Teatro
‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’ o cómo nacer por segunda vez

La octava edición de Surge, la Muestra de Creación Escénica que presenta más de 40 actividades en 25 espacios de pequeño formato de la Comunidad de Madrid, vivirá el 30 de octubre el estreno absoluto en Réplika Teatro de ‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’, de Ksenia Guinea y César Barco Manrique, un espectáculo basado en el testimonio de mujeres migrantes nacidas en la URSS y en la volátil, extraña y escurridiza cultura postsoviética.
Ksenia Guinea en la obra de teatro ‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’
Ksenia Guinea en la obra de teatro ‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’. Foto: David Casero.

Tras nueve años de asedio, los aqueos ganaron la guerra a Troya con el famoso caballo, ejemplo mítico de audacia. Tras 45 años de Guerra Fría, a lo mejor la Unión de Repúbicas Socialistas Soviéticas terminó de reventar desde dentro con la celebración del primer certamen de belleza en 1989. No, no vamos a decir que el bloque soviético se desmoronara solo por unas jóvenes que desfilaban en bañador (certamen permitido por el propio Kremlin, pero indecente a la vista de muchísimos camaradas, tanto que las modelos llegaban escoltadas al recinto), pero supuso una suerte de destape que introdujo en el alma comunista los cantos de sirena del capitalismo. La primera Miss URSS fue Julia Sujánova, en 1989. La segunda fue Julia Lemigova, que dos décadas después se casaría con la tenista Martina Navratilova, y la última, coincidiendo con el fin de la URSS, Ilmira Shamsutdinova. El certamen se retomó en 1993 ya como Miss Rusia. Aquellas tres mujeres quedaron varadas en un paréntesis de la Historia, un pliegue o una superposición entre lo que se iba y lo que venía, ni de aquí ni de allí.

En 1991 cayó el telón de acero al tiempo que en el mundo de la moda se inauguraba la década de oro de las top model, donde las ‘bellezas del Este’ fueron poco a poco haciéndose un hueco hasta ser imprescindibles en cualquier pasarela ya entrado el siglo XXI. Ya sabemos que Rusia pasó de un extremo a otro y las oligarquías varias se abrazaron al capital sin miramientos. Pero para mucha gente, sobre todo en las ex repúblicas soviéticas, el cambio de vida era tan radical que, para cuando quisieron despertar del impacto, estaban con una mano delante y otra detrás y tuvieron que buscar su futuro lejos de sus orígenes. Es muy distinto debatir entre libertad y empoderamiento femenino y cosificación y sexualización del cuerpo de las mujeres bajo un régimen autoritario de partido único o bajo un sistema que explota un mensaje publicitado hasta la náusea sobre una falsa igualdad de oportunidades, cuando la realidad te expulsa, literalmente, del lugar donde se hunden tus raíces. Eso es lo que les ocurrió a cientos, a miles de mujeres de todo el orbe soviético, que se vieron empujadas a emigrar.

Ksenia Guinea, actriz y creadora escénica española de origen ruso, es hija de una de aquellas mujeres. Su familia acabó viviendo en Ucrania (los movimientos migratorios dentro de la URSS, donde el desarraigo está en el ADN, también son dignos de estudio), pero cuando ella era una niña, su madre, separada de su marido, cogió lo que pudo y huyó hasta recalar en Madrid. Aquí empezó de cero, trabajó en todo lo que pudo para asegurarse un futuro, formó otra familia con una persona española y pudo por fin traerse a Ksenia, que había quedado en Ucrania con su abuela. Y aquí Ksenia pudo formarse artísticamente hasta el día en el que, harta de no encajar ni en el prototipo de actriz española ni en el de actriz rusa, alguien le dijo: eres como una Miss CCCP, ni de aquí ni de allí. Y Ksenia, que harta de esperar superar un casting abrigaba el deseo de generar el trabajo por sí misma, emprendiendo la creación de una pieza escénica propia, encontró el título y un hilo del que tirar, porque hiciera lo que hiciera debía partir de una profunda necesidad de contarlo, de contarse.

