Chile
Peter Kornbluh: “Lo que hizo EE UU en Chile es criminal”

El investigador Peter Kornbluh ha sido clave en la desclasificación de documentos sobre la participación de EE UU en el golpe del 11 de septiembre de 1973, que acabó con la presidencia de Salvador Allende.
Peter Kornbluh, director del proyecto de documentación sobre Chile del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.
Peter Kornbluh, director del proyecto de documentación sobre Chile del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington. Wikimedia Commons

@cevaldiez

11 sep 2023 06:00

Peter Kornbluh investiga el rol de Estados Unidos en el golpe de Chile de 1973 desde hace casi 40 años. Como director del proyecto de documentación sobre Chile del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, es quien más ha presionado a los distintos gobiernos de EE UU para la desclasificación de documentos. En base a estos documentos se tienen pruebas certeras de que el expresidente estadounidense, Richard Nixon (1969-1974), y su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger, propiciaron el golpe de Estado porque temían que la experiencia iniciada por Salvador Allende en Chile se replicará en el resto de América Latina. Unos documentos que revelan que el apoyo estadounidense al golpe estuvo marcado por la decisión del Gobierno de Allende de nacionalizar sin compensaciones a las empresas de EE UU que habían dominado la economía chilena por décadas. A 50 años del golpe de Estado, Kornbluh editó un libro con nuevos documentos y asesora a las autoridades del Gobierno de Gabriel Boric respecto de la búsqueda de personas desaparecidas.

Durante las gestiones de Clinton (1993-2001) y de Obama (2009-2017), usted presionó para que se dieran a conocer los documentos hasta ahora desclasificados. ¿Qué me puede contar sobre eso?
Existe un concepto que se llama Declassification diplomacy, que tiene que ver con dar a conocer documentos secretos, y que se encuentra al mismo nivel que la ayuda económica, o el apoyo militar o político. Cuando Pinochet (1973-1990) estuvo detenido en Londres, la Comunidad de Transparencia y Libertad de Información, el Archivo de Seguridad Nacional, y algunas familias de víctimas de Pinochet bastante conocidas, presionamos a la administración Clinton para que diera a conocer la evidencia de las violaciones a los derechos humanos cometidas por Pinochet para que los españoles pudieran usar esos documentos en ese caso, y para darlas a conocer al mundo. También presionamos para que se investigará el rol de Pinochet en un acto de terrorismo internacional en los EE UU, los asesinatos de Orlando Letellier [ex canciller y ministro de Defensa del gobierno de Allende] y Ronni Moffitt [una activista de izquierda asesinada junto a Letelier en Washington en 1976]. En ese momento, la Administración Clinton estaba llena de personas con mucha sensibilidad por estos temas, que además ocupaban lugares importantes en la burocracia de la seguridad nacional, y logramos obtener una orden del presidente de los EE UU para desclasificar miles de documentos. 

Estuve 15 años pidiendo esos documentos [clasificados sobre el apoyo de EE UU al golpe], hablando con oficiales del Departamento de Justicia, y presionando, hasta que finalmente, en 2015, logramos obtenerlos

¿Esa fue la primera vez que obtuvieron una orden de un presidente de EE UU para acceder a este tipo de documentos?
Exacto. En el año 75, Chile fue objeto de una investigación del Senado de los EE UU, el Comité Church [encargado de investigar operaciones del Gobierno de EE UU en relación a los servicios de inteligencia], y este comité podía ver y tomar nota de muchos documentos de la CIA, pero no podía darlos a conocer. Entonces, sabíamos de esos documentos, y de la intervención encubierta de la CIA en Chile, pero no tuvimos los documentos hasta que Clinton dio la orden. Fueron casi 24.000 documentos y a los distintos organismos involucrados les llevó casi dos años revisarlos y clasificarlos.

Memorandum de Kissinger dirigido al presidente Nixon, el 25 de noviembre de 1970.
Memorandum desclasificado de Kissinger al presidente Nixon, el 25 de noviembre de 1970.

De alguna manera, Chile ha llegado a ser uno de los casos más documentados. Lo irónico es que presionamos una investigación sobre el rol de Pinochet en un acto de terrorismo y, en lugar de dar a conocer los documentos sobre su rol en el caso Letellier, el FBI y el Departamento de Justicia se guardaron esos documentos para su propia investigación. Había casi 300 documentos y yo era la persona que más sabía de ese tema e inicialmente dije: “Bueno, si es por una causa legítima, si ellos quieren esta evidencia para usar en la Corte, y no se pueden dar a conocer porque hay una investigación en curso, entonces apoyamos esta decisión”.  Pero, cuando se terminó la Administración Clinton y llegó la de Bush, que no tenía el mismo compromiso, tuvimos lo peor de los dos mundos, ni el juicio contra Pinochet ni el acceso a la evidencia. 

