Jaione Camborda: “A veces, en el asfalto, olvidamos que somos animales”

La directora donostiarra compostelana ha ganado la Concha de Oro del Festival de San Sebastián con un film en gallego. Se ha convertido en la primera mujer española en conseguir este galardón y la película, la primera rodada en una lengua minorizada.
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La cineasta Jaione Camborda tras recibir la Concha de Oro en San Sebastián | SSIF Jaime Fuembuena
5 oct 2023 05:30

O Corno es un film sobre huir, huir muy rápido, pero contado sin aceleración, con una narrativa que no teme ralentizar cuando resulta necesario. El cine como manera de observar y señalar. Un tipo de road movie donde sentir la animalidad, donde el paisaje narra y los cuerpos se nos abren, hablan, nos alcanzan y nos guían con el simbolismo de la respiración y de la sangre. O Corno es 1971 en la Illa de Arousa y escapar a Portugal. Es hoy mismo en muchas geografías. Indaga en los límites y en las fronteras. Nos difumina. La huida como instinto de protección que origina nuevos caminos, como senda y lugar.

Pero, principalmente, O Corno es un film sobre todo el contrario, sobre permanecer, sostener y hacerse cargo, que siempre implica detenerse y actuar, ceder tiempo y esfuerzo, pues en eso consisten las redes de solidaridad, sin las que no existiría Historia. O Corno habla de todas. No hay islas y sí un hilo que se une para trazar un círculo, un espejo que refleja.

O Corno es la última película de Jaione Camborda, directora donostiarra compostelana, vinculada al barrio de Sar, una cinta en gallego que acaba de ganar la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Cine de autora que está en salas desde el día 10 de octubre. Tiene como productoras a la propia Jaione, a Andrea Vázquez, de Miramemira, y a María Zamora, de Elastica Films. Con Rui Poças cómo director de fotografía, Camilo Sanabria en la música original, y un reparto que incluye a Janet Novás, Siobhan Fernándes, Daniela Hernán Marchán, Nuria Lestegás, María Lado y Diego Anido.

Estamos ante una película sobre redes hecha con redes. La cinta evidencia que sin los trabajos de reproducción es inviable la vida y cualquier actividad productiva. Acontece mientras usted y otras personas del equipo tienen que cuidar niños y niñas pequeñas durante el proceso de rodaje y para eso se deben tejer unas redes. Es como una suerte de metadiscurso o metaficción que nos acaba tocando a todas muy dentro.
De hecho, para mí fue bastante inspirador todo ese proceso. Y también para algunas escenas haber vivido la maternidad y haber experimentado algunas cosas en el propio cuerpo. Te ayuda a entenderlo de manera más profunda, tanto para escribirla como para dirigirla. Como el parto.

¿Por qué quiso arrancar con esa escena del parto, bastante inédita en el cine y tan contundente? 
El parto en la historia del cine pocas veces ha sido retratado de una manera justa con la realidad, en parte porque case siempre ha sido retratado por el hombre, había una mirada más externa del proceso y creo que se caía en la psicologización del parto, incluso sólo ver lo expulsivo y lo sitúas cómo ajeno al cuerpo de la mujer, enagenada de la realidad. Deseaba mostrar un parto acorde con la realidad, más mamífero, conectado con el cuerpo y trascendiéndolo. Mostrar la parte de las contracciones, un tiempo que se suspende, donde sucede algo muy especial. Quería proponer un tiempo de observación.

¿Hay un compromiso con una narración más pausada?
Sí, se posiciona en la idea de ralentizar el latido del espectador, entrar en ese respirar, un concepto que transita el film. Observar con detenimiento. Ese parto es la piedra angular, el germen del film, una declaración de intenciones.

“O Corno quiere eliminar la otredad, esa distancia entre nosotras y que seamos una”

La cinta no esquiva ningún detalle, parece que hay un trabajo profundo de indagación y reflexión sobre lo que somos, desde una posición epistemológica a favor del reconocimiento en las otras. Nada se presenta de manera aislada. El aborto, la maternidad, las redes... todo indica que forman parte del incluso.
Formula esa holística. Todo está interconectado. El film intenta hacer ecos formales y estilísticos para unirlo, incluso unir los personajes. Hay un trabajo de mujeres espejo en el que la protagonista puede verse reflejada en el resto de los personajes, con la idea de eliminar esa otredad, esa distancia entre nosotros y que seamos una. Esa idea de que el parto y el aborto y el sexo forma parte de lo mismo, emociones profundas animales.

¿Cómo fue el proceso de investigación del aborto en Galicia en el años 70?
Por una parte, a través de mucho material de archivo. Por ejemplo, me detuve en un libro de Sargadelos editorial de esa época sobre los partos, que también tocaba el tema del aborto. Pero sobre todo, lo hice a través de testimonios, de conversaciones con mujeres reales que vivieron en la época y lo experimentaron.

