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Consumo
Políticas que desde los ayuntamientos pueden impulsar un consumo más transformador
Tras las recientes elecciones municipales, y una campaña que, de forma general, ha dejado más ruido y polémicas que propuestas, llega el momento de las tomas de posesión por parte de los equipos que dirigirán las políticas de los distintos ayuntamientos; y de gobernar.
Por supuesto, las políticas que se pongan en marcha deberían ir dirigidas a mejorar el bienestar de la ciudadanía. Para ello es imprescindible tomar medidas para combatir la emergencia climática, cada vez más evidente y palpable, y mitigar sus consecuencias. Además de plantearse otros objetivos de cuidado ambiental como la reducción de la contaminación atmosférica, de suelos o de aguas, la protección de la biodiversidad… y un largo etcétera de políticas para proteger la vida, en un sentido amplio.
En todas estas cuestiones tiene una gran incidencia el modelo de consumo imperante, caracterizado por una depredación continua y desmesurada de bienes con un alto grado de obsolescencia y asociado a un modelo desregularizado y deslocalizado de producción y distribución. Y es que cada producto que consumimos tiene detrás una cadena de procesos previos, (tales como la extracción de materias primas, la fabricación, el transporte y la distribución, y otros posteriores referidos a su conversión en residuo y su gestión) y la suma de estos procesos genera importantes impactos ambientales, además de sociales. De hecho, cabe destacar que nuestro consumo supone aproximadamente un 60 % de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.
Por ello, queremos recopilar una serie de medidas que podrían llevarse a cabo por parte de las entidades locales, encaminadas a impulsar un modelo de consumo más acorde a la situación en la que nos encontramos. Nos planteamos como objetivo fundamental la REDUCCIÓN, la única manera real de hacer frente a la crisis ambiental, con una apuesta por valores como la solidaridad y la justicia social y el avance hacia formas de vida más colectivas, frente al aislamiento y el individualismo al que nos empuja el consumismo.
Muchas de estas propuestas surgen de procesos de reflexión colectiva llevados a cabo en el seno de distintos movimientos sociales, algunos relacionados con la irrupción del municipalismo y sus programas participativos de hace ocho años, y otros que se ha desarrollado posteriormente. Son medidas genéricas, surgidas la mayor parte de ellas en el ámbito urbano, que se pueden adaptar a la realidad de cada lugar, adoptando la escala correspondiente.
La mayoría de estas propuestas no vienen recogidas en los programas de los principales partidos, pero consideramos que son necesarias para afrontar la situación en la que nos encontramos de acuerdo con la responsabilidad que se les presupone a los cargos públicos. Confiamos en que se pongan en práctica en algún municipio y de esa manera sirvan de ejemplos inspiradores que den lugar a futuras réplicas.
Y SI ADEMÁS DE GESTIONAR RESIDUOS, SE APUESTA POR SU REDUCCIÓN
Las entidades locales centran sus esfuerzos, dedicando partes importantes de sus presupuestos, a la gestión de residuos, dando prioridad al reciclaje como estrategia de reducción de los residuos que se incineran o se entierran. Este reciclaje, sin embargo, presenta grandes limitaciones, ante la cantidad, la variabilidad y la complejidad de los distintos residuos, pero también ante incoherencias, como el hecho de que la coordinación del reciclaje de envases domésticos la realicen los principales responsables de la puesta en el mercado de éstos (Ecoembes).
En cualquier caso, el tema de los residuos se debería acometer de una perspectiva más integral, que apueste por su reducción, y por tanto evite los impactos generados por todo el ciclo de vida de bienes de consumo, que por lo general tienen un uso muy reducido en el tiempo.
Con este fin, en municipios con una población suficiente, se propone la creación de una empresa municipal de reutilización de bienes materiales que sirva para conectar aquellas empresas o particulares que quieran desechar determinados bienes, con empresas, entidades o personas que las puedan necesitar. Además, esta empresa municipal podría impulsar distintas medidas para alargar la vida de los productos, favoreciendo su reparación, su intercambio, donación o venta, como:
- Instalaciones comunitarias de reciclado de muebles y electrodomésticos. En ellas, se tendrá acceso a muebles y electrodomésticos que han sido desechados por otras personas, por lo que pueden estar asociadas a puntos limpios. También se dispondrá de las herramientas necesarias para realizar las reparaciones. Para obtener los conocimientos necesarios para ello, se podría contratar a profesionales del sector o impartir cursos, aunque también es interesante fomentar el intercambio de conocimientos entre las personas que participan en la experiencia, que pueden dar lugar a formas de funcionamiento tipo «Repair café».
- Talleres de reparación de bicis. Este taller puede funcionar de forma similar al anterior. Entre las ventajas de su implantación, está la de contribuir a fomentar la movilidad en bicicleta. El taller puede ser un lugar de encuentro entre usuarios, con lo que puede dar lugar a poner en marcha iniciativas comunes.
