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Economía social y solidaria
GSEF 2018 Bilbao: la economía social es invitada a Palacio
El foro internacional Global Social Economy Forum se dio cita en el Palacio Euskalduna el pasado mes de octubre, en estos tiempos en que el Bilbao del evento permanente vuelve a estar en entredicho. Venidas de muchos lugares, la mayoría de asistentes completaron un decorado muy limitado de antemano.
Son las 8.45 de la mañana y mucha gente se aglutina en el hall del Palacio Euskalduna. Mientras algunas personas esperan pacientes la apertura de la edición 2018 del Global Social Economy Forum (GSEF), otras están ya inmersas de pleno en el “networking”. Las últimas en llegar se apresuran intentando obtener su acreditación, un pase para tres días que, a pesar de la escasa presencia de agentes de seguridad, mostrará horas más tarde su utilidad para mantener el orden.
Puesta en escena y actos varios
La sesión de inauguración comienza como es costumbre. Danza tradicional, fotos oficiales del auditorio —que no volverá a estar tan lleno como en este momento—, y un minuto de silencio. Nos levantamos, nos sentamos, nos levantamos y nos volvemos a sentar. Como en misa.La Ministra Magdalena Valerio abre el baile, seguida de cerca por el alcalde Juan Mari Aburto. Grandes discursos optimistas sobre la Economía Social y Solidaria (ESS), su potencial de transformación social y sus logros, y una serie de constataciones alarmantes en el plano social y ecológico. Vivimos un momento histórico, nos repetimos sin cesar. “El GSEF pretende actuar como un centro donde compartir perspectivas y experiencias a través de la colaboración y de cooperación transfronteriza basada en asociaciones multilaterales en pos de un mundo inclusivo, igualitario y centrado en las personas”. Más de 1.700 personas originarias de 84 países, un encuentro revelador de la fuerza del sector. Hay que reconocer que esta no es más que la 4ª edición de un evento que se realizó por primera vez en 2010, y nunca había contado con una participación tan amplia. “Mediante la colaboración entre organizaciones de la economía social y las administraciones locales, el GSEF persigue la creación de un empleo de calidad, un crecimiento justo, el progreso de la democracia de base y el desarrollo sostenible. Valores como la dignidad humana y la ecología sostenible deben ser los principios subyacentes a toda actividad del GSEF”.
Pausa. Fuera, un grupo de manifestantes se concentra al otro lado de la acera. Los más atrevidos han logrado llegar al edificio para repartir octavillas. Nos acercamos e intercambiamos pareceres con ellos. Sin acreditación no pueden entrar al recinto, ni siquiera cruzar la calle, al parecer. Las manifestantes son jubiladas de Fagor, y llevan cinco años de lucha para recuperar el ahorro que habían acumulado en el seno de la cooperativa, que perdieron con la caída de la empresa madre del grupo Mondragon. Se escucha la cifra de 47 millones de euros. Pero más allá de esta suma exorbitante que se esfumó, otro aspecto sale a relucir: se ningunea toda una vida entregada al cooperativismo. Los valores transmitidos, el sentido del trabajo, la emancipación obrera… la lista es larga entre los fundamentos que han abatido a estas personas desesperadas. Se sienten traicionadas, como es normal. ¿ La solidaridad no habrá sido más que una palabra dentro de una larga lista de elementos discursivos encadenados ?
¿La ESS es abiertamente anticapitalista, o no es más que un valor humano, social y ecológico añadido a un sistema de producción preestablecido?
Estos encuentros evidencian una serie de contradicciones. ¿El modelo cooperativo y su edificio de valores puede preservarse en una estrategia de crecimiento de la empresa, necesaria para su supervivencia en un mercado global? Esta cuestión central emerge en los debates políticos fundamentales formulados en la red bretona de la economía social: ¿la ESS es abiertamente anticapitalista, o no es más que un valor humano, social y ecológico añadido a un sistema de producción preestablecido?
Otra cuestión fundamental, por boca de un jubilado de Fagor, concierne a los productos manufacturados en la cooperativa: mientras una lavadora portaba en los años 60 un carácter emancipatorio incontestable para las mujeres, ¿podemos decir que la producción de este bien en la sociedad de consumo, y con una industria mundial en sobreproducción, mantiene ese carácter? Claro que no. Por reproducir sus palabras: “una cooperativa debería producir cosas que responden a una necesidad social”. Es una buena pista para la reflexión, pero una contradicción irresoluble tal vez. En cualquier caso nos da una perspectiva para renovarse, ponerse siempre en cuestión, ya que la ESS puede revisarse para mejorar y no es un producto acabado. Por contra, nada de esto se cuestiona en el ambiente eufórico reinante. De hecho, si leemos la Declaración de Bilbao del 3 de octubre de 2018 dice que las empresas de la ES y la ESS “suministran productos y servicios basados en las necesidades de la comunidad a la que pertenecen”.
