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Coronavirus
La escuela, las mascarillas y la falta de democracia
En esta época de tragedias y farsas en la que, cuando Francia ha levantado casi todas las restricciones, la prensa patria se ha olvidado ya de que al sur de los Pirineos los adultos siguen obligando a los niños de más de 5 años a taparse el rostro con mascarilla en los colegios, investigadores catalanes han conseguido “hacer la vergüenza aún más vergonzosa, publicándola”.
El 9 de marzo el diario El País se hizo eco de un estudio que “concluye que la mascarilla en la escuela no se asocia con una menor transmisión de la covid”. La investigación se llevó a cabo en el primer trimestre del curso escolar 2021-2022, prestando especial atención a las diferencias en la transmisión entre los niños de 5 años, que en ningún momento han debido usar mascarilla en los colegios, y los de 6, que no han dejado de tener que ponérsela desde septiembre de 2020.
Coronavirus
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Antes de que fact checkers u otros guardianes de la ortodoxia se apresuren a cerrar en falso la discusión, diremos que el estudio está pendiente de revisión por pares, pero que ésta no es la cuestión relevante, sino su mera existencia; esto es, si la investigación ha podido efectuarse en otoño de 2021, también se podría haber realizado (ésta u otra similar) en otoño de 2020. Asimismo, a aquellos otros aprendices de censor que gustan de descalificar las actuales críticas a la gestión de la expansión del SARS-CoV-2 tildándolas de “análisis a posteriori” les interesará saber que, en esencia, todo lo que decimos aquí lo apuntamos ya en un artículo de título similar publicado hace 17 meses, en octubre de 2020, en Naiz.
En nuestra opinión, desde marzo de 2020, se deberían haber preservado la infancia y la educación, manteniéndolas al margen de experimentos masivos y sin equivalentes en el pasado
En nuestra opinión, desde marzo de 2020, se deberían haber preservado la infancia y la educación, manteniéndolas al margen de experimentos masivos y sin equivalentes en el pasado. Aun así, puesto que apelando a la excepcionalidad de la situación se decretaron protocolos de higiene y distanciamiento forzosos y la obligación de portar mascarillas en las escuelas sin que medidas tan opresivas demostrasen primero su eficacia (en el mejor de los casos se basaban en hipótesis o en la suposición piadosa de que iban a durar poco), lo democrático habría sido que el propio gobierno impulsara estudios como el ahora publicado; estudios que sirvieran para comprobar la efectividad —justificándolas o provocando su retirada— de medidas altamente restrictivas, que amenazaban con afectar a la salud (física y mental), al aprendizaje y a la socialización de los menores, lo que, como era de esperar, no ha tardado en confirmarse.
Ahora que la vergüenza ha dado paso a la ignominia, y que el daño sigue infligiéndose, les debemos una explicación a nuestros hijos, nietos, sobrinos, alumnos
Es más, recordando que la democracia (representativa, directa, consejista o como se la quiera apellidar) es un ideal, una meta común basada en la transparencia y las garantías frente a la corrupción y el autoritarismo, lo democrático habría sido que —impulsaran o no los gobiernos dichos estudios— la comunidad científica, la opinión pública, los sindicatos y los movimientos sociales los reclamaran desde el momento en que se anunciaron las medidas y que los padres y tutores, sobreponiéndose al miedo (sin duda la más brutal de las restricciones impuestas), los exigieran; pero prácticamente nada de lo ocurrido desde marzo de 2020 ha sido democrático, o científico (“primum non nocere”).
Ahora que la vergüenza ha dado paso a la ignominia, y que el daño sigue infligiéndose, les debemos una explicación a nuestros hijos, nietos, sobrinos, alumnos; y cada vez está más claro que ésta no podrá ser un “hicimos todo lo que buenamente pudimos”; al menos no si queremos poder mirarles a la cara.
Perdón por la interrupción; pueden ustedes volver a leer sobre la guerra y la Defensa de la Democracia con mayúsculas.
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Cada vez estoy mas convencida que que el hecho de hacernos llevar mascarilla más que para protegernos es para que psicologicamente tengamos constantemente la imagen de que hay un virus mortal y que no podemos tener una vida normal, que los demas son peligrosos para nosotros y mientras nos saquean nadie o muy pocos se atrevan a manifestarse y defenderse, y lo de nuestros hijos es una especie de sometimiento desde pequeños que les marcará de por vida, con mascarilla somos manejables.