Trabajo sexual
Trabajo sexual: hacerse escuchar frente al estigma y la censura

La censura de la Universidade da Coruña no evitó unas jornadas donde finalmente las trabajadoras sexuales tuvieron su voz.

Traballo sexual
Pegatinas de colectivos de trabajadoras sexuales y de abolicionistas. Elena Martín
24 sep 2019 09:45

Es 20 de septiembre. Son las 9h30 de la mañana, y dentro del centro social A Comuna, en A Coruña, se aglomera mucha gente, la mayoría mujeres. Se palpa rabia, pero también se sienten una energía y ganas de hablar que lo envuelven todo. Son las ponentes y asistentes a las primeras Jornadas de Trabajo Sexual celebradas en Galicia, esas mismas que, con mucha polémica, fueron prohibidas por la Universidade da Coruña.

“Estas jornadas deberían haberse celebrado en la universidad, un lugar con libertad de cátedra y donde todo el mundo debería tener derecho a hablar”, denuncia Conxa Borell, secretaria general del Sindicato de Trabajadoras Sexuales OTRAS. María Martínez Cano, psicóloga, trabajadora sexual y coordinadora de las jornadas, acentúa que el único problema no fue la censura, sino todo el proceso hasta llegar a esa situación. “Dijeron que todo estaba correcto, que podíamos hacerlas allí, pero una semana antes de celebrarlas cedieron a presiones. Primero nos sacaron de Sociología, luego dijeron que las podíamos hacer en la Escuela de Trabajo Social, pero si cambiábamos los títulos de las charlas, acortábamos las conferencias de las trabajadoras y dejábamos que clausurase una mujer favorable al abolicionismo. Y después de eso dijeron que no, que no las podíamos hacer allí”, denuncia la coordinadora. “Nos quieren como objeto de estudio pero nunca como sujeto”, añade.

Traballo sexual 3
A gran afluencia de público fixo pequeno o Centro Social A Comuna. Elena Martín

Está claro que la prostitución es un tema complicado. Pero también es cierto que la mayoría de las veces las propias trabajadoras sexuales son las últimas a las que se les deja dar su opinión sobre un tema que, en primera instancia, debería corresponderles. “Muchas veces me planteo, ahora ya fuera de la prostitución, cómo lo hubiera hecho si no hubiera podido prostituirme esos quince años; no es una panacea, nunca he proclamado ese mensaje, pero el resto de las pocas opciones que yo al menos tenía, dadas mis circunstancias, eran francamente peores”. Kenia García, portavoz del Colectivo de Prostitutas de Sevilla y una de las participantes en estas jornadas, lee esta reflexión de una de sus compañeras dedicadas a la prostitución. “Me considero abolicionista de todos estos condicionantes previos, de todos estos motivos que pueden llevarte a la prostitución y que son los que deberían también abordarse sin demora. Y afirmo, por mi propia experiencia, que no hay ayudas para reconstruir tu vida, ni alternativas”, continúa la reflexión de Ámbar (pseudónimo).

La prostitución no es una panacea, nunca nos escucharán defender eso

Muchos de los discursos de estas mujeres recalcan que ellas no hablan de la prostitución como una solución vital, en respuesta a las acusaciones de querer hacerles ver a las estudiantes los beneficios de este trabajo vertidas por algunos miembros de la universidad. Aun así, en las jornadas se repite también que ellas ven aliadas en el mundo académico y que entienden que esta solo fue una parte del ámbito universitario. “Claro que hay aliadas académicas y cada una ayuda de una forma. El día 5, de hecho, nos vamos a reunir para presentar políticas sociales para que la gente no se vea abocada a ejercer la prostitución. Lo hacemos precisamente por esos, para que no haya más putas, que ya nos llega”, añade María José Barrera, extrabajadora sexual y cofundadora del Colectivo de Prostitutas de Sevilla. “Cuando hablamos de putas empoderadas no es porque pensemos que sea algo maravilloso dedicarse a esto, sino porque reclamamos nuestra dignidad y nuestra voz, nuestro derecho a hablar por nosotras mismas. No necesitamos que nadie nos victimice, como hace determinado feminismo”, expone Saisei-chan, trabajadora sexual. “Determinadas abolicionistas simplifican nuestros mensajes para que entren en sus prejuicios sobre nosotras”, denuncia.

Cando hablamos de putas empoderadas no es porque pensemos que sea algo maravilloso dedicarse a esto, sino porque reclamamos nuestra dignidad y nuestra voz

Las críticas al abolicionismo

Para las participantes, el problema de lo que llaman ‘nacional-abolicionismo’, o abolicionismo más extremo, es que no ayuda a la situación de unas mujeres que ya lo tienen muy difícil sin tener que lidiar con las consecuencias de políticas que, al final, las sancionan a ellas. Vera, una trabajadora sexual procedente de Europa del Este, contó la situación que se encontró trabajando en Noruega y Suecia tras la aplicación de políticas abolicionistas y sancionadoras. “La policía te persigue, no puedes denunciar si te pasa algo porque la policía va a por ti para deportarte. Una vez me echaron de un hotel en el que estaba trabajando y me dejaron en la calle, con el frío que hace en Noruega en invierno. Les quitan la custodia de los hijos a las mujeres si se enteran de que son trabajadoras sexuales, pero a los clientes no, claro...”. Añadido a esto, Vera denuncia que toda esta situación de maltrato hacia las trabajadoras no cambió la demanda de sexo en los países escandinavos, por mucho que los gobierno de allí digan que cada vez hay menos prostitutas. “Amnistía Internacional demostró las consecuencias negativas del modelo sueco, pero los gobiernos no escuchan, no les importan las vidas de las prostitutas, como demuestran las muertes de Vanesa Campos o Petite Jasmine”, añade Vera.

