Cuando Atlas Network intentó socavar una COP: “Estamos en condiciones de influir en la agenda mediática”

La difusión del negacionismo climático y la instalación en el debate público de una agenda contra las políticas verdes son dos objetivos centrales de Atlas Network, red de ‘think tanks’ ultraconservadores.
Exxon Mobil
Una refinería de ExxonMobil a la orilla del río Mississippi, Louisiana. Foto: Terekhova
10 nov 2025 06:00

Los lobbies de la industrial fósil volverán a caminar por los pasillos de una Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático (COP). El año pasado en Bakú, la coalición de organizaciones Kick Big Polluters Out (KBPO, Echemos a los grandes contaminadores) detectó a 1.773 representantes de los diferentes grupos de presión ligados a las empresas que más contaminan el planeta con acceso a la cumbre. Se espera que una cifra similar desembarque en Belém, la ciudad brasileña que acogerá la COP30.

Algunos de estos lobistas representarán los intereses de Atlas Network, una asociación global que aglutina a decenas de think tanks libertarios, con mucha influencia en Estados Unidos y América Latina, que, como reveló El Salto, empieza a desplegar sus alas por Europa ante el auge y consolidación de partidos ultraconservadores.

Detrás de Atlas Network se encuentran multimillonarios y fundaciones de derecha como la Fundación Koch, la Heritage Foundation y Templeton, así como grandes corporaciones de sectores como el petróleo, el tabaco y el sector farmacéutico

Detrás de Atlas Network se encuentran multimillonarios y fundaciones de derecha como la Fundación Koch, la Heritage Foundation y Templeton, así como grandes corporaciones de sectores como el petróleo, el tabaco y el sector farmacéutico. La difusión del negacionismo climático y la instalación en el debate público de una agenda contra las políticas verdes son dos objetivos centrales de esta organización.

Sus tentáculos están dispersos por casi todos los países de América Latina. Patrocina dos de los grandes think tanks que han ungido la candidatura del presidente argentino Javier Milei: la Fundación Atlas, con oficinas en Puerto Madero, en Buenos Aires; y la Fundación Libertad, con sede en Rosario, Santa Fe. También aupó en su día la candidatura del ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro, quien una vez en el poder fortaleció sus vínculos con los satélites locales de la red. 

Según su información financiera, revelada por el sitio web de investigaciones climáticas DeSmog, Atlas Network “no cuenta con fondos patrimoniales ni acepta financiación gubernamental”, por lo que todos sus programas “dependen de la generosidad de fundaciones, particulares y empresas”.

En la víspera de la COP30, esta organización de investigación mediática internacional ha publicado nuevas pruebas que vinculan a ExxonMobil, una de las mayores petroleras del mundo, con una campaña coordinada por Atlas Network para difundir la negación del cambio climático en Latinoamérica y debilitar el proceso del tratado climático liderado por la ONU.

Las donaciones de ExxonMobil ayudaron a financiar traducciones al español de libros en inglés que negaban el cambio climático, vuelos a ciudades latinoamericanas para disertaciones de negacionistas estadounidenses y la organización de eventos públicos para que esos portavoces consiguieran acceso a los medios de comunicación locales y a los gabinetes de prensa de los políticos locales. La COP10, la penúltima que se desarrolló en Sudamérica (Buenos Aires, Argentina, 2004), estuvo en la mira de Atlas Network.

Una sala de guerra

Según la investigación de DeSmog, Atlas Network ofreció sus servicios a sus patrocinadores corporativos en el período previo a las negociaciones climáticas de la COP10 en Buenos Aires, en noviembre de 2004, una cumbre con una relevancia especial porque se celebró meses antes de la entrada en vigor del Protocolo de Kioto.

“Estamos en una posición muy ventajosa para influir positivamente en la dirección del debate y la cobertura mediática en Argentina”, escribió Alejandro Chafuen, director en ese entonces de la red, en una carta que envió a Walt Buchholtz, ejecutivo de la petrolera, cuatro meses antes del evento.

Chafuen le adelantaba a su interlocutor que ya habían reservado unas “instalaciones ideales junto al centro de conferencias” para usarlas de “base de operaciones” o de “sala de guerra” para socavar cualquier acuerdo que atentase contra la rentabilidad del sector. 

 Parte de la carta que Altas Network envió a ExxonMobile para influir en la COP10 de Argentina
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Parte de la carta que Altas Network envió a ExxonMobile para influir en la COP10 de Argentina. Imagen de DeSmog.

La propuesta de Atlas Network describía planes para lograr “una cobertura mediática favorable” en relación con la COP10 mediante la movilización del mayor número posible de aliados globales, especialmente en regiones “estratégicas”, así como de numerosos centros de estudios en los que los directores de Atlas Network eran miembros de la junta directiva o presidentes.

Los documentos recopilados por DeSmog no aclaran si ExxonMobil aceptó la propuesta. Sin embargo, la correspondencia entre Atlas Network y la corporación durante la primera mitad de 2004 muestra que la empresa había realizado recientemente donaciones por valor de 30.000 y 55.000 dólares. En febrero de 2005, Chafuen le escribió a Buchholtz para expresarle su agradecimiento por una donación adicional de 45.000 dólares: “Quiero agradecerle personalmente su dedicación a la misión Atlas”.