- Cosatecas. Las cosatecas permiten tomar prestados, o alquilados a un precio razonable, objetos que se necesitan de forma poco habitual, sin necesidad de comprarlos. También permiten dar empleo a otros utensilios que ya no se usan, pues se podrán ir nutriendo de los objetos que va cediendo la gente. Se trata, pues, de una iniciativa que sirve para mostrar que hay una forma más colectiva de satisfacer nuestras necesidades, cuestionando los valores individualistas asociados al consumismo y apostando por soluciones más sostenibles frente a la sobreproducción impulsada por el modelo imperante.
- Depósitos de ropa usada en coles. Los colegios son lugares ideales para el intercambio de prendas de vestir, dado lo rápido que les empieza a quedar pequeña la ropa a niños y niñas, aunque también hay que destacar el valor educativo de estas iniciativas, que pueden ser gestionadas directamente por padres y madres a través de las AMPAs.
- Mercadillos de trueque o de venta de segunda mano en zonas destacadas del municipio. Con estos intercambios se ponen en valor objetos que de otra manera serían desechados y se establecen puntos de encuentro para el vecindario.
- Sistema on-line de intercambio y donación de elementos voluminosos. Los elementos voluminosos (muebles, electrodomésticos, etc.) que se quieran intercambiar o donar presentan importantes dificultades, como el transporte y las necesidades de espacio para almacenamiento. Por ello, puede ser más útil habilitar una página web en la que, aquellas personas que se quieran desprender de algo, lo puedan anunciar, para que los interesados en recuperarlo se puedan poner en contacto con ellas.
El impulso de las distintas medidas se puede hacer de varias formas, como la puesta en práctica directamente desde la administración, la contratación del servicio, preferentemente a colectivos sin ánimo de lucro o entidades de la economía social, la cesión de espacios municipales, la difusión y el apoyo a iniciativas existentes…
UNA APUESTA REAL POR EL PEQUEÑO COMERCIO
El pequeño comercio va desapareciendo, afectado primero por la competencia de las grandes superficies, y actualmente también por la omnipresencia de los gigantes del comercio electrónico como Amazon. El pequeño comercio representa frente a ellos un modelo de distribución de la riqueza más equitativo, además de generar más empleo, por tener mayores necesidades de trabajadores. Pero también el pequeño comercio es importante para ciudades y pueblos, pues contribuye al paso peatonal por las calles, dando vida y mejorando la seguridad de estas.
Por lo tanto, es necesaria una apuesta por este tipo de comercio. Para ello, primero, se deben revertir las políticas que han impulsado la proliferación de las grandes superficies, como las liberalizaciones de horarios, y establecer otras medidas que frenen la expansión, tanto de éstas como de los gigantes del comercio electrónico. Para ello se propone:
- Implantación de una «tasa Amazon». Esta tasa, que ya ha implantado el Ayuntamiento de Barcelona, grava el uso del espacio público que ocupan los vehículos al realizar la entrega, mediante el sistema «puerta a puerta», y regula una utilización de la ciudad que, hace años, no estaba planteada. Por tanto, pese a la denominación, no solo se aplicaría a esta empresa, sino que afectaría a cualquier operador postal que facture más de cierta cantidad (en el caso de Barcelona, un millón de euros) en entregas a domicilio en la ciudad.
- Moratoria a los centros comerciales. Aplicación de una moratoria para los centros comerciales, donde se asientan distintas grandes superficies, o negocios de superficies menores, pero pertenecientes a grandes cadenas.
- Limitación de horarios a las grandes superficies. Limitar los horarios de apertura de los centros comerciales y de las grandes distribuidoras, de forma que el pequeño y mediano comercio pueda competir en condiciones de igualdad.
- Limitaciones a cocinas y supermercados «fantasma» para que sólo se puedan localizar en zonas de uso industrial. La localización de cocinas «fantasma» en zonas de viviendas, por un lado, ocasiona molestias importantes a vecinos por los olores y el tráfico de repartidores, y por otro, perjudican a la hostelería tradicional, que genera más empleo, y que ocupa lugares de encuentro y ocio para los vecinos. Algo similar ocurre con los supermercados «fantasma», que desplazan al comercio tradicional.
Por otro lado, se pueden desarrollar medidas de impulso al pequeño comercio, como:
- Impulso de los mercados de abastos. Bajada de precios en el alquiler de puestos o alquiler social para personas en desempleo, siempre y cuando cumplan su función tradicional, y no sirvan para promover la gentrificación de los barrios.
- Aumento de la sostenibilidad del pequeño comercio. Establecimiento de programas voluntarios, para pequeños comercios de un barrio, puestos de un mercado, etc., que quieran implementar medidas que les hagan más sostenibles social y ambientalmente (lucha contra el desperdicio alimentario, reducción de envases, colaboración con comedores sociales…), acompañados de campañas de difusión de dichas prácticas, que sirvan para fidelizar a las personas consumidoras del barrio.
- Moneda social complementaria. Establecimiento de una moneda social complementaria, con la que el Ayuntamiento puede pagar ayudas a personas en riesgo de exclusión, y que sólo serviría para comprar en el pequeño comercio. De esta manera, las ayudas a personas vulnerables, cuya situación se ha acentuado por la subida de precios, también sirven de apoyo al pequeño comercio.
