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Argentina
El “voto útil” intenta frenar el avance de la ultraderecha en las elecciones de Argentina
La política argentina quedó descolocada luego del triunfo de Milei en las elecciones PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) del pasado 13 de agosto; y nadie parece haber encontrado aún un lugar que le resulte cómodo, si es que algo así es posible en medio de tanta incertidumbre de cara a las elecciones presidenciales del próximo 22 de octubre. Los resultados de las PASO no solo patearon el tablero político y obligaron a replantear estrategias, sino que generaron un cimbronazo cuyas consecuencias sólo se podrán medir en el tiempo. La irrupción de Milei también pone en debate la necesidad de apelar a un voto útil, o estratégico (definir el voto en función del eventual resultado de las elecciones), que pueda frenar el avance de la ultraderecha, y de discursos negacionistas y neofascistas, que proliferan de forma inédita en la Argentina post dictadura.
Argentina
Elecciones en Argentina Quién es quién en el mapa electoral argentino
Voto útil
Aunque la candidatura de Sergio Massa —actual ministro de Economía y candidato del oficialismo— ni siquiera dejó conformes a amplios sectores del kirchnerismo/peronismo, históricamente el peronismo acostumbra a cerrar filas detrás de sus propios candidatos, y a lidiar de forma pragmática con las incomodidades que ello le genera, en nombre de la lealtad. En este caso, y en unas elecciones que aparecen como un parteaguas, ciertos sectores de izquierda —más vinculados a las organizaciones y los movimientos sociales, o que simplemente viven como una amenaza un posible triunfo de Milei, pero tampoco ven con buenos ojos al candidato oficialista—, se ven en la disyuntiva de votar, y llamar a votar, a un candidato que ni siquiera los termina de convencer, y menos los entusiasma.
Muchos de quienes votarán a Massa en esta elección lo harán en aras de lo que se conoce como voto útil. El hecho de que el kirchnerismo, por sus propias divisiones internas, y por los malos resultados de su gestión de gobierno, no haya podido imponer un candidato presidencial, hizo que muchos de sus votantes se hayan inclinado en las PASO por Juan Grabois, el candidato que compitió con Massa en la interna de Unión por la Patria. Aún sin un gran aparato detrás, Grabois hizo una muy buena elección, pero, una vez descartado de la carrera presidencial, los peronistas volverán a ejercer su histórica fidelidad al peronismo. El asunto es que ahora, y a diferencia de otras épocas, todas las otras opciones que ofrecen las urnas están giradas hacia la derecha.
El problema radica en que el oficialismo de Massa ya ajustó, Bullrich ya gobernó, reprimió y recortó, y Milei es la novedad, y donde parecen estar depositadas todas las esperanzas de cambio
La posibilidad de una centroderecha con el actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, a la cabeza, también quedó descartada cuando Patricia Bullrich se quedó con la interna de Juntos por el Cambio. Con un discurso y una propuesta que casi se superpone a la de Milei en muchos aspectos, lo que tiene para ofrecer Juntos por el Cambio es todo ajuste, recorte de derechos y amenaza de represión, frente a cualquier atisbo de protesta. El problema radica en que el oficialismo de Massa ya ajustó, Bullrich ya gobernó, reprimió y recortó, y Milei es la novedad, y donde parecen estar depositadas todas las esperanzas de cambio.
Además de la incertidumbre el otro elemento que juega fuerte en estas elecciones es el factor especulativo. En un escenario de tres tercios como el que dejaron las PASO, y en el que Milei fue el ganador por un estrecho margen, todos apuntan a disputarse votos, pero, y, sobre todo, a convencer a los que no fueron a votar, que son quienes en realidad ganaron las elecciones, para que vayan y lo hagan por ellos. En los resultados finales de las PASO los ausentes representaron el porcentaje más alto, se trata de diez millones de personas que podrían definir la elección.
Avance de la ultraderecha
Durante la primera parte del año muchos advirtieron que el hecho de que tanto la oposición de Juntos por el Cambio (el partido del ex presidente Mauricio Macri), como el oficialismo/peronismo/kirchnerismo, estuvieran enfrascados en sus propias internas, a corazón abierto, no era buena señal. Entre otras cosas, porque ese escenario evitó discutir y focalizar en lo más importante: las distintas propuestas políticas. No está claro, con el diario del lunes, si aún se estaba a tiempo de frenar un proceso que evidentemente ya bullía y que tiene en el centro de sus cuestionamientos a la clase política.
