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El alto el fuego en Gaza, pendiente del veto de EEUU

El gobierno de guerra de Netanyahu intensifica sus ataques contra Cisjordania y Líbano, mientras se resiste a detener el exterminio contra Gaza, un territorio que ha dejado de ser habitable, según han denunciado las Naciones Unidas.
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Los cuerpos de los palestinos muertos en un ataque israelí cubiertos con sábanas a la entrada del hospital Nasser en Khan Yunis, Franja de Gaza. 19 de noviembre de 2023. Mohammed Zaanoun/ ActiveStills

El Consejo de Seguridad de la ONU aplaza desde el lunes una nueva votación en la que se decidirá si Israel debe hacer un alto en la ofensiva contra Gaza. Al parecer, el aplazamiento de la votación se debe a los esfuerzos diplomáticos por lograr que Joe Biden no recurra de nuevo al derecho a veto como medida de apoyo a Israel, cuyos dirigentes más destacados ansían continuar con el bombardeo. Mientras, y ante el temor de que la ventana de la legitimidad se cierre en Gaza, Netanyahu andaría en busca de nuevos frentes con los que poder alargar la tensión bélica, el único escenario que lo mantendría en el poder.

En el mar Rojo, los rebeldes hutíes sacuden el comercio internacional mediante el secuestro de embarcaciones. Estados Unidos construye una alianza global con el supuesto objetivo de proteger el tráfico marítimo, pero los yemeníes afirman que la iniciativa es “esencialmente innecesaria”, puesto que aseguran que solo atacarán las embarcaciones israelíes o que naveguen en dirección a Israel.

Gaza, pendiente del veto de Estados Unidos en la ONU

Las Naciones Unidas reconocieron hace unos días que la franja de Gaza “ya no es un lugar habitable” y que en este territorio “sólo queda miseria y dolor”. La cifra de víctimas mortales supera las 20.000 personas, otras miles siguen desaparecidas bajo los escombros, los misiles de precisión israelíes han asesinado 97 periodistas en 76 días y si la guerra terminara hoy, centenares de miles de palestinos no tendrían una casa a la que regresar. En medio de este contexto, es precisamente la ONU el único organismo internacional con legitimidad para limitar o terminar con la ofensiva indiscriminada de las autoridades israelíes contra la franja de Gaza. Siempre, sin embargo, que los Estados Unidos estén de acuerdo con ello.

El partido Demócrata capitaneado por Joe Biden ha ejercido el derecho a veto hasta en dos ocasiones durante las últimas semanas. Ello le ha permitido impedir que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara resoluciones que habrían exigido al gobierno de guerra israelí poner fin de forma por lo menos temporal a la agresión contra el enclave palestino. El lunes, se esperaba que el Consejo de Seguridad votara de nuevo acerca de un alto el fuego temporal que permitiera un escenario similar al que ya trajo la primera tregua: cese a los bombardeos contra Gaza, entrada de ayuda humanitaria al enclave palestino e intercambio de prisioneros —por un lado, la milicia palestina Hamás pondría en libertad más personas israelíes que se encuentran cautivas en sus túneles; por el otro, el gobierno israelí pondría en libertad mujeres y niños que tiene encarcelados, muchos de ellos en contra de la legislación internacional—.

La causa que motiva el aplazamiento de la votación son los fuertes esfuerzos diplomáticos que tratan de evitar que los EEUU, principal patrocinador de la ofensiva israelí, no ejerzan su derecho a veto en una tercera ocasión

Sin embargo, la votación del pasado lunes no se celebró, y se ha aplazado sucesivas veces desde entonces. Al parecer, la causa que motiva el aplazamiento de la votación son los fuertes esfuerzos diplomáticos que tratan de evitar que los EEUU, principal patrocinador de la ofensiva israelí, no ejerzan su derecho a veto en una tercera ocasión. El momentum internacional a favor de un nuevo alto el fuego gana enteros, y lo hace también dentro de la propia sociedad israelí después de una sucesión de hechos que han convertido Israel en una olla a presión.

