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Crisis económica
Estados Unidos: coronacapitalismo y su inminente colapso
La riqueza privada siempre ha prevalecido sobre la salud pública en el manual de instrucciones capitalista. Aun así la enormidad de la crisis y el potencial explosivo de transformación que ésta encierra están cambiando las reglas y puntos de vista sobre el bien común.
En su rápido y despiadado auge desde su primera etapa basada en el laissez faire, el capitalismo parece haber llegado de manera inadvertida a su último adiós con la pandemia del covid-19. El coronacapitalismo es portador de enfermedades sociales crónicas, acumuladas en muchas décadas de explotación brutal, pero también ha contraído una nueva enfermedad fatal que no se había experimentado o esperado con anterioridad. Más de 22 millones de estadounidenses se encuentran ahora súbitamente desempleados, y las hinchadas filas de los desempleados, aquí y fuera, crecen cada día que pasa debido a la pandemia.
Este desempleo de masas impuesto está chupando progresivamente el fluido vital, la plusvalía, del capital en general y amenaza con colapsar todo el castillo de naipes levantado por la maximización del beneficio privado. Sin que el trabajo pueda crear más riqueza a través de su productividad en aumento en el lugar de trabajo que la necesitada para su propia supervivencia, hay beneficios en caída o nulos para la mayoría de propietarios privados e inversores corporativos. De ahí las actuales prisas por “abrir América” a pesar de los enormes riesgos para la salud pública. La riqueza privada siempre ha prevalecido sobre la salud pública en el manual de instrucciones capitalista. Aun así la enormidad de la crisis y el potencial explosivo de transformación que ésta encierra están cambiando las reglas y puntos de vista sobre el bien común. La caída del capitalismo, al menos tal y como lo conocemos, está en el horizonte.
Después de unos 50 años de constante aumento de la desigualdad, los 400 norteamericanos más ricos ahora poseen más riqueza que los 150 millones más pobres de entre nosotros
La base material para un cambio cualitativo tan deseado se ha estado desarrollando desde hace décadas de decadencia y desesperación; la pandemia tan solo ha acelerado en gran medida y ha expuesto de manera espantosa la depravación y la fragilidad que afrontamos. Si había alguna red de seguridad, la inhumana concentración de riqueza y las políticas misántropas no han hecho más que disolverla. Después de unos 50 años de constante aumento de la desigualdad, los 400 norteamericanos más ricos ahora poseen más riqueza que los 150 millones más pobres de entre nosotros; el 22% de la riqueza generada por el trabajo en EE UU termina en la cartera de la décima parte del 1% más rico, mientras casi el 60% de los hogares norteamericanos carecen de suficientes ahorros como para pagar una factura médica de 1.000 dólares por una emergencia o una reparación del coche. Esas concentraciones obscenas de riqueza y evidentes brechas de desigualdad no se habían vivido desde 1928, justo antes de la Gran Depresión. Y aun así la marcha hacia el abismo continúa.
Las políticas públicas en favor de los ricos, junto con la ideología de darwinismo social que condena a los pobres, alimentan esta desigualdad. Para cualquiera al tanto de las dinámicas de la economía política, está claro que el Estado es un órgano de la clase dirigente, pero no fue hasta el advenimiento del régimen de Trump y la pandemia del coronavirus que este órgano se reveló como su recto. Las políticas públicas predominantes de este régimen misántropo apestan a distancia. El recorte de todos los fondos dirigidos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) socava directamente los esfuerzos mundiales para contener y superar la pandemia. Mientras aumenta la venta de armas en EE UU, Trump llamó de manera implícita a una insurrección armada para “liberar” a determinados estados de sus medidas de contención de la pandemia.
Unos 500.000 millones de dólares en así llamados préstamos han sido entregados directamente a las mayores empresas de EE UU sin una supervisión ni rendición de cuentas significativa
Con el recorte legal de la tasa impositiva a las empresas del 35 al 21% en 2017 impulsada por el régimen de Trump, la Hacienda norteamericana dejó de ingresar cerca de 1 billón de dólares, que se añadieron a la cartera de valores corporativos con el objetivo de dedicarlas a lucrativas operaciones de compraventa de acciones. El gargantuesco regalo para los súper ricos norteamericanos en 2020, que lleva el nombre de ley CARES, exaspera en gran medida el robo legal de fondos públicos. Unos 500.000 millones de dólares en así llamados préstamos han sido entregados directamente a las mayores empresas de EE UU sin una supervisión ni rendición de cuentas significativa.
