Memoria histórica
Cartografía de la represión franquista

Un recorrido por las sedes del Patronato de Protección a la Mujer en Zaragoza.
Adoratrices
Adoratrices. Gonzalo Borrás, 1972. Extraída de Zaragoza a principios del s. XX: el modernismo. Librería General, 1977. Encontrada en el Gran Archivo Zaragoza Antigua (GAZA).

María Teresa Gracia, Tere, tiene 84 años, pero se mueve como si tuviera 70. No es una mujer cualquiera; antes la encontrarás en una manifestación del 8M que en misa. Tiene la desgracia de tener una nieta periodista, que ha heredado tanto sus ojos azules como su curiosidad, y es, por naturaleza, preguntona:

—Yaya, ¿tú has oído hablar alguna vez del Patronato de Protección a la Mujer?

— ¿Del Patronato de Protección…? No, ¿por qué?

— Al parecer, fue una institución regida por órdenes religiosas durante el franquismo que castigaba e imponía penas a las mujeres que no actuaban según la moral nacionalcatólica. Por ejemplo, a las que se quedaban embarazadas sin estar casadas.

— ¡Anda! Pues como a mi prima Lola, que se quedó embarazada con 19 años y la llevaron a las Adoratrices de la Puerta del Carmen.

Y allí, en ese salón del piso segundo del número 10 de la calle Pamplona Escudero, en Zaragoza, surgió la noticia. 

El Patronato de Protección a la Mujer: la Institución

El Patronato de Protección a la Mujer fue una institución franquista que, aunque tiene su origen en 1902, no comenzó a operar como un verdadero medio de represión contra la mujer hasta 1941. Se mantuvo activo hasta bien entrada la democracia, en 1985. En un monográfico dedicado al Patronato, publicado por el diario Público en 2024, se menciona que, en Toledo, en 1964, un incendio que asoló el Gobierno Civil destruyó la mayor parte del archivo. Allí se encontraban todos los documentos vinculados con el Patronato Provincial de Protección a la Mujer. Con todo, quedan en otras bibliotecas y archivos recogidas algunas memorias de esta institución. En concreto, en el depósito de la Biblioteca de Derecho de la Universidad de Zaragoza se hallan las Memorias del Patronato de Protección a la Mujer de 1942, 1965, 1969, 1970 y 1971, que aportan datos sobre el funcionamiento de esta institución en Zaragoza. Sin embargo, no es demasiada la información que queda sobre el Patronato de Protección a la Mujer en Zaragoza.  En algunos Archivos Provinciales también se encuentran actas de las Juntas Provinciales. Estos archivos, que están online, solían incluir nombres propios —de personal al que cesaban; o que comenzaba a trabajar en alguna de las instituciones aragonesas o de las mujeres: internamientos y externamientos (y los motivos), fugas (y adónde habían sido trasladadas las fugadas)— albaranes, resúmenes de las Juntas, registro de visitas, entre otros asuntos. 

La Memoria del Patronato de 1970 recoge un total de 2.801 internamientos de mujeres en España durante ese año. En 1971, la cifra asciende hasta los 2.838. Los datos son desorbitados. Pero pocas personas saben algo, parece una institución ‘fantasma’. Casi no hay información sobre cómo funcionaban estas instituciones religiosas que daban forma a este organismo de alcance nacional. Pocas son las que han pasado por estos centros y han contado su experiencia. A veces pareciera que no existen y las que por fin se atreven a alzar la voz se preguntan: “¿me lo habré inventado?” Esto es lo que le sucedió a Consuelo García Cid, la primera mujer en España en denunciar tratos vejatorios por parte de esta institución tras su estancia durante tres años en las Adoratrices de Peñagrande de Madrid y la persona que nos dio las directrices para comenzar nuestra investigación. Durante el régimen franquista, todo el mundo sabía que, cuando una mujer no seguía la moral nacional católica, solía ser castigada; pero pocos parecen conocer que era el Patronato de Protección a la Mujer el que tenía esta misión. “Había chicas que no habían hecho nada. Ninguna habíamos hecho nada, pero se había considerado que no estábamos en el buen camino, que éramos rebeldes, poco sumisas”, relata Mariona Roca en el documental Els Buits (los vacíos o silencios) —nominado a los premios Goya—, que describe su paso por el Patronato.

