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Análisis
Trumpismo y dolarización en Argentina: la irrupción de Javier Milei
En Argentina tendrá lugar a fines de 2023 uno de los procesos electorales más importantes de los últimos años en América Latina. El peronismo y las izquierdas con vocación de gobierno, agrupadas en el Frente de Todos, buscarán revalidar su mandato actual —ya sin Alberto Fernández, quien ha declinado la opción de volver a ser candidato presidencial. Si la coalición lograse articular una fórmula que ganase en los comicios sin optar por un dirigente del ala institucional-tecnocrática (Sergio Massa y otros), Argentina consagraría un ciclo de nuevos gobiernos de tendencia multipolarista, latinoamericanista, desarrollista y progresista en la región. Por contra, dos alternativas al antiimperialismo y al desarrollo autocentrado se posicionan frente al bloque peronista-kirchnerista: de un lado, Juntos por el Cambio, el bloque liberal-conservador, vinculado al empresariado agropecuario y al bloque internacional de EE.UU, que aupó al ex presidente Mauricio Macri al Ejecutivo nacional; del otro, La Libertad Avanza, con Javier Milei a la cabeza.
Un anarcocapitalista a por la conquista del estado
¿Quién es Javier Milei? Para entenderlo, hay que aceptar una premisa de presente que atraviesa a buena parte de las sociedades hispanohablantes: el significante “libertad” tiene un nuevo dueño en términos políticos: la derecha en sus configuraciones anticomunistas, liberales o, simplemente, anti redistribución. En Madrid, Ayuso presentó su “programa” con un soberbio llamado a la libertad en sentido amplio (o, más bien, vacío). Javier Milei ha redoblado esta apuesta, sentando un novedoso precedente en América Latina.
Novedoso, eso sí, en términos de discurso y forma, y no tanto en términos programáticos. La agenda de Milei ya ha sido probada en el país previamente. Su ministro de Economía favorito es Domingo Cavallo, responsable del endeudamiento externo, el ajuste y el famoso “corralito” del 2001. Lo innegable es que el histrionismo del “libertario” no conoce precedente en Argentina. Alienta a sus seguidores, sus “leones”, al grito de “¡Viva la libertad, carajo!” y, al ser preguntado por la emisión monetaria y la presión fiscal, responde tajantemente: “¿vos estás a favor del robo?”. Dice estar contra el estado, quizá porque ignora —¿voluntariamente?— el rol clave jugado por los aparatos estatales en el desarrollo de los principales países capitalistas a lo largo del globo. Su consigna, repetida hasta hacerse dogma, es la de una feroz insistencia en “la superioridad del capitalismo”, y sintetiza el discurso con el que ha logrado penetrar en el ecosistema mediático argentino: “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad”.
El significante “libertad” tiene un nuevo dueño en términos políticos: la derecha en sus configuraciones anticomunistas, liberales o, simplemente, anti redistribución
Pese al interés suscitado por alguna de sus principales salidas de tono (sirva como ejemplo la ocasión en la que dejó abierto el “debate filosófico” en torno a la compra-venta de menores), merece más la pena indagar en su agenda programática. De hecho, algunos de los elementos centrales de la misma se desprenden de la consigna previamente expuesta: la vida es defendida a través de la negación del derecho al aborto para las personas gestantes; la libertad es la de portar armas en un país con importantes focos de violencia narco (por ejemplo, Rosario); la propiedad está atada, por supuesto, a la retórica antiimpuestos. Sería naïve ignorar que su potencial vicepresidenta, la diputada Victoria Villarruel, está asociada a los discursos negacionistas de la dictadura de Videla y tiene relación familiar con el Ejército argentino.
En términos de antifeminismo, antiprogresismo y anticomunismo, poco le separa de figuras como Jair Bolsonaro. En materia de política internacional, ha insistido en su voluntad de hacer de Argentina un estado alejado de China y adherido plenamente al bloque de poder global dirigido por Estados Unidos. De hecho, el líder de La Libertad Avanza va un paso más allá en aquello que tiene que ver con la sumisión regional y nacional a Washington: defiende la dolarización del país como receta para terminar con la inflación que le asola. Por supuesto, esta medida es tajantemente contraria a algunas de las más asentadas tradiciones económicas de un país con importantes planes de ayuda social y en el que el estado ha servido como punto de apoyo en las más importantes etapas de industrialización (siempre bajo gobiernos de signo peronista).