Lo que Milei llama la “casta política”, y que representa a la política tradicional cuestionada en sus privilegios. Tampoco está claro cuánto le llevará a Milei ser uno más de esa casta, ni cuánto le durará ese lugar de outsider desde el que erigió y construyó su propia identidad. Por lo pronto, milita en política desde hace años, es diputado nacional, y ya se mudó a un barrio privado. Lo que sí está claro, es que quienes apoyan el proyecto político del ultraderechista decidieron saltar la denominada “grieta” —que divide la Argentina entre peronistas/kirchneristas y cualquiera de sus oponentes desde hace décadas—, por arriba.
El no saber/querer/poder leer la situación actual en todas sus dimensiones en parte explica la sorpresa que significó no sólo la arremetida de Milei y su partido, sino un contexto que le es propicio
En todo caso, lo importante ahora, para una gran mayoría de las organizaciones, partidos y personas, a quienes la irrupción de Milei y sus ideas, tomó desprevenidos, es hacer un buen diagnóstico de la situación que permita encontrar respuestas y soluciones a la grave situación que atraviesa Argentina, pero también, y de forma urgente, tratar de frenar el avance de la ultraderecha. Para muchos, esa falta de un buen diagnóstico, y el no saber/querer/poder leer la situación actual en todas sus dimensiones y complejidades, en parte explica la sorpresa que significó no sólo la arremetida de Milei y su partido, sino un contexto que le es propicio.
“La mañana siguiente al triunfo de Milei yo me levanté con la sensación de un golpe de Estado. Sé que no es un golpe de Estado como el del 76, pero esa sensación yo sólo la había tenido en ese momento. La de que hay mucha gente avalando esto, y pidiendo mano dura”, cuenta Viviana Serafini, integrante de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Serafini militó activamente en grupos anarquistas antes y después de la dictadura, y su compañero de entonces y padre de una de sus hijas, continúa desaparecido. “Me preocupa más que nada el contexto, el tipo está chiflado (Milei), pero la gente vota a un chiflado”.
Serafini es una de las tantas que en este contexto se ha decidido por un voto estratégico: “Yo históricamente no voto por mi pertenencia a organizaciones anarquistas, pero ahora que no vengo militando activamente en ninguna organización política, mi participación mínima es el voto. Este voto a Massa tiene que ver con frenar el avance de la derecha, pero además con que yo, sí gana la derecha, no tendría nada que reclamarle, pero a Massa sí”.
Las organizaciones
Aunque la sociedad argentina acostumbra a dar sus batallas a pie de calle, esta vez no parece haber una reacción a la altura de las circunstancias. Las razones son muchas, y de lo más variadas, pero en el camino de dar una respuesta rápida y contundente a esta situación, y tratar de revertir el voto a Milei en las pocas semanas que separan las PASO de la 1era vuelta del 22 de octubre, muchos colectivos y personas, decidieron salir a militar el voto uno por uno. El problema es que se trata de un voto en contra (de Milei), y no a favor (de Massa), que resulta más que difícil en un contexto de una grave crisis como la que se vive en el país desde hace décadas, y si se tiene en cuenta que se trata de pedir el voto por quien actualmente es el ministro de Economía de una gestión a todas luces fracasada.
Encantar, o entusiasmar, cuando lo que prima es la frustración y el desencanto no resulta nada fácil según cuentan quienes llevan adelante esta tarea. “Nosotros hemos decidido militar un voto anti Milei, y lo estamos haciendo en la micro, en los territorios, compañero por compañero, tratando de convencer de que con Milei se va a vivir mucho peor”, sostiene Esteban Marcioni, integrante del Frente Popular Darío Santillán, una organización que agrupa y moviliza unos 15.000 activistas en todo el territorio nacional. Según Marcioni, lo que se ve en los barrios, es gente a la que le da igual quién gane, otra que quiere un cambio y ven en Milei la posibilidad de ese cambio, y quienes lo viven con miedo porque temen un retroceso en los acuerdos construidos desde el final de la dictadura hasta aquí. Respecto al impacto del discurso de Milei en esta porción del electorado, Marcioni opina que se trata de un discurso que interpela, sobre todo, de forma personal. “Nuestro planteo es que si no logramos dialogar con quien votó a Milei, y si no logramos construir un diálogo desde lo particular, desde las cosas que movilizan a esa persona, es muy difícil lograr algo”.