Esta institución franquista pretendía ser un reformatorio para las chicas de conducta cuestionable. Consuelo recuerda una anécdota al respecto en el podcast De eso no se habla de Isabel Cadenas.

—¿Dónde estoy? - se preguntó Consuelo en cuanto abrió los ojos. 

—Estás en un Colegio de formación - respondió la monja.

—¿Un reformatorio? - indagó Consuelo.

—No nos gusta la palabra reformatorio y aquí no se dice - sentenció la monja.

“Estaba liderada por Carmen Polo –mujer del dictador Francisco Franco– siendo esta presidenta de honor”, anota la historiadora española Carmen Guillén en su tesis dedicada a este organismo. El Patronato se ubicó en todo el país, apoyado por diferentes congregaciones religiosas: las Oblatas, las Adoratrices, las Terciarias Capuchinas, las Cruzadas Evangélicas, las Trinitarias, las de María Ianua Coeli o las del Buen Pastor. 

El afán religioso era asfixiante. “Te tenían todo el día rezando para que tú no pensaras”, manifiesta Consuelo. María José, –otro de los testimonios que aparece en la Cara A del podcast De eso no se habla– entró al Patronato el día antes de cumplir 15 años, un 19 de marzo de 1975. Recuerda cómo la despertaban en mitad de la noche, le hacían ponerse el uniforme y bajar a rezar: “Ahí en la Iglesia, todas las noches, y un frío (...) ¿Ganas de rezar? Ninguna, ¿de pedir a Dios que te saque de ahí? Hay que ser gilipollas… De ahí no te saca nadie”, explica.

“Yo me despierto en una habitación que no conozco absolutamente de nada. Intento abrir la puerta y está cerrada con llave”, rememora Consuelo. Se acuerda de que había un armario, una cama y una cruz. Y, a los pies de la cama, una maleta de cuadros verdes que era de casa con ropa para todas las estaciones, y pensó “¿dónde me han traído?”. Tras recorrer un largo pasillo llegan hasta una fila de chicas con un delantal verde que después ella también llevaría. Consuelo no se olvida de unas caras con más ojeras que ojos. También tiene presente que sólo se podía hablar en susurros, no en un tono normal. Entre susurros le preguntan “¿eres del Patronato?”. 

Miguel Ángel Carnicer, catedrático de historia contemporánea en la Universidad de Zaragoza, explica que las mujeres internas eran presas del miedo debido a la represión que vivían en este reformatorio. Las chicas que solían acabar en el Patronato eran muy jóvenes –muchas de 14 o 15 años– ignorantes, con muy poca idea de sexualidad. Miguel Ángel asegura que muchas eran repudiadas de sus hogares por quedarse embarazadas, en circunstancias no deseadas, muchas veces por el señor de la casa. Ellas acabarían siendo la vergüenza de la familia, de ahí que los exámenes dentro ya del Patronato determinaban si habían tenido relaciones sexuales o no se repiten en muchos testimonios. María José recuerda unas preguntas muy obscenas por parte del cura. Raquel se puso como loca cuando el médico se dispuso a examinarla. Si le preguntaban, Consuelo siempre respondía: “no te lo pienso decir”.

