Arte político
Andrea Pacheco y Yeison García: el objetivo no es hacer un juicio sino ofrecer información y abrir un diálogo

En la exposición ‘La memoria colonial’, el museo Thyssen Bornemisza de Madrid ofrece por primera vez una mirada no eurocéntrica al interior de parte de su colección, que resignifica un pasado colonial que ha mantenido en la sombra la verdadera cara de ciertos personajes, contextos y paisajes, o que directamente ha borrado elementos fundamentales que retratan las obras.
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Andrea Pacheco González y Yeison F. García López forman parte del equipo curatorial de la exposición “La memoria colonial”, en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid, abierta hasta el 20 de octubre de 2024. Álvaro Minguito

Una mañana soleada del mes de julio, antes de que llegaran las sucesivas olas de calor, nos encontramos con Andrea Pacheco y Yeison F. García a las afueras del Museo Thyssen Bornemisza. Hacía solo una semana que habían inaugurado la exposición La memoria colonial que han comisariado junto con Juan Ángel López-Manzanares, comisario del museo y director del proyecto, y la historiadora del arte Alba Campo Rosillo. Es la primera vez que el Thyssen invita a dos creadores externos, y migrantes pero residentes en Madrid, para revisitar desde una perspectiva no eurocéntrica una importante colección del museo.

Sus credenciales hablan por sí mismas. Andrea Pacheco González, investigadora y curadora nacida en Chile, acumula una amplia experiencia como comisaria de diversos artistas como Teresa Margolles, Asunción Molinos o Juan Castillo, y como creadora y directora artística del espacio FelipaManuela. Ha comisariado recientemente, el proyecto Cosmonación, de la artista Valeria Montti Colque, para el Pabellón de Chile en la reciente Bienal de Venecia. Por su parte, Yeison F. García López, afrocolombiano y afroespañol, es politólogo, activista antirracista y gestor cultural. Participó en uno de los programas de residencias de investigación, en FelipaManuela, sobre la representación de la diversidad étnico racial de las instituciones culturales de la Comunidad de Madrid.

En la muestra temporal del Museo Thyssen -que está abierta hasta el 20 de octubre de 2024- Andrea y Yeison no solo unen sus conocimientos sino también sus trayectorias vitales dentro de colectivos migrantes tanto artísticos como activistas, de Madrid. De allí nace una colaboración que quiere marcar un nuevo rumbo en las instituciones culturales y que probablemente ya está prendiendo mecha.

Vosotros como creadores independientes y pertenecientes a comunidades migrantes aquí en Madrid, ¿cuál ha sido vuestra impronta en esta curaduría mixta, y como se ha planteado desde el museo propiamente? 

Yeison: Todo parte en la presentación del proyecto de investigaciónLa diversidad étnico- racial en instituciones culturales de la Comunidad de Madrid, que realizamos José Ariza y yo a partir de una invitación de Andrea Pacheco a participar en una residencia de en el Espacio FelipaManuela. En esta presentación justamente vino el encargado de contenido del museo y director del Proyecto, Juan Ángel López Manzanares, y nos invitó a participar en un asesoramiento de un recorrido online que ya estaban trabajando él y Alba Campos Rosillo, que es la otra comisaria de la exposición.

En esa presentación se dieron cuenta, por decirlo así, de que un recorrido decolonial como lo estaban trabajando ellos no podía ser por parte de una curadora o comisaria blanca, sin ningún tipo de vínculo con las comunidades migrantes racializadas en el contexto español y un comisario del museo, sino que realmente querían dar una profundidad decolonial y tenían que participar, de alguna forma, las comunidades. Y por esto entiendo yo que nos invitaron a participar en este asesoramiento además de de toda la trayectoria, digamos de trabajo, principalmente de Andrea vinculada al comisariado y mi parte, más de de gestión cultural.

A partir de ahí empezamos a trabajar con ellos toda la parte del discurso, la narrativa del lenguaje que iba a acompañar todo el recorrido y que finalmente terminó en esta exposición. Nuestra parte del trabajo ha sido participar en la selección de obras, por supuesto, pero también en la narrativa, los discursos, el lenguaje que iba a dar el marco de toda la exposición, porque creo que justamente, el hecho de que participamos de un tejido cultural antirracista hace que tengamos familiaridad con unos conceptos que ellos no tienen, conceptos que tienen una potencialidad política y que permite conectar esta posición con un contexto que es el español, pero también el contexto internacional, porque nosotros venimos trabajando toda la parte de decolonialidad y antirracismo desde hace hace varios años. Esa ha sido nuestra impronta en esta expo.