¿Cuándo los consiguió?
Estuve 15 años pidiendo esos documentos, hablando con oficiales del Departamento de Justicia, y presionando, hasta que finalmente, en el año 2015, en el 40 aniversario del asesinato de Letelier, con dos gobiernos muy interesados en el tema, el de Michelle Bachelet en Chile y el de Obama en EE UU, logramos obtenerlos. Como Obama quería cosas de Chile, la decisión de desclasificar documentos no costó mucho. En ese momento, EE UU quería ayuda de Chile porque pretendía cerrar la cárcel de Guantánamo, necesitaba mover los presos a otros países y Chile era un destino posible. Era un asunto diplomático, y no costó mucho que Obama dictará otra orden para revisar y desclasificar documentos muy sensibles de la CIA sobre el rol de Pinochet en el atentado contra Letelier, y en el plan para asesinar a su propio jefe de inteligencia, Manual Contreras [militar chileno y jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional], la única persona que sabía que Pinochet estaba involucrado en eso.

Como parte de la conmemoración de los 50 años del golpe, se publicó una edición en Chile de Pinochet, los archivos secretos
Sí, yo hice un libro hace 20 años, El Archivo Pinochet, en base a los 24.000 documentos desclasificados durante la administración Clinton. Un año después se publicó una edición en castellano que se llamó Pinochet, los archivos secretos y, para el 40 aniversario, hicimos una edición con nuevos documentos. Ahora, por los 50 años, agregamos nueva información y editamos en Chile Pinochet desclasificado.

¿Qué nueva información tiene está edición? 
Tiene más información sobre el caso Schneider, es decir, sobre el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército. René Schneider [abogaba por la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil], fue asesinado en octubre de 1970 con el apoyo de la CIA, que instigaba un golpe para bloquear la investidura de Allende. En este nuevo libro hay una transcripción de una conversación entre Kissinger y Nixon sobre ese complot que fracasa, y en el que Kissinger califica a los militares chilenos de incompetentes por no continuar y terminar el complot. Es muy interesante ver cómo dos de las personas más poderosas del mundo tienen una conversación en esos términos, es decir, están hablando con total impunidad del horror de apoyar el asesinato de una persona inocente [Schneider] que no había hecho más que apoyar su propia Constitución; y ahí están, el presidente y su asesor de seguridad nacional, quejándose de que los militares no están pudiendo llevar a cabo el complot.

También hay nueva información de la CIA sobre Agustín Edwards —el hombre más rico de Chile en ese momento y propietario del diario El Mercurio—, que estaba en Washington y pasaba información detallada a la CIA sobre la posibilidad de un golpe. Él tuvo dos reuniones con la CIA, una con su director, Richard Helms —yo obtuve el documento sobre esa reunión hace algunos años—, y otra de la que nadie sabía nada porque Edwards jamás habló de eso. Encontré el resumen de la CIA que prueba que existió esa reunión y también la agenda de Nixon que prueba que Edwards tuvo una reunión con Nixon en la Sala Oval de la Casa Blanca a las 9:15h del 15 de septiembre de 1970 [el día que Nixon dio la orden del golpe].

¿Hasta ese momento ustedes no sabían de esa reunión entre Edwards y Nixon? 
Es que Edwards negaba esa reunión. Él fue procesado en un juicio civil en Chile y cuando el juez le preguntó sobre la reunión con Helms, admitió haber hablado con él sobre la situación política en Chile y dijo que no se había hablado nada sobre un golpe de Estado. Pero en el documento que encontré de esa reunión, la mitad es una conversación sobre el golpe, cómo, quién y cuándo hacerlo. Este mismo juez le preguntó a Edwards sí había tenido una reunión con el presidente de los EE UU y él dijo que no lo recordaba [risas]. ¡¿Cómo puedes olvidar una reunión con el presidente de los EE UU?! Pero en ese momento no había ningún documento que probará esa reunión, solo la transcripción de una llamada de Kissinger a un funcionario que llevaba la agenda del presidente, diciéndole que había que buscar un espacio secreto para una reunión con Edwards. Pero para tener la prueba, y ver el nombre de Edwards en la agenda del presidente a las 9:15 horas, y en la del mismo Kissinger a las 8h, hubo que esperar años.   