No hay testimonios zaragozanos, pero sí documentación —no demasiada, pero la hay—. Andrea Momoitio también comenta, en el monográfico dedicado al Patronato del diario Público, que investigar el alcance del Patronato es como entrar en “un gran laberinto”. Ha sido una de las instituciones más longevas del franquismo —y posterior, dada su desaparición en el año 1986—. Tanto la falta de documentación, como los propios cambios de la Institución, la hacen, a menudo, difícil de rastrear. Un hecho mencionado en las Memorias más recientes del Patronato es la ley de 1956 sobre la prostitución, que abolía los centros de tolerancias, mancebías y otras medidas relacionadas con estas prácticas sexuales. Para Miguel Ángel Carnicer, esta realidad presenta una contradicción en la sociedad de la época. A pesar de que la prostitución estuviese prohibida por el franquismo, la práctica se permitía. Ir a la iglesia para limpiar sus pecados, bajo los valores nacionalcatólicos, era suficiente para mantener la conciencia tranquila. 

Según cuenta Momoitio, gracias a las declaraciones de la historiadora Ana María Montero, a partir de 1956 la dictadura decidió ampliar las funciones del Patronato. En ese momento los internamientos se dispararon y la Institución comienza a tener una autonomía total e incluso una personalidad jurídica.

Todos los caminos llevan a Roma, en este caso, a Consuelo García del Cid. Al ponernos en contacto con ella nos proporciona los lugares en los que funcionó el Patronato en Zaragoza. Lugares que más tarde serán contrastados en la Hemeroteca de la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza en la Memoria del Patronato de 1970.

El Patronato contaba con tres tipos de centros: propios, colaboradores y auxiliares. En Zaragoza, la única institución propia era el Centro de Observación y Clasificación (C.O.C) Nuestra Señora del Pilar, uno de los 4 que había en España en 1969. Los otros tres estaban en Madrid y Barcelona, aunque había peticiones de muchas provincias que requerían el suyo propio. Los otros dos lugares –el Colegio de las RR. Oblatas y el Colegio de las RR. Adoratrices– eran instituciones auxiliares que funcionaban como un reformatorio para la reeducación. 

¿Cómo puede ser que no encontremos ni un testimonio?

Esta será la pregunta que nos persiga durante semanas. La “prima Lola”, que dio arranque a esta investigación, falleció hace un par de años. Se había mudado al barrio de Aluche (Madrid) y, a partir de ahí, Teresa Gracia le perdió la pista —algo que la apena de forma profunda—.

Los ecos de la historia del embarazo de la prima Lola resuenan a otras historias que  hemos podido conocer. Anacuyo testimonio aparece en De eso no se habla—, se quedó embarazada siendo menor, y se encontró con la oposición total de sus padres a volver a casa. En el hospital le hablaron del Patronato. Como una residencia de madres solteras en Madrid. Le llevaron a Peñagrande, donde estuvo interna entre mayo y diciembre de 1975. Se acuerda de que las habitaciones eran como celdas comunitarias en las que habría como veinte personas. “No engordé ni un solo kilo en el embarazo. La comida nos la racionaban tanto que pasábamos un hambre terrible. Soñábamos con comida”, recuerda. “Lo que más me molestaba de todo era el continuo bombardeo de las monjas cruzadas porque yo diera a mi hijo en adopción”, añade. Le insistían en que iba a ser una desgraciada, que no iba a poder sacar al niño adelante. Todos los meses le llamaban al despacho para ver si había cambiado de opinión. El acoso no desapareció ni al dar a luz en el paritorio, cuando vinieron las monjas con los papeles de adopción en la mano. Ni siquiera respetaban uno de los momentos de mayor vulnerabilidad de una mujer: un parto. El esfuerzo que hizo Ana para enfrentarse a ellas y negarse a la adopción fue titánico. No dejaba de observar a su hijo. De esa manera no le podrían decir aquello de “tu hijo se ha puesto enfermo, tenemos que llevárnoslo”. “Eran demasiados los niños que se ponían enfermos…”, relata. Consuelo recuerda que a veces venían chicas con el pecho vendado. Se lo tocaban mucho y siempre iban tapándoselo. Un día en el que llegaron dos llorando —aunque así llegaban todas– al preguntarles qué ocurría respondieron: “Venimos de Peñagrande, hemos tenido un hijo y nos lo han robado”. A Ana le impresionó cuando Raquel le habló de Consuelo, pero le sacudió aún más que mostrara interés por su pasado. “A mí nadie jamás me había preguntado nunca por ello. Nunca, nunca”.

