8 de marzo
8M: Vidas políticas

Acabar con la clásica dicotomía entre trabajo productivo y reproductivo es el objetivo de la huelga feminista de 2019

Encierros el 8M
Monumento al encierro de Iruñea durante el 8 de marzo de 2018. Ione Arzoz

El padre del marxismo, Karl Marx, y el padre del capitalismo, Adam Smith, tenían algo muy importante en común: mujeres que les preparaban la cena. Una esposa y una criada, en el caso de Marx, y una madre y una prima, en el caso de Smith, según sus respectivos biógrafos. Si el año pasado fue el momento de medir la fuerza del movimiento feminista, 2019 está siendo el de dar forma al discurso, proponer y reivindicar los pasos necesarios para transformar la sociedad íntima, política y económicamente. Desde Euskal Herriko Mugimendu Feminista, la coordinadora de la huelga del 8 de marzo, no hay dudas: “La revolución feminista exige politizar la vida”.

Más de 200 años después, y pasando por el popular “Manolo, la cena te la haces tú solo”, el movimiento feminista plantea terminar con el binomio económico de trabajos productivos y reproductivos sobre el que se sostiene el capitalismo, ya que dicha distinción carece de sentido: “Los cuidados sostienen la vida”, recuerdan desde la coordinadora. Necesitamos alimentarnos, asearnos, cuidarnos, parirnos, criarnos, atendernos. O que alguien lo haga. Ni Smith ni Marx podrían haber escrito sus compendios con el estómago vacío. Y las mujeres no pueden ir a la huelga —ni trabajar, ni vivir dignamente— si los hombres no cuidan.

Quizá por ello, el pasado año fue un 8M de desorientación para algunos hombres: ¿debían secundar la huelga? ¿Podían ir a las manifestaciones? ¿Cuál era su papel durante la jornada? Este año, la Coordinadora ha explicitado el rol que consideran que deben adoptar los hombres: encargarse de los niños, apoyar y difundir la huelga en sus centros de trabajo, donar su salario a la caja de resistencia; si disponen de un local, pueden ofrecerlo como espacio para los cuidados comunitarios; si son asalariados, pueden ofrecerse para los servicios mínimos; si son maestros, pueden apoyar a sus compañeras y convertir la escuela en un espacio para los cuidados comunitarios; y si en su familia hay una persona dependiente, quizá es momento de empezar a cuidarla. “Los hombres tienen que responsabilizarse. No deben ayudar a las mujeres. Tenemos que llegar a una igualdad real y los datos dicen que aún no estamos ahí”, resume Maddi Lasa, portavoz de la coordinadora.

Por ello, les han solicitado que se encarguen de atender los comedores colectivos, los espacios de cuidados a menores y de las zonas de descanso habilitadas por el movimiento feminista en las capitales de Euskal Herria y en los pueblos. A través del movimiento feminista local se puede consultar dónde estarán ubicados estos espacios atendidos enteramente por hombres para que las mujeres puedan secundar al 100% la huelga de cuidados y de consumo, y tener la posibilidad de movilizarse sin preocuparse por la comida, la compra o los niños y ser las protagonistas del 8 de marzo.

Decrecentismo

Si el capitalismo se asienta en dinámicas machistas y el marxismo obvió computar el trabajo no remunerado en la generación de la plusvalía, ¿qué modelo económico propone el feminismo? La profesora de Economía y Feminismo de la Universidad del País Vasco, Yolanda Jubeto, indica que, “desde el ecofeminismo, del norte nos llega el decrecentismo, que consiste en reducir todas las necesidades —en realidad deseos superfluos— que nos crea el sistema para consumir y que nos atan mucho más al sueldo”. Por otra parte, desde el sur proponen la corriente del buen vivir, “que pone en valor la convivencia y la armonía con la naturaleza”. Ambas propuestas “priman la soberanía alimentaria, localizar las actividades, y que éstas respondan a las verdaderas necesidades sociales para toda la población, que no sean excluyentes”, añade la economista.

Independientemente de la corriente económica concreta, Jubeto tiene claro que la clave es la gestión de los tiempos. “Necesitamos un buen sistema social público que nos proteja, redes colectivas que nos acojan, trabajadoras con derechos laborales —terminar con el trabajo invisibilizado y de régimen interno— y afrontar el tiempo de otra manera: reducir la jornada laboral para tener más tiempo para poder pasarlo con las personas que queremos. No solo vivir para trabajar, sino cambiar lógicas y valores. Tenemos una sociedad que valora el éxito a través de la riqueza material. Futbolistas y maniquíes son los ídolos de las criaturas. Debemos volver a repensar qué necesitaríamos para sentirnos bien y que el balance entre lo individual y lo colectivo, tejiendo redes abiertas y respetuosas, sea el adecuado”, indica la profesora.