Yo no voy a vivir para escuchar de boca de un presidente de los EE UU las palabras “lo siento mucho”, a los chilenos. Pero sí que puedo imaginar alguna expresión de pesar por lo que sucedió

Hace algunos días diputados chilenos aprobaron pedir información a EE UU sobre su participación en el golpe de 1973.
Yo creo que es un buen momento para tratar de conseguir más documentos y, en algún sentido, es una oportunidad para los EE UU de cerrar este capítulo de su historia y empezar otro. No sé sí veremos una gran desclasificación de documentos en los próximos días, pero sí sé que es una buena oportunidad porqué EE UU quiere algo de Chile, el acceso a sus reservas de litio. Entonces, EE UU seguirá usando la Declassification Diplomacy para tratar de mantener buenas relaciones con el pueblo chileno. Pero yo creo que debería haber algo más, no solo dar a conocer los documentos sino expresar algo así como un arrepentimiento [usa la palabra en inglés regret] por lo sucedido. Es decir, yo no voy a vivir para escuchar de boca de un presidente de los EE UU las palabras “lo siento mucho”, a los chilenos. Pero sí que puedo imaginar alguna expresión de pesar por lo que sucedió, porque lo que pasó fue la destrucción de las instituciones de la democracia chilena y un apoyo fuerte para instaurar una dictadura, y todo esto está muy detallado en los documentos. Lo que hizo EE UU en Chile es criminal.

¿Usted cree que Kissinger, que cumplió 100 años en mayo pasado, tendría que dar respuesta sobre esto?
Muchas personas hemos tratado de presentar pruebas sobre Kissinger. En los documentos que salieron con Clinton había evidencia de que Kissinger sabía del complot contra Schneider y que supervisó personalmente el atentado. Yo llevé esos documentos a la familia de Schneider en Chile y la familia le hizo un juicio civil en Washington que no prosperó porque Kissinger tenía inmunidad porque se trataba de actos oficiales, una inmunidad que mantiene de por vida.

¿Qué participación tuvo Estados Unidos en el Plan Cóndor? 
Ese es un tema muy complicado, obviamente la CIA estaba muy cerca de las policías secretas de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, pero no formó parte del Plan Cóndor. La Operación Cóndor ideó un plan que servía para identificar personas de esos países que se oponían a los regímenes dictatoriales, y los mandaba a matar. La CIA supo de este plan en sus comienzos y estaba preocupada porque esas matanzas se salieran de las fronteras del Cono Sur y llegarán a países más poderosos, o más alineados con los intereses de los EE UU, como España, Francia o Portugal. Es decir, países con los que le importaba mantener buenas relaciones tanto con sus gobiernos, como con sus servicios de inteligencia, más que con los de Argentina, Paraguay o Chile. La CIA llegó a estar muy preocupada y mandó a sus propios agentes para avisar a los franceses de un complot para poder frenarlo. Es una ironía, porque, aunque la CIA inicialmente tuvo éxito, no advirtió ni pudo frenar un atentando en su propio territorio, como fue el asesinato de Letelier en las calles de Washington DC. Entonces, la CIA no apoyó esta parte del Plan Cóndor, pero sí apoyó las otras partes del plan a las que no se les ha prestado demasiada atención, y que implicaban compartir inteligencia de manera confidencial sobre actividades de militantes del Cono Sur que cruzaban las fronteras con el objetivo de detenerlas y desaparecerlas. 

¿Cree que nuevos documentos podrían dar alguna pista acerca del destino de personas desaparecidas?
Voy a viajar a Chile estos días para reunirme con autoridades que están buscando información sobre los desaparecidos, y sé que me van a preguntar sobre sí en los documentos de los archivos norteamericanos hay información que pueda ayudar en la búsqueda. Yo creo que hay información en estos documentos, pero también que probablemente se trate de documentos que ya han sido desclasificados y que hay que leer y revisar con mucho cuidado. Algunas veces es difícil porque las fuentes están censuradas y no es fácil llegar a identificar el rol y las responsabilidades de cada quién. También los nombres de las víctimas están censurados para preservar su intimidad. 

Cuando empecé este trabajo no tenía noción de la relevancia que iba a adquirir, pero ahora que EE UU, España, Chile y otros, están en una lucha por el retorno de la derecha, esto me resulta aún más importante

La última, ¿por qué dedicó gran parte de su vida a investigar este tema?
Bueno, mi relación con Chile empieza con una chilena que conocí el 12 de septiembre de 1973, el día después del golpe. Ella estaba en mi colegio, en Michigan, pololeamos, tuvimos un hijo, nos divorciamos, y realmente es por ella que yo empecé en esto. Ella trabajó con Isabel, la viuda de Orlando Letelier, en Washington, y yo fui allí a trabajar y a estudiar, y ahí empezó el trabajo con los documentos. Cuando empecé este trabajo no tenía noción de la relevancia que iba a adquirir, pero ahora que EE UU, España, Chile y otros, están en una lucha por el retorno de la derecha, esto me resulta aún más importante para todos en la defensa de las instituciones de la democracia. Después de 40 años puedo decir que hemos conseguido mucho y, aunque no tenemos una condena legal contra Pinochet, sí que tenemos el veredicto de la historia.

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