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Accidentes laborales
Iván Ciudad-Valls: “Lo que condiciona el riesgo de sufrir accidentes en el trabajo son las malas condiciones, no la inexperiencia”
Iván Ciudad-Valls es prevencionista. Con una amplia formación vinculada a la salud laboral y los riesgos laborales, este profesional ha trabajado en diversos ámbitos empresariales y ha participado como docente en varias universidades tanto españolas como europeas y americanas, donde incide a los futuros profesionales del gremio en la importancia de escuchar lo que las personas trabajadores dicen y sobre todo lo que callan: “La mayoría de las veces en el silencio están las respuestas”.
En verano de 2017, Ciudad-Valls cofundó ICCESAL (Investigación y Consultoría en Condiciones de Empleo y Salud Laboral S.L.) especializándose en seguridad y salud en actividades muy concretas, como el buceo profesional. Define su trabajo en la compañía como algo diferente a un Servicio de Prevención Ajeno para las empresas; más bien colabora con ellos con formación o asesoramiento, “algo así como el médico de confianza al que se le pide una segunda opinión para ver si se están haciendo las cosas bien o hay que mejorar en algo”.
En sus redes sociales, este experto comparte diferentes casos, consejos y noticias sobre la materia en la que está especializado: los riesgos laborales. Su percepción al respecto de los índices en el país es clara: la elevada incidencia de accidentes en el trabajo está condicionada al modelo del mercado laboral español, donde prima la temporalidad y la inseguridad laboral.
En su experiencia, ¿cuáles son los sectores más afectados por los riesgos laborales?
Todos las personas trabajadoras están expuestas a peligros en su lugar de trabajo, pero es evidente que hay unas tareas que llevan asociadas unas fuentes de riesgo cuya probabilidad —y severidad en caso de que se produzca— son, a priori, mayores que otras. Nuestra normativa vigente identifica las actividades que presentan un riesgo especial, y estos pueden materializarse ejecutando tareas en cualquier sector. Por ejemplo: un atrapamiento por una máquina puede producirse en el sector agrario, en el industrial, en la construcción y en el sector servicios, y además es muy posible que el daño producido sea similar.
Por lo que estamos viendo, la incidencia de siniestralidad laboral se ha incrementado en 2021: ni la pandemia ni las restricciones han ayudado a reducirla
Los datos oficiales nos indican que en el 2020 el índice de incidencia sectorial de accidentes en jornada de trabajo fue de 5.804,1 por cada 100.000 trabajadores del sector de la construcción, seguidos a la par por el sector agrario y la industria —4.166,0 y 4.004,5 respectivamente— y finalmente el sector servicios con 1.828,3 accidentes de trabajo por cada 100.000 trabajadores. Por lo que estamos viendo, estos datos ya se han incrementado en 2021 y ni la pandemia ni las restricciones han ayudado a reducir la siniestralidad laboral, así que hablar de sectores más afectados es tener únicamente una visión macro del problema y debemos profundizar más en el análisis para realizar un diagnóstico claro y tomar medidas eficientes.
Según los datos del Ministerio de Trabajo son los trabajadores jóvenes quienes sufren más siniestros laborales. ¿Qué factores podrían explicarlo?
No es ninguna novedad que los índices de incidencia entre los trabajadores jóvenes, menores de 24 años, son superiores a la media de la población ocupada en nuestro país. Es una tendencia que se mantiene bastante estable desde hace muchos años, con un 8% del total de accidentes de trabajo. En el caso de los menores de 19 años, representan un índice 1,8 veces superior a la media de la fuerza laboral española.
¿Y por qué sucede esto? Lo primero que nos viene a la cabeza cuando hablamos de juventud es la falta de experiencia laboral, y este es un mantra que no se van a poder quitar los jóvenes fácilmente. Pero me gustaría desmitificar el concepto de “experiencia laboral” como factor determinante de la siniestralidad laboral entre los jóvenes actualmente. Evidentemente existen algunas actividades muy específicas que requieren de cierta experiencia laboral, pero en la mayoría de los trabajos lo que realmente condiciona que puedas sufrir un accidente de cierta gravedad no es la experiencia per se, es simplemente las malas condiciones en las que puedes encontrarte los puestos de trabajo. Debemos comenzar a no culpabilizar a las víctimas.
Debemos desmitificar el concepto de “experiencia laboral” como factor determinante de la siniestralidad laboral entre los jóvenes y no culpabilizar a las víctimas
¿A qué se refiere?
A nadie se le escapa que en el tipo de sociedad en que vivimos es frecuente la inestabilidad y la precariedad laboral. Observamos constantes flujos de trabajadores que pasan de unos trabajos a otros sin experiencia previa, independientemente de la edad que tengan, con la única finalidad de obtener un salario para cubrir sus necesidades más básicas. Estas personas trabajadoras están en un constante “primer empleo”. Es evidente que los jóvenes están en esta situación, pero no solo les sucede a ellos; hoy en día, todos somos aprendices.