Fisuras geopolíticas que persisten

La correspondencia —decenas de cartas— entre Atlas Network y los directivos de ExxonMobil confirma que durante casi dos décadas, desde 1990 hasta poco antes de 2010, la compañía fósil realizó donaciones a esta red ultraliberal para evitar que las políticas climáticas penetrasen en Latinoamérica. 

Se puede pensar que este oculto vínculo es cosa del pasado y que hoy, con un Acuerdo de París consolidado —pese a muchas promesas incumplidas—, las petroleras evitan “mancharse” con donaciones de este tipo. Sin embargo, la mayoría de expertos en políticas climáticas no pasan por alto que aquellas “dudas y confusiones” que estos lobbies sembraron entre los países en desarrollo en los “momentos iniciales” de la diplomacia climática exacerbaron “las fisuras geopolíticas” y los temores económicos que aún persisten.

Además, aquellas donaciones permitieron el crecimiento de una extensa coalición de centros de estudios de libre mercado en todo el mundo. La investigación de DeSmog cita el caso de Manhattan Institute, de gran influencia sobre las políticas del segundo mandato de Donald Trump.

Los esfuerzos de desinformación de la industria fósil en aquellos años son inseparables de los retratos políticos en la lucha contra el cambio climático. Muchos de los operadores que Atlas Network formó llegaron a ocupar cargos políticos, como la abogada argentina Ana Lamas —nombrada en los documentos revelados—, quien hasta febrero de este año se desempeñó como subsecretaria de Medio Ambiente en el gobierno de Milei .

Julia Steinberger, profesora de Ecología Social y Economía Ecológica en la Universidad de Leeds y coautora del tercer capítulo del sexto informe del IPCC, lleva más de dos años señalando el oculto poder de Atlas Network en el campo de la ciencia climática.

En su opinión, además de insistir en las evidencias científicas, la prioridad de los investigadores y de todas las organizaciones activistas debe pasar por empezar a comunicar “contra quienes nos enfrentamos”, quiénes son estos enemigos invisibles que, desde el ruido, la polémica y la crispación social, buscan perpetuar una economía desregulada y neoliberal, contraria a los valores democráticos y sostenida —en parte— por el capital fósil.

“La generación de la protesta climática necesita ser consciente de que sus sociedades han fallado en reaccionar no porque la democracia sea incompatible con la justicia climática, sino porque nuestras democracias han sido atacadas durante décadas por los mismos actores que destruyen el clima. Necesitamos difundir conciencia y conocimiento de Atlas Network, sus financistas y aliados, de tal manera que nuestros movimientos entiendan contra quienes realmente nos enfrentamos”, explicó el año pasado en una conferencia online que impartió sobre esta red.

El dinero que financió una red global

La periodista francesa Anne-Sophie Simpère, una de las autoras de esta investigación, explica que el éxito de Atlas Network al obtener la financiación de ExxonMobil para sus programas surgió de un objetivo común entre ambas partes: fomentar los centros de pensamiento de libre mercado en todo el mundo.

Entre los beneficiarios figuraban alrededor de dos docenas de centros de estudios de libre mercado en varios países, entre ellos China (Unirule Institute of Economics, Institute of World Economics and Politics), India (Center for Civil Society, Liberty Institute), Chile (Libertad y Desarrollo), Argentina (Fundación Libertad ) y Canadá (Fraser Institute).

En marzo de 1999, el presidente de Atlas Network escribió una carta a un ejecutivo de esta petrolera para agradecerle el apoyo y las donaciones: “En nombre de Atlas y de los institutos a los que apoya, queremos agradecerles nuevamente las generosas contribuciones y la confianza que ustedes y Exxon han depositado en nosotros”.

El escrito estaba dirigido a William Hale, del departamento de asuntos públicos de ExxonMobil, e incluía un resumen de cinco páginas sobre el alcance global y la diversidad de las actividades que la corporación financió con donaciones al programa Energía y Medio Ambiente: Soluciones basadas en el mercado de Atlas Network.

Estas actividades incluyeron varias conferencias para abordar el temor al calentamiento global, sesiones informativas internacionales a cargo de destacados negacionistas del cambio climático y la distribución global de un libro cuyo objetivo era evitar que los escolares se convirtieran en defensores arrogantes de la acción climática. Sin el apoyo financiero de Exxon, según la carta, “pocos de estos logros habrían sido posibles”.

Como respuesta a la revelación de estos documentos, el actual director ejecutivo de Atlas Network, Brad Lips, defendió la relación de la organización con ExxonMobil argumentando que “esas donaciones de finales de la década de 1990 y principios de la de 2000 reflejan la perspectiva de nuestro liderazgo en ese momento de que una regulación ambiental excesiva, basada en el cambio climático, sería perjudicial para el crecimiento económico en general, y especialmente para la oportunidad de aumentar los niveles de vida en el Sur Global”. 

También aclaró que el enfoque de la organización cambió en la última década y que “las posturas respecto a las cuestiones de la ciencia climática” dejaron de ser una prioridad para socios y colaboradores. Sin embargo, el año pasado, en el hotel Intercontinental Madrid, Atlas Network organizó el Foro Europeo de la Libertad, que reunió a empresarios, economistas y directores de organizaciones y asociaciones ligados al ultraliberalismo. La frase “acabar con el fanatismo climático” se escuchó en más de una disertación.

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