Aunque no podemos saber con certeza qué le pasó a la prima Lola durante su paso por el Patronato, sí que sabemos con seguridad que salió con su hija en brazos.

La esperanza de encontrar testimonios en Zaragoza no decae, y tras hacernos con unas páginas azules del año 94/95, y unas blancas de 2011/2012, nos ponemos a trabajar. Dictamos nombres que extraemos de los documentos de actas de las juntas provinciales que hay en los Documentos y Archivos de Aragón (DARA) online. Buscamos en las páginas estos nombres y cuando encontramos un número, llamamos. La esperanza está ahí tras el tono del teléfono pero nadie atiende. Buscamos en sus páginas. Cuando encontramos un número hay un chispazo de alegría. Llamamos y da tono —que muchos no lo hacen—; la esperanza está en su punto álgido. 

Primera parada: Colegio de las RR. Adoratrices

    COLEGIO ADORATRICES

Hernán Cortés, 10.

Número de plazas: indeterminado.

Finalidad: reeducación ( reformatorio).

Régimen: internado.

Regido por: ADORATRICES.

Fuente: PATRONATO DE PROTECCIÓN A LA MUJER. Ministerio de Justicia. Memoria de 1970. 

Ese día llovía a mares. El tiempo apremiaba, y la desesperación llamaba a la puerta. Sin pensarlo dos veces, entramos en el complejo donde se llevó a tantas mujeres –por voluntad propia u obligadas–, para ser ‘reeducadas’ por las religiosas Adoratrices.

Adoratrices
Adoratrices. Foto de Gonzalo Borrás, 1972. Extraída de Zaragoza a principios del s. XX: el modernismo. Librería General, 1977. Encontrada en el Gran Archivo Zaragoza Antigua (GAZA).

Al llamar a su puerta, no es Ángel quien nos abre, sino una señora menuda de pelo platino que nos atiende sorprendida. Es su mujer. Ángel no puede atendernos, pero ella es buena conocedora de lo que antes existía en su actual vivienda.  Tanto él como ella llevan en el barrio más de 50 años. En nuestro encuentro, María del Carmen nos reveló que el edificio de las Adoratrices ocupaba la manzana entera. Aun así, apenas recuerda nada de aquellos tiempos en los que este complejo formaba parte de las calles de Zaragoza. Esta institución era un secreto a voces.

Hernán Cortés 10 1908
Mapa calle Hernán Cortés, 10. 1908. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.
Hernán Cortés 10 1993
Mapa calle Hernán Cortés, 10. 1993. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.

Segunda parada: Colegio de las RR. Oblatas. Los talleres

COLEGIO DE LAS OBLATAS

Paseo de las Damas, 35.

Número de plazas: indeterminado.

Finalidad: preservación ( reformatorio).

Régimen: internado.

Regido por: OBLATAS

Fuente: PATRONATO DE PROTECCIÓN A LA MUJER. Ministerio de Justicia. Memoria de 1970. 

Nos pusimos en marcha hacia el Paseo de las Damas nº 35, lugar donde operaba el Colegio de las RR. Oblatas. Una vez llegamos, nada parece tener sentido. Tenemos una foto de la edificación gracias al Gran Archivo de Zaragoza Antigua, pero no somos capaces de ubicarlo.

–¿No os parece raro que en la foto el Colegio hiciera esquina, pero ahora el número 35 esté entre viviendas?

Oblatas Juan Carlos Arcos
Oblatas. Foto de Juan Carlos Arcos, El Periódico de Aragón, comentada para el Gran Archivo Zaragoza Antigua (GAZA).

