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Tecnología
La bandera del anonimato: de las mujeres zapatistas a la lucha por las libertades en internet
Un evento organizado por las mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a principios de este año, en el que participaron 7.000 mujeres de todo el mundo, sirvió como resorte para reavivar el debate sobre la privacidad en el presente y la necesidad de seguir levantando la bandera del anonimato.
La lucha zapatista, al cubrir su rostro con un pasamontañas, construyó nuevas preguntas sobre la importancia de nuestros rostros y nombres reales. El pasamontañas pasó de ser una prenda de vestir para cubrirse del frío a tornarse un acto político para denunciar el desprecio hacia las fisonomías indígenas. “Al cubrir su rostro los zapatistas desviaron la mirada de la sociedad y los medios de comunicación, y quienes antes solo pasaban una mirada superficial sobre su cara y su cuerpo entero, ahora no paraban de hacerles fotografías como si de alguien importante se tratase, sí, ahora sí eran importantes”, señala el investigador Daniel Fajardo Montaño.
Son escasas las agrupaciones políticas o movimientos sociales que actualmente se abocan a rescatar el valor del anonimato. Conocemos Anonymous, grupos piratas y colectivos trans-hacker-feministas que ponen este valor por delante en la mayoría de sus acciones. Pero ¿qué pasa con el valor de la anonimato en la actualidad?
Uno de los síntomas de nuestra época es el hecho de que estamos siendo observados todo el tiempo. “El Estado ha refinado sus instrumentos de vigilancia, y quien quiera huir hacia lo oscuro se enfrentará con artillería iluminadora en su fuga”, señalaba el teórico marxista francés Guy Debord en los 60. Hoy, sin embargo, a muchas personas les resulta agradable y hasta excitante abrir las puertas de lo más íntimo en redes sociales digitales comerciales.
El flujo de informaciones que circula en internet es un núcleo privilegiado de monitoreo de la ciudadanía global para diferentes sectores públicos y privados con diferentes propósitos. Los fines: comerciales, publicitarios, administrativos, securitarios, afectivos... Es innegable que nuestras acciones cotidianas se tornan cada vez más sujetas a registro, análisis y clasificación.
Empresas como Google, Facebook, Microsoft, Skype, Youtube, Apple, entre otras, entregan la información de sus usuarios al Gobierno de Estados Unidos
En junio de 2013, gracias a las filtraciones de Edward Snowden, se hicieron públicos una enorme cantidad de documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA). Estos documentos demuestran que, de manera voluntaria o no, empresas como Google, Facebook, Microsoft, Skype, Youtube, Apple, entre otras, entregan la información de sus usuarios al Gobierno de Estados Unidos. “Los únicos que tienen alguna protección legal son los ciudadanos de Estados Unidos. El resto de nosotros no tiene garantía alguna de que nuestra información no esté siendo, de hecho, espiada”, señala Rafael Bonifaz, activista ecuatoriano del software libre y experto en seguridad informática.
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El imperio de los datos
Escándalos como la venta por parte de Facebook de datos que sirvieron a la victoria de Donald Trump o la de Grindr sobre sus usuarios, incluidos los datos sobre si sufrían el virus VIH. ¿Qué papel juega la minería de datos en todo esto?
Para Bonifaz las revelaciones de Snowden o las de Cambridge Analytica actuaron como cimbronazos, pero el olvido funciona más rápido que la lección a aprender a partir de las llamadas de atención sobre cuestiones tan caras como nuestra intimidad y la propiedad de nuestros datos personales. “Los temas son tan complejos que es difícil ir aterrizando todo esto”, reflexiona y explica que no es la NSA y las grandes empresas de internet las que hacen extractivismo de datos en internet. El juego ha cambiado. “Entregamos voluntariamente nuestra información privada en redes como Facebook a cambio de estímulos sociales como likes u otros”, describe Bonifaz. Este especialista en privacidad cuenta que cuando anotó a sus hijas en una escuela, y lo obligaron a participar de el famoso grupo de Whatsapp de “mamis y papis”, se vio en la urgencia de escribir una entrada en su blog explicando con detalle los nuevos, sútiles y escondidos, riesgos para nuestra privacidad.