Cuando hablamos de proxenetas, el primer proxeneta es el Estado

Ordenanzas municipales como la de Murcia de 2013 o la de Lugo demuestran que en el Estado español se va por el mismo camino, con las consecuencias negativas que expertas y trabajadoras dicen que esto tiene para las vidas de muchas de ellas. “El hecho de que se les multe hace que cuando sufren un acto delictivo por parte de terceros tengan miedo de ir a la policía, por lo que estos actos quedan impunes. Esto sin contar con que la policía ya las conoce y a veces las multa simplemente por estar en la calle, aunque hubieran salido un momento a comprar el pan”, advierte Nacho Pardo, fundador del Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS).

“El abolicionismo insiste en que la solución está en multar a los clientes, pero no es tan sencillo. Lo que pasa cuando multas a los clientes es que las trabajadoras tienen menos tiempo para negociar con ellos en la calle y tienen que irse a zonas alejadas del centro, lo que pon en peligro su vida y las expone a situaciones de mayor violencia y vulnerabilidad”, añade. Además, este tipo de ordenanzas aumentan el estigma de unas mujeres que, ya de por sí, viven bajo el cuestionamiento y las constantes críticas por parte de la sociedad. “Tenemos un Estado proxeneta que recaudó, hasta 2017, 50.000 euros con multas a trabajadoras sexuales. La ley mordaza se alimenta de mujeres que ejercen la prostitución, cuando hablamos de proxenetas, el primer proxeneta es el Estado”, denuncia Kenia.

El abolicionismo insiste en que la solución está en multar a los clientes, pero no es tan sencillo
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As xornadas foron censuradas pola UDC. Elena Martín

EL PROBLEMA DE LA TRATA

Por otra parte, insisten en que ellas también diferencian entre trabajadoras voluntarias y víctimas de trata, y que es muy injusto que se las acuse de abandonar a las compañeras que están ejerciendo involuntariamente. “Están utilizando a las compañeras que sufren trata y que lo quieren dejar como herramienta para atacar al resto de trabajadoras. Pero no son las putas las que tienen que acabar con la trata, sino los políticos y las instituciones”, dice María José Barrera. “El proxenetismo, la trata y el tráfico de personas existen porque hay beneplácito de los gobiernos, dan mucho dinero, son mafias internacionales. Las mafias que trafican con personas también lo hacen con armas y drogas”, añade Conxa Borrell.

Sobre este tema habló Kenia García, que centró su discurso en denunciar la ley de extranjería y el cierre de fronteras, que influyen en que muchos procesos migratorios acaben en redes de trata, o en la economía informal y la prostitución. El Estado otorga licencias a los clubs y demás locales, pero en cambio no da papeles a las personas migrantes que se dedican a la prostitución. Las mujeres migrantes necesitan tres años para optar a la residencia, suelen ser personas racializadas que acaban o bien en el trabajo del hogar en condiciones precarias o muchas en la prostitución”, añade. “Se nos victimiza o se nos criminaliza”.

Están utilizando a las compañeras que sufren de trata y que lo quieren dejar como herramienta para atacar al resto de trabajadoras

La profesora de antropología Estefanía Acién señaló también que, cuando se habla de prostitución, desaparecen los enfoques multifactoriales que sí se dan en otros ámbitos. Esta antropóloga estuvo durante años en contacto con prostitutas nigerianas en el poniente almeriense. “El discurso ‘trafiquista’ aleja el foco de la responsabilidad que tiene nuestra sociedad en la situación de estas mujeres —sexismo, clasismo, racismo...— y somos nosotras quienes tenemos que ayudarlas a salir de aquí, pero para eso necesitan una alternativa que muchas veces no tienen porque a ellas non les dan contratos en otros sitios, como a los hombres”, denuncia esta antropóloga. Por otra parte, para ellas no es cierto que los gobiernos se preocupen por las víctimas de trata porque no se hace nada real para ayudarlas. “Las deportan a su país son tener en cuenta sus deudas, y sin pensar en que intentarán volver. No les importan las familias, solo echarlas del país. Eso es racismo”, señala Borell. "En los clubs solo las ‘liberan’ si tienen papeles. Si tienen papeles entonces las dejan allí, porque, claro, con papeles ya no parece que puedan ser víctimas de trata”, añade la secretaria de OTRAS, que en la actualidad sigue luchando por un sindicato de trabajadoras y trabajadores del ámbito sexual, a pesar de todos los obstáculos.

Tras dos días de conversaciones, charlas y debates, finalmente la Facultad de Derecho aceptó que se hiciera un encuentro con ellas el día 21 a las 13h30. Allí, rodeadas de paraguas rojos, su símbolo, las organizadoras de las jornadas aseguraron que lo que pasó con la UDC demuestra que “la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales va a ser dura y difícil”, pero piensan seguir luchando porque estas mujeres no lo tengan aún más difícil de lo que ya lo tienen. Y por un mundo donde nadie tenga que hacer aquello que no desea o lo tenga que hacer en la clandestinidad, como estas jornadas.

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25/9/2019 21:13

Qué pena que el Salto se preste a esto.
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