Pottoko, natural de Donosti y vecino de Iruñea, es uno de los hombres que atenderá uno de los espacios comunitarios de comidas y descanso habilitados en algunas peñas y en la librería
Katakrak de la capital navarra. Su primer contacto con el feminismo se remonta a los años 80, en la casa okupa en la que participaba y donde las mujeres crearon una asamblea feminista. “Luego me fui a vivir en comunidad al monte y después llegaron los hijos. Mi compañera tiene un trabajo fijo, mientras que yo me dedico a actividades teatrales, por lo que asumí un papel más activo en casa y en la crianza”. Ser amo de casa entonces era algo “poco habitual” y aunque “ahora creo que aún somos una minoría, cada vez somos menos minoritarios”. Considera que “algo se ha avanzado, pero que un cambio importante, radical, será el cambio feminista, el cambio de la igualdad”.

Pero ¿cuándo llegará ese cambio? “Este año hemos notado un mayor interés por parte de los medios de comunicación y tenemos previstas intervenciones parlamentarias tanto en el Gobierno de Navarra como en el Gobierno vasco”, señala la portavoz de la coordinadora. Son conscientes que será difícil ver reflejadas sus peticiones en cambios sociales, y de que “los presupuestos ya están cerrados”, pero “esperamos que los partidos que se denominan feministas recojan nuestras propuestas, unas propuestas que vienen de la calle”.

Provienen de reuniones que han contado con la participación de trabajadoras del hogar, mujeres agrícolas, economistas, LGTBIQ+, sindicalistas, migrantes, etc. y han sido plasmadas en un impecable dosier de 19 páginas que, aunque no proponga nada nuevo, nada que otros años el movimiento feminista no haya propuesto ya, “son el reflejo del trabajo feminista hecho todos estos años pero que, con esta última ola, se ha podido plantear públicamente”, indica Maddi Lasa.

Fragmentación

En un edificio del Casco Viejo de Bilbao, una trabajadora friega el portal. Ante la pregunta de si puede dar unas declaraciones para un reportaje sobre el 8 de marzo, María se apresura a decir que no hará huelga: “Yo de política nada, no voy a manifestaciones; creo en la igualdad, pero no en las manifestaciones ni en la política”. Tampoco le apetece dar su apellido. ¿Son precisamente las trabajadoras del hogar, las amas de casa, las madres que cuidan a los niños, las que menos participarán en la huelga? Para la economista Yolanda Jubeto, “el capitalismo ha triunfado porque ha roto la cohesión social. Como apunta Karl Polanyi en su libro La gran transformación, vemos más fácilmente al resto como enemigos que como colaboradores, provocando esto una fragmentación, una dislocación social”.

Para ello considera necesario “otro tipo de lenguaje, que no hable de heteropatriarcado, uno que sea realmente comprensivo y baje a lo concreto, hacer pedagogía y facilitar procesos de empoderamiento”. Para Maddi Lasa, “todavía no hemos podido conectar con todas las personas, pero desde el feminismo tenemos que crear un discurso para que en uno, dos o tres años esté en las calles”, como ha sucedido con la violencia machista.

Y en ese discurso, el objetivo es muy claro: “Vamos a la huelga para romper con el sistema y exigir un nuevo pacto social en el que se reorganicen los cuidados. Queremos que los cuidados sean el eje transversal en las políticas públicas y que no recaigan sobre las personas más oprimidas. Necesitamos la asunción de responsabilidades por parte de los hombres y de las instituciones, y son necesarios cambios estructurales en nuestras relaciones personales y comunitarias, en los modelos de pareja y familia, en los modelos de producción y en las políticas públicas”. Lo personal es político, como ya planteó la segunda ola del feminismo. Y la próxima teoría económica deberá ser feminista.

Archivado en: Feminismos 8 de marzo
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Entrevista La Poderío
Entrevista La Poderío “Desde fuera se romantiza la maternidad, y aunque es bonita, siempre hay millones de dudas”
Escuchar a Rita Payés (Vilassar de Mar, 1999) es verdad, belleza, elegancia y emoción; un culto a la música que trasciende a la herencia o a la tradición. La música de Rita es disfrute y amor sincero hacia el cuarto arte. Un regalo.
El Salto Radio
El Salto Radio ¡Viva el mal!
Proyecto UNA, presentan “La viralidad del mal. Quién ha roto internet, a quién beneficia y cómo vamos a arreglarlo” en Señales de Humo.
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Especulación inmobiliaria
Especulación en Madrid Las vecinas de Tribulete, 7 denuncian la especulación de Élix Rental Housing con una acción musical “fúnebre”
30 inquilinas de este bloque resisten en sus hogares pese a que este fondo buitre ya ha adquirido la totalidad del edificio para convertir los pisos en apartamentos turísticos. Este sábado, han vuelto denunciar el proceso de gentrificación del barrio
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.

Últimas

Derecho a la vivienda
Vivienda El Sindicato de Vivienda de Euskal Herria propone la “expropiación de pisos turísticos”
Ponen en el punto de mira los intereses del sector inmobiliario y tachan de “falsas” a todas las medidas propuestas por los partidos políticos como la Ley de Vivienda.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Opinión
Opinión La oportunista invasión israelí de Siria
Desde la caída de Bashar al-Assad, Israel ha llevado a cabo una invasión de Siria sin provocación previa y con el apoyo de Estados Unidos. Los objetivos son claros.
Más noticias
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.

Recomendadas

Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.