We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Contigo empezó todo
Francisco Ponzán, el Schindler español
‘El Gafas’ se teme lo peor cuando escucha cómo la llave abre la puerta de su celda de la cárcel de Toulouse. No es la hora de ninguna de las comidas ni tampoco la de salir al patio. Sabe que goza de una relativa protección mientras esté bajo custodia de las autoridades francesas, por fascistas y colaboracionistas que sean. Si cayera en otras manos… mejor no pensarlo. Los dos uniformes negros que siguen al guardia confirman sus peores presagios. Gestapo. A ‘El Gafas’ no le gusta la policía en general, en particular detesta a la policía secreta y, concretamente, aborrece a la policía secreta del régimen nazi.
Detecta cierta sorpresa en la mirada que le dirige el primero de los uniformados alemanes. Está acostumbrado. Bajito, enclenque y con unas aparatosas gafas que le dan aspecto de intelectual, parece poca cosa como para dar tantos dolores de cabeza a las autoridades. El oficial le habla en francés: “A partir de este momento queda usted a nuestro cargo”. ‘El Gafas’ le responde con una sonrisa: “Les invitaría a una copa para celebrarlo, pero después tendría que tirar los vasos”.
El 19 de agosto de este año, 1944, Toulouse es liberada. ‘El Gafas’ no puede disfrutar del acontecimiento: dos días antes es transportado al bosque de Buzet-sur-Tarn, donde será ejecutado
El 19 de agosto de este año, 1944, Toulouse es liberada. ‘El Gafas’ no puede disfrutar del acontecimiento. Dos días antes es transportado, junto a otros 50 prisioneros, al bosque de Buzet-sur-Tarn. Allí es ejecutado el español Francisco Ponzán, alias ‘El Gafas’, responsable de una red de evasión que salvó a miles de personas del terror nazi.
Solo pudo vivir 33 años, pero Ponzán no los desaprovechó. Su ajetreada biografía, que recorremos de la mano del artículo de la sección Ni cautivos ni desarmadas publicado en este mismo medio, comienza en Oviedo el 30 de enero de 1911, aunque se desarrollará principalmente en Huesca, donde su familia emigrará siendo él muy joven. Expulsado de un colegio religioso a los 12 años, este primer acto de insubordinación tendrá premio, ya que de esta forma podrá conocer a su profesor de dibujo, Ramón Acín, posiblemente la personalidad más importante de estos años en los que Aragón estaba en la vanguardia de la transformación social. Maestro desde los 18 años, se convierte en un asiduo visitante de las comisarías y prisiones tanto monárquicas como republicanas por su participación en sublevaciones y huelgas.
“No seas loco, Ponzán”
En el verano de 1936 llega la hora del todo o nada. Ponzán quiere el todo, pero recibirá la nada. Exige el reparto de armas a los trabajadores. Arenga a la multitud y sube corriendo las escaleras del Gobierno civil de Huesca, dispuesto a obligar a su responsable a entrar en razón. Ramón Acín comete el error de su vida. Le agarra por el brazo mientras le dice: “¡No seas loco, Ponzán, que nos pierdes!”. Al día siguiente los golpistas toman Huesca y nuestro protagonista huye. Acín no lo consigue y tres semanas después es fusilado en las tapias del cementerio. Las lágrimas de Francisco Ponzán por la muerte de su mentor no pueden durar mucho. Hay cosas que hacer. Sin ir más lejos, aunque se han perdido las tres capitales aragonesas, en el Aragón oriental se está desarrollando un experimento inédito. La marcha de los terratenientes y la virtual desaparición del Estado provocan que la sociedad esté ahora a cargo de colectividades. Una nueva sociedad está empezando y ‘El Gafas’ está en primera línea, ocupando diferentes cargos en el Consejo Regional de Defensa de Aragón, el órgano de mayoría anarcosindicalista que coordina el territorio libre.
Cuando el Consejo es derribado por el Gobierno republicano, Ponzán se refugia en el Ejército y se convierte en guerrillero. Con el grupo Los Libertadores, de la 127ª División, actúa en territorio enemigo: recoge información, libera antifascistas, lleva a cabo actos de sabotaje. Finalmente, la guerra se pierde y ‘El Gafas’ cruza la frontera. No asume la derrota, simplemente porque para él la lucha no ha acabado. Sus armas y las de sus compañeros quedan convenientemente escondidas en las montañas, y en el lado sur de los Pirineos, donde Ponzán ha vivido toda su vida, permanece una red de colaboradores que será el germen de lo que vendrá.
La red de evasión posibilitó la fuga de entre 2.000 y 2.500 personas. El doble, por ejemplo, de las vidas salvadas por el archiconocido Oskar Schindler
Porque, como muchos combatientes españoles, Francisco Ponzán es internado por Francia en un campo de concentración del que, por supuesto, se evadirá a los pocos meses. La Red Ponzán da sus primeros pasos cruzando la frontera para realizar acciones, armadas o de mera propaganda, contra el recién instaurado régimen franquista. La ocupación alemana lleva las cosas a otra escala, porque el aragonés llega a un acuerdo con la red de evasión Pat O’Leary, de los servicios secretos británicos. Guías de montaña, falsificadores y hasta sastres integran la organización liderada por ‘El Gafas’, que se dedica principalmente a salvar vidas. Judíos, pilotos aliados caídos en combate, franceses deseosos de unirse a la Resistencia en el norte de África, escapan de las garras del Reich gracias a la Red Ponzán, que abarca de Normandía hasta Marsella y abrió incluso una vía de fuga marítima.
Se calcula que la red de evasión posibilitó la fuga de entre 2.000 y 2.500 personas. El doble, por ejemplo, de las vidas salvadas por el archiconocido Oskar Schindler. ‘El Gafas’ no tiene muchos libros dedicados a él, y menos todavía grandes películas de Hollywood. Quizá nunca los tenga. Él solo era un humilde maestro de escuela. Un perseguido que entendía que, como tal, tenía la obligación de ayudar a cualquier perseguido del mundo.