“Si no logramos dialogar con quien votó a Milei, y si no logramos construir un diálogo desde lo particular, desde las cosas que movilizan a esa persona, es muy difícil lograr algo”
En este sentido, el candidato que ha hecho un culto de su personalidad, y ha construido toda una identidad alrededor de su persona antes que detrás de una corriente o un armado político, obliga a sus oponentes a concentrarse, y a contrarrestarlo, desde una concepción micro. “Lo que hacemos es que, a partir de los vínculos que tiene cada compañera o compañero, con sus vecinos, familiares, o lo que tiene más cerca y conoce mejor, construya un mensaje más segmentado, tratando de no trabajar una línea única o un mensaje más macro, porque entendemos que eso hace que la gente se cierre. Tratamos de hacerle entender cómo impactaría un posible gobierno de Milei en la realidad de esa persona. La lógica del mensaje más macro, la de que vienen por tus derechos, quizás en este momento no es la mejor porque la realidad es que hoy por hoy muchos de esos derechos no están garantizados. Por eso esto es lo único que nos ha dado resultado, pero es un trabajo de hormiga”.
La respuesta de esta organización a la apremiante situación post PASO no es una excepción de este espacio. Los rápidos diagnósticos que se vieron obligados a hacer los diferentes espacios políticos, forzaron respuestas rápidas. En este sentido, algunas organizaciones también han optado por llamar a votar a la única candidata que representa a la izquierda más tradicional: Miriam Bregman, del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT)-Unidad. “Nosotres llamamos a votar al FIT y nos parece terrible esto del voto útil”, afirma Celina Rodríguez, que forma parte del Frente Darío Santillán Corriente Plurinacional/Coordinadora por el Cambio Social.
Según Rodríguez, la decisión de llamar a votar al FIT se debe a una trayectoria común, que los ha llevado a coincidir en las luchas durante años, y a que Unión por la Patria (Massa), cuenta entre sus filas con “funcionarios que han tenido actitudes muy negativas respecto a la luchas del campo popular”. El problema, para quienes militan el voto estratégico, es que Bregman es casi una ilustre desconocida entre el común de la gente y su caudal de votos no le permite contar con chances de ganar.
El fantasma del mal menor funcionó un tiempo, pero se agotó, y ese agotamiento se vio expresado en las PASO
En relación a la falta de respuesta en la calle, Marcioni se muestra falto de diagnósticos. “Nosotros no medimos está situación, pero vimos con preocupación que la movilización del 28S (del feminismo en las calles a favor del aborto y los derechos conquistados), fue muy escasa. Eso fue un llamado de atención. Lo otro que vimos es que en las reuniones que hacemos semanalmente, entre los compañeros que hacemos un laburo de campaña más territorial, solíamos ser 60 o 70 en las post PASO, pero de pronto empezamos a ver mucha menos participación. No sabemos si es porque se construyó una idea de que el tipo no va a ganar o si, por el contrario, es porque ya no hay mucho por hacer”.
Sea como sea, el voto que convence persona a persona, o de boca en boca, está de regreso. Y está de regreso porque es un recurso del que la ciudadanía argentina ya hizo uso en el año 2015 cuando resultó vencedor por un estrecho margen (dos puntos), Mauricio Macri. En esa ocasión, fundamentalmente el kirchnerismo trató de convencer a sus conciudadanos de no votar a Macri. La micromilitancia se observa, y se materializa, en carteles pegados en los ascensores, fotocopias repartidas en el barrio o en los comercios del barrio, charlas informales con el taxista, los compañeros de trabajo, etc.
Si bien a lo largo de estos años, y frente a la grave crisis económica que atraviesa Argentina, una parte de los movimientos y de las organizaciones sociales —más volcadas a la izquierda y con menos vínculos con el peronismo—, optó por salir a la calle y reclamar por sus derechos, un amplio abanico de organizaciones —más vinculadas al peronismo/kirchnerismo/progresismo—, arrastró la consigna de no hacerle el juego a la derecha o, lo que es lo mismo, no protestar. El fantasma del mal menor funcionó un tiempo, pero se agotó, y ese agotamiento se vio expresado en las PASO.
Desencanto
Las urnas, y la emergencia de Milei y de su partido, La Libertad Avanza, expresan un profundo malestar con la situación económica, y que gobernar con ampliación de derechos (solamente), como lo vienen haciendo muchos progresismos latinoamericanos, tampoco alcanza. En Argentina, la última cifra de pobreza dio un 40,1%, y ese es un dato insoslayable; tanto que, a quienes militan activamente en los barrios y los territorios, también se les agota el discurso de la defensa de derechos para contrarrestar el del libertario, porque lo que se quiere es otra cosa.