Andrea: Para llegar a lo que Yeison dice, estos asuntos los veníamos trabajando no en cualquier lugar, los estábamos trabajando de una manera muy situada en el contexto de Madrid. De manera general lo decimos en el texto que hemos escrito para el catálogo: la teoría decolonial ha generado todo un cuerpo de discurso crítico de conceptos, de vocabulario que son muy importantes y muy útiles, pero también es un pensamiento crítico que en el contexto español había estado durante muchos años muy atrapado en la academia, a pesar de que había colectivos y espacios trabajando ya en estos asuntos, y eso no se había cruzado con las grandes instituciones del arte. Parecía que todo lo que sucedía en los espacios y los colectivos migrantes era algo que funcionaba casi como una especie de cultura marginal, y lo sigue siendo.

Andrea Pacheco
Andrea Pacheco frente a "América sin fronteras", una de las obras de autoría no europea que forma parte de la exposición 'La memoria colonial', del Museo Thyssen-Bornemisza. Álvaro Minguito
“El hito y la transformación de este proyecto y de este equipo ha sido contar con personas no solo que teníamos una trayectoria en todo lo que es la reivindicación antirracista desde el campo cultural, sino además, en el contexto de Madrid

Y cuando había grandes eventos en relación a lo decolonial en las instituciones, siempre los invitados eran de fuera. Venía una Rita Segato o un Walter Mignolo, Silvia Rivera Cusicanqui... El propio Museo Thyssen traía artistas racializados, pero todos de fuera, todos extranjeros, todos de alguna manera muy legitimados en el contexto del arte internacional. Entonces, yo creo que el hito y la transformación de este proyecto y de este equipo ha sido contar con personas no solo que teníamos una trayectoria en todo lo que es la reivindicación antirracista desde el campo cultural sino además, en el contexto de Madrid. Hasta ahora, creo que no había sucedido y eso ya le dio al proyecto una fuerza y una agencia que no habría tenido si a este equipo curatorial hubiesen traído a dos personas, por ejemplo, un curador y una curadora racializados afrodiaspóricos pero de Inglaterra o de América Latina. Esto es lo que ha sido y lo que va a ser realmente transformador este proyecto.

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Y cuáles han sido los retos de esta curaduría, entendiendo que no partíais desde los mismos conceptos que el museo, y probablemente desde la misma selección de las obras. Contadnos.
Andrea:
Los retos fundamentales para mí tienen que ver con el lenguaje, con el vocabulario, con la manera en que se dicen las cosas y también con los modos de hacer, una cuestión casi metodológica. En mi caso, por ejemplo, he desarrollado otros proyectos curatoriales en instituciones, pero no había trabajado nunca con una colección y con el equipo del museo que es el que tiene toda la información. En el caso de Juan Ángel López-Manzanares, que es el director del proyecto, es una persona que lleva 20 años trabajando en este museo, entonces maneja una información que nosotros no manejamos. Ahí, creo que siempre ha habido una cierta tensión porque nosotros nunca íbamos a poder llegar a manejar y a tener el conocimiento que él tenía de las obras, entonces hemos tenido que disputar muchos espacios y en esa disputa siempre estábamos un poco en desventaja. Si nosotros hubiésemos tenido la oportunidad de hacer este proyecto en tres o cuatro años, por ejemplo, con una larga investigación pagada por el museo, donde nosotros hubiésemos podido entrar a esa colección, conocer todas esas obras, probablemente habríamos estado en igualdad de condiciones. Pero creo que también éstas son las maneras en que se trabajan las exposiciones temporales, donde el periodo de investigación es muy breve, y para nosotros ha sido siempre escaso.

Ese ha sido un primer desafío y el otro tiene que ver con, yo creo, la disputa del vocabulario y de la forma en que se nombran las cosas y se dicen, que van desde conceptos de términos muy concretos a también la utilización de los verbos en determinadas frases. En la escritura ha habido muchísimo debate y ha sido el gran campo de batalla, más que la selección de las obras, porque la selección está relacionado con lo anterior. Como nosotros no teníamos todo ese conocimiento ya partimos sobre la base de una preselección, que está muy bien. Pero quiero decir, igual la mirada nuestra hacia la colección y hacia las obras es muy distinta. Incluso la mirada mía es muy distinta la mirada de Yeison, o sea, se acerca más, pero son miradas diferentes. Ahí ha habido un territorio de negociación constante, básicamente desde el lugar de negociación en que cada una trabaja.