La apuesta por el dólar casa, además, con la adscripción internacional de Javier Milei. “El Peluca” es uno de los principales representantes de la nueva ola liberal-conservadora agrupada bajo el paraguas simbólico del ex presidente estadounidense Donald Trump. Cómodo con el lema “Don’t tread on me” [No me pises] —presente en su famosa motosierra—, sus seguidores admiran a Donald Trump y portan las banderas de la serpiente a los actos públicos a lo largo del país. En España, Javier Milei ha apoyado públicamente a Vox, llegando a participar como ponente en el acto VIVA 22 hace unos meses.
Argentina
América Latina Una inflación del 100% se ceba con los sectores populares en Argentina
¿Por qué él? ¿Por qué ahora?
La campaña mediática contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner tuvo un primer punto de quiebre en 2008, cuando agudizó las contradicciones de clase en el país al confrontar con el gran poder económico argentino: la patronal del campo. Con la Ley de Medios, que pretendía trastocar el esquema de poder comunicativo en Argentina se intensificó la violencia de los conglomerados de la información contra ella. Hoy, la vicepresidenta afronta la inhabilitación política dictada por el poder judicial tras haber sufrido un intento de magnicidio y una densa campaña de desprestigio en los grandes medios que alcanzó su pico más alto tras acusarle de ser responsable de la muerte del fiscal Alberto Nisman.
La construcción de un hombre de paja en torno a la figura de la ex presidenta facilitó la incursión de nuevos líderes políticos. Es aquí donde entra Javier Milei, quien ha hecho del discurso antipolítica (anti “casta”) su principal estandarte. El líder libertario ha capitalizado el voto protesta, generando adhesión entre capas medias y trabajadoras descontentas con la gestión del presidente peronista Alberto Fernández y no representadas por Macri ni por otra personalidad de la derecha tradicional. En este contexto, Milei se ha hecho fuerte, favorecido por las consecuencias materiales de una importante devaluación del peso y una considerable inflación, sumadas a un eficaz empleo de los shorts de Youtube y de otras redes sociales. No es descabellado postular que, pese al contenido de su agenda, él es el único dirigente cuyo discurso es percibido como una propuesta de futuro rupturista.
El líder libertario ha capitalizado el voto protesta, generando adhesión entre capas medias y trabajadoras descontentas con la gestión del presidente peronista Alberto Fernández y no representadas por Macri ni por otra personalidad de la derecha tradicional
¿Pero puede ganar las elecciones? Esta incógnita recorre buena parte de la vida política argentina desde hace meses. Parece claro que Milei es ya un actor central en la ciudad de Buenos Aires, aupándose como la primera fuerza en la capital en algunas encuestas. Sin embargo, el interior de Argentina es un misterio, ya que no ha presentado lista propia en ninguna elección provincial. Históricamente, ha existido una grieta considerable entre Buenos Aires y el resto del país. Las tendencias y hábitos de voto “porteños” no se trasladan automáticamente a provincias como San Juan, Chubut, Misiones o Santa Cruz. Si Javier Milei es capaz de asaltar algunos baluartes tradicionales del peronismo, sus opciones presidenciales aumentarán considerablemente.
La hoja de ruta en su camino hacia la Casa Rosada consta de tres fechas clave: el 13 de agosto, fecha en la que se celebrarán las PASO (una suerte de pre-elecciones a nivel nacional que sirven como proceso primario de las coaliciones y como gran encuesta electoral); el 22 de octubre, cuando se disputará la primera vuelta de las elecciones presidenciales; y el 19 de noviembre, cuando tendría lugar una hipotética segunda vuelta. Si Milei consigue avanzar al balotaje, se abrirán varias incógnitas en función del candidato al que se enfrente (ya sea del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio): ¿ganaría Milei a un candidato oficialista como Sergio Massa? ¿y a un representante del ala kirchnerista del Frente de Todos como Wado de Pedro? ¿Podría competir contra el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta? ¿y contra el ala “dura” de Juntos por el Cambio representada por Patricia Bullrich?
En cualquier caso, el surgimiento de Javier Milei confirma varias tendencias: el auge de los discursos antipolítica y anti redistribución en el seno de las derechas hispanohablantes, la vigencia de fórmulas retóricas deconstituyentes y la influencia ideológica que el trumpismo ha cosechado en varios países latinoamericanos. Argentina puede cerrar el año como el principal apoyo de Brasil en el nuevo empuje de las izquierdas regionales o, por el contrario, como la punta de lanza de la Internacional trumpista en Iberoamérica, luego de las derrotas de Bolsonaro y Kast.