“Lo que vemos en los barrios es que, lamentablemente, por lo disruptivo del discurso de Milei, genera esperanza, al menos entre los más jóvenes”, opina un integrante del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que prefiere que no se divulgue su nombre. Este movimiento, junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), dos de las organizaciones sociales más grandes de Argentina, tienen como referente a Juan Grabois, el candidato que compitió con Massa en las PASO. “Más allá de que los militantes entendemos que un gobierno de Milei puede generar muchísima violencia en las calles, también entendemos que el nivel de desilusión que genera la política cala profundo, sobre todo entre quienes no vivieron ni los ‘90 (hiperinflación) ni el 2001 (estallido social)”.
Respecto a la decisión de votar o no al candidato oficialista: “Nosotros como organización no llamamos a votar a Massa, pero formamos parte del Frente Patria Grande, que tiene como referente a Grabois, o sea que su candidatura nos interpela. Lo que hacemos es hablar con compañeros que están más politizados, y lo que vemos es más o menos lo mismo que muestran las encuestas, es decir, que hay un poco de todo. Es increíble, pero te encontrás con personas organizando su vida desde una construcción colectiva, pero que van a votar a Milei porque el discurso sobre las posibilidades de un crecimiento individual les hace mella. Y eso creo que tiene que ver con que la política tradicional viene hablándole cada vez menos a la gente”.
Quienes estudian este proceso de avance de las derechas desde hace tiempo, advierten que de fondo también hay un cuestionamiento al funcionamiento de los Estados
Quienes estudian este proceso de avance de las derechas desde hace tiempo, advierten que de fondo también hay un cuestionamiento al funcionamiento de los Estados, que hace tiempo dejaron de interpelar a grandes porciones de la población, y a unas democracias que tampoco los representan. Milei se presenta como un outsider, y su discurso funciona, pero él mismo forma parte de esa casta política a la que tanto crítica. Milei es el que habla claro cuando la política no se entiende, mucho menos cuando los políticos se pelean entre ellos y lo único que exponen son sus disputas de poder, y es lo nuevo, frente a consignas que se repiten una y otra vez y que a fuerza de repetirse se tornaron vacías.
Es poco probable que Milei, sí es presidente, pueda mejorar cualquiera de las variables que determinan la situación actual de Argentina. Mucho depende del tipo de alianzas y negociaciones que pueda establecer con los distintos sectores de poder, esos mismos que dice despreciar. Tampoco es probable que Milei pueda ganar en primera vuelta, pero como las posibilidades de que obtuviera la cantidad de votos que obtuvo en las PASO casi que no entraban en la cabeza de nadie, la prudencia es máxima.
Sin embargo, todo esto habla de un retroceso en cuanto aspiraciones y planteos políticos casi sin precedentes en la historia política argentina post dictadura. En un país que se presenta como referente mundial de derechos humanos, Milei negó que haya 30.000 desaparecidos, y sostuvo que esto no fue un genocidio sino una guerra, y lo hizo en horario prime time y con una audiencia que batió records. Que la realidad está permanentemente en disputa es una premisa básica que no se puede olvidar, tanto como que los consensos básicos se construyen en el día a día. La situación argentina actual vino a recordar eso y a advertir de que la distancia entre el mundo de la política y las bases sociales se ha profundizado de una forma alarmante.
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Hombre, hay que ser absolutamente un oligofrénico profundo de baba para no ver con total nitidez que (por ejemplo, aquí en ESPAÑISTÁN) estamos dentro de un RÉGIMEN DE PODER OLIGÁRQUICO PARTITOCRÁTICO-ANTIDEMOCRACIA-USURPADOR-EXPOLIADOR-NEOLIBERAL-LIBERTICIDA-FILOFASCISTA-ESTATALISTA-CORPORATIVISTA-ALEVOSO-PREVARICADOR-CORRUPTO-CORRUPTOR-CRETINIZADOR-REPRESOR-RACISTA-SUPREMACISTA-CLASISTA-APORÓFOBO-CULTURICIDA-MACHISTA-DEMOFÓBICO-IDIOTIZADOR-ALIENADOR-IMBECILIZADOR-ETC.-ETC.-ETC.
En dicho Régimen de Poder Oligárquico, es de suyo que EL NAZI-FASCISMO-ESTALINISMO-TERRORISMO esté blanqueado, legalizado, con medallas pensionadas y que sus víctimas sean los culpables de lo que todos estos megacriminales de lesa humanidad quieran y se les antoje.
Esto es lo suyo, va de suyo.