A esto se le añaden los contratos temporales que implican horarios irregulares, imprevisibles e inestables que en muchas ocasiones deben desarrollarse en jornadas fuera de lo habitual (turnos de fin de semana, trabajo en días festivos…). Todo esto está relacionado con la inestabilidad económica, remuneraciones inferiores a las habituales del mercado laboral, unidas, sin embargo, a unas elevadas exigencias en cuanto a carga de trabajo y a una peor cobertura en cuanto a beneficios sociales. Y si a todo lo anterior le sumamos un paro juvenil superior al 30%, que nadie quiere parecer “novato” en su trabajo, que existe cierto miedo y vergüenza social a preguntar sobre las cosas que no se conocen o no se comprenden del todo bien —el tipo de liderazgo que exista en la organización fomentará o minimizará esos miedos a preguntar o exigir, con la mejor manera de implicar a las personas en la cultura de la prevención es hacerles partícipes de las decisiones, lleven el tiempo que lleven en la empresa—, pues tenemos los ingredientes perfectos para estar donde estamos, una situación reflejada en los datos oficiales de siniestralidad laboral y de empleo de nuestro país.
Salud laboral
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Las características del mercado laboral español, especialmente la externalización y temporalidad, son vinculadas por muchos autores al elevado índice de accidentes laborales. ¿Coincide con este análisis? ¿Por qué cree que sucede?
Sí, coincido totalmente, es un hecho que ha sido demostrado reiteradamente por muchos investigadores de diferentes países durante décadas. El trabajo nunca es neutro en salud. En España, uno de cada cuatro trabajadores tiene un contrato temporal, algo de lo que abusan tanto en el sector privado como en el sector público y que nos lleva a encabezar la lista de los países de la Unión Europea con mayor temporalidad contractual.
No es extraño que la administración vuelva a poner el foco de atención en las ETT (Empresas de Trabajo Temporal) debido a los niveles de siniestralidad que tienen sus trabajadores cedidos
Parece que existe cierto consenso a la hora de dar una explicación a la externalización y la temporalidad que se focaliza en los cambios en la organización y en la gestión de las empresas de los países industrializados forzadas por la globalización, la elevada competitividad, la necesidad de reducir costes y producir a corto plazo. No es extraño que la administración vuelva a poner el foco de atención en las ETT (Empresas de Trabajo Temporal) debido a los niveles de siniestralidad que tienen sus trabajadores cedidos y en concreto en la manera en que se coordinan con la empresa usuaria en PRL. No olvidemos que el empresario principal es el garante de la seguridad y la salud en sus instalaciones, tanto para el personal propio como para otras personas trabajadoras o usuarias que puedan acceder a sus instalaciones, pudiendo llegar a existir una responsabilidad solidaria e incluso subsidiaria en caso de accidente.
En su perfil de LinkedIn señala que “predicar y vender la PRL es necesario pero no suficiente”. ¿A qué se refiere?
A que la prevención necesita de recursos. Hay que invertir. Hablar de prevención es necesariamente hablar de dinero, aunque nos pese. Hablar de coste cero en prevención es una auténtica falacia. Si los empresarios en sus centros de trabajo no mantienen unas condiciones de trabajo seguras y no invierten en sus instalaciones, en sus trabajadores y en sus equipos de trabajo, seguiremos sin hacer prevención. Si aquellos que contratan o subcontratan permiten malas prácticas en sus instalaciones por falta de conocimiento o de control, tampoco cambiaremos nada. La PRL debe integrarse en todos los niveles y no puede focalizarse como si fuera responsabilidad de unas pocas personas, propias o ajenas a la empresa.
Algunos familiares de víctimas señalan a la legislación como uno de los aspectos sobre los que se debe actuar al considerarla insuficiente o desfasada. ¿Cree que la ley en esta materia tiene carencias?
La legislación de PRL de nuestro país en general no es mala y es muy extensa. Pero se ha quedado obsoleta con los años por los constantes cambios que impone la sociedad actual y se le van poniendo parches periódicamente, pero eso no es suficiente. Creo que seguimos dando bandazos en este ámbito y estoy convencido de que es necesaria una revisión y actualización profunda con un enfoque más actual, donde las pymes y los autónomos tengan más protagonismo porque las condiciones de empleo están cambiando muy rápidamente.
No obstante, aunque fuéramos capaces de tener la mejor legislación del mundo necesitamos algo fundamental que es que nuestras propias administraciones se crean en serio esto de la PRL y la tengan en consideración en todas y cada una de sus decisiones. En muchas ocasiones es la propia administración la que crea el problema y es la única que tiene la solución. Aún estamos inmersos en la pedagogía punitiva pero necesariamente tenemos que avanzar a la pedagogía preventiva.
En este sentido. ¿Cómo percibe la actitud de las empresas, instituciones u organizaciones con las que ha trabajado hasta la fecha?
