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El músico estadounidense Gil Scott-Heron pasó a la historia por su poema-canción “La revolución no será televisada”, una frase que décadas después sigue presente en redes sociales, manifestaciones y discursos. Desde luego no lo fue la cubana, pero sí la muerte de una de sus figuras más emblemáticas y de su líder más longevo, Fidel Castro. El 25 de noviembre de 2016 compareció en la televisión estatal su hermano Raúl Castro para informar del fallecimiento del expresidente cubano. Una comparecencia que finalizó, como no, con el lema “¡Hasta la victoria! ¡Siempre!”. La muerte de Fidel fue objeto de ríos de tinta, de profundos análisis y de largos debates.
En numerosos países la pregunta “y ahora qué?” estaba en boca de muchos y medios de comunicación como El País consideraban su fallecimiento “una nueva incógnita en el futuro de las relaciones de Cuba en la era Trump” y, también, en las relaciones con la mayor parte de los países del mundo. Desde el exterior de la isla, la muerte de Fidel se podía percibir como una posible puerta abierta a la transformación del país, sin saber exactamente hacia qué dirección. Pero, ¿qué opinaba el pueblo cubano? ¿Ha cambiado Cuba casi un año después de la muerte del histórico líder?
Fidel murió en 2006
“No ha habido muchos cambios desde la muerte de Fidel. Hubo muchos más cuando Raúl subió al poder, especialmente en relación con la compra-venta de casas y de coches”, apunta Elisabeth, una cubana que ronda los cincuenta años y que se dedica a alquilar habitaciones en La Habana. “Desde luego, los cambios llegaron con Raúl”, coincide Andrés, otro arrendador de habitaciones, esta vez de Cienfuegos, una ciudad a unos 230 quilómetros de la capital. “Cuando Raúl llegó al poder en 2006 empezaron a cambiar las leyes de migración y también aumentaron las facilidades para comprar o vender vehículos y casas”, apunta Andrés. Al parecer, Cuba cambió y Fidel lo permitió, aunque no sin mostrar reticencias al cambio de rumbo capitaneado por su hermano Raúl.
Se podría decir que Fidel no murió en 2016, sino que ya había empezado a hacerlo una década antes. Por lo menos, y según explican Andrés y Elisabeth, sí lo empezaron a hacer sus ideas. “En los últimos años ha habido mejoras, se ha dado un aperturismo y una liberalización que hasta el momento no habíamos visto”, apunta Andrés. “De hecho, esperamos más cambios, y que sean en positivo”, explica Elisabeth. “En cinco años yo creo que cambiarán cosas, como que deje de haber pesos convertibles cubanos (CUC) y pesos cubanos. Vienen generaciones nuevas, debe ser así”.
“En cinco años yo creo que cambiarán cosas, como que deje de haber pesos convertibles cubanos (CUC) y pesos cubanos. Vienen generaciones nuevas, debe ser así”
Unas “generaciones nuevas” que no vivieron la revolución y que no comparan la Cuba actual con la Cuba de Batista, sino con los Estados Unidos de Obama y Trump y, en menor medida, con países europeos. Son muchos los cubanos que, preguntados por el funcionamiento del país, de buenas a primeras dicen no estar satisfechos. “Producimos cada vez cosas más caras, aunque no estén a nuestro alcance y sin importar que haya otras prioridades, como la comida”, comenta Daniel, un chico que se dedica a conducir taxis colectivos y que asegura que tiene pensado marcharse a vivir a Miami. Precisamente, los Estados Unidos son mencionados al principio de muchas conversaciones con cubanos sobre el estado del país, y es que el sueño americano persiste con fuerza en la isla, donde a menudo cobra más valor los lujos y caprichos de que pueden disponer los estadounidenses que el coste de muchos de sus servicios básicos, como la educación o la sanidad. “No me puedo comprar un coche. Cuesta mucho dinero aquí, es inasumible”, lamenta Rogelio, un economista que se dedica, también, al alquiler de habitaciones, en su caso en un pueblecito cerca de Pinar del Río, en la parte occidental de la isla.