O Corno también está en esa complejidad de matices que comporta la revisión interseccional de la realidad social. Con un personaje importante, racializado, introduce ese factor de la doble marginación que se ignora desde posiciones liberales ajenas la lecturas de clase y, hasta hace poco, también de cuestiones como la maternidad. ¿Quería reflexionar sobre esto?
Exacto, por una parte, el film tiene personajes de diferentes estados de clase social con sus realidades que me interesaba presentar, con sus marginaciones. Y en ese unir, en ese perder la distancia, en ese verse reflejada, quería reflexionar sobre esa parte de que todas somos una y debemos apoyarnos. Hay un momento en que la protagonista y este personaje agarran las manos, juntas. Vemos que se ayudan. 

El cuerpo de la mujer, territorio de luchas de poder y dominación y, por tanto, también de liberación, consigue mucha presencia. Suponemos que, en parte, por eso la elección de la bailarina y creadora Janet Novás como protagonista, que hace un trabajo actoral enorme en el que el peso del corporal es grande. ¿Qué buscaba con una narración tan física?
Buscaba un estar de nuevo en el cuerpo, en mujeres muy apegadas a la tierra, recuperar la idea del mamífero. A veces en el asfalto rechazamos que somos animales, los parecen insultante, y creo que es importante recuperar que entendamos que lo somos, un animal con unas particularidades inmensas, pero animales al fin.

El tema de la lengua se formula, primero, con todas las características de cada diasistema, y después, con un diálogo fluido entre gallego y portugués. No es una sensibilidad tan frecuente.
Para mí hay dos aspectos que confluyen. Por una parte, es toda la trama de las fronteras. La geográfica es narrativamente a más explícita, pero también están las fronteras políticas impuestas, que no son culturales. Esas fronteras también generan muertes y peligro. Quería incidir en que esta frontera es ficticia y que nos entendemos, que podrían ser el mismo territorio. Volvemos a la idea de eliminar la distancia con el otro.

Usted misma acoge todas estas cuestiones.
Sí. Mi padre es peruano, mi madre catalana, nací en Euskadi y vivo aquí (Galicia) desde hace muchos años. Cuando eres adolescente tienes que entenderlo y a nivel de identidad es complejo, pero acabas entiendo que el único que hace es enriquecer.

“El lenguaje de lo físico es más universal, más intuitivo”

La Concha de Oro es un reconocimiento gigante, pero usted tiene una trayectoria consolidada y muy bien valorada ya desde cortos como Rapa das bestas o con el primer largometraje, Arima, premio a la mejor dirección de las Nuevas Olas del Festival de Sevilla 2019. ¿Cuál diría que fue el camino desde Arima en la manera de narrar, hay una voluntad consciente de llegar a un público muy amplio en O Corno?
Creo que hay muchas cosas de Arima en este filme. Con Arima comienzo siendo más jovencita y tenía una necesidad de explorar lo espectral, lo más fantasmagórico, la psique. Cuando remato el film, quince años más tarde, estoy en la necesidad de explorar la capacidad de la mujer de dar vida y también esa parte física. El lenguaje de lo físico es más universal, más intuitivo. Decido, pese a que aquí hay mucho trabajo y capas a nivel narrativo, esconderlas, invisibilizarlas más que en Arima y quizás por eso resulta más accesible. Tenía ganas de esto.

¿Existen perjuicios sobre el cine de autor?
Sí. Hay una serie de perjuicios, de que es críptico y no accesible. También sobre el cine experimental. Yo pienso que no es así. Si los eliminas y te dejas llevar, acostumbran a ser propuestas muy accesibles.

¿O Corno se hizo al fuego lento, como Arima?
Desde que comienzo hasta que estreno pasan cuatro años. No me parece un período largo, es lo que necesitamos para financiar y fuimos ambiciosas. A nivel creativo también me parece un tiempo muy idóneo, preciso ahondar a fuego lento y desfruté mucho de los tiempos de este filme, me acompañó y creció conmigo. Con Arima fue más duro. En O Corno, con la financiación estuvimos los cuatro años luchando de manera intensa en red.

¿El Novo Cinema Galego existe y son en parte esas redes?
Pienso que hay una comunidad con mucho amor y compromiso con el cine. No sé donde están las fronteras de quien entra y de quien no. Tenemos por suerte miradas muy variadas, aunque hay cosas en común, como el paisaje, que todos observamos, aunque desde miradas distintas. La comunidad del cine gallego colabora en los proyectos de los otros. La etiqueta ayudó mucho a poner en el panorama un cine que estaba siendo en fresco y que era comprometido, pero no me corresponde a mí ponerlas.

Cine
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