La semana pasada, el ejército israelí acribilló a balazos a tres prisioneros israelíes en la franja de Gaza cuando estos trataban de huir de su cautiverio —lo hacían con el torso desnudo, con los brazos en alto y ondeando una bandera blanca—. Este trágico accidente, que muchos denuncian que demuestra la facilidad con la que las fuerzas israelíes abren fuego en la franja de Gaza, ha exacerbado el temor entre las familias de los cautivos, que sufren impacientes ante la incertidumbre de si podrán ver a sus seres queridos regresar a casa. Horas más tarde, Hamás publicaba un nuevo video en el que aparecen prisioneros dirigiéndose a la cámara. En el documento se pueden ver tres hombres cautivos de edad avanzada y con la cabeza rapada, las barbas largas y sin bigote, una apariencia probablemente impuesta.

Mientras EEUU se moviliza para conseguir un nuevo alto el fuego temporal que suponga el regreso a casa de unos cuantos cautivos israelíes más, los palestinos que sobreviven a la caída incesante de los misiles de facturación estadounidense contemplan con absoluta impotencia la destrucción de su mundo. El Financial Times reveló hace unos días que los bombardeos lanzados por Israel contra la Franja de Gaza han provocado en pocas semanas un nivel de destrucción similar al que algunas ciudades alemanas sufrieron durante años de bombardeos masivos en la Segunda Guerra Mundial. El cálculo va a cargo de Robert Pape, historiador militar según el cual Gaza sufre “una de las campañas de bombardeos más intensas de la historia”. Para el presidente israelí Isaac Herzog, a quien muchos veían como moderado, la masacre contra Gaza está más que justificada. Desde el 7 de octubre y hasta la actualidad, Herzog repite que “ésta no es una guerra entre Israel y Hamás, sino una guerra para salvar a la civilización occidental y sus valores”.

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Mientras haya guerra habrá poder

La popularidad de Benjamin Netanyahu está por los suelos en Israel y él lo sabe. Se trata del político más poderoso del país sionista en el siglo XXI, pero él estaba a cargo de Israel durante el 7 de octubre, jornada que muchos consideran el peor día en la historia del país,  parece que ello le pasará factura. Existe la percepción —incluso dentro del Likud, el mismo partido político de Netanyahu— de que el primer ministro deberá abandonar el cargo una vez la guerra termine e Israel afronte “el día después”. Y es precisamente ahí donde Netanyahu estaría centrando sus esfuerzos: en que esta guerra no termine.

Esta semana, en una reunión con los familiares de los cautivos en Gaza, Netanyahu ha declarado que no puede prometer una victoria, pero que sí puede garantizar en cambio que la guerra no se detendrá. Los dirigentes estadounidenses, que protegen bajo su ala el gobierno israelí ante la crítica internacional mientras les salpica la impopularidad de sus acciones, animan el ejecutivo de guerra capitaneado por Netanyahu a buscar un horizonte que dibuje un fin a la ofensiva israelí. Netanyahu y sus ministros de extrema derecha se niegan a hacerlo, mientras siguen a la búsqueda de una imagen que les permita vender una supuesta victoria ante la sociedad israelí.

Esta semana, en una reunión con los familiares de los cautivos en Gaza, Netanyahu ha declarado que no puede prometer una victoria, pero que sí puede garantizar en cambio que la guerra no se detendrá
Ante el temor de que la ventana de la legitimidad se le termine en la franja de Gaza, el primer ministro israelí prepara nuevos frentes. Los residentes de Cisjordania se sienten permanentemente amenazados —muchos temen que “después de Gaza, iremos nosotros”—. No son los únicos. Decenas de miles de libaneses que residen en el sur de Líbano perciben que en un momento u otro les tocará a ellos. De hecho, periódicos como The Times dicen contar con información facilitada por Jonathan Conricus, portavoz del ejército israelí, según la cual la invasión del sur de Líbano es una posibilidad real.

