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La vida y ya
Gitanicémonos
Hay libros que te dan la vuelta y te hacen reflexionar sobre por qué nunca te habías parado a pensar algo que tiene tanto sentido. Eso me ha ocurrido con El pueblo gitano contra el sistema-mundo, de Pastora Filigrana. La introducción tiene dos hojas. Las primeras frases dicen: “Con este libro pretendo curar una herida y pedir solemnidad. Convencer a los payos que sueñan con un mundo mejor de que, para alcanzarlo, hay que ser como los gitanos”.
Después, a lo largo de 150 páginas, explica por qué hace esta afirmación. Deshace, una a una, todas las frases que desde un siempre que comenzó hace mucho, hemos escuchado y repetido sobre los gitanos y las gitanas. Las desmonta sin retorcer los argumentos. Para que cualquier persona paya que sea capaz de leer ensayos pueda comprenderlo.
Frente a “los gitanos son vagos”, explica el chantaje renta-trabajo. Ante “los gitanos viven de las ayudas”, habla de la autogestión y el mutualismo gitano. Sobre la frase “los gitanos no quieren integrarse”, argumenta en relación al antigitanismo. Para hablar de “la ‘gracia’ gitana”, se detiene a examinar la apropiación cultural. Sobre “la venganza en la Ley gitana”, habla de anti-autoritarismo y autogestión del conflicto. En relación a “los gitanos son machistas”, explica que el patriarcado es uno y es payo.
Podría ser que no transmito las ideas como el libro (esto es una certeza) pero me parece que se trata de una cuestión de mucho más calado. No queremos (no sabemos, en el mejor de los casos) salir de ese marco
He charlado sobre el libro con varias personas. Siempre, sin excepción, sale un “ya pero los gitanos…” seguido de cualquiera de las frases que el libro trata de desmontar. A veces son unas. A veces son otras. Las mismas que yo tengo. Podría ser que no transmito las ideas como el libro (esto es una certeza) pero me parece que se trata de una cuestión de mucho más calado. No queremos (no sabemos, en el mejor de los casos) salir de ese marco.
Dice Pastora Filigrana al final del libro que la única manera de alcanzar un horizonte de cambio tiene que ver con potenciar la cooperación frente al individualismo imperante y que es, justo en los márgenes, donde hay toda una universidad de vidas que han cooperado y cooperan por la supervivencia porque, cuando nada sostiene, sólo el común puede salvar.
Le dije a una de mis alumnas gitanas que había leído un libro en el que había aprendido muchas cosas, escrito por una mujer gitana. Me preguntó si en ese libro explicaban por qué no le gusta ir a clase. Le dije que sí. Me preguntó si yo no había sido capaz de entender eso antes. Le dije que no, que la verdad es que no había sido capaz. Sonrió. “Yo sé más que tú”, dijo. “Sí, sabes más que yo”, le contesté.
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