Por nuestra parte estamos hablando de una epistemología que está relacionada con una práctica política que busca reivindicar los derechos comunitarios de las personas migrantes y racializadas en el contexto español

Yeison: Creo que ha habido una parte también de disputa epistemológica porque partíamos de diferentes trayectorias y esa disputa está relacionada con proyectos políticos diferentes. Estamos hablando de un proyecto político que está detrás del Museo Thyssen, que tiene una narrativa institucional, que tiene una postura institucional, y por nuestra parte estamos hablando de una epistemología que está relacionada con una práctica política que busca reivindicar los derechos comunitarios de las personas migrantes y racializadas en el contexto español. Cuestiones que nos parecían a nosotras súper súper importantes, para la otra parte no lo eran tanto pero porque en términos de epistemologicos no entraba dentro de su marco, Entonces, ha sido una negociación constante por ese marco que iba a atravesar toda la exposición y ahí, ha sido casi una disputa de concepto a concepto sabiendo cómo, tanto Andrea como yo, partíamos, como bien lo ha dicho, desde una posición diferente a esa autoridad institucional. O sea que, en algún momento, aunque ha habido un trabajo de apoyo por parte de la institución, ésta siempre puede decir esto no.

Creo que eso lo hemos intentado y el museo ha entendido y el director del proyecto ha tenido la flexibilidad de entenderlo, que quizás en otro momento y en otras instituciones hubiese habido mucho más peso de esa autoridad institucional. Aquí no lo ha habido, pero también porque tanto Andrea como yo, les hemos abierto el corazón a la exhibición, como decir, esto tenéis que entenderlo porque no es una exposición al uso, no es una exposición del marco con el que se han hecho las exposiciones relacionadas con lo decolonial. Aquí no, esto es un proyecto político situado, perteneciente a un contexto político concreto y para ello este concepto es muy importante.

Por ejemplo, la obra de Jan van Kesse lII, Vista de la carrera de San Jerónimo y el Paseo del Parado con cortejo de carrozas, una pintura enorme y muy importante del museo. Nosotros descubrimos que representa lo que sería la esquina del Paseo del Prado en la que hay como una especie de de carroza y un montón de personas de calle y demás elementos. De repente, en esta la pintura del siglo XVII que está representando a Madrid, hay una persona negra y nadie antes se había dado cuenta de eso. Por supuesto para nosotros era muy importante que esa obra estuviera ahí y formara parte de la exposición. Eso es algo que nosotros empujamos para que la gente del museo pudiera entender, una disputa lógica porque realmente partíamos de diferentes trayectorias y estas trayectorias tenían diferentes proyectos políticos.

Este proyecto ha sido un proceso de aprendizaje muy importante para nosotras, pero para la institución más porque han trabajado por primera vez con gente que tenemos un compromiso con nuestra comunidad

Andrea: Una cosita muy breve que agregar, y quizá tendría que decirlo mejor el museo, pero a mí me parece desde fuera que este proyecto ha sido un proceso de aprendizaje muy importante para la institución. Para nosotras, por supuesto, pero para la institución más porque han trabajado por primera vez con gente que no solo está trabajando por su propia trayectoria profesional, o sea que teníamos y tenemos un compromiso con nuestra comunidad a la que pertenecemos y lo vimos el día de la inauguración. Yo todavía me emociono de ver la cantidad de gente que estuvo aquí que se sintió representada, la gente que con los ojos llorosos me decía, 'gracias por lo que hicieron, gracias de verdad'. Fue súper bonito y eso para nosotros es lo más importante. Aquí, yo sé que estoy hablando por los dos, y eso siempre estuvo sobre la mesa, He hecho otros proyectos donde lo importante es mi carrera o el trabajo del artista, y es que aquí no. Nosotros teníamos un deber y creo que como todo proyecto tiene fallos, pero ha sido un proceso de aprendizaje muy grande para nosotros y para la institución y creo que lo han entendido y estoy muy satisfecha. Ha habido dentro de todas esas tensiones muchísimo respeto a esto que te estoy contando. Es decir, ha habido comprensión de lo que había detrás.

