Carlos Lopes, ex negociador de la Unión Africana, desmonta el “autoengaño” en las relaciones UE-África

El economista de Guinea-Bissau repasa algunos de los aspectos de la negociación entre la UE y la Unión Africana, de la que él formó parte. Remarca la distancia entre las necesidades africanas y el poco margen de negociación disponible desde Europa.
Carlos Lopes  Fundación Africana del Clima
Carlos Lopes, negociador de la Unión Africana y presidente de la Fundación Africana del Clima. Foto: Heinrich-Böll-Stiftung

Pocas cosas están más de actualidad que la relación entre África y Europa. El avance de los discursos antimigración en el suelo europeo es, probablemente, la muestra más cruda de la degeneración de este vínculo. África, un continente joven y cada vez más poblado, se enfrenta a una pregunta que puede ser tanto una fuente de esperanzas como de inquietud: ¿qué hacer con toda esta gente? 

Al otro lado, Europa, un gigante económico pero con cada vez más dudas sobre su futuro, con una población cada vez más envejecida y viendo como su vigor industrial se desgasta ante el avance de sus rivales geopolíticos. Aunque la mayoría de los jóvenes migrantes africanos eligen quedarse en el continente, los pocos que llegan a Europa son la fuente de horas de debate, protagonistas involuntarios de programas políticos que se basan en una sola idea: rechazarlos. 

Aunque la mayoría de los jóvenes migrantes africanos eligen quedarse en el continente, los pocos que llegan a Europa son la fuente de horas de debate

Carlos Lopes, economista de Guinea-Bissau, recibió hace 7 años un encargo ambicioso: intentar reordenar la relación económica entre estos dos bloques; específicamente, ser el negociador de la Unión Africana en las reuniones con la Unión Europea de cara a lograr una relación comercial distinta.

Lopes (Canchungo, Guinea Bissau, 1960), economista y sociólogo formado en la Sorbona y Ginebra, con una larga trayectoria en Naciones Unidas, vio en este encargo una oportunidad de llevar algunas de sus ideas a la práctica. The self-deception trap (La trampa del autoengaño) es un relato de cómo le fue y de los retos que quedan por resolver, una vez finalizada su misión. Publicado el verano de 2024, Lopes tocaba en este libro algunos de los temas que han ocupado la primera línea política en el continente africano, como la deuda o el control migratorio; y anticipaba otros, como la retirada de la ayuda al desarrollo. 

Radicado en Sudáfrica, Lopes es el actual presidente de la Fundación Africana del Clima, y estará en la próxima COP de Brasil de 2025, donde representará los intereses del continente africano, uno de los más afectados por la crisis climática pese a haber contribuido muy poco en su creación. El experto, cargado de datos, desmonta algunos de los tópicos más consolidados sobre África como, por ejemplo, que China se ha apoderado del continente: “China es un socio importante, seguramente el país que tiene más comercio con África, pero si tienes en cuenta la Unión Europea, es más importante que China en todas las métricas”, explica a El Salto.

Críticas a la Unión Europea y a la falta de unidad africana

En su faceta de negociador, Lopes pudo ver desde primera fila algunos de los problemas a la hora de negociar entre ambos bloques. Por la parte africana, Lopes pretendía conseguir que África negociara como un bloque continental único, alejándose de la habitual división entre el norte de África y la llamada África subsahariana, o de la asociación de los países africanos con aquellos del Caribe y el Pacífico. En esa intención encontró reticencias entre los propios países africanos: “Muchos liderazgos africanos no tienen una legitimidad que les deje tranquilos del todo, o tienen una contestación a esa legitimidad. El reconocimiento internacional, la atención en una conferencia o conseguir un trato distinto es una forma de capital político que se utiliza en sus países”, afirma Lopes. Es por ese motivo que algunos prefieren romper la unidad africana como una forma de legitimación adicional ante sus propios pueblos. En forma, por ejemplo, de un acuerdo de libre comercio que permita que sus productos entren en el mercado europeo, tal y como hizo Kenia.

Carlos Lopes: “China es un socio importante, seguramente el país que tiene más comercio con África, pero la UE es más importante que China en todas las métricas”

Por parte de la Comisión Europea, Lopes cuenta que la UE nunca ha tenido una verdadera voluntad de negociar: “Ellos llegaron con una estrategia de Europa para África y querían confirmar la aceptación de los africanos de esta estrategia”, lamenta. Los principales bloques de negociación entre 2018 y 2023 fueron cuatro: paz y seguridad; clima; migraciones; y comercio. En el comercio, la Comisión Europea quería negociar el mantenimiento y la renovación de los acuerdos bilaterales entre países y la Unión Europea (EPA, Economic Partnership Agreement), o entre agrupaciones regionales africanas y la UE. En el resto, también proponía la adhesión a tratados existentes o de iniciativas puestas en marcha de forma unilateral por la Unión Europea.