De acuerdo con los cubanos pues, los lujos están fuera de su alcance: los coches son caros, acceder a Internet es complicado –se hace a través de “hot spots” o puntos calientes, habitualmente situados en plazas o en puntos concretos de la calle. Sin embargo, Rogelio también explica que en Cuba “nadie se va a la cama con la barriga vacía, y todo el mundo tiene un techo. La educación y la sanidad son gratuitas y, el que quiere, encuentra trabajo, porque con la revolución cerraron muchas empresas pero el gobierno ha optado por otras vías para luchar contra el desempleo, como permitir y facilitar el alquiler de habitaciones en las propias casas”.“La educación y la sanidad están bien, quizás los más difícil es poder tener una buena alimentación”, apunta Andrés.
“Tener un buen hogar ahora también es bastante fácil. Una casa en el centro de una ciudad puede costar alrededor de 45.000 dólares. A las afueras, se pueden encontrar por 3.000. Las parejas jóvenes empiezan por ahí, pidiendo un préstamo. Lo que hacen es solicitar unos 1.000 dólares por persona y ahorran los otros mil restantes. Una vez ya tienen la casa, se dedican a pagarle al banco”, explica.
el turismo y sus dólares
Andrés cuenta también que cada vez hay más cubanos que regresan a la isla después de años viviendo en Europa, en Estados Unidos o en Rusia. “Los que regresan acostumbran a ser gente mayor, que vuelve teniendo ya la doble nacionalidad. Muchos se han pasado gran parte de su vida trabajando y, cuando físicamente ya no pueden más, regresan a Cuba con ahorros para trabajar menos”, dice. Sin embargo, la mayoría de gente que llega a Cuba son turistas. No en vano, es la segunda fuente de ingresos en dólares la isla, por detrás de la exportación de servicios profesionales, sobre todo del ámbito de la Sanidad -actualmente hay unos 50.000 profesionales de la salud cubanos trabajando alrededor del mundo- pero también de la educación, del deporte o de la ingeniería. Durante el primer trimestre del 2017, se preveía aumentar alrededor de un 15% el número de turistas respecto del 2016, año en que Cuba batió sus propios récords al recibir 4 millones de turistas. Este 2017 está previsto que sean 4,2.
Sin embargo, la mayoría de gente que llega a Cuba son turistas. No en vano, es la segunda fuente de ingresos en dólares la isla, por detrás de la exportación de servicios profesionales
Este impulso del turismo también queda reflejado, por supuesto, en el aumento de facilidades para alquilar habitaciones. “Hace un año y medio se autorizó la plataforma AirBNB y, para mí, es la mejor opción para que el negocio funcione: sólo pagamos un peso de comisión (unos 25 pesos equivalen a un euro) y cobramos igualmente si los huéspedes no se presentan”, dice Andrés, que de enero a agosto del 2017 había tenido 10 reservas a través de la plataforma, cuya sede central se encuentra en San Francisco, California. De las diez reservas, siete eran de españoles, que después de prácticamente desaparecer durante la crisis, hace un par de años se han vuelto a dejar ver por la isla.
Así pues, la gallina de los huevos de oro aún está por explotar y, según la manera como se gestione, podrá ser una pieza clave en la transformación de Cuba. El turismo es un arma de doble filo en el país porque es fuente importante de divisas, pero también acrecenta el anhelo de las nuevas generaciones cubanas por equipararse a países europeos o a los mismos Estados Unidos. Todo esto, sin olvidar la intención de Raúl Castro de abandonar el poder el próximo 2018, lo que hace pensar que, posiblemente, la muerte de Fidel no fue más que un hecho inevitable y la pérdida de una figura histórica. El cambio en Cuba quizás lleve otro nombre.
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Es perfectamente correcto también. En España muy raro pero en america se utiliza más.