Opinión
Una política exterior europea a prueba de pandemias
La Unión Europea que entró en la pandemia del covid19 no va a ser la misma que salga de ella. Esta afirmación parece evidente, pero también es cierto que quizá aún no seamos conscientes de todos los ámbitos en los que esto va a ocurrir.

Aunque muchos intenten hacérnoslo creer, los dogmas sobre los que se asientan nuestros sistemas no están grabados en piedra. Si hace un par de semanas nos hubieran dicho que Ursula Von der Leyen iba a comparecer para decretar la suspensión del Pacto de Estabilidad y con él toda la herencia política de más de una década de austeridad promovida por Bruselas, nos hubiera parecido una broma.
Hay un detalle que muestra lo rápido que están cambiando las cosas y que ha pasado bastante desapercibido. Hace unos días, el presidente serbio Aleksandar Vucic declaró en rueda de prensa que “la solidaridad europea no existe”. Vucic es presidente del país más grande y políticamente relevante de los que hoy se encuentran en proceso de adhesión a la Unión —tras Turquía, cuya candidatura lleva años congelada—. La actual Comisión Europea fijó desde su elección la ampliación hacia los Balcanes Occidentales como una de sus principales prioridades, y la entrada serbia sería particularmente simbólica por su histórica cercanía a Rusia. Es más, el partido que gobierna pertenece a la familia política más grande de la UE, el Partido Popular Europeo, y fue elegido con una campaña en el que la adhesión a la Unión era uno de los puntos fuertes.
El presidente serbio no sólo expresó una crítica a la Unión Europea ante las limitaciones impuestas a la exportación de material sanitario, sino que además afirmó que “Serbia ahora vuelve la mirada hacia China”. Y no son sólo los países en adhesión, la Unión ha dado respuesta tarde y mal a problemas tan graves como el abastecimiento de material sanitario dentro de sus propias fronteras. Mientras tanto, China ha trabajado para frenar la pandemia sin hacer preguntas. Con los intereses y aspiraciones internacionales de cualquier potencia, por supuesto, pero con la solidaridad y la cooperación como primer punto.
Lo que está claro es que la “Comisión Geopolítica” anunciada a bombo y platillo por Von der Leyen no ha superado su primera crisis
Lo que está claro es que la “Comisión Geopolítica” anunciada a bombo y platillo por Von der Leyen no ha superado su primera crisis. La falta de solidaridad y coordinación interna en medio de la pandemia ha sido visible en todo el planeta y ha evitado que Bruselas jugara algún tipo de papel en la gestión internacional de la crisis. No sólo eso, sino que, como hemos visto, ha hecho huir incluso a actores que hasta ahora eran los más cercanos. Pero atendiendo a lo que decían los líderes comunitarios hace menos de un año, no deberíamos preocuparnos, pues formamos parte de una alianza mayor y más importante que salvaguarda nuestros intereses europeos.
Desde que fuera candidata a presidir la Comisión Europea hasta hoy, la presidenta Von der Leyen no ha perdido oportunidad de hacer gala de su atlantismo, hasta el punto de condicionar cualquier iniciativa común en materia de seguridad y defensa a los intereses de la OTAN. Y es que, nos dijeron, en un mundo sin Pacto de Varsovia, mantener una Alianza Atlántica fuerte servía precisamente para esto, para poder gestionar mejor cualquier crisis o desastre de escala internacional.
Los supuestamente inquebrantables lazos con América del Norte, ni están ni se les espera
Sin embargo, los supuestamente inquebrantables lazos con América del Norte, ni están ni se les espera. Al contrario, Trump ha actuado de forma completamente unilateral, llegando incluso a intentar acaparar los derechos exclusivos de una vacuna contra el covid19 que desarrolla una empresa farmacéutica alemana, para enriquecerse personalmente a costa de la pandemia.
Parece obvio que la pandemia marcará el futuro de nuestras relaciones exteriores, y sería de una enorme miopía política que Von der Leyen, Borrell, y las capitales europeas no hicieran el necesario proceso de reflexión. Los supuestos aliados tradicionales han desaparecido, nuestros vecinos nos dan la espalda, y los que teóricamente eran grandes enemigos contra los que el Parlamento Europeo cargaba cada mes con agresivas resoluciones, hoy nos proveen de material y personal sanitario.
Mientras, todo el planeta se daba cuenta de que la UE ha estado muy lejos de actuar como una unidad política. Quizá, lo que esta situación ha demostrado al mundo es que el emperador va desnudo, y que antes de tener una “Comisión Geopolítica” dirigiendo una UE convertida en superpotencia internacional, deberíamos construir mecanismos internos de solidaridad que garantizaran una verdadera unidad en cuanto a los derechos de las personas.
Lo que ya no nos vale es la construcción de una política exterior militarista y subordinada a los intereses estadounidenses
Saldremos de esta situación gracias a nuestros sistemas públicos de salud y sus profesionales, que están dando un enorme ejemplo de fuerza a pesar del daño causado por más de una década de austeridad, que mantiene conflictos laborales abiertos en toda la Unión. La necesaria reflexión en cuanto a política internacional que nace de esta pandemia se tiene que traducir en las políticas comunitarias. La última propuesta de Presupuesto Plurianual 2021-2027, que se encuentra en pleno proceso de negociación, impone recortes de hasta un 27% en las políticas de cohesión social, mientras que el gasto en seguridad y defensa se aumentaría un 648% desde el anterior presupuesto 2014-2020.
Para ser hoy un actor resiliente y fuerte en el tablero internacional, sería más útil invertir en servicios públicos fuertes, en industrias que estuvieran al servicio de los intereses comunes, o en investigación y desarrollo a través de una farmacéutica pública. Desde luego, lo que ya no nos vale es la construcción de una política exterior militarista y subordinada a los intereses estadounidenses. Cuando hablamos de soberanía, nos referimos precisamente a esto.
Coronavirus
La Unión Europea, a medio pulmón
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