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La selección de los cuadros, ¿cómo fue?. A lo mejor vosotros teníais ideas de contenido, pero no habría obras que los representasen por ejemplo.

Andrea: En términos metodológicos, hubo primero una primera selección de obras que hace Juan Ángel donde básicamente eran obras, o que bien representaban paisajes o personas de territorios coloniales de todo lo que fue el reparto del mundo desde Europa, o que incluían dentro de esas pinturas, aunque fuesen dentro del contexto europeo, a personas racializadas o personas no europeas,. Esos han sido básicamente los dos criterios. Por ejemplo, en la sala 4. Evasión a nuevas arcadias, vemos paisajes con personas racializadas o personas que estaban racializadas dentro de las obras, ese digamos, fue el límite. Pero, en el último momento decidimos incluir otras cosas, como en la sala 1, sobre Extractivismo y apropiación se decidió incluir una pintura del siglo XVII -casi todas en esta sala son obras de ese siglo- de un hombre blanco holandés revisando unos documentos que son mapas. En ese momento, hacia el 1660-1670, Holanda era un país fundamental en toda esa fragmentación en que se había repartido el mundo. Por ello decidimos poner esa obra en esa sala. Era un hombre blanco, no era un paisaje pero sí que nos parecía que ese hombre blanco, de otra forma, también formaba parte de esa construcción racial de dominación colonial.

Yeison: Sí, esa selección de obras fue cuando cerramos la parte de las líneas temáticas, un intento de que cada obra se correspondiera con el texto y con la idea de la sala. Y aquí señalar que, de las 1,200 obras que tiene la colección, solo hay dos de personas racializadas. La de Wilfredo Lam y la de Romare Bearden. Entonces, lo que hicimos fue empezar a revisar obras de arte contemporáneo, no solo para construir ese contradiscurso sino para que hubiera presencia de artistas no blancos en la propia exposición, porque si no hubiese sido casi toda de artistas blancos. Y esa cuestión también la pusimos sobre la mesa. Esa selección de obras, principalmente de la colección TBA21, venía acompañada de la necesidad de que hubieran obras de artistas del sur global porque si no, no podíamos o era muy complicado, plantear la memoria colonial solo con artistas de blancos.

Decías en nuestro paseo por la exposición que esta abre un diálogo con las instituciones a través del legado y los tesoros que que tienen todas estas instituciones museísticas, y de cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Cuál ha sido la motivación de este diálogo?

Andrea: Sí, de hecho el el texto nuestro en el catálogo se llama “Hay algo de lo que tenemos que hablar” que es una frase que que tomamos de una serie de HBO de hace un par de años, de Raoul Peck, un cineasta afroamericano de origen haitiano. Él hizo esa serie de cuatro capítulos que se llama “Exterminate all the brutes”, basada a su vez en un libro de Sven Lindqvist, escritor sueco que viajó por África y contó todas las barbaridades que vio. Peck toma ese libro y toma también “Silenciando el pasado”, de Michel-Rolph Trouillot, y algún otro texto, para hablar sobre ese silenciamiento del pasado y sobre la necesidad de contar esa otra historia para abrir ese diálogo. O sea, el diálogo no se puede abrir sin información.

Lo fundamental de este proyecto es ofrecer una información que ha sido borrada, silenciada, ocultada de manera voluntaria o de manera accidental, para abrir esa conversación

Para mí lo fundamental de este proyecto, y lo hemos dicho muchas veces, es ofrecer una información que ha sido borrada, silenciada, ocultada de manera voluntaria o de manera accidental. Tampoco esta exposición tiene el objetivo de hacer un juicio sino más bien ofrecer información para abrir esa conversación. Y esa conversación implica a todas las instituciones. Hemos empezado por este museo, pero esperamos que esto sea un efecto dominó y que abra conversaciones y diálogos en muchas otras instituciones, no solo de arte, sino que se tienen que abrir en el Museo Antropológico, en el Museo de Historia Natural, en el Museo Geominero, en el Museo de San Isidro de Madrid, que es un museo que está dedicado a la ciudad donde el área dedicada al Madrid Islámico ¡es un pasillo!. Es decir, aquí hay un un relato de la historia de esta ciudad y de esta península que a nosotros como personas latinoamericanas también nos atañe, porque somos hijas de ese proceso colonial que se inicia aquí, y que no está contada del todo. Es una historia mutilada y esa conversación hay que abrirla con información.

