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Contigo empezó todo
El multiverso y Camillo Berneri
La Guerra Civil española terminó con la derrota del alzamiento militar y el establecimiento de un modelo sociopolítico basado en la propiedad y las decisiones colectivas. España pasó a ser un país socialista, es decir, donde los trabajadores y trabajadoras tenían el poder. Este modelo pasó a ser rápida y exitosamente imitado en otros países y, al igual que aquí, venció al nazifascismo en la II Guerra Mundial. La descolonización se produjo generalmente de forma pacífica, surgiendo en los pueblos dominados entidades políticas soberanas tanto en el plano político como económico.
Efectivamente, no estamos en la historia de nuestro universo. Estamos en la historia de un universo que siguió las propuestas realizadas por el italiano Camillo Berneri en abril de 1937.
Berneri nació en 1897 en Lodi (Lombardía). Su abuelo había sido seguidor del dirigente nacionalista y republicano Giuseppe Mazzini. Su padre fue uno de los ‘camisas rojas’ de Garibaldi, uno de los artífices de la unidad italiana. El joven Camillo siguió su ejemplo y a los 15 años ya era miembro del Partido Socialista en Reggio Emilia. El absoluto rechazo a la I Guerra Mundial provocó su salida del partido, manifiestamente ambiguo respecto al conflicto. Fue reclutado y encarcelado por sus labores de agitación dentro del Ejército. Tras la guerra, colaboró tanto con militantes libertarios, como el veterano Errico Malatesta, como con gente de otros sectores con el objetivo de resistir la violencia fascista, cada vez más frecuente. Profesor de oficio, su negativa a jurar lealtad al nuevo régimen mussoliniano significó el exilio para él, su mujer y sus dos hijas. Su destino fue Francia, pero las autoridades le expulsaron por ser un “anarquista peligroso”. Lo mismo hicieron Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Alemania y España. Al no poder expulsarle a más países, Francia no tuvo más remedio que permitirle residir allí legalmente.
Berneri dedicó estos años a una intensa actividad intelectual, reflejada en múltiples publicaciones tanto en Europa como Norteamérica. Uno de sus temas principales fue el racismo. Anticipando el Holocausto, escribió que “el antisemitismo será una de las formas favoritas de estupidez de la humanidad durante algún tiempo”. Simpatizaba con los judíos como pueblo sin patria. Para él, “los sin Estado son los más adecuados para formar las bases de la gran familia humana”. Asimismo, Berneri polemizó con Trotsky sobre la degeneración de la URSS. Mientras que para el antiguo dirigente bolchevique la burocracia estalinista era una “absurdez histórica”, Berneri explicó que se trataba de la consecuencia natural de haber mantenido el aparato del Estado, lo cual había generado una división entre el proletariado y los burócratas autocráticos.
En julio de 1936, las noticias del golpe de Estado en España alcanzaron París. Frente a la extendida versión de que los voluntarios extranjeros en el bando republicano llegaron con las Brigadas Internacionales, lo cierto es que muchos de ellos llegaron antes. “Hoy España, mañana Italia” se convirtió rápidamente en eslogan del exilio italiano. En el caso de Berneri, apenas unos días después se encontraba en Catalunya con un cargamento de rifles y munición. Se le ofreció un puesto en el Consejo de Economía, que rechazó por tratarse de un cargo gubernamental. En vez de eso, fue uno de los organizadores de una formación militar de combatientes italianos: el 19 de agosto, la Centuria Giustizia e Libertà, con el socialista independiente Carlo Rosselli al mando, salía del Cuartel Bakunin hacia el frente aragonés, donde se integró en la Columna Ascaso. Tras participar en las primeras hostilidades, Berneri fue enviado de vuelta a Barcelona por sus problemas de vista y oído.
“Guerra revolucionaria o derrota”
En la capital catalana, el militante italiano se dedicó a la propaganda, publicando fundamentalmente en el órgano Guerra di classe. El 14 de abril de 1937 Berneri escribió su Carta abierta a la camarada Federica Montseny, que en un universo paralelo quizás hubiera podido dar lugar a la historia del siglo XX que esbozaba el primer párrafo.
En la misiva dirigida a la ministra de Sanidad del Gobierno de la República y conocida militante de la Confederación Nacional del Trabajo, Berneri hacía repaso de la “experiencia colaboracionista” de la CNT en el Gobierno. El bagaje era muy pobre para los intereses revolucionarios. Los “ministros anarquistas” con “discursos elocuentes” y “artículos brillantes” no estaban impidiendo que el Gobierno republicano trabajara activamente contra los avances revolucionarios conseguidos en el verano de 1936. Criticaba también la inactividad de la flota republicana y la presencia de guardias civiles y guardias de asalto armados en la retaguardia, dedicados a desarmar a los revolucionarios.
El italiano realizaba varias propuestas de aplicación inmediata. En primer lugar, proponía reclamar al Gobierno que abandonase Marruecos, con el objetivo de crear problemas en “la base operativa del ejército fascista”. Asimismo, consideraba “necesario restablecer el sistema de elección directa y el derecho de cese por parte de los de abajo”, ya que las “fórmulas autoritarias” habían supuesto un revés para la moral de las tropas. Entre otras medidas, proponía también “formar el ejército confederal”, para “pasar a la ofensiva en el Frente de Aragón”. Concluía que “el dilema ‘guerra o revolución’ ya no tiene sentido. El único dilema es este: o victoria sobre Franco gracias a la guerra revolucionaria, o derrota”.
Quizá en otro lugar del multiverso los dirigentes cenetistas y faístas tomaron nota de las recomendaciones de Berneri, pero en el que nosotros ocupamos les entraron por un oído y salieron por el otro. Como el pensador preveía, la inercia siguió abriendo paso a la derrota. Él no la experimentaría. Menos de un mes después de su escrito, las autoridades republicanas guiadas por el PCE asaltarán el poder revolucionario en Barcelona durante las jornadas de mayo del 37. Camillo Berneri será asesinado.
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Estoy de acuerdo en sus afirmaciones sobre la burocracia estatal de la URSS, ya que no hay socialismo sin democracia y poder popular.
Eso sí, las pugnas en el bando republicano fueron entre los dos bandos, comunistas y anarquistas. Y por el otro, el PCE, tanto al principio como durante la guerra civil, mantuvo la estructura militar más contundente y disciplinada para la guerra, mientras que el Frente de Aragón, a pesar de su superioridad numérica, no fueron capaces de tomar la región.