Crisis climática
El caos climático ya está aquí: Irán plantea trasladar su capital e Islandia ve amenazada su existencia
Eclipsado por la COP30, el anuncio de Islandia pasó bastante desapercibido, con muy poca atención política y mediática. Su ministro de Medio Ambiente, Energía y Clima confirmó que el posible colapso de la AMOC, una de las corrientes oceánicas fundamentales en la regulación del clima global, ya es una “amenaza existencial” para el país, por lo que a partir de ahora este riesgo será abordado como un “asunto de seguridad nacional”. “Esta es la primera vez que un fenómeno específico relacionado con el clima se presenta formalmente ante el Consejo de Seguridad Nacional como una posible amenaza existencial”, admitió a la prensa local.
El gobierno, liderado por el partido progresista, ha empezado a evaluar qué investigaciones son necesarias para enfrentar esta amenaza y cuáles son las políticas de preparación ante desastres que exige la nueva realidad climática. “Nuestra resiliencia está en juego”, admitió el ministro Johann Pall Johannsson al realizar este anuncio. Su cartera ha elaborado un documento con las consecuencias e impactos de la detención de la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico (o AMOC, por sus siglas en inglés), que, según todas las evidencias científicas, se está ralentizando por el calentamiento del planeta.
“Nada sucede drásticamente de inmediato. Lo que sabemos es que la AMOC está condenada y morirá lentamente”, sentencia Rahmstorf
“Esto podría significar un enfriamiento local significativo en Islandia y en el norte de Europa, lo que amenazaría nuestras condiciones de vida, mientras que la mayor parte del planeta se calentaría mucho. Por supuesto, hay gran incertidumbre sobre cuán probable es que se materialice un escenario de este tipo, pero ciertamente sería una amenaza muy seria para nosotros los islandeses”, se señala en este informe interno.
¿Qué se sabe sobre el posible colapso de la AMOC? Stefan Rahmstorf, prestigioso oceanógrafo y climatólogo alemán, uno de los científicos que más ha estudiado el estado y proyección de esta corriente oceánica, explica que su debilitamiento es una “evidencia irrefutable” y su posible colapso, “una posibilidad” no tan lejana.
Rahmstorf brindó en mayo una clase magistral sobre este tema en la Universidad Autónoma de Madrid (IFIMAC-UAM). “Mi conclusión es que la AMOC se está debilitando, que es un punto de inflexión del sistema climático que no sabemos cuándo colapsará, pero que los últimos estudios nos dicen que puede ocurrir en este siglo”, resumió en aquella exposición.
De ocurrir este colapso, el norte de Europa sufriría un fuerte enfriamiento, mientras que otras regiones del planeta, incluido el sur del continente (España), agudizarían su calentamiento: “Pero creo que lo que está relativamente claro es que, en general, el norte de Europa tenderá a enfriarse. Y el sur de Europa se calentará, lo que significa que la brecha de temperatura en toda Europa será mucho mayor”.
Lo que es seguro —dijo el científico en su visita a Madrid— es que un colapso de esta corriente “conducirá a fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes en Europa”, con impactos devastadores en la cadena alimentaria, sobre todo en la agricultura y la ganadería.
El debilitamiento de la AMOC
Este sistema de corrientes es determinante para el clima porque, básicamente, transporta eficazmente calor y sal (nutrientes) a través del océano global. “Se trata de un factor importante en el cambio climático pasado y muy probablemente futuro”, explica Rahmstorf.
La AMOC pasó de un estado muy débil al actual con el fin de la última glaciación, hace 12.000 años. La expansión y el desarrollo del ser humano se debe, en parte, a la reactivación de esta corriente.
Una evidencia del debilitamiento que está sufriendo esta corriente es la única “mancha fría” que existe hoy en un mapa mundial que no ha parado de calentarse en las últimas décadas. Mientras las costas de Norteamérica sufren un calentamiento excesivo, una franja que se extiende desde sur de Groenlandia e Islandia hasta aproximadamente la latitud del norte de la península ibérica, frente a las costa canadiense, no para de enfriarse.
La “nueva realidad” conlleva otro peligro: los puntos de inflexión de los grandes sistemas reguladores de la Tierra como la AMOC, la selva amazónica y las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental, entre otros
¿Cuál es la explicación? Debido a su debilitamiento, la AMOC está trayendo menos calor al Atlántico norte. El científico ha explicado que la principal causa de esta desaceleración, en torno al 15% en la actualidad, es por el aumento de precipitaciones en partes de esta región y el deshielo en Groenlandia y el Ártico. El agua dulce reduce la salinidad —la densidad del agua— en la superficie del océano. Esto significa que una menor cantidad de agua superficial se hunde, lo que ralentiza el flujo de la corriente. “La salinidad superficial del mar más baja en menos de 20 años es otro fuerte indicio de la desaceleración del AMOC. Nada sucede drásticamente de inmediato. Lo que sabemos es que la AMOC está condenada y morirá lentamente”, sentencia Rahmstorf.
