 2002 y 2003, fue repetida una y otra vez en las redes sociales, en boca de influencers e incluso de gobernantes de países aliados.
Biden aseguró haber visto un vídeo en el que Hamás decapitaba a veinte niños israelíes y la Casa Blanca tuvo que desmentirlo después
Uno de los casos más comentados y del que se hizo eco el propio Joe Biden fue la transmisión en directo que hizo la corresponsal israelí Nicole Zedeck, del canal i24, desde el kibutz de Kfar Aza, donde Hamás mató indiscriminadamente a numerosas personas el 7 de Octubre de 2023.
Rodeada de soldados israelíes y de otros periodistas Zedeck aseguró, sin mostrar ninguna imagen para probarlo, que 40 bebés y niños habían sido decapitados por los milicianos de Hamás.
Según la periodista israelí eso se lo había dicho David Ben Zion, un conocido colono ultrarradical, subcomandante de una de las unidades militares que acudieron al lugar tras el ataque.
La noticia fue transmitida por su canal en directo y repetida varias veces en sus informativos y colgada en las redes sociales de i24 alcanzando máxima difusión. Fue replicada por medios de comunicación de todo el mundo; decenas de millones de personas vieron y escucharon la crónica de la periodista.
El presidente Biden dijo poco después ante la prensa haber visto las imágenes de la decapitación y que estaba horrorizado. “Nunca pensé que vería algo así, lo he podido confirmar, fotografías de terroristas decapitando niños”.
Poco después, ante el requerimiento de la prensa de esas imágenes que había visto el presidente, la Oficina de Prensa de la Casa Blanca tuvo que desmentirlo. Dijo que se trataba de un “error”, se reconoció que el presidente en realidad no había visto tales imágenes y que la información le había llegado a través de la Oficina del Primer Ministro israelí y de la prensa local. Cuando llegó esa respuesta, las declaraciones de Biden ya se habían hecho virales.
Israel acusó a Hamás de utilizar muñecos envueltos en sudarios para simular cadáveres de niños
Israel ha hecho circular igualmente el bulo de que los palestinos utilizan muñecos envueltos en sudarios a los que entierran como si fueran personas muertas o que usan actores fingiendo estar heridos o ser cadáveres.
Kenney-Shawa demostró en alguno de sus artículos con pruebas irrefutables la falsedad de varios de esos casos que alcanzaron gran difusión.
El 13 de octubre de 2023, la cuenta oficial en X del Estado de Israel publicó un vídeo de un niño palestino muerto, envuelto en un sudario blanco, afirmando que era un muñeco puesto por Hamás. Solo después de que se localizó a quien subió el vídeo original y se identificó al niño y se compartieron pruebas adicionales, se eliminó la publicación difamatoria sin explicación o retractación oficial.
La imposibilidad material para difundir con la misma masividad los testimonios y el vídeo del niño de cuatro años asesinado, Omar Bilal Al-Banna, que había grabado el periodista Momen El Halibi y colgado en su cuenta de Instagram, hizo como en muchos otros casos que lo que quedará en la memoria de millones de personas fuera la difamación viralizada.
La Hasbará consiguió de nuevo el objetivo buscado. Horas después de que Halibi subiera esa imagen a Instagram ya varios activistas israelíes, como Yoseph Haddad, la replicaba en su cuenta en X con la consiguiente coletilla: “Se ve claramente que no es un bebé real sino un muñeco”. Haddad tuvo más de cuatro millones de visitas.
Otras cuentas con gran cantidad de seguidores como Israel War Room o StopAntisemitism que mantuvieron esa misma versión tuvieron también millones de visitas.
Sin embargo Halibi, el fotoperiodista que había tomado la imagen original, y otro periodista de France Press, Mohammed Abed, que tomó también imágenes del niño asesinado aquel día, tuvieron muchísimas menos visitas. La guerra que se libra en las redes sociales es cruenta e Israel invierte millones de dólares en ella.
De esta forma, decía Kenney-Shawa, “de ahora en adelante, todas las imágenes de niños palestinos muertos serían descartadas por un público preparado para dudar de su autenticidad”.
Otro caso que provocó gran indignación fue el del asesinato del palestino Muhammad Hani al-Zahar, al que se lo veía en varias imágenes en brazos de su afligida madre y otros familiares a las puertas de un hospital. Esas imágenes se volvieron virales pero rápidamente entró en acción la Hasbará, la maquinaria para fabricar bulos.
