Ceuta
            
            
           
           
Con el freno a la llegada de personas se impone trabajar en el reconocimiento de sus derechos
           
        
         
El tiempo ha empeorado y desde el miércoles no se  producen nuevos ingresos a las playas ceutíes. El Gobierno de Marruecos ha  vuelto a cerrar su lado de la frontera y se han puesto autobuses a disposición de  quienes no han logrado pasarla o han sido devueltos, para trasladarles a sus  ciudades de origen. A las más cercanas, como Castillejos o Tanger, o a otras  más lejanas, como Casablanca o Fez.
Como se preveía, el desafío político de Marruecos a  España aprovechando la crítica situación socioeconómica que se vive dentro de las fronteras del país vecino, va perdiendo fuerza. Ahora queda ocuparse de garantizar los  derechos y alejarse lo más posible de la espectacularización. Toca trabajar  para que los discursos de odio no conlleven nuevas y agravantes limitaciones a  la movilidad de las personas.
Cada fuente que se consulta en el terreno o desde la  lejanía de una redacción, habla de datos fiables, pero la mayoría de las veces  no coincidentes. Se comenta de 850 niños y niñas que habrían pasado por las  naves del Tarajal y de unos 200 que seguirían allí, un espacio para confinar y  hacer cuarentenas preventivas antes de tener la posibilidad de ingresar al  Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) que opera en la ciudad. Desde la Asociación de defensa de los  Derechos Humanos Elin, confirman que allí “se mezclaron personas que estaban  terminando su cuarentena con otras recién llegadas”, lo que pone de manifiesto  la mala gestión desde el comienzo.
Se dice que ocho mil personas han entrado y que seis mil han sido devueltas o han salido por su propio pie. Persuadidas, obligadas o desilusionadas, o un poco de cada cosa.
Algunas informaciones refieren que ocho mil personas han  entrado y que seis mil han sido devueltas o han salido por su propio pie. Persuadidas,  obligadas o desilusionadas, o un poco de cada cosa. Hombres, mujeres, menores,  familias. “Tenemos conocimiento de  que cuatro jóvenes de Guinea Conakry, los cuales habían entrado a Ceuta semanas  antes, fueron devueltos también a Marruecos. Hecho que supone una aberrante  violación de Derechos Humanos”, denuncian en Elin.
Falta gente y posiblemente se encuentre deambulando o a  escondidas. Cualquiera que conozca Ceuta fuera de esta situación de  excepcionalidad, sabe que no son pocos los cuerpos excluidos por el sistema,  discriminados en el día, que asoman cuando la penumbra protege. Huir y  esconderse, en todo caso, parece la decisión más adecuada hasta que las  prácticas de devolución en caliente del Gobierno progresista dejen de  asemejarse peligrosamente a los discursos de odio de la oposición.
Tanques y fusiles rodeando a la chavalería y en  algunos casos agrediéndola, eran un mensaje de firmeza que los trascendía.  Quizá dirigido al Gobierno marroquí y, también, a una ciudadanía soliviantada  por las soflamas de la extrema derecha.
Ahora que se ha pasado la primera noche sin llegadas  de personas a nado, con la misma velocidad con que el Gobierno llenó las playas  de tanquetas y fusiles, debería garantizar la asistencia jurídica, sanitaria y  social para atender las graves consecuencias que situaciones de este tipo  suelen deparar a las verdaderas víctimas, las propias personas migradas. Desde  Elin confirman que los pocos espacios disponibles se encuentran masificados,  sin separación entre adultos y menores y sin respetar las medidas sanitarias  que impidieran los contagios.
“La situación  ha estado controlada  completamente por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, impidiendo el  acceso a cualquier entidad humanitaria diferente a Cruz Roja Española, la cual  estaba desbordada y sin medios para atender las necesidades más básicas”,  aseguran.
Por el momento tres cosas positivas a destacar, la primera,  que la policía ha empezado a filiar a quienes son menores de edad. La identificación  de estas niñas y niños, saber sus nombres, su edad, si han cruzado solas, si  tienen familia a uno u otro lado de la frontera debió ser un imperativo legal  desde el minuto cero. España tiene la obligación jurídica de salvaguardar los  derechos de la infancia.
La segunda, proporcionarles de inmediato una acogida  digna. No lo son las tiendas de campaña que cada verano se instalan de  emergencia, como si la situación migratoria tomara a alguien por sorpresa  después de al menos tres décadas de llegada de pateras. Ni los campamentos  instalados en Canarias. Tampoco las naves del Tarajal
