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El 10 de diciembre de 1948 se ratificaba en París un documento adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Probablemente el documento más importante que debía regir —y debería— sobre los estados de derecho que se distribuyen por todo el globo. Ese documento es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Mientras se ratificaba en la capital francesa, no muy lejos de allí, las calles de Palestina se teñían de rojo. Los engranajes de una guerra estaban en marcha. Una guerra que, desde hace 75 años, continúa hasta nuestros días. Eran los comienzos de la Nakba, la catástrofe. La expulsión y éxodo de la población palestina como consecuencia de la ocupación israelí.
Hoy, algunos creen que la guerra empezó en octubre de 2023. Algunas creen que Israel siempre ha existido, ignorando su carácter artificial. Algunos y algunas no saben que lo que hoy es Israel y Palestina, antes sólo era Palestina. Que es como si una potencia extranjera entrara en España y, al cabo de los años, comiera territorio y colonizara poco a poco las regiones peninsulares. La ignorancia es atrevida, pero no hay que culparles. Las sociedades occidentales se han encargado muy bien de que sus nuevos huéspedes no conozcan qué ocurre en Oriente Próximo.
Lo hechos del pasado sábado 7 de octubre de 2023 son una grieta dentro de los 75 años de guerra
Lo hechos del pasado sábado 7 de octubre de 2023 son una grieta dentro de los 75 años de guerra. Pero puede ser la definitiva, la espina que cambiará Oriente Próximo. La excusa y motivación perfecta que viene persiguiendo Israel para la solución final de eliminación de todo el pueblo palestino. 75 años de ocupación, represión y sangre van a terminar en la limpieza ética y el genocidio de un pueblo que lleva décadas pidiendo ayuda frente a la mirada pusilánime de la comunidad internacional. Palestina lleva 75 años viviendo en una cárcel al aire libre en donde reina la doctrina del miedo y en donde los aparatos del Holocausto israelí están en marcha.
Hamás no es Palestina de la misma manera que ETA no era Euskadi
Que Hamás es una organización terrorista y ha cometido un atentado indiscriminado contra población civil es un hecho indiscutible y condenable. Que lo que ha hecho Hamás el 7 de octubre lo lleva haciendo Israel desde hace 75 años es otro hecho indiscutible y condenable. Pero es que Hamás no es Palestina de la misma manera que ETA no era Euskadi. A nadie se le ocurrió bombardear las vascongadas tras la matanza de ETA en el Hipercor de Barcelona en 1987. A nadie en España se le ocurrió bombardear Oriente Medio tras la matanza de Al Qaeda en Madrid en 2004.
Israel se necesita de Hamás para construir la doctrina del miedo que lleva instaurando sobre los territorios palestinos desde hace décadas. El hostigamiento, los asesinatos y los bombardeos periódicos sobre Palestina ocurren todos los años. Las bajas civiles israelíes son un chiste en comparación con el número astronómicamente superior de bajas civiles palestinas. Todas las bajas civiles son un drama porque ninguna acción de defensa puede basarse jamás en la eliminación de sujetos civiles.
Israel se necesita de Hamás para construir la doctrina del miedo que lleva instaurando sobre los territorios palestinos desde hace décadas
La doble moral de Occidente, alarmada por una matanza a civiles israelíes, pero impasibles con las matanzas de civiles palestinos, hace evidente la carencia de estatura moral. Que Israel viole la Convención de Ginebra o lance fósforo blanco sobre población civil parece no importarle a quienes dicen ser adalides de la democracia y el Estado de derecho. Quienes se pongan del lado de Israel —del lado de quienes están llevando a cabo una limpieza étnica y genocidio en Palestina— o quienes muestren una posición neutral en esta guerra de opresores contra oprimidos serán corresponsables de la limpieza étnica, la vulneración de Derechos Humanos y del mayor genocidio del siglo XXI. Serán responsables cuando los fantasmas de la muerte nos sitúen en su diana mientras recorren las calles de Europa.
La posición de la Unión Europea respaldando que Israel lleve a cabo una limpieza étnica en Palestina salpicará a Europa con atentados terroristas. Es la espiral de la violencia. La doctrina del miedo. Que el mundo se prepare para lo peor. El genocidio en Gaza arrasará las calles de medio mundo. Europa debe escuchar a las comunidades judías contrarias al apartheid israelí. No habrá paz si el mundo no reconoce la libertad para el pueblo palestino. La guerra entre Israel y Palestina sólo tiene dos salidas: la solución de los dos Estados o el exterminio de todo un país. Cuando las letras de la historia juzguen estas fechas algunas y algunos sentirán la incomodidad y la culpa de su indiferencia o de su criminal posición. Otros ya sentimos la resignación impune desde el teclado de quienes vemos una limpieza étnica y un exterminio en directo.
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No habrá culpa ni remordimientos. Nos lavaremos las manos como hacemos siempre. Cuando los atentados tiñan de sangre nuestras calles, la muerte cercana solo nos hará convencernos aún más de lo malos que son "los otros", de lo bárbaros que son. En cuanto a nuestros líderes occidentales: son solo chupópteros sin escrúpulos, basura sin moral que florece en este lodazal en el que vivimos tan cómodamente gracias al padecimiento de millones en otras latitudes.
Si no se remedia estamos ante las puertas de otra guerra mundial, se parece tanto a principios del siglo XX, los países mirando hacia otro lado hasta que l violencia los salpicó. Una gran pena, otro genocidio consentido.