La preocupación científica tras la COP30
Con el (nuevo) triunfo del capital fósil en la cumbre del clima en Belém —una declaración sin ninguna mención a la eliminación de los combustibles que están calentando el planeta—, Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam, y James Dyke, director adjunto del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter, otros dos científicos de prestigio internacional, escribieron un artículo titulado “El mundo perdió la apuesta climática: ahora se enfrenta a una nueva y peligrosa realidad”.
Con la meta de limitar el calentamiento global medio a 1,5ºC sobre los niveles preindutriales muerta, los fenómenos climáticos extremos que ya estamos experimentando, como sequías, inundaciones, incendios y olas de calor, aumentarán en número y gravedad. La adaptación a estos eventos es hoy un eje central de las políticas climáticas de todos los países.
En Irán, la intención es que la región costera meridional de Makran asuma el papel de capital, lo que podría “aliviar la sobrepoblación, la escasez de energía y el estrés hídrico de Teherán”, según ha explicado Pezeshkian,
Sin embargo, la “nueva realidad” conlleva otro peligro: los puntos de inflexión de los grandes sistemas reguladores de la Tierra, como la AMOC, la selva amazónica y las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental, entre otros. “Esto se traduce en riesgos existenciales para miles de millones de personas. No en un futuro lejano, sino en los próximos años, en caso de eventos extremos, y en décadas, en caso de puntos de inflexión”, alertan estos dos investigadores.
Este “cambio ambiental” y sus correspondientes retroalimentaciones —la desaparición acelerada de las selvas tropicales liberaría miles de millones de toneladas de dióxido de carbono y elevaría aún más las temperaturas— exigirá una adaptación drástica y radical, aunque no exenta de mucho sufrimiento. Islandia, ya preparándose para un posible colapso de la AMOC, está mostrando el camino.
Este escenario de “Tierra invernadero”, término que han bautizado estos científicos para describir un mundo desestabilizado por completo, todavía es evitable. Eso sí, requiere una acción inmediata a escala global, una hoja de ruta que, tal como ha quedado reflejado en la COP30, el capitalismo no está dispuesto a poner en práctica. “La magnitud del sufrimiento aún depende en gran medida de nosotros”, concluyen Rockström y Dyke.
El país fósil que ya sufre el caos climático
En Teherán, capital de Irán, el sufrimiento climático ya está ocurriendo. La ciudad padece una sequía casi crónica, de las peores que se recuerden. La falta de lluvias —cinco años sin precipitaciones— no sólo está arruinando a la agricultura y provocando una crisis alimentaria. Está generando una catástrofe humanitaria de tal envergadura que llevó al presidente del país, Masoud Pezeshkian, a analizar la evacuación de esta metrópolis.
Descartada esta medida —el desplazamiento de 10 millones de personas—, el mandatario quiere que Teherán deje de ser la capital. La intención es que la región costera meridional de Makran asuma este papel, lo que podría “aliviar la sobrepoblación, la escasez de energía y el estrés hídrico de Teherán”, según ha explicado Pezeshkian,
La “catástrofe ambiental” ya está ocurriendo, ha lamentado el presidente. El terreno de Teherán se hunde y el suministro de agua disminuye cada día. Ante esta situación, Pezeshkian ha pedido la colaboración de todos los partidos políticos para evitar un “futuro sombrío”. “Proteger el medio ambiente no es broma. Ignorarlo puede ser la causa de nuestra propia destrucción”.
Pezeshkian lanzaba esta advertencia, Shina Ansari, su vicepresidenta, acordaba desde Belém, junto a otros países petroleros, una estrategia de boicot a la eliminación gradual de los combustibles fósiles
Irán lleva cinco años sufriendo una sequía extrema por el aumento de las temperaturas. El otoño suele ser lluvioso, pero en estos meses no ha caído ni una gota de lluvia en Teherán. Las precipitaciones en la capital han alcanzado en 2025 su nivel más bajo en un siglo.
La principal presa, ubicada en el río Karaj, uno de los cinco embalses que abastecen a la capital, se está secando. Según las autoridades locales, sólo contiene 14 millones de metros cúbicos, una cifra crítica. Durante el mismo periodo del año pasado, el embalse contenía 86 millones de metros cúbicos. Ahora solo tiene suficiente para mantener el suministro a la región de Teherán durante menos de dos semanas.
“Hay muchos factores que han dejado a la ciudad sin preparación para la sequía actual, entre ellos el crecimiento de la población, la mala gestión del agua y las sanciones, pero el rápido calentamiento del clima sólo agrava sus problemas”, explica Robert Rohde, científico de Berkeley Earth. Su tuit lleva una gráfica con el aumento de temperatura de Irán, que ya supera los 2ºC respecto a la época preindustrial.
En su última declaración pública, el presidente reconoció que si la sequía se prolonga más allá de fin de año, habrá que “racionar el agua” en Teherán, una medida que puede ser insuficiente. “Incluso si la racionamos y sigue sin llover para entonces, nos quedaremos sin agua”. Mientras Pezeshkian lanzaba esta advertencia, Shina Ansari, su vicepresidenta, acordaba desde Belém, junto a otros países petroleros, una estrategia de boicot a la eliminación gradual de los combustibles fósiles.
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