En el interior, se abre el primer plenario: Promover la Economía Social y Solidaria: ¿moda o compromiso? Seis participantes se intercambiarán la palabra: a la izquierda, Jose García Castaño, en representación de la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, y Gerardo Pisarello, Primer Teniente de la Alcaldía de Barcelona. En el centro el alcalde de Bilbao. A la derecha, Jean-Christophe Itier, Alto Comisionado a la ESS y la innovación social de Francia, el alcalde de Seúl y… el Presidente del Consejo General de Mondragon, Iñigo Ucin. Más allá del alcalde de Seúl, o a su pesar según se mire, el resto de la foto podría corresponderse con una asamblea. Mientras los dos oradores de Madrid y Barcelona hablan con fervor de sus compromisos, el representante del Gobierno de Francia destila jerga tecnocrática en cada una de sus propuestas. En cuanto al Presidente de Mondragon, no oculta en absoluto las opciones económicas y estratégicas, a su parecer necesarias, adoptadas en pro de la preservación del modelo cooperativo en el mercado mundial. Apuntando, eso sí, que en la declaración final del Foro todas las partes presentes afirman “compartir los mismos valores de primacía de las personas sobre el capital”.
Los aplausos entusiastas de la asamblea que acompañan las intervenciones de los invitados del ala izquierda de la escena revelan una notable afinidad con las propuestas de los municipalistas, mientras que los silbidos resuenan discretamente al final de las palabras del “experto” del Gobierno francés.
Networking y workshoping: Pasilleo y talleres
Limitar nuestra exposición a las sesiones plenarias sería un error, ya que la esencia de este foro no está en las tribunas dadas a las personalidades, sino más bien en los pasillos y los encuentros que se generan. De hecho, el espacio está compuesto de sofás, mesas, sillas y jarras de agua para favorecer los intercambios. Aquí también es de remarcar la importancia del decorado.
En los talleres, que no tienen de participativos nada más que el nombre, las presentaciones se encadenan al ritmo de animadores más o menos pertinentes, que ponen lo dicho en perspectiva y acotan a los más locuaces oradores. Son en total 43 talleres, organizados de manera que hasta llegan a coincidir cinco a la vez. Abordamos cuestiones diversas: gobernanza de las organizaciones, políticas públicas, emprendimiento, educación a la ESS, calidad y mutaciones del empleo, desarrollo sostenible, innovación social, financiación, etc. Cada una de esas temáticas es puesta sobre la mesa con la presentación de proyectos varios. Navegamos de un lugar a otro, entre lenguas diversas. La traducción simultanea está garantizada en la mayoría de espacios. Menos mal, porque si no estaba arreglada la mayoría latina para entenderse con las 200 representantes de la delegación coreana.
Destacó el taller La ESS y su contribución a los procesos post-conflicto, donde pudimos escuchar testimonios sobre proyectos comunitarios desarrollados en Irlanda del Norte en los años 90 o actualmente en la selva colombiana. “Nunca dejaran de cultivar coca si no tienen otros modos de encontrar lo que necesitan para sobrevivir”, afirma uno de los oradores sudamericanos, dejando con la boca abierta a parte de la asamblea, seguramente limitada por su correcto pensamiento legalista. Volvería el compañero a captar la atención de la sala unos minutos después, con su atrevida formulación de llamar a “reforestar los cerebros” o invitando con tesón a “que los que quieren destruir el planeta, descubran por fin como ir a vivir en otro y que nos dejen este”. Su intervención La Economía Social y Solidaria en el proceso de paz de Colombia no dejó a nadie indiferente.
