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La biografía de Victor Grossman daría para una película. Nacido en 1928 en Nueva York, estudió en Harvard y el ejército norteamericano lo alistó forzosamente para la guerra de Corea. Estacionado en Alemania, desertó y se pasó al lado soviético, a la República Democrática Alemania. Lo hizo a través de un río, a nado. En la RDA, estudió periodismo y trabajó en un medio en inglés, editado para el exterior, hasta la reunificación. Es lo que cuenta en su biografía, Cruzando el río. En otro libro titulado Un desertor socialista: De Harvard a Karl-Marx-Allee hace una retrospectiva sobre el experimento socialista que supuso la RDA. Es una pena que ninguna de sus obras está traducida al castellano.
Después de la reunificación, escribió libros y artículos, y fue miembro de varias organizaciones, entre ellas la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales. La guerra civil española es el tema de uno de sus libros, Madrid, du wunderbare. En otra de sus obras, Rebel girls (chicas rebeldes), repasa la vida de tres decenas de mujeres que lucharon por causas justas. Con sus 95 años, Grossman sigue activo y escribe de forma regular análisis sobre la política alemana en su blog en inglés.
Es por eso que, en esta ocasión, le visitamos en su casa en la Avenida Karl Marx, donde vive desde hace más de seis décadas, en un bloque de pisos de una cooperativa de arrendatarios, para preguntarle sobre el estado de la izquierda en Alemania. Al hablar sobre el nuevo partido de la hasta ahora política de Die Linke, Sahra Wagenknecht, se muestra indeciso y preocupado por el futuro. Grossman es miembro de Die Linke y es muy respetado por su trayectoria y compromiso. La entrevista se realizó a comienzos de octubre. El lunes 23, Sahra Wagenknecht anunció que ella y ocho parlamentarios abandonan Die Linke para crear un nuevo partido.
¿Por qué crees que está tan dividido el partido Die Linke?
El partido está dividido y tal vez sea porque aquellos que están en los puestos más destacados quieren ser reconocidos por la sociedad, ser respetados e incluso, tal vez, formar parte del gobierno, aunque eso no suponga en realidad una gran esperanza de cambio. Han luchado por mejorar las condiciones de vida en Alemania y se opusieron al despliegue de las fuerzas armadas alemanas en Mali. Sin embargo, ahora no se oponen a la OTAN, sino que están sobre todo en contra de Rusia. Han adoptado una posición similar a la de los socialdemócratas. El otro grupo, al que considero que pertenezco, sostiene que no hay que hacer solo mejoras, sino que el sistema en sí ya no funciona. No solo en Alemania, sino en todo el mundo. En todas partes, solo hay cinco o seis grandes corporaciones en cada sector, que se vuelven cada vez más poderosas. Ya sea en la industria farmacéutica, en los medios de comunicación, en la venta de semillas, en la industria automotriz... Hay un grupo de multimillonarios que son más ricos que la mitad del mundo. Creo que un partido de izquierda debe tener como objetivo deshacerse de este sistema. Estos multimillonarios no son malas personas, sino que necesitan crecer constantemente, de lo contrario también se hundirían. Esto significa que los fabricantes de armas deben vender armas, y así es como obtienen miles de millones. Este sistema debe ser eliminado, pero eso no se puede hacer de la noche a la mañana. Las personas que trabajan deben ser alentadas a luchar por sus derechos y unirse en esa lucha, en lugar de intentar luchar por sí solas. Creo que los líderes del partido Die Linke no ven las cosas de esa manera. Quieren estar en el gobierno, buscan mejoras, pero no un cambio fundamental.
En la otra corriente, la de Wagenknecht, ¿también hay comunistas?
Algunos sí. Hay una plataforma comunista dentro del partido Die Linke, que tiene cierta afinidad con Wagenknecht. El problema con Wagenknecht es que, si logra separar un grupo, existe el riesgo de que el partido se divida y se debilite aún más, ya que en las últimas elecciones al Bundestag solo obtuvieron menos del 5%. Al final, en el peor de los casos, podrían quedarse sin nada. También tengo miedo de eso. Wagenknecht defiende posiciones sólidas en muchas cuestiones, y considero que es la mejor oradora de Alemania y muy combativa. Pero quizás sea un tanto egocéntrica. Ella cree, tal vez porque es popular y aparece en televisión, que solo eso sería suficiente para formar un nuevo grupo de izquierda. Tengo dudas y estoy un poco inseguro, tal vez sea necesario mejor romper con lo que en el fondo es la política socialdemócrata. Pero si uno se atreve y al final no obtiene nada o solo algo pequeño, como el Partido Comunista Alemán (DKP) u otros partidos pequeños, que no tienen mucho que decir, eso sería peor.
Aquí piensan que se puede dejar que una parte de la población tenga su partido de izquierda o algunos periódicos, de todos modos, casi nadie les presta atención
La crítica principal a Sahra Wagenknecht es su nacionalismo y el hecho de que no ve como prioritarios los derechos de los inmigrantes o la comunidad LGBTQ+. ¿No es eso problemático?