Yeison: También hay una cuestión, España llega más tarde a los procesos de apertura de diálogo sobre su pasado colonial y esclavista que otros países europeos, con sus errores, con sus fallos, pero que han abierto e intentado profundizar. Aquí estamos todavía debatiendo cosas que en Francia, en Portugal o en Inglaterra, incluso en Holanda, ya por lo menos forman parte del debate público. Aquí todavía ciertas esferas están hablando de que no hubo colonias sino virreinatos, por ejemplo. Creo que precisamente esta exposición permite poner elementos profundos en la conversación y principalmente elementos puestos por el Museo Thyssen, que no es cualquier museo sino uno de los más importantes de España.

Como que realmente en este país que hay cero pedagogía en términos de antirracismo o simplemente de conciencia racial, una de las cosas que buscábamos es que la gente salga preguntándose una serie de cuestiones que le permitan conectar,  desde otro lugar,  cómo se reproduce el racismo en la actualidad en nuestra sociedad. Son elementos que todavía no están lo suficientemente circulando, que todavía pertenecen a un pequeño grupo, quienes estamos en el antirracismo, pero que son muy importantes para que la gente entienda de qué tipo de sociedad estamos hablando y, principalmente, qué tipo de sociedad queremos en el futuro. La exposición, de una manera u otra, desde la incomodidad pero también desde la propia curiosidad, puede permitir que la gente empiece a tomar mayor conciencia del tipo de sociedad en la que vivimos en términos de jerarquización racial, de conciencia racial y cómo el colonialismo se sigue reproduciendo en nuestras calles, en las calles de Madrid.

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Yeison y Andrea en la última sala de la exposición observan la obra fotográfica del artista palestino Taysir Bathiji. Álvaro Minguito

Por último, la muestra de la que sois co-comisarios ha tenido reacciones departe de ciertos sectores de la sociedad española que no han querido ver o no han intentado comprender esta nueva mirada que proponéis. ¿Qué opináis?

Andrea: Creo que todo proceso de transformación conlleva resistencias desde la otra parte. Ha pasado históricamente con el feminismo que ha tenido muchísimas resistencias y las sigue habiendo, hasta día de hoy. Ahora tenemos en Latinoamérica un país como Argentina que está teniendo unos retrocesos brutales en cuestión de feminismo, es decir que las batallas no están paradas, ninguna batalla está ganada y ahora mismo nos enfrentamos aquí a una batalla cultural, que es la batalla de la historia: quién cuenta la historia y cómo ésta se relaciona con el presente. A mí me cuesta articular todavía una respuesta constructiva en relación a esas reacciones. Lo que yo veo es una cuestión tremendamente rancia.

Cuando escucho, y he tenido esas situaciones de gente que dice, 'qué pasa, que todos los españoles somos culpables', entonces pienso que se está leyendo todo desde un lugar erróneo. Mucha gente me ha dicho, '¿tú alguna vez has sido discriminada?', y es que, no es eso. Creo que todo lo que está pasando forma un poco parte del guion. Probablemente el museo no lo tenía tan claro pero nosotros sí sabíamos que esto iba a pasar. El peligro de esto es la cancelación o que se genere un efecto de replegarse. El peligro no es la reacción que me parece que forma parte de y me parece muy bien que haya gente que esto le parezca una aberración. En general, la gente no está interesada en que le movilicen su suelo y que se le hable de sus privilegios. Pero lo que sí me preocupa que esto contribuya a que haya un proceso de repliegue y decir 'uy, no, mejor que no'. Eso sí que me parece que sería complicado y es un peligro al que nos enfrentamos.