Varias publicaciones aseguraron que eran imágenes falsas, que era simplemente un muñeco y que la ‘supuesta’ madre estaba actuando. Un medio israelí de gran difusión como el Jerusalem Post se hizo eco rápidamente de la difamación, aunque días después al mostrarse más imágenes irrefutables del asesinato se vio obligado a reconocer que había habido “un error”.
La maquinaria mediática israelí llegó a acuñar incluso el término Pallywood (Palestina–Hollywood) para burlarse del uso de los supuestos muñecos que simulaban muertos.
Otro escandaloso caso fue protagonizado por el mismísimo portavoz de Benjamin Netanyahu para Oriente Medio, Ofir Gendelman, quien en su cuenta en X publicó un vídeo en el que supuestamente maquillaban a una niña para simular que había sido herida en una explosión.
“Ustedes mismos pueden comprobar cómo fingen que está herida y simulan una evacuación de civiles heridos, todo ello frente a las cámaras”, dijo Gendelman.
Su fake news se convirtió en un bumerán cuando el director de una película libanesa, Mahmoud Ramzi, salió públicamente para denunciar la utilización que Genderlman estaba haciendo de esas imágenes que en realidad había tomado de una película suya para intentar mostrar que los palestinos utilizaban actores. Gendelman no se disculpó ni aceptó responder a preguntas de la prensa extranjera sobre esa infamia.
Cargos militares y analistas de think thank estadounidenses niegan la hambruna y aseguran que el ejército israelí suministra ayuda humanitaria y minimiza las víctimas civiles como nunca se ha hecho antes
La Hasbará utiliza para su estrategia de desinformación las opiniones de miles y miles de personas, periodistas, políticos, fundaciones y think thank en todo el mundo. Uno de ellos, el influyente abogado estadounidense Douglas Feith, que formó parte de la Administración Reagan y luego de la de Bush y al que se considera creador de la teoría de la alianza de Sadam Husein y Osama bin Laden y miembro del think thank conservador Hudson Institute, aseguraba que un elemento clave de la estrategia de Hamás consistía en maximizar todo lo posible el número de víctimas civiles palestinas para provocar reacciones internacionales contra Israel.
Otro influyente analista estadounidense en medios conservadores y militares, John Spencer, veterano de la guerra de Iraq e investigador del Instituto de Guerra Moderna, decía en Newsweek en marzo de 2024 que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) toman grandes precauciones para evitar muertes civiles, “más allá incluso de lo que exige el Derecho Internacional Humanitario”.
Según Spencer, “Israel dio advertencias, en algunos casos con semanas de antelación, para que los civiles evacuen las principales zonas urbanas del norte de Gaza antes de lanzar su campaña terrestre en otoño”. Spencer elogiaba que las FDI hicieran más de 70.000 llamadas telefónicas directas y que enviaran más de 13 millones de mensajes de texto para notificar a los civiles que debían abandonar las zonas de combate; que les transmitieron dónde podían estar a salvo e hicieran incluso “pausas diarias de todas las operaciones, destinadas a permitir la evacuación de los civiles que quedaran en zonas de combate”. Spencer decía que jamás había visto un ejército tan cuidadoso con los civiles.
En julio pasado un portal sionista en español reproducía otro artículo de Spencer en el que este militar experto en terrorismo y guerra urbana sostenía: “Israel está haciendo lo que ningún ejército ha hecho. Está facilitando ayuda humanitaria directa a la población de un territorio gobernado por un ejército terrorista, que todavía está luchando en un combate urbano cerrado”.
Otra manifestación de la Hasbará tuvo lugar durante la Administración Biden-Harris, cuando a partir de abril de 2024 miles de estudiantes universitarios estadounidenses hicieron acampadas en numerosos campus para exigir a las autoridades educativas la anulación de todos los acuerdos con empresas y entidades israelíes vinculadas al Gobierno genocida israelí.
La respuesta de los demócratas Biden y Harris no se limitó a acusar de antisemitas a los estudiantes y profesores involucrados en las protestas, a reprimirlos con fuerzas antidisturbios y detener a miles de ellos.
La Hasbará se puso en acción rápidamente, en Estados Unidos y desde miles de kilómetros de distancia, desde Tel Aviv, desde el Ministerio de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo del Estado de Israel, dirigido por Amichai Chikli, un habitual en eventos de la ultraderecha mundial europea y latinoamericana. El mismo que en mayo de 2024 arropó a Santiago Abascal en el acto Europa Viva 24 en Madrid, la campaña de Vox a las elecciones europeas, junto a Viktor Orbán, Giorgia Meloni, Marine le Pen, Javier Milei y otros líderes ultraderechistas.