Ese es un gran problema. Creo que ella piensa que las personas del este de Alemania, en especial las que votan por la Alternativa para Alemania (AfD) o que no votan en absoluto, pueden ser atraídas si no se pone el foco tanto en los inmigrantes y los refugiados. Hay algo de verdad en eso, pero es peligroso, porque al final va en contra de un movimiento internacional al que no le importe la nacionalidad, del internacionalismo. Una vez están aquí, los inmigrantes se convierten en nuestros aliados y amigos, ya sea que vengan de África, Rusia o de donde sea. Debemos luchar por ellos y con ellos. Esto me preocupa, ya que Wagenknecht y su esposo [Oskar Lafontaine] parecen ir en esa dirección. Es un problema. Muchos en el este creen lo que les dice la AfD y piensan que a ellos les va mal, y que los inmigrantes están mejor, lo cual es absurdo, pero ¿cómo se vuelve a ganar la confianza de esas personas de nuevo?
En Alemania, en los últimos meses, hemos notado que esta fachada comienza a resquebrajarse. Más personas comprenden que Ucrania no puede ganar esta guerra, y por eso hay más que abogan por la paz
En comparación con otros países, Alemania no recibe tantos refugiados, a pesar de su gran riqueza. Sin embargo, en relación a otros países de la Unión, aquí el Estado les atiende mejor. ¿Falta más solidaridad en Europa?
Es cierto. Los ayuntamientos aquí dicen que no pueden costear el nivel actual y que no hay suficientes viviendas. Ahora bien, Alemania y algunos otros países del norte de Europa se han beneficiado, en particular, a expensas de África, América Latina y también a costa del sur de Europa, de Italia, España, Portugal y Grecia. Aunque ahora parece que la situación está cambiando un poco, ya que Alemania está experimentando un declive económico, no creo que la situación haya mejorado sustancialmente en Italia, España, Portugal o Grecia. Los refugiados quieren venir a Alemania, por supuesto, porque es el país más rico. También a Suecia y a los Países Bajos. Alemania es el gran destino, pero lo que sucede es que las grandes naciones industrializadas han apoyado guerras en el sur global, y cuando la gente huye de las consecuencias de esas guerras, llegan a Europa y encima les explotan como mano de obra barata, lo que presiona los salarios y crea divisiones entre los trabajadores autóctonos y los extranjeros. Es un círculo vicioso, y en esto, Wagenknecht tiene razón. La tarea principal debería ser, en primer lugar, evitar conflictos en África o el Medio Oriente, y en segundo lugar, detener la explotación. Los llamados países libres, es decir, las llamadas democracias, en especial Estados Unidos y Europa, tienen de hecho más democracia y libertad en comparación con otros países, pero han logrado su libertad en parte porque sus gobiernos tenían una población relativamente satisfecha y no les tenían miedo. Les han otorgado libertades porque no son peligrosos. No es lo mismo que en otros lugares, donde los niños cultivan café por unas pocas monedas, las mujeres cosen por unos centavos, o trabajan en las minas de coltán en el Congo con condiciones catastróficas. Aquí piensan que se puede dejar que una parte de la población tenga su partido de izquierda o algunos periódicos, de todos modos, casi nadie les presta atención. Pero cuando las cosas cambian, cuando los problemas crecen, entonces todo es diferente.
No puedo aprobar esta guerra, pero al mismo tiempo afirmo que en el fondo ha sido causada por la OTAN, quienes la deseaban y buscaron involucrar a Rusia
¿Crees que sucede ya, que la pluralidad ha disminuido? ¿Tienes miedo de verte involucrado en una campaña de desprestigio?
Sí, ha disminuido, y también en los Estados Unidos, donde se encuentra la mayoría de mis lectores. Allí la situación es aún peor en este aspecto. En Alemania, en los últimos meses, hemos notado que esta fachada comienza a resquebrajarse. Más personas comprenden que Ucrania no puede ganar esta guerra, y por eso hay más que abogan por la paz. Aunque aún no es suficiente. En cuanto a la segunda pregunta, para un hombre de mi edad, ¿qué más me da si me desprestigian? No tengo trabajo que perder, y mi pensión no me la quitarán. De mis lectores recibo muchas respuestas, la mayoría se alegra de que no participe del clima general de opinión. También tengo lectores españoles. A menudo se sienten muy solos al no formar parte de la opinión mayoritaria, y se alegran cuando leen mis textos y ven que no están completamente solos. Otros me envían cartas de agradecimiento. Eso me anima.
Es vergonzoso, podríamos acabar con el hambre con la fortuna de uno solo de esos multimillonarios
¿Porqué crees que crece tanto la intención de voto a la extrema derecha de AfD?
