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Un 92,4% de los chicos y chicas en riesgo de exclusión social ha repetido algún curso. El 70,7% ha cambiado de centro en alguna ocasión, un 72,3% ha cambiado de domicilio y un 16,2% aún no ha terminado la educación primaria. Son algunos de los datos del informe que ha presentado hoy Jóvenes e Inclusión y que se basa en encuestas a niños y niñas de 16 años en riesgo de exclusión con quienes trabaja esta organización en 10 comunidades autónomas. Del total de personas encuestadosas, un 46,7% son mujeres y 52,3% hombres, 36,1% son de origen extranjero y un 13,8% son no acompañados/as.
La organización alerta con este informe de los resultados educativos de los niños, niñas y jóvenes en riesgo de exclusión y considera que los resultados educativos en España “son sorprendentes para un país desarrollado”. “No podemos seguir obviando, y menos a luz de los datos del presente informe, que los resultados educativos tienen mucho que ver con la desigualdad. Cuanto mayores son los niveles de desigualdad, peores son los resultados académicos, condenando a nuestros jóvenes a un ciclo de exclusión”, concluyen.
En 2019, un 27% de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes estaban en riesgo de pobreza o exclusión social y en 2020 la cifra podría superar el 30,3%
En 2019, un 27% de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes estaban en riesgo de pobreza o exclusión social. En 2020, aunque aún no se ha publicado el informe AROPE 2021, ya se habla de que este dato llegará al 30,3%, lo que supone que tres de cada 10 niños/as y jóvenes se encuentran en situación de pobreza y que la crisis sanitaria del coronavirus ha empeorado una situación ya de entrada preocupante.
Un 28,7% de nuestra muestra se encuentran en situación de tutela administrativa, un 13,89% son niños y niñas extranjeros no acompañados, un 13,1% están en una situación de guarda, un 6,2% asisten a algún servicio de apoyo técnico y un 38,5% se encuentran en otras situaciones de riesgo.
El informe diferencias entre jóvenes en situación de tutela administrativa y niños y niñas extranjeros no acompañados. En el primer caso, el 91,9% ha repetido mientras que el segundo grupo el porcentaje es del 100% de los encuestados.
Pobreza
Carta de una madre: “Las personas en riesgo de exclusión social no somos ciudadanas de segunda”
Escribo desde la individualidad de mi caso y el de mi hija, pero también desde un grito colectivo que ha de empezar a emerger porque, como yo, estoy segura que muchas mujeres están atravesando esta situación y necesitan soluciones.
Además, de los 4.886 jóvenes en riesgo de exclusión que participan en nuestros programas de inserción laboral, solo uno de cada 100 tiene estudios universitarios, según recoge el estudio.
Los datos obtenidos sobre los participantes en los servicios de inserción laboral son poco alentadores. Durante 2019, 1.131 jóvenes consiguieron un contrato de trabajo. En 2020, año marcado por la pandemia, este dato se desplomó un 9,5%.
La duración media de los contratos fue de dos meses y 25 días. Además, los participantes en estos servicios aumentaron en un 112,8% en el año de la pandemia.
Si atendemos a la realidad del mercado laboral, durante este año de pandemia la destrucción de empleo fue del 3,1%, disparándose en sectores como la hostelería el comercio o el turismo, que tradicionalmente ofrecen salida a muchas personas sin estudios.
Conclusiones
El informe muestra preocupación por las escasas posibilidades de integración cuando el punto de partida es la pobreza y la exclusión. “El sentimiento de pertenencia, el vínculo con los centros educativos, en muchas ocasiones no existe. Los constantes cambios de centro, la falta de programas de integración, la escasa individualización de la enseñanza y, en algunos casos, incluso el desconocimiento de la lengua vehicular, dificultan mucho la integración”.
El fracaso educativo de los niños, niñas y jóvenes trae consigo una culpabilización que se agrava por las situaciones personales, y la pandemia ha empeorado una situación ya de por sí deteriorada
La confianza de esta población en mejorar su situación es también muy baja porque su autoestima está dañada. Además, concluye el informe, el fracaso educativo de los niños, niñas y jóvenes trae consigo una culpabilización acompañada de un agravamiento de sus situaciones personales y la pandemia ha empeorado una situación ya de por sí deteriorada. Durante el último año, los y las jóvenes han visto rotas sus rutinas y paralizado su ocio, hecho que ha afectado a su sociabilidad y, por supuesto, a su formación.
Pobreza
Los requisitos de la asistencia social son “más propios del siglo XIX que del XXI”, dice el relator de la ONU
Philip Alston, relator de pobreza de la ONU señala a la burocracia como una de las principales causas de exclusión social. Las ayudas, asegura, llegan con más facilidad a los hogares de clase alta que a las rentas bajas.
El informe incluye algunas propuestas, entre ellas la de crear un pacto de estado que aborde el problema. También pide programas dirigidos a niños, niñas y jóvenes en exclusión y una revisión de los criterios de concesión de las becas. Promover la autonomía de los centros para poder llevar a cabo otro tipo de experiencias educativas y contar con personal especializado son otras propuestas.
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Yo he repetido 4 veces y tengo un abandono en los estudios.
Mi familia nunca ha llegado a final de mes y cuando ha llegado es porque no hemos tenido que pagar tanto.
Por lo tanto: que me digan los manifestantes de Colombia qué tal les va con el dinero y qué me digan también cuántas veces han repetido y cuántos están en la universidad.
Y una cosa: si están en la universidad que entiendan a los pobres que no pueden pagársela.
Por último: si tu tienes tanta pasta que no puedes pagar más que cabiar, ¿qué hago yo que casi ni siquiera me puedo pagar un frijol?