La tercera, la decisión del Ministerio de Derechos  Sociales de reubicar a 200 niñas y niños ya acogidos desde antes en Ceuta y que  serán trasladados a diferentes recursos en la península, dejando liberadas esas  plazas para quienes recién han llegado. Todo lo que sea aliviar la presión  sobre el territorio ceutí y los limitados recursos existentes será una medida  inteligente y, sobre todo, humana.
De fondo, es necesario trabajar una política seria por  la normalización del libre tránsito migratorio a la península. Ceuta y Melilla (y  ahora Canarias) no pueden seguir siendo esas cárceles a cielo abierto en las  que se han convertido desde que el Gobierno español las utiliza como freno para  llegar a la península, contraviniendo incluso sentencias del Tribunal Supremo.
La aplicación del derecho debe incluir a todas las  personas que han llegado a Ceuta en las últimas horas y, por contradictorio que  parezca, quizá no haya mayor protección para ellas que iniciar los  procedimientos sancionadores estipulados por la Ley. “Mientras no te filien no  eres nadie y pueden hacer contigo lo quieran”, coinciden varias fuentes  jurídicas consultadas.
“Hoy por hoy lo llames como lo llames y se pongan como se pongan esas devoluciones no son conforme a derecho. Las han devuelto de manera irregular porque ha sido en ausencia del procedimiento”, afirma Paloma Favieres
“Hoy por hoy lo llames como lo llames y se pongan como se pongan esas devoluciones no son conforme a derecho. Las han devuelto de manera irregular porque ha sido en ausencia del procedimiento. Ni la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ni la del Tribunal Constitucional las justifican legalmente porque la gente no ha sido identificada legalmente, no han podido identificarse situaciones de vulnerabilidad y no han tenido derecho a un recurso efectivo”, clarifica la responsable del equipo legal de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Paloma Favieres.
En la Asociación Elin corroboran esos hechos. “Conocemos testimonios de mujeres subsaharianas con hijos menores a cargo las cuales verbalizaron su intención de pedir asilo y la respuesta que recibieron fue violencia y devolución a Marruecos. Y gracias a los vídeos de medios locales pudimos ver cómo muchos jóvenes eran arrastrados en la playa hacia el lado marroquí sin posibilidad de atención alguna”, denuncian.
Ante esta situación lo más urgente, explica Favieres, es identificarlas. “La ventaja  que tiene si te incoan un procedimiento es que te ponen un nombre y una huella  y a partir de allí, por ejemplo, puedes acceder a un procedimiento de  protección internacional”, ejemplifica.
“Más allá del reproche legal a cómo se están produciendo  las devoluciones, lo urgente es facilitar la acogida humanitaria e identificar  a las personas, registrarlas, informarles, ponerles un abogado, un intérprete  en una lengua que comprendan y en caso que necesiten protección internacional  garantizarles el acceso. Es lo de siempre”, reafirma.
El Colegio de la Abogacía de Ceuta se ha desbordado. Desde  el martes está pidiendo voluntarios dentro del turno de oficio de extranjería e  incluso ha abierto un turno especial para aquellas letradas y letrados que  normalmente forman parte de otros turnos y deseen apoyar en esta compleja  situación.
A las personas que están en las naves o por las calles, de ninguna manera procede incoarles un procedimiento de devolución porque se encuentran ya en territorio español
Con independencia de las devoluciones  ilegales, sobre todo de menores, que se llevaron a cabo en la misma jornada del lunes y martes y que fueron registradas por diferentes cámaras, a las  personas que están en las naves o por las calles, de ninguna manera procede  incoarles un procedimiento de devolución porque se encuentran en territorio  español. Por ende, tienen derechos y obligaciones, el primero de ellos, el de  ser identificadas.
“La Carta de derechos Fundamentales, el Convenio  Europeo de Derechos Humanos, la propia Constitución Española y hasta la  Directiva del Retorno establecen la identificación individual, el acceso a la  asistencia letrada, a intérprete y al proceso de protección internacional, como  garantías para las personas”, destaca Favieres.
Las próximas horas serán vitales para saber qué decide  hacer el Gobierno español. “Hay mujeres malienses con peques, personas de  Yemen, de Senegal y de otros países. Hay niños que quieren volver con sus  familias y otros que pese a estar en la calle, quieren quedarse”, confirman a  El Salto desde Ceuta.
En el aire flota el temor de que el Gobierno decida continuar con la política de devoluciones ilegales. Pero también la necesidad de que cumpla con las obligaciones internacionales y el reconocimiento de derechos que la propia Ley de Extranjería concede a las personas que han migrado.
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