Crisis climática
Nuevas anomalías en la 'jet stream': tras Canadá y EE UU, Escandinavia y Siberia registran récords de temperatura

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com
Lytton, una localidad de la Columbia Británica, en Canadá, es el perfecto ejemplo de lo que puede implicar —y de hecho ya implica— la emergencia climática global. Tras registrar nada menos que 49,6ºC, un valor extremo muy alejado de lo habitual incluso en épocas calurosas del oeste canadiense, el 90% de sus edificios fueron reducidos a cenizas. Un devastador incendio motivado por la ola de calor que ha vivido la zona fue la causa del fuego.
El episodio meteorológico, que afectaba además al noroeste de Estados Unidos, ya ha dejado casi un millar de muertos ligados al calor extremo, más de 500 solo en la Columbia británica. El país de las barras y estrellas, el más negacionista del mundo —o al menos el que más niega el cambio climático de los 31 que fueron analizados en un reciente estudio de la Universidad de Yale—, se va quedando sin excusas para negar lo innegable. A diferencia de sonadas patinadas de su predecesor, el presidente estadounidense, Joe Biden, no ha tenido duda en alinearse con la comunidad científica y ha señalado a la emergencia climática como la causante del fenómeno.
El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático ha señalado en reiteradas ocasiones que el calentamiento global afecta a la corriente en chorro
Ahora, en el viejo continente una nueva e inusual ola de calor afecta al nordeste europeo. Si Finlandia y su vecina Suecia venían de pasar el mes de junio más caluroso de su historia, una ola de calor vuelve a azotar la zona. La ciudad de Kevo, en el extremo norte finés, ha alcanzado este domingo 4 de julio los 33,6ºC, la temperatura más alta registrada en Laponia desde 1914. Noruega también se está viendo afectada, con temperaturas de 34ºC registradas en Saltdal, condado que roza el Círculo Polar Ártico.
Es una nueva anomalía climática que se une a la que ya ocurrió entre el 18 y el 25 de junio tanto en Siberia y como en el nordeste europeo. Moscú registraba el 23 de junio 34,8ºC de temperatura del aire, su récord de temperatura un mes de junio, mientras que Estonia y Bielorrusia también registraron récords históricos de calor en un mes de junio.
Bloqueo de la corriente en chorro
Jennifer Francis, científica del Woodwell Climate Research Center estadounidense, afirma que el fenómeno climático registrado en junio “está asociado con un patrón de bloqueo en la corriente en chorro que ha prevalecido en Escandinavia este año y ha contribuido a unas condiciones inusualmente cálidas allí, especialmente en Finlandia“, tal como recoge el Observatorio de la Tierra de la NASA.
En la misma línea, desde la Organización Meteorológica Mundial señalaban que el calor de junio en los Estados Unidos “es consecuencia de un importante patrón de bloqueo atmosférico que ha dado lugar a una cúpula de calor, con baja presión a ambos lados, y la corriente en chorro no avanza”.
La corriente en chorro, o jet stream, es una corriente de aire que circula a entre 9.000 y 10.000 de altura, con vientos de hasta 400 km/h y una anchura de cientos de kilómetros, que define las condiciones meteorológicas del hemisferio norte. Como señalaba el meteorólogo Lluís Obiols a El Salto en febrero, “todo está regido por la circulación general atmosférica los anticiclones, las borrascas y demás, y esta está definida por la corriente en chorro”. Si se mantiene estable, los episodios atmosféricos también lo son, pero si se ondula, subiendo y bajando de latitud, comienzan las anomalías.Según ha señalado Michael Reeder, experto en meteorología de la Escuela de Tierra, Atmósfera y Medio Ambiente de la Universidad de Monash (Australia), las anomalías climáticas de junio y julio tanto en el continente americano como en el europeo están relacionadas.
En el caso de Siberia, las altas temperaturas han producido niveles de hielo marino mínimos históricos en el mar de Laptev
En un escrito en The Conversation, describe cómo una bajada de presión en el Pacífico Oriental derivó en una ondulación de la corriente en chorro, conocida como onda de Rossby u onda planetaria, que se desplazó hacia Norteamérica causando la ola de calor de EE UU y Canadá. Según el meteorólogo, posteriormente esa ola inicio otra sobre el Atlántico que ha derivado los eventos actuales del norte europeo.
Bajas presiones, calor, hielo
En el caso de Siberia, las altas temperaturas, que han producido niveles de hielo marino mínimos históricos en el mar de Laptev (norte de esta región rusa) el pasado mes, las bajas presiones produjeron vientos cálidos que alejaron el aire frío del Ártico, según apuntan desde la National Oceanic and Atmospheric Administration estadounidense. Se da la circunstancia de que Siberia ya tuvo una ola de calor histórica en 2020.
“El oeste de América del Norte y el noreste de Asia son los dos lugares de más rápido calentamiento en verano”, apuntaba por su parte Judah Cohen, climatólogo del Atmospheric and Environmental Research, quien añade que no están claras, más allá del cambio climático, las causas concretas de por qué Siberia es una de las áreas del planeta que más se están calentando en el estío.
El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), la organización más grande y prestigiosa del mundo en cuanto a estudio de la crisis climática, ha señalado en reiteradas ocasiones que el calentamiento global afecta a la corriente en chorro, haciendo que estas migren hacia los polos y tengan más ondulaciones, produciendo más episodios como los vividos en América, Europa y Asia en el último mes.
Crisis climática
Acostúmbrese que vienen curvas: Filomena y la ‘jet stream’
La alteración en los últimos años de la corriente en chorro del hemisferio norte, presumiblemente debida al cambio climático, supone la aparición de episodios atmosféricos más acusados como es el caso de la borrasca Filomena.
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