Lopes, en su rol como negociador, insistió en hablar de industrialización y transformación de las economías africanas, atrapadas en un patrón comercial desde los tiempos coloniales: venta de materias primas sin procesar y compra de productos manufacturados. Un dato expuesto en The Self-Deception trap expone la urgencia de esta industrialización: durante los próximos 20 años, los países africanos necesitarán crear 12 millones de empleos cada año para absorber a las personas que entran cada año en el mercado de trabajo. Ante esta situación, el experto deja una frase lapidaria sobre las conversaciones con los europeos: “Cuando se habla de industrialización, es como si se hablara de la luna. Se dice que no hay condiciones, que no hay infraestructura. No se invierte en infraestructura… pero China sí que lo hace”.

El reto de la financiación y la trampa de la ayuda al desarrollo

En su relación con África, Lopes considera que la Comisión Europea tiende a una visión que fluctúa entre el catastrofismo y la caridad. Este enfoque tiene consecuencias cuando los países africanos intentan conseguir financiación, ya que una mala valoración de las agencias de rating hace que un país pague millones de dólares extra en intereses de la deuda.

Durante los próximos 20 años, los países africanos necesitarán crear 12 millones de empleos cada año para absorber a las personas que entran cada año en el mercado de trabajo

Las carencias estructurales se compensan con ayuda internacional, cada vez más escasa y muchas veces acompañada de contrapartidas. Lopes alude a las raíces cristianas de Europa cuando habla de la ayuda al desarrollo: “Hay una compensación al pobre para que tenga un hogar o alimento, pero eso no transforma la vida del pobre”, critica. Y añade que el secreto está en la financiación: “Las economías africanas son las que tienen menos financiación, históricamente hablando, y además pagan un interés que es el más alto del mundo”.

Deuda Africana
Pagos del servicio de la deuda en África (periodo 2012-2031). Jaume Portell Caño

Según los datos del Banco Mundial, entre 2024 y 2026, África pagará de media más de 100.000 millones de dólares anuales en servicio de la deuda; el 46% de esa cifra, a bancos y fondos de inversión. Esta salida, unida a los flujos ilícitos de capital –estimados en 89.000 millones de dólares anuales según la UNCTAD– genera pérdidas que la ayuda al desarrollo no consigue compensar.

La impaciencia de la Generación Z

Mientras no llegan la industrialización o las soluciones estructurales al continente, miles de jóvenes han salido a protestar durante los últimos meses en Marruecos, Togo o Kenia. En este último país, los jóvenes kenianos se han manifestado de forma periódica contra las políticas económicas del gobierno liderado por William Ruto, atrapado entre las presiones de la deuda y las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta institución recomienda subidas de impuestos que la juventud keniana, afectada por la inflación alimentaria, se resiste a aceptar. La última ronda de protestas en julio se saldó con 31 muertos tras la represión policial.

Pagos anuales de la deuda externa de Kenia
Pagos anuales de la deuda externa de Kenia (periodo 2012-2031). Jaume Portell Caño

En Marruecos, hace semanas que los más jóvenes salen a las calles para protestar contra la corrupción del gobierno y para pedir mejoras en materia de sanidad y educación. El detonante fue la muerte, a principios del mes, de nueve mujeres en el hospital de Agadir, algo que, sumado a la frustración por la falta de oportunidades y el estancamiento económico de las clases populares del país, ha desatado una oleada de protestas.

Pagos anuales deuda Marruecos
Pagos anuales de la deuda externa de Marruecos. Jaume Portell Caño

A mediados de octubre, los disturbios en Madagascar acabaron con el ejército tomando el poder en un golpe militar. En los tres países, los pagos de deuda se han convertido en la gota que ha colmado el vaso: el aumento de pagos en 2023 y 2024 ha tensionado las finanzas públicas de estas tres sociedades. Se trata de cuestiones estructurales de las que ya había advertido Lopes en este libro que él reconoce que nace de “una frustración, de no poder hacer un cambio que me parece absolutamente necesario”. El telón de fondo de este libro son las calles de varios países africanos que piden soluciones nuevas a problemas antiguos; y millones de jóvenes que no están dispuestos a esperar mucho más.

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