La PRL puede entrar de dos maneras, por obligación o por convicción. Lamentablemente la hemos aprendido a base de castigos e imposiciones que no siempre se comprenden, lo cual genera rechazo. En estas dos décadas de actividad profesional me he encontrado tres clases de empresarios y es muy evidente su posicionamiento cuando escuchas su discurso: los primeros y más abundantes son aquellos que, de cara a la galería, alardean de la importancia de la PRL en su organización, pero no se lo creen y así te lo hacen saber de puertas adentro; en petit comité te dicen que solo es un impuesto revolucionario más.
En estas dos décadas de actividad profesional me he encontrado tres clases de empresarios, y los más abundantes son aquellos que de cara a la galería alardean de la importancia de la PRL, pero no se lo creen y así te lo hacen saber de puertas adentro
El segundo grupo que está creciendo, son aquellos que pertenecían al grupo anterior, pero han tenido un accidente grave o mortal entre sus trabajadores y le han visto las orejas al lobo. Algunos de ellos lo han pasado muy mal y la PRL se ha convertido en su religión. Y finalmente tenemos la rara avis, es decir, aquellos empresarios que están convencidos de que la PRL les ayuda a incrementar su producción y ponen la seguridad y la salud del trabajador en el centro del negocio, analizando todos los trabajos hasta el más mínimo detalle para que los trabajadores no sufran ni el más mínimo percance. Lamentablemente, sólo he conocido una o dos empresas que estén en esta línea en mi etapa profesional y una de ellas pese a ser española, la mayoría de los trabajos los realiza en el extranjero.
En diciembre la ministra Yolanda Díaz anunció el Plan de Choque que prepara el Ministerio de Trabajo contra los accidentes mortales, ¿qué opinión le merece la estrategia?
Considero que la ministra, a la cual admiro por su valentía y por su buen criterio preventivo, está demostrando que es capaz de ir al origen de los problemas y proponer soluciones novedosas incluso en su propia casa —limitando la temporalidad contractual en la administración pública, lo cual era impensable hasta la fecha—, pero llevo más de dos décadas en el mundo de la prevención y he escuchado discursos similares muchas veces de diferentes líderes. Los discursos siempre están bien sobre el papel ¿pero cómo lo van a hacer? Mucho me temo que utilizarán la misma metodología que sus precedentes, que será la pedagogía punitiva utilizando como instrumento a un mermado y cansado cuerpo de Inspectores de Trabajo que hace tiempo que reclama recursos.
Anunciaron que se centrarían en cuatro programas sectoriales —agricultura y pesca, construcción, recogida de residuos y transporte de mercancías por carreteras—, que, en palabras de la Ministra, son “actividades que han identificado como más vulnerables y que además cuentan con mayor población en riesgo de sufrir accidentes mortales”. Todo esto está muy bien a priori, pero la Ministra recalcó en varias ocasiones la lucha contra el fraude dándome la sensación que no centraba su discurso en la PRL sino que su mente estaba en otros ámbitos que no necesariamente están directamente relacionados con la siniestralidad mortal, ¿o quizá nos esté diciendo que un porcentaje elevado de empresas que tienen accidentes laborales las han identificado como fraudulentas? Esperemos que estas acciones no se conviertan en una caza de brujas, porque hay sectores muy dañados históricamente y en clara recesión en nuestro país sin cambio generacional posible como puede ser la pesca, además de que los trabajos minoritarios de alto riesgo pasan una vez más desapercibidos.
A modo de conclusión, ¿cuál es la importancia de la cultura preventiva y quiénes deberían implicarse en ella?
La cultura va más allá del mundo del trabajo y forma parte indivisible de la sociedad. Los valores, creencias, costumbres y comportamientos que tiene cada persona cuando se ponen en común con el grupo crean esa cultura. Para que nos entendamos, cultura preventiva sería aquello que hacemos o como nos comportamos cuando sabemos que nadie nos ve. Por ejemplo: si sabemos que no nos multarán, ¿superaríamos los 120 km/h en la autopista la mayoría de las veces o seguiríamos las normas establecidas y seríamos prudentes? Cada uno tiene su propia respuesta y eso marcará su nivel de cultura preventiva.
Si este concepto lo llevamos a las empresas, el estilo de liderazgo determinará el tipo de cultura preventiva de la organización. Si en nuestra empresa hablamos de PRL pero cuando hay picos de producción se permite eliminar protecciones o se mira hacia otro lado cuando se está realizando una mala práctica o simplemente se es más permisivo que en condiciones normales, todo esto también nos dará una idea de la cultura preventiva de la organización. La cultura preventiva implica a todos en todos los niveles, no es algo que se pueda delegar en una persona, y su importancia es tanta como la importancia que le queramos dar a nuestra imagen de marca para la sociedad o para nuestros propios trabajadores: ¿merece la pena trabajar en una empresa que no cuida su cultura preventiva?