Debido a manejos fiscales, otros 1,2 millones de dólares han sido entregados de media a unos 43.000 millonarios, mientras los estadounidenses en dificultades pueden recibir un ingreso extraordinario de 1.200 dólares. Hay pocas dudas de que el régimen de Trump dirigirá una buena parte de esta generosidad a sus entusiastas simpatizantes y leales socios de negocios. El capitalismo de amiguetes no es nada nuevo para Trump, especialmente cuando en lo referido a su medicamento favorito para combatir el Covid-19: la hydroxychloroquina.
Conflicto de interés
Varias empresas farmacéuticas propiedad de partidarios de Trump están dando por hecho que la agencia sanitaria (Food and Drug Administration, FDA) les va a otorgar un trato de favor en sus esfuerzos de producir en masa esta sustancia no autorizada y potencialmente peligrosa. Sanofi, la empresa francesa que produce la HCQ bajo la marca Plaquenli, también ha atraído a estos partidarios, incluidos tres miembros de la familia Trump que poseen parte de sus acciones, así como al millonario y acérrimo aliado de Trump Ken Fischer, el principal accionista de Sanofi. El secretario de Comercio de Trump, Wilbur Ross, también tiene acciones de Sanofi. Si llega la autorización de la FDA, todos están a la espera de estos beneficios caídos del cielo.
Como principal portavoz y camello de la HCQ, Trump muestra su desdén por las advertencias científicas y su irracional lealtad a las prácticas de darwinismo social. Bajo su mandato la dirección de Prisiones compró pastillas de HCQ por valor de 60.000 dólares, sin duda dirigidas a uso experimental entre determinados reclusos de las prisiones federales. De manera similar, su búsqueda alocada de una solución milagrosa para la pandemia ha influido muy probablemente la decisión del gobierno indio de establecer posibles pruebas de la sustancia, como profilaxis, entre miles de habitantes de las villas miseria de Mumbai afectados por la pobreza. De nuevo, humanos vulnerables van a ser usados como conejillos de indias.
El hambre comienza a asomar su fea cabeza en EE UU como nunca lo había hecho en tiempos modernos
Mientras que trapichear con sustancias no testadas es una prioridad para este régimen, no lo es el impulso a políticas conocidas que puedan contrarrestar la inseguridad alimentaria y económica en rápido crecimiento. La New Poor People's Campaign estima que 140 millones de estadounidenses son pobres, un sorprendente 52% de niños estadounidenses son empobrecidos o de bajos ingresos, la mitad de los inquilinos gasta un tercio de sus modestos ingresos en la vivienda, y unos 49 millones de familias soporta una deuda colectiva de 1,5 billones de dólares en préstamos estudiantiles. Y aún así no se hace nada para aliviar ninguno de estos urgentes problemas sociales.
Incluso antes de la pandemia, unos 27 millones de estadounidenses carecían de seguro sanitario, cerca del 66% de los impagos de los hogares se debían a la incapacidad de pagar facturas médicas, y solo en 2018 cerca de 250.000 campañas médicas de la plataforma GoFundMe fueron lanzadas por familias en apuros. En las últimas dos semanas de marzo, 3,5 millones de estadounidenses perdieron la cobertura sanitaria dependiente de su contrato de trabajo y millones más no tenían permisos familiares ni bajas por enfermedad retribuidas.
Ningún otro país en lucha contra la pandemia se enfrenta a estos retos adicionales para la supervivencia. El hambre comienza a asomar su fea cabeza en EE UU como nunca lo había hecho en tiempos modernos; 11 millones de niños viven en hogares con alimentación precaria, Feeding America, una organización nacional de 200 bancos de alimentos, estima que unos 17 millones de estadounidenses pueden pasar hambre pronto. Y aún así el régimen de Trump propone recortes en las cartillas de alimentación y en el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP, por sus siglas en inglés). La mentalidad tipo “que coman pasteles” ha arraigado y se cobra su peaje.
Mientras los animales salvajes deambulan cada vez más por algunas calles desiertas y se amontonan las kilométricas filas de coches para conseguir alimentos, hay quienes no solo han escapado del mortífero impacto de la pandemia, sino que durante ella han incrementado en gran medida su riqueza. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo con una riqueza neta de 138.000 millones de dólares, ganó recientemente otros 24.000 millones extraídos de la plusvalía generada por los expuestos trabajadores de Amazon.
Capitalismo
Amazon ha puesto en venta el planeta Tierra
El último viernes de noviembre se celebra el llamado Black Friday, una jornada para el consumo global que, en su versión digital, domina absolutamente Amazon. La compañía de Jeff Bezos es la marca comercial más valiosa del mundo. También un modelo de precariedad laboral y elusión fiscal.