En concreto, la voluntad israelí sería tomar el control de Líbano hasta el río Litani —más allá de Tiro, la mayor ciudad del sur del país—. Ello implicaría repetir una ocupación que ya se ha producido en repetidas ocasiones durante las últimas décadas, y que la población local recuerda de forma traumática. En el 2006, una guerra de 34 días de duración entre Hezbollah y el estado de Israel supuso la muerte de más de 1.000 libaneses. Desde entonces, cuando la frontera libanesa-israelí ha sufrido repuntes de tensión, líderes políticos israelíes tanto de derecha como de izquierda han manifestado que Israel tiene la capacidad de destrozar Beirut si fuera necesario. Estas amenazas también son parte de la guerra actual. A finales de noviembre, lo dijo Yoav Gallant, ministro de Defensa y miembro del ejecutivo de guerra israelí: “lo que estamos haciendo en Gaza lo podemos hacer en Beirut”.

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Los rebeldes houthies sacuden el comercio internacional

Una coalición global con Estados Unidos a la cabeza actúa en respuesta a la amenaza naval de los houthis de Yemen. Lo hace un mes después de que Mohammed Abdelsalam, portavoz y negociador jefe de este grupo proiraní, sacara pecho por el primer secuestro que los rebeldes llevaron a cabo contra un barco en el mar Rojo. “Eso es sólo el comienzo”, decía Abdul-Salam por entonces. Los dirigentes israelíes, añadía, “sólo entienden el lenguaje de la fuerza, y la detención de esta nave israelí demuestra la determinación de las fuerzas yemeníes a la hora de batallar [contra Israel]”.

Semanas después, el secuestro de una quincena de barcos que los houthis vinculan a Israel lleva a una decena de gobiernos de alrededor del mundo a movilizarse. El secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, ha anunciado una alianza para “proteger el tráfico global” a su paso por el mar Rojo, clave para conectar el océano Índico con el Atlántico a través del paso de Suez. Reino Unido, Canadá o Francia serán parte de esta agrupación que patrullará las aguas del Golfo de Adén.

El portavoz de los houthis asegura que las aguas que rodean el Yemen son seguras para todos, con la única excepción de los barcos israelíes o que navegan hacia Israel

La coalición llega después de que los houthis, patrocinados por la Guardia Revolucionaria iraní, atacaran tres barcos el pasado 3 de diciembre. En los últimos días, el temor obliga a múltiples compañías comerciales a desviar sus naves por rutas más largas y costosas que rodean el continente africano. Los houthis, sin embargo, aseguran que la coalición es “esencialmente innecesaria”. Lo dice el propio Mohamed Abdelsalam, el negociador que apuesta por la vía de la fuerza. El portavoz asegura que las aguas que rodean el Yemen son seguras para todos, con la única excepción de los barcos israelíes o que navegan hacia Israel. El motivo: “La injusta y agresiva guerra contra Palestina”.

Eliezer Marom, alto cargo del ejército israelí, denunciaba en declaraciones a la prensa israelí que “[los houthis] son un grupo terrorista y vinculados con los iraníes, que pretenden la construcción de un frente contrario a nosotros”. Abdul-Salam parecía responder a través de Reuters: “Las operaciones navales yemeníes pretenden apoyar al pueblo palestino en un momento de asedio y de agresión. EEUU se permite apoyar a Israel, y los países de la región podemos apoyar al pueblo palestino”. Mohamed el Bukhaiti, dirigente de los houthis, ha alertado de que la coalición internacional liderada por EEUU no detendrá los asaltos contra embarcaciones en el mar Rojo. Lo único que les frenaría, asegura el Bukhaiti, sería “que [el ejército israelí] ponga fin al genocidio contra Gaza”.

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