En el caso de EEUU el ministerio de Chikli, pieza clave de la Hasbará, coordina las actividades contra las críticas a Israel con las principales entidades con las que cuenta el amplio y poderoso lobby sionista, que actúa tanto presionando y financiando campañas de congresistas y senadores claves en votaciones sobre política exterior, de seguridad, o sobre temas económicos y culturales.
En la batalla por el relato los poderosos think thanks sionistas juegan un papel vital para contrarrestar y descalificar cualquier tipo de crítica a Israel en ámbitos académicos, políticos, económicos o culturales
El Instituto para el Estudio del Antisemitismo y la Política Global (ISGAP en sus siglas en inglés) es una pieza clave en esa estrategia. Es un poderoso think thank creado en 2004 que se convirtió en una de las herramientas claves para lanzar una contraofensiva en 2024 frente a las protestas en los campus universitarios. Fue fundamental su presión sobre el Gobierno de Biden y lo es ahora con el de Trump para conseguir expulsiones de estudiantes y sanciones a profesores que se solidarizaron con la causa palestina.
El ISGAP, con sedes también en Israel, Europa y Canadá, y que cuenta como funcionarios o asesores a profesores de numerosos países fue creado precisamente hace dos décadas para intentar desprestigiar en el mundo académico a todo autor o autora que osara criticar al Estado de Israel por su política colonialista y de apartheid.
El ISGAP reivindicaba en un documento de 2013 que financiaba institutos universitarios de estudio del antisemitismo, atacaba en él a Edward Said o a Michel Foucault, como lo hace habitualmente con infinidad de intelectuales y personalidades académicas, del pasado o actuales, por no mantener exactamente el relato del régimen sionista israelí o por no condenar explícitamente y de forma radical al islamismo.
El ISGAP no es un think thank sionista más de los cientos que hay en EEUU y en el mundo. Está ligado directamente al Gobierno israelí y a sus servicios de Inteligencia.
En junio de 2023 asumía como directora general y vicepresidenta en Estrategia y Desarrollo del ISGAP nada menos que Sima Vaknin-Gil, brigadier general en la reserva y exoficial de la Inteligencia israelí.
En su propia web, el ISGAP la presentaba como ex “Censor Jefe del Estado de Israel”, y “experta en trabajos de inteligencia, acciones y campañas basadas en datos e investigaciones, la campaña de deslegitimación contra Israel, el movimiento BDS y el antisemitismo”.
La Hasbará tiene mil caras, miles de nombres. Es una amplísima red global que controla tanto lo que se dice sobre Israel en los medios de comunicación, en las redes sociales, en ámbitos políticos, económicos, como en los culturales o deportivos.
Israel utiliza de inmediato a través de ella su gran poder económico, político y coercitivo para reaccionar virulentamente, para deslegitimar y tildar de antisemita cualquier atisbo de crítica a su política criminal.
Es una pieza clave que le viene dando grandes resultados desde hace décadas en su batalla por el relato. Ante las tibias críticas con la boca chica que han comenzado a pronunciar ahora líderes europeos decenas de miles de muertos después, los ministros israelíes más ultraderechistas y diputados de la Knesset han exigido recientemente a Netanyahu que refuerce los medios de la Hasbará para contrarrestarlas y poder seguir contando con su complicidad. Saben que esa relación política, comercial y de compraventa armamentística, esa histórica complicidad con la Unión Europa les resulta vital para completar su plan expansionista y genocida.
Pensamiento
Einstein, Arendt y Freud, del apoyo al sionismo a denunciarlo por fascista
Ocupación israelí
Trump y Harris ante el genocidio palestino
Estados Unidos
Trump contra la Corte Penal Internacional
Donald Trump está furioso. No podía imaginar que la Corte Penal Internacional se decidiera precisamente al final de su mandato a iniciar una causa sobre los crímenes de guerra cometidos por tropas estadounidenses y agentes de la CIA en Afganistán.
A pesar de la proliferación de medios independientes y redes sociales la batalla sigue siendo totalmente desigual. Este blog intentará con sus análisis, principalmente centrados en temas de geopolítica, estrategia internacional y derechos humanos, aportar en esa lucha desde esta trinchera de El Salto.
Relacionadas

A pesar de la proliferación de medios independientes y redes sociales la batalla sigue siendo totalmente desigual. Este blog intentará con sus análisis, principalmente centrados en temas de geopolítica, estrategia internacional y derechos humanos, aportar en esa lucha desde esta trinchera de El Salto.
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!