Yeison García
Yeison F. García delante de la obra "Grupo familiar ante un paisaje", de Franza Hals, con la que abre la exposición 'La memoria colonial' del Museo Thyssen-Bornemisza. Álvaro Minguito

Yeison: Realmente toda la construcción de una España imperialista o una España descubridora no es una ideología que simplemente permea en sectores de la extrema derecha y la derecha, sino que pertenece a una concepción de la propia idea de España en un momento de polarización tan grande donde la extrema derecha lo está aprovechando. La revisión de este pasado colonial esclavista para ver cómo fue y cómo sigue afectando nuestro presente puede hacer tambalear una identidad muy cerrada que hasta ahora mismo no ha sido cuestionada , si acaso solo por los nacionalismos como el catalán. Pero tampoco ha sido cuestionada desde las propias identidades comunitarias de las personas que venimos de las colonias, pero que somos parte de esta sociedad. Creo que eso será un proceso pedagógico muy grande el que tenemos que llevar a cabo para que se entienda que no es un ataque como tal, sino una ampliación de lo que ha sido, y es, su propia historia.

Esta revisión o ampliación de la historia puede que ponga en cuestión la acumulación de riquezas de parte de una élite de este país y cómo su riqueza está vinculada con la esclavización de personas

La otra idea tiene que ver con la cuestión que vemos en la pintura de Thomas Lawrence, el retrato de David Lyon, es decir, que esta revisión o ampliación de la historia puede que ponga en cuestión la acumulación de riquezas de parte de una élite de este país y cómo su riqueza está vinculada con la esclavización de personas. O sea, por qué no nos preguntamos sobre cómo se construyó el barrio Salamanca, por qué no nos preguntamos sobre cómo muchos monumentos y sitios históricos están construidos con dinero proveniente de la colonización, por ejemplo, el Palacio de Liria, que viene del dinero del lucro del Ducado de Veragua, que era un una parte de la dominación colonial en lo que hoy es Panamá.

El hablar del pasado colonial y esclavista de este país pone también en cuestión la acumulación de riqueza de una parte de esta élite que ha tenido la oportunidad de esconderse porque no se ha revisado esa parte. Hoy, al leer al historiador José Antonio Piqueras y a otros historiadores e historiadoras que han trabajado sobre este tema, se ve que hay mucha riqueza en el contexto de la industrialización del País Vasco y Catalunya, pero también de Madrid, que está, de alguna manera,  construida con dinero proveniente de la esclavización de Cuba. O también en Guinea Ecuatorial hubo esclavitud y hasta hace poco era una colonia de España. Es decir, hay una especie de silencio, que permite a estas élites camuflarse y no poner en cuestión de dónde proviene sus riquezas. Por eso creo que a parte de esta élite les pica porque de repente se les va a poner en cuestión de dónde proviene su posición social.

Andrea: Y además que siempre la cuestión racial y colonial, tal como está atravesada por la cuestión de género, está por supuesto atravesada por la cuestión de clase. Finalmente, quienes están escribiendo en contra de esta exposición son los medios, no solo son de derecha, sino que son los que están dirigidos a las élites de este país. Yo prefiero decir que esa gente es la que está nerviosa.

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La exposición

“La memoria colonial” la componen 58 obras a través de las cuales se representa la cultura colonial europea y cuya única mirada eurocentrada habría ocultado, incluso ignorado en todos estos siglos elementos fundamentales, tanto de elementos dentro de los cuadros como del contexto histórico en el que fueron creados. A estas obras se suman, a manera de diálogo o contradiscurso, 17 obras de artistas contemporáneos no europeos de la colección TBA21 y que acaban por conformar una percepción ampliada del mundo.

A las obras gráficas de diversas estilos técnicas plásticas que componen toda la muestra les acompañan textos explicativos más amplios que lo que se acostumbra -y en los que vale la pena detenerse el tiempo necesario, y algunas paredes lucen frases del pensamiento decolonial, desde Franz Fanon hasta la madrileña Esther Mayoko. Además, se ha publicado el catálogo de “La memoria colonial” en el que Andrea Pacheco y Yeison F. García ahondan en sus ideas sobre la exposición e incluye la parte explicativa de las seis líneas temáticas de la muestra trabajadas por Juan Ángel López-Manzanares y Alba Campo Rosillo.

Entre otros materiales se han realizado un glosario de términos sobre lo que significa lo decolonial, una lista de música también comisariada por Pacheco y García, un podcast y hasta una sesión de DJ Gufi titulada: Negritud y gitanidad, “Que sea el ritmo en que nos hable el de colonialismo”.

Aunque la web del Museo Thyssen-Bornemisza ofrece un paseo virtual, recomendamos asistir presencialmente para apreciar en su amplitud una nueva mirada sobre las 75 obras que conforman esta extraordinaria exposición.

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