Sabidurías ancestrales para desenmascarar
La capucha, el pasamontañas, la máscara, la careta o simplemente el cubrirse el rostro con un pañuelo son técnicas antiguas de camuflaje utilizadas por la mayor parte de las culturas del mundo. Con motivo de ceremonias rituales, de carnavales o escenificaciones teatrales, el recurso del anonimato se ha utilizado como forma de protección ante un sistema estructurado desde la vigilancia permanente. La máscara y el anonimato son estrategias actuales de autodefensa y debemos pensarlas tanto en las redes de bits como en las calles.“[Usamos el pasamontañas] por seguridad y es nuestro signo político. Si nunca nos miraron, si ni sabían que existíamos, ¿por qué ahora tantas ganas de vernos las caras?”
“Cuando pensamos en una mujer o un joven que cubre su rostro al asistir a una manifestación pública, pensemos que esta gente en primer lugar está cuidando el secuestro de su imagen, vivimos en un Estado represor, que hasta la fecha lleva aproximadamente 30.000 personas desaparecidas. Como en otras dictaduras, la nuestra tiene a su cargo nutridos equipos de ‘inteligencia’ que se dedican a monitorear a toda persona que piensa o actúa de manera diferente al gran poder ideológico, si además esta persona deja de manifiesto su descontento en un espacio público y se dedica comunicar su forma disidente de pensar o actuar en colectivo, entonces está en peligro latente”, reflexionan integrantes de Engendro Colectivo desde algún lugar de México.
La periodista argentina Marta Dillon en el I° Encuentro Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres se refirió directamente al asunto en una entrevista a una de las mujeres zapatistas.
—Everilda, ¿puedo preguntarle por qué siguen usando el pasamontañas?
—Es por seguridad y es nuestro signo político. Si nunca nos miraron, si ni sabían que existíamos, ¿por qué ahora tantas ganas de vernos las caras? —cerró la joven dirigenta.
Aquello que para las zapatistas es tan necesario como el oxígeno para sobrevivir para la masa crítica conectada muchas veces parece una medida extraña, cansina o exagerada.
“Es algo que no se siente. La mayoría de la gente cierra la puerta de su casa, las cortinas, cuando se va a dormir. En el mundo físico se siente mucho más la necesidad de privacidad que en la vida digital. Cuando envío un correo es difícil entender las consecuencias de que alguien lo esté leyendo, pero esta posibilidad existe de hecho. Cada vez más tenemos conocimiento de que, cuando no estoy ocultado mi actividad en línea, voy dejando una huella y eso podría afectarme en el futuro”, explica Bonifaz.
“La mayoría de la gente cierra la puerta de su casa, las cortinas, cuando se va a dormir. En el mundo físico se siente mucho más la necesidad de privacidad que en la vida digital”
El ejercicio de la máquina del tiempo es útil: imaginar qué pasará con nuestras informaciones en un futuro de gobiernos totalitarios. “Es llamativo mirar hacia atrás y pensar que en América Latina durante los años 70 todo el mundo se hubiese cuidado de publicar toda esta información. Si pensamos en el futuro, en los gobiernos que llegarán ya tendrán montados sus aparatos represivos para la persecución con todos nuestros datos a la mano”, relata el investigador en seguridad digital. Como parte del ejercicio de educar, enseñar y orientar sobre estas cuestiones, iniciativas como Privacidad Global ofrecen foros y espacios de formación para defender nuestras vidas digitales a través del software libre.