Varios otros milmillonarios estadounidenses (Mark Zuckerberg, Warren Buffett, Elton Musk, Larry Ellison, Larry Page, Bill Gates) vieron su enorme riqueza crecer 20.000 millones en total a comienzos de abril. En el mismo periodo, cerca de cinco millones de trabajadores norteamericanos solicitaron seguro de desempleo, la mayoría de ellos mientras perdía la cobertura sanitaria asociada a sus contratos. Millones de norteamericanos que antes vivían pendientes de las ayudas ahora sobreviven día a día. Muchos no lo han logrado. A mediados de abril cerca de 34.000 norteamericanos han muerto de covid-19 (la cifra superaba los 100.000 a finales de mayo). Las víctimas mortales en todo el mundo se proyectan por millones para este verano, y la tasa de desempleo en EE UU puede llegar a un 30% sin precedentes. Una atrocidad sin precedentes requiere de una respuesta sin precedentes.
Si los milmillonarios y el sistema que los produce han perdido alguna vez su razón de ser es ahora. Hay que distribuir la riqueza. Fomentar la sanidad pública. Acabar con la pesadilla. Dona Nobis Pacem (Danos la paz)
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Bueno. A los que tanto desean que se caiga el capitalismo, que por supuesto deben ser los puercos comunistas, es mejor que aprieten bien el 7 , porque si llegará a suceder eso, entonces si que van a vérselas muy triste, porque los que mueven la economía del mundo y lo mantienen en constante progreso, son precisamente los países capitalistas . Porque , que beneficio a traído a la humanidad el socialismo y el comunismo, si no, hambre miseria y represión? Así que ya saben, yo quiero ver si los comunistas son capaces de mantener a la gente moviéndose en vehículos o, volvemos a la época de los carruajes con caballos, o si en lugar de comunicarnos por redes sociales de internet, lo hacemos a través de escrituras con piedras en la pared como en la era de las cavernas. Quien no sabe como funciona el capitalismo, no conoce como se llega a la prosperidad del ser humano. El coronavirus, es para toda la humanidad , llámese capitalista o comunista, no se olviden de eso.
vaya un argumentario lerdo que denota la tontuna de su argumentador... básicamente porque el capitalismo empezó más menos hace unos 400 años, cuando los jodidos calvinistas holandeses inventaron la especulación bursátil en el siglo XVII... para entonces se continuaba viviendo en cavernas y todo lo que aduces? Por cierto, otro ejemplo, el satélite Sputnik, si es que tanto te gusta el avance científico-técnico, tu comentario rezuma inquina de mala (e inculta) persona que eres
Tu análisis es certero y profundo jaja si por los bemoles. Siempre con la misma argumentación, que pesadilla. Comunista, paracuellos.. Eta.. Vete a cuba.
cuantas décadas lleva el pacifismo fracasando en cualquier intento transformador? echen mano de hemeroteca y/o literatura variada, académica o no; me atrevería incluso a afirmar que el actual pacifismo aderezado de urbanismo, tecnocracia digital y "todas las opiniones son respetables" + leave-no-one-behind + etc, etc, etc... equivale a buenismo, la eterna esperanza utópica que la razón y la lógica triunfarán sobre la barbarie laboral y por ende económica... pos va a ser que no, va a ser que lo mismo el capitalismo cuanto más contemporáneo más pérfido y más vil es, así cuanto más capital se acumula más grande se convierte la bestia y a ninguna bestia sangrienta se la para los pies con buenas palabras o modales. Al capital únicamente se le puede vencer de manera violenta y para esto, las fuerzas que han de confrontarlo, llamémoslas de "izquierda" si esa izquierda es transformadora pues sencillamente no existen ni están organizadas a día de hoy para superar al capitalismo por la fuerza… desgraciadamente si ocurre una caida del capitalismo será primero llevándose por delante la sangre de millones de seres humanos y una gran parte del ecosistema planetario, lo demás es no quere mirar de frente a los ojos de la bestia
El coronavirus ha dejado más expuesto que nunca las tremendas desigualdades e injusticias sociales del capitalismo yankee.
Esto no puede seguir así, con un élite que usurpa todo a trabajadores semiesclavos, les niega sus derechos más básicos, controla y dirige el gobierno de turno y máxima su riqueza, a costa de millones de trabajadores sin seguro ni ayuda alguna, jornada y salarios indignos y olvidados por un estado corporativo
¿Por que la gente sigue quejándose del capitalismo cuando quieren decir Keynesianismo?
Tengo un par de preguntas para le articulista y les redactoras. ¿Qué mierda os habéis fumado? y ¿Me podría pasar el número de vuestro camello?. Gracias.