Destacó el taller La ESS y su contribución a los procesos post-conflicto, donde pudimos escuchar testimonios sobre proyectos comunitarios desarrollados en Irlanda del Norte en los años 90 o actualmente en la selva colombiana
Más dudas nos generó el taller sobre gobernanza, aspecto crucial en numerosas organizaciones, donde se dio prioridad a las metodologías de análisis y encuestas internas, en vez de poner el acento sobre los apectos positivos, las contradicciones o las iras intrínsecas. O el que en la ponencia de HUHEZI-Universidad de Mondragon se limitaran a constatar que “es necesario adaptar los órganos cooperativos a las realidades económica y coyuntural” y que ello requiere “reinventar la democracia e innovar en la gobernanza”. O que desde ASLE afirmaran que “es difícil conciliar la dualidad de ser asociada y trabajadora a la vez, porque cada uno de estos roles implica competencias y un sentido diferente de responsabilidad”. Si tanta gente es invitada a encontrarse para intercambiar sobre sus prácticas y alimentar sus reflexiones, ¿por qué no dar espacio a la expresión de dificultades, a las tentativas de adaptación, a las indiscreciones y a las experimentaciones en curso?
En el taller Estrategias de colaboración entre gobiernos locales y agentes de la economía social nos preguntamos sobre el impacto real de la entrada de clausulas sociales en los mercados públicos. ¿Gota de agua u ola con potencial subversivo? Un proyecto de Tercer-Espacio en Montevideo, con 1500 metros cuadrados compartidos, hoy públicos pero en cogestión colectiva, dejó a buena parte de la sala con ganas de saber más. Un placer escuchar las dificultades que pueden conocer estas iniciativas, con tallas y objetivos muy variados para ser acompasados fácilmente. Buena ocasión para constatar que no nos dan, ni nos damos a nosotras mismas, los mismos medios en todas partes.
En cuanto a la experiencia de Mondragon, expuesta en un taller exclusivo de una hora y cuarto, algunas personas aspiraban a interpelar al orador sobre la manifestación del primer día a las afueras del palacio de congresos. Pero cual sería su decepción cuando, terminada su presentación, Igor Ortega del instituto de estudios cooperativos LANKI abandonara la escena con paso ligero, decidido a no responder a ninguna cuestión.
Algunas personas aspiraban a interpelar al orador de Mondragon sobre la manifestación del primer día a las afueras del palacio de congresos, sin embargo, Igor Ortega, del instituto de estudios cooperativos LANKI abandonó la escena con paso ligero
En los márgenes, el buen humor, y cierta autocomplacencia, son la tónica general del encuentro. Más allá de las presentaciones formales, son el escarceo y los encuentros informales los que dan sentido a este tipo de eventos: intercambiar prácticas, desafíos locales, programas, dificultades… Es ahí donde se puede empezar a adivinar el reverso del decorado, palpar las reflexiones y problemáticas a las que hacen frente los actores de la ESS, a cualquier nivel de intervención. El rumor que decía que la esencia del encuentro se encontraba en los pasillos no andaba desencaminado.
Un salto a 2020, los 80 al olvido
Personas entusiastas ante lo eterno, motivadas, sobreestimuladas, alimentadas, perplejas, dubitativas, decepcionadas, ofendidas… muchos son los sentimientos que pudimos captar en el GSEF. Para las más convencidas, el próximo encuentro se anuncia para 2020, en Ciudad de Mexico. Una oportunidad para hacer sitio a curiosas y curiosos que no tienen inconveniente en hacer un viaje profesional a América Central.Los Astilleros Euskalduna no tuvieron un guiño para alimentar su memoria, y menos para recibir homenaje alguno
Sea cual sea el estado de ánimo con el que partimos del GSEF, es menester lamentar, con todo lo que la economía social y solidaria debe al movimiento obrero, que ninguna presentación pusiera en perspectiva este moderno palacio de congresos con la historia de los astilleros sobre cuyas ruinas se edificó. Epicentro productivo, que contara con miles de obreros en su seno, y habiendo sido el corazón de la lucha social emblemática de los años 80, los Astilleros Euskalduna no tuvieron un guiño para alimentar su memoria, y menos para recibir homenaje alguno.
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Con ser cierto lo que señala en el artículo, también lo es que en lo talleres tuvieron canbida muchas experiencias de carácter más política y económicamente transformadoras. Así mismo, las redes locales e internacionales de la Economía Social y Solidaria más críticas, realizaron su propio acto con su "Declaración por una Economía Social Solidaria transformadora", con un carácter anticapitalista y emancipador:
https://www.economiasolidaria.org/reas-euskadi/biblioteca/declaracion-por-una-economia-social-solidaria-transformadora
En el mismo acto se presentó el proceso de confluencias hacia el Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras que se celebrará en Barcelona en 2020, con un encuentro previo en 2019. El proceso ha sido lanzado por REAS Red de Redes, XES y RIPESS:
https://www.economiasolidaria.org/xes-xarxa-deconomia-solidaria-de-catalunya/noticias/foro-de-economias-transformadoras-progresos-y