Creo que hay dos motivos principales. Muchas personas en el este de Alemania están amargadas y se consideran ciudadanos de segunda. En realidad, no les va peor que a los ciudadanos del oeste. Algunos han conseguido prosperar, pero muchos otros no. Todavía hay muchos hijos que se marchan al oeste a trabajar. Hay muchos lugares en los que no hay niños en absoluto. Görlitz es un buen ejemplo de esto, porque es una ciudad preciosa, que además ha sido restaurada, pero que está vacía. Las fábricas han cerrado y los puestos principales siguen ocupados por personas del oeste. El segundo motivo es que durante los primeros años veían en Die Linke a un partido que se preocupaba de ellos. Pero como Die Linke era tan exitoso, llegaron al gobierno y entonces en el imaginario colectivo ya formaban parte del establishment. Y entonces las personas empezaron a decir que para qué voy a votarlos, si son igual que el partido socialdemócrata o los cristianodemócratas. Tal vez exista un tercer motivo. Creo que en el este, la gente no está muy a favor de la actuación de Alemania en la guerra de Ucrania. Tuvieron relaciones sólidas con Rusia. Durante los cuarenta años de la RDA, descubrieron que los rusos también son seres humanos, y muchos aún mantienen contactos personales con ellos. No desean entrar en conflicto con Rusia, y pienso que la estrategia de Alemania ha sido bastante astuta en ese sentido, más inteligente que errónea.
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Alemania La Izquierda alemana, ¿hacia la escisión?
Y tú, ¿qué piensas al respecto de la guerra de Ucrania?
En relación a lo que escribo en mi newsletter “Berlin Bulletin”, algunas personas dicen que soy demasiado benévolo con Putin, mientras que otros afirman que no soy tan anti-Putin como debería y no soy crítico con Zelensky. Lo que escribo es que no puedo aprobar esta guerra, pero al mismo tiempo afirmo que en el fondo ha sido causada por la OTAN, quienes la deseaban y buscaron involucrar a Rusia. Querían destruirla, y por eso, le tendieron una trampa a Putin, quien mordió el anzuelo. Tal vez él crea que debe hace esta guerra. En mi blog hice una comparación con la obra de Shakespeare, Otelo. Otelo mató a Desdémona porque creyó que ella lo había traicionado. Era un crimen, pero, ¿quién estaba detrás? Fue el malvado Yago, quien organizó todo y lo engañó. Él es en realidad el principal culpable. Yo creo que la OTAN es como Yago en este caso, quien lo organizó todo. A pesar de ello, no puedo respaldar esta guerra.
Volviendo a la AfD, la gente sabe que es un partido cercano a las ideologías nazis...
Quizás no son conscientes por completo de de esto, porque no le dan mucho énfasis. La Alternativa por Alemania ha sabido involucrarse en diversas esferas de la sociedad, como en los equipos de bomberos voluntarios, los grupos deportivos y la vida social en general. El partido Die Linke, en cambio, está compuesto, sobre todo, por intelectuales, pero tenía muy pocos representantes del partido que fueran trabajadores sencillos. La AfD ha comprendido mejor esta dinámica y ha sabido aprovecharla a su favor. Por otro lado, los votantes de AfD son los que menos apoyan el envío de armas a Ucrania en el este de Alemania. Además, existe un cuarto punto que, por supuesto, debemos considerar. Los inmigrantes. En el este hay menos en proporción. En la cuenca del Ruhr conocían a los turcos, los italianos... eran sus colegas y amigos, pero aquí en la RDA no era así. No los conocen como personas, sino como gente que, de repente, recibe una vivienda. Ahí la AfD se ha aprovechado de esa debilidad estructural. Para recuperar a esas personas, Sahra Wagenknecht en ocasiones va demasiado lejos. Pero no es fácil, porque por supuesto la enfermera que viene aquí de Camerún también es necesitada en su país, que además ha invertido en su formación. Pero una vez aquí, no podemos olvidar aquello de “Proletarios del mundo, uníos”. Creo que otras personas que van a irse con Sahra Wagenknecht, como Sevim Dagdelen, que proviene de una familia turca, ven el asunto de la inmigración de forma diferente y mejor.
¿Tienes miedo de una gran guerra?
Creo que hay tres peligros que nos acechan, el primero de todos es el cambio climático. El segundo es que cuando la economía no marcha bien, los fascistas pueden llegar al poder. Y ya en el este de Alemania son los primeros, y en el resto del país van los segundos, por delante de los socialdemócratas o los verdes. Es increíble. Solo cuatro puntos los separan de la CDU y ya tenemos a los fascistas en el poder. El tercero es la guerra. Esos tres monstruos nos acechan y son fomentados además por los multimillonarios de que hablamos antes. Hay que acabar con ellos, no cortando cabezas, sino que reciban un salario similar al del resto. Es vergonzoso, podríamos acabar con el hambre con la fortuna de uno solo de esos multimillonarios. Una izquierda de verdad tiene que estar en las calles, en las huelgas, en las luchas estudiantiles y no solo en los parlamentos.
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Hay varios ejércitos norteamericanos, el de Canadá, el de México y el de Estados Unidos, creo que en este caso tu te refieres al de Estados Unidos. En Norteamérica hay tres países y es conveniente no caer en el lenguaje tramposo.
Le dirán a usted que es una tontería, pero la verdad es que a mí me molesta mucho escuchar "América" o "americanos" para referirse de forma exclusiva a EEUU y a sus habitantes . Aún siendo española, me parece un insulto y una muestra indudable de la arrogancia de ese pueblo. Mi marido, alemán, no entiende mi postura.