La intuición no fallaba. Al coger un mapa actual de Zaragoza, nos damos cuenta de que el complejo de las Oblatas estuvo situado en los números posteriores, en el 39 y contiguos –que más adelante nos enteraríamos, “no existen”–. Al terreno que conformaba este Colegio hay que incluir lo que en la actualidad serían el número 38 de la calle Pedro María Ric, y los números 1 y 2 de la calle Antonia María Oviedo. Como sucede con muchos de los centros que pertenecieron al Patronato, las fotos son los únicos testigos de que un día existieron. En este caso, el lugar que un día vio operar al Colegio de las RR. Oblatas, alberga hoy una construcción de unos 7 pisos, de ladrillos marrones y locales llenos de vida a sus pies. Hace 50 años, sin embargo, no podría haber sido más diferente. 

Dicen que el tiempo es el único recurso que nunca vuelve, pero cuando algo ha ocurrido, siempre quedan indicios, así como siempre queda algo de polvo en las esquinas. En la memoria de los vecinos aún reside cierto recuerdo de la estructura de ladrillo rojo con escaleras, columnas grandes y una capilla, regentado por las monjas Oblatas. 

–¿Puede ser que fuera un convento?, ¿una residencia de estudiantes quizá?, ¿o un reformatorio?” 

Los vecinos no lo sabían con certeza, pero nosotros ahora sí. Era el sitio que buscábamos: el Patronato. Aunque nadie supiera con exactitud qué era ese lugar, todos estaban de acuerdo en algo: llamaba mucho la atención. Una construcción que recorría la manzana, liderada por monjas, a la que solo accedían mujeres. “Eran personas que venían a estudiar de fuera o personas que no tenían familia”, declara Montse, vecina de Paseo las Damas desde los años 80. Realizaban trabajos de planchado para “personas que lo necesitaban”. Esta información no nos resulta novedosa, trabajos anteriores sobre el Patronato, como el testimonio de Consuelo en De eso no se habla, o las revelaciones de Mariona Roca en el documental Els Buits ya han contado cómo funcionaban los talleres en esta institución.  

En un artículo de 2024 del diario El País sobre el documental ya mencionado explican que, durante el encierro, a las jóvenes se les obligaba a trabajar en unos espacios bautizados como ‘talleres’. Mientras escuchaba a alguna interna leer en voz alta textos religiosos, sin posibilidad de entablar una conversación con las otras jóvenes, Mariona confeccionaba abrigos. Nunca recibió un solo céntimo. 

Paseo las Damas 35 1908
Mapa Paseo las Damas, 35. 1908. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.
Paseo las Damas 35 1993
Mapa Paseo las Damas, 35. 1993. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.

Tercera parada: Centro de Observación y Clasificación Nuestra Señora del Pilar. Sin datos

NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Calle Porvenir, 5.

Finalidad : observación y clasificación.

Régimen : internado.

Regido por : TRINITARIAS

Fuente: PATRONATO DE PROTECCIÓN A LA MUJER. Ministerio de Justicia. Memoria de 1970. 

Porvenir 5 2025
Porvenir 5 2025

La próxima y última parada será en días posteriores. El cielo gris nos acompañó para visitar la Casa-Hogar Taller Nuestra Señora del Pilar, en la Calle Porvenir número 5. En la actualidad es la Residencia Hermanas Trinitarias, gestionada por “personal laico”. Un timbrazo nos sirvió para comprobar que nadie que estuviese allí dentro iba a aportar algo a la investigación. Tras recorrer las calles del barrio, nos encontramos con una vecina dispuesta a hablar: María José. “Ese edificio ha estado regentado por monjas hasta hace poco”, nos confirma. Un dato que corroboramos más tarde, aunque todo lo relacionado con este centro siempre nos despertará muchas dudas. Nos fuimos del barrio tras horas de búsqueda a la espera de recibir una llamada que nos ayudase a encontrar un poco de luz. Pero nunca llegó.

Porvenir 5 1925
Mapa calle Porvenir, 5. 1925. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.
Porvenir 5 1993
Mapa calle Porvenir, 5. 1993. Fuente: Geoportal Zaragoza Histórica.