El anonimato es crítico para las mujeres y personas LGBTI
En un contexto de lucha entre gobiernos y usuarias, por un lado, y organizaciones por el otro, mujeres y personas no binarias, con diversidad funcional, activistas políticas y defensoras de derechos humanos reclaman el anonimato. Narrar la propia vida en internet para quien se enfrenta contra el racismo, el sexismo o el bullying en los espacios de trabajo, y se sabe vigilado, equivale a someterse a la auto-censura o arriesgar la fuente de trabajo o correr el riesgo de ser atacados en sus propias casas.Estas son algunas de las razones por las cuales (aún) las personas usan seudónimos en internet, pese a la ideología Facebook que ha impuesto la ideología de uso del “nombre real”, puesta en cuestión gracias a la acción de internautas y organizaciones de la sociedad civil. “Cualquiera que haya trabajado con mujeres sobrevivientes de violencia sabe que el anonimato es crítico para su curación y supervivencia. La privacidad le permite a las supervivientes vivir sin temer constantemente que el abusador esté mirando a cada paso. Les permite buscar ayuda y acceder a la justicia para reconstruir sus vidas”, señala Anna desde el blog FWD.
Para las personas que por su género, raza o sexualidad no encuadran en los patrones normativos, el derecho al anonimato y la protección de sus datos es un pilar
La ubicuidad de la tecnología hizo de la privacidad un derecho clave. Para las personas que por su género, raza o sexualidad no encuadran en los patrones normativos y que, de hecho, son supervivientes de violencia en línea y fuera de línea, el derecho al anonimato y la protección de sus datos es un pilar. “Ejercen su libertad de expresión en contextos en los que el Estado o la sociedad son hostiles, sobre todo cuando se trata de cuestiones relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos, como el aborto, el cambio de denominación social u otras causas de disidencia política. Es decir, medidas contra el anonimato o a favor de una mayor recolección y conservación de los datos personales en internet terminarían dándole más poder al Estado y las empresas, ya que ampliarían su capacidad de identificar voces disidentes y, posiblemente, censurar el contenido y el comportamiento en función de sus propios intereses”, apuntan desde el colectivo Antivigilancia.
El anonimato no es la estrategia ideal para todo el mundo: existen diferentes tácticas que permiten camuflarse en internet. Pero este derecho debería estar disponible para quien lo demande. Tal como señalan las organizaciones que luchan por las libertades en la red, sin privacidad, no hay autonomía, y en internet el anonimato abre los caminos que llevan hacia la autonomía.
“En un ecosistema opaco, hecho para succionar datos indiscriminadamente y hacer perfiles antojadizos de las personas, muchas veces sin su consentimiento informado, no es nada difícil que empresas como Cambridge Analytica exploten también esos datos, esta vez, para fines electorales”, remarca la investigadora chilena Paz Peña en un informe especial sobre datos en contextos electorales.
Sin embargo, millones de usuarias de redes sociales y de motores de búsqueda consideran una tarea engorrosa corregir y reapropiarse de su privacidad en internet, ven de lejos la noción de que las expresiones anónimas enriquecen nuestras aspiraciones democráticas. Cada día más organizaciones que luchan por los derechos digitales se abocan a facilitar la tarea cotidiana de valorar los datos privados de las personas.
La lucha zapatista tiene en su haber el uso rebelde y más osado del pasamontañas. Hoy más que nunca se actualiza su importancia metafórica y concreta. “La lucha zapatista se cubre el rostro y convierte el pasamontañas en un símbolo, como lo hicieron las Madres de Plaza de Mayo con su pañuelo blanco, a partir de este momento como tiempo después lo hiciera la máscara de Guy Fawkes, el rostro zapatista no es uno, es todos los rostros, es la multitud indígena, es miles de personas originarias de diferentes lenguas, diferentes creencias, diferentes ideas, diferentes vidas, pero desde ese momento un mismo rostro rebelde”, propone Fajardo Montaño.
Más información
https://www.derechosdigitales.org/https://www.apc.org/es
http://privacyinternational.org
https://tacticaltech.org/
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/
https://ciberseguras.org/
https://securityinabox.org/es/
https://www.takebackthetech.net/es/be-safe/herramientas-de-seguridad
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La primera pregunta que se me hace para comentar es mi nombre. Por defecto, l acuadrícula pone 'anónimo'. Y está bien, pero para apoyar el anonimato también hace falta dar la cara. Antes de que puedan rompérnosla por el simple hecho de hacerlo.