- Peatonalización de ejes comerciales donde sea predominante el pequeño comercio.
APUESTA POR ALTERNATIVAS DE CONSUMO MÁS JUSTAS Y SOSTENIBLES
Además de las medidas de apoyo al pequeño comercio, ciertas iniciativas, por su valor social, requieren de medidas adicionales de apoyo. Es el caso de las entidades dedicadas al comercio justo, a la venta de productos ecológicos, a las formas de comercialización con canales cortos, que garanticen relaciones justas entre productores y consumidores, o de la economía social y solidaria. Para éstas, se proponen las siguientes medidas:
- Fomento de la compra y contratación pública de estos productos. Para ello, se deben establecer criterios de valoración, en los pliegos de contratación, que favorezcan estas prácticas con una repercusión social y ambiental positivas.
- Campañas de difusión y publicidad. Campañas que servirán para dar a conocer estas opciones de consumo, mostrando los valores que defienden y su repercusión positiva para la sociedad. Dentro de estas campañas, se apoyarán los mercados sociales de economía social y solidaria.
- Política fiscal. Se bonificará a las iniciativas económicas basadas en lo local, la estabilidad laboral y la producción ecológica en condiciones laborales dignas.
- Mercadillos de venta directa. Se impulsará, en zonas destacadas del municipio, mercadillos de venta directa de la pequeña producción local (alimentación, artesanía, etc.)
APUESTA POR UN OCIO MENOS MERCANTILIZADO Y MÁS COLECTIVO
El ocio que practicamos cada vez está más mercantilizado y es más pasivo, e incluye actividades en las que las pantallas tienen un gran peso. Esto nos desvincula del lugar donde vivimos, nos hace más pasivos y menos imaginativos, a la vez que individualistas. También nos aleja de otras personas, haciéndonos más infelices, pues como indican diversos estudios, la felicidad tiene que ver más con unas relaciones sociales satisfactorias, que con el continuo chute de dopamina que nos puede generar un «like» o una compra.
Por todo ello, se proponen las siguientes medidas que apuestan por un ocio más activo y colectivo:
- Ludotecas. La ludoteca permite tomar prestados o donar distintos juegos y juguetes, mostrando una alternativa a la tendencia a la acumulación de estos objetos, a la vez que contribuye a mostrar a niños y niñas valores alternativos al consumismo. En una ludoteca también puede existir una zona de juego, algo importante en un momento en el que las niñas y niños juegan cada vez menos en la calle y tienen un ocio más individual y asociado al uso de la tecnología.
- Liberación de espacios públicos. Promoción de los espacios liberados de coches (plazas, calles peatonales…), o espacios interiores, para que se conviertan en áreas de participación ciudadana dedicadas al ocio, deporte, actividades culturales y sociales. Allí se impulsarán iniciativas de articulación comunitaria, de ocio creativo, participativo, sostenible, no monetizado y de bajo impacto ambiental. Servirán, entre otras cosas, para celebrar fiestas de barrio, actividades colectivas, comidas populares o formar grupos de consumo.
- Transformación de espacios al aire libre sin uso, para crear huertos y jardines urbanos.
- Abrir los centros escolares en periodos no lectivos y facilitar su uso como refugios climáticos.
- Huertos comunitarios. Estos huertos pueden tener un gran valor educativo al acercar a la producción de alimentos a distintas personas, un proceso que suele ser muy desconocido sobre todo para aquellas que viven en ambientes urbanos. Además, estas experiencias pasan a ser espacios autogestionados que fortalecen las relaciones comunitarias y la construcción colectiva. Pueden tener un impacto especialmente positivo en personas mayores que se han criado en el medio rural y que, por circunstancias, han acabado viviendo en la ciudad, aportándoles una nueva forma de ocio y de relacionarse con personas que viven en su entorno.
- Programas de ocio saludable. Establecimiento de programas de ocio saludable para jóvenes, basados en alternativas creativas y participativas, no monetizadas y sin uso de pantallas.
SIN OLVIDAR LA FORMACIÓN, LA INFORMACIÓN Y LA CONCIENCIACIÓN FRENTE AL CONSUMISMO
Se establecerán unidades de información al consumidor y de educación ecosocial, donde se informe y se forme de acuerdo con unos criterios de consumo que fomenten una cultura de suficiencia y que conciencien del valor de uso, frente a la acumulación de las cosas. Espacios donde también se facilite información clara sobre aspectos invisibilizados de los productos y servicios (mochila ecológica, distancia recorrida, condiciones laborales de producción, toxicidad, impactos asociados, durabilidad, reutilización, reparabilidad, etc.).
Entre sus funciones, estas unidades realizarán actividades de formación y concienciación enfocadas a distintas edades, acudiendo a centros educativos, asociaciones culturales, vecinales…
Además, se debe establecer una ordenanza que limite, dentro del espacio público, en los edificios públicos o en los medios de transporte colectivo municipales, el establecimiento de publicidad.
Recursos:
«Propuestas ecologistas de cara a las elecciones del Ayuntamiento de Madrid 2023»