Cuarta parada: Los archivos

Cuando tienes la certeza absoluta de que todos estos centros existieron y funcionaron, pero no tienes testimonios sobre ellos, se crean unas lagunas que, para la mente de un periodista, son inaceptables. La necesidad de saber terminó por acaparar nuestros pensamientos. 

El Gran Archivo de Zaragoza Antigua (GAZA), la Sede del Catastro y el portal Zaragoza Histórica son puntos clave de la investigación. Para indagar en el pasado hay que pasar primero por el presente. Por ello, investigamos en el Catastro de Zaragoza con el objetivo de conocer los años de construcción de los edificios actuales, para confirmar nuestros testimonios callejeros. Empezamos por las Adoratrices. Las instalaciones que se encuentran en la actualidad en esa localización se construyeron en el año 1977. Este dato corroboró los testimonios que teníamos ya que coincidían con los datos oficiales. El GAZA nos ayudaría a despejar algunas incógnitas. Desde 1910, las Adoratrices se asentaron en esa gran manzana situada en Hernán Cortés. “El edificio había sido diseñado por Manuel Martínez de Ubago, autor, por ejemplo, del modernista Quiosco de la Música de Zaragoza”, exponen los documentos. En 1972, tras la “Operación conventos y colegios privados”, las Adoratrices se mudaron a Pamplona y  la edificación fue derribada. Se convirtió en un solar hasta la construcción de los complejos actuales. Además, los mapas de la sede “Zaragoza Histórica” confirman que, a partir de 1908, el terreno perteneció a esta hermandad religiosa. 

Una congregación que tuvo muchas idas y venidas en la capital aragonesa: las Oblatas. En 1887 se construyó el primer convento de esta congregación religiosa, en Paseo de las Damas número 35. Un edificio con una capilla provisional y campos de cultivo, que era asilo para las mujeres desamparadas –esto no ha dejado nunca de ser el objetivo de la congregación–. En los años 40, las Oblatas se arruinaron y eso provocó la demolición del inmueble. A principios de los 60 se volvió a construir en el mismo terreno. La dirección actual se ubica en Paseo las Damas nº39 y nº41 (no hay datos en el catastro de estos números concretos), Antonia María Oviedo nº1 y nº2, y Pedro María Ric nº38. 

La instalación de las Trinitarias es la que más señales de alerta nos provoca. Una construcción que permanece intacta desde 1947. No hay mucha información acerca de este inmueble, pero lo poco que hemos averiguado es bastante contradictorio. En el Catastro, la planta 1, en la que hoy en día residen estudiantes –que se proclama como “laico”–, aparece, en pleno 2025, clasificada como “religiosa”. No obstante, no hay información sobre la construcción más allá de lo mencionado junto al testimonio de una de las gerentes: “Aquí no hay monjas desde hace 10 años”. Pocos detalles, muchas preguntas y escasez de tiempo para descubrir una información que todavía no ha llegado a nuestras manos. 

Última parada: El punto de partida

Consuelo aún recuerda las últimas palabras que les dirigió a sus compañeras antes de marcharse del Buen Pastor en Barcelona –donde había estado tras su último intento de fuga–: “Os juro que aunque pasen 40 años, yo seré escritora, y España entera se va a enterar de lo que nos han hecho”. Ha cumplido su palabra. Ha escrito varios libros, entre ellos Las desterradas hijas de Eva (Algón Editores, 2012) y Ruega por nosotras (Algón Editores, 2015). En ellos expone lo que ella y sus compañeras vivieron en la Institución. Su trabajo ha servido para que La “Conferencia Española de Religiosas” convocase un acto de disculpa el pasado 9 de junio de 2025 en Madrid.

Aún quedan muchas preguntas por responder sobre estos reformatorios en la ciudad de Zaragoza: “¿Por qué nadie ha hablado de ello todavía?” o “¿Dónde estarán las mujeres que pasaron por estos centros?” El tiempo apremia.  Pilar Iglesias, otra de las supervivientes del Patronato, advertía en un artículo de El Salto en 2023: “Si ustedes siguen esperando, no va a quedar ninguna viva”.

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