“Camuflarnos a nosotras mismas”

“Pensar en aquel certamen de belleza —relata Ksenia— me llevó a pensar en mi vida, en la de mi madre, en la de mi abuela, en la de tantas mujeres obligadas a moverse para seguir viviendo. Decidí buscar a algunas de esas mujeres y entrevistarlas, sin saber muy bien todavía qué buscaba y qué haría con todo aquel material que iba a empezar a recabar. Empecé con mi madre. Le dije que la iba a entrevistar y que grabaría la entrevista en vídeo y se puso muy guapa y empezó a hablarme de la historia de Rusia, de Tolstoi, de Tchaikovsky… Evidentemente no quería entrar en esos otros temas, más sensibles, no quería ir a un lugar en el que la memoria está llena de dolor. Supongo que algo así estará presente en todas las personas migrantes, pero especialmente en las mujeres que salieron de la antigua Unión Soviética hay siempre un querer camuflarse, en parte por supervivencia y en parte por dignidad. Mi madre tomó una decisión muy difícil que le agradeceré toda mi vida, pero no fue agradable para ella hacerla volver ahí”.

El silencio como apósito para las heridas del tiempo. La vergüenza. Los nietos de los que perdieron la Guerra Civil lo sabemos: da mucha vergüenza relatar las miserias. No se puede llegar y pretender que te lo cuenten todo con pelos y señales. Ksenia entendió que tendría que respetar los tiempos del recuerdo, acompañar más que preguntar, escuchar desde el cuidado y dejar que fueran saliendo los discursos entrecortados, repletos de puntos suspensivos y hálitos suspendidos. A partir de su madre y de sus amigas, fue ensanchando la red y pudo entrevistar a más mujeres, incluso viajando a varios lugares de Europa del Este gracias a una beca del Instituto de la Juventud.

“Estoy muy orgullosa de mis raíces rusas, pero me da mucha pena cuando llego a un sitio y la gente me empieza a exotizar. Las identidades son mucho más complejas”, dice Ksenia Guinea, autora de la obra de teatro

Y hoy el texto de su pieza escénica, hecho de retazos de aquellas conversaciones, refleja ese lenguaje roto de la memoria, las grietas y los silencios asociados al trauma. También el orgullo de las decisiones tomadas y de los contratiempos superados, porque no es esta una visión victimista, solo un relato de visibilización y contexto. “Odio cuando te hacen sentir extranjera, cuando constantemente te recuerdan que no eres de aquí sin saber. Yo, por ejemplo, no tengo hogar al que volver porque mi hogar está en Madrid. Estoy muy orgullosa de mis raíces rusas, pero me da mucha pena cuando llego a un sitio y la gente me empieza a exotizar. Las identidades son mucho más complejas. Esto es lo importante de esta pieza, visibilizar la historia que hay detrás de mi origen genético, con la fragilidad añadida que supone ser una mujer pobre cuando llegas a otro país, un estigma con el que mucha gente vive incluso a nivel institucional, donde cualquier solicitud te impone la extranjería con una condescendencia bastante absurda”.

Este viaje de búsqueda identitario se entrevera a lo largo de cuatro años con la búsqueda artística, el viaje hacia la forma. Cuatro años, que se dice pronto, y una pandemia por medio, por si le faltaban dificultades al desarrollo de las carreras artísticas en España. “Soy parte de todo eso que cuento porque está en mi ADN, pero no cuento mi historia, sino que sirvo de vehículo para transmitir esa memoria, esos testimonios anónimos. De ahí que los tres actos de la obra lleven como títulos, respectivamente, ‘ADN’, ‘Memoria’ y ‘Testimonio’. Para mí, cada palabra tiene un sentido porque sé de dónde viene y, aunque me he complicado la vida un montón, he preferido estar en escena como una médium”.

Ksenia Guinea, en un ensayo de ‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’
Ksenia Guinea, en un ensayo de ‘Miss CCCP / Miss Unión Soviética’. Foto: Ana Maisonave.

Ksenia es recipiente y emisora de una voz plural que representa una realidad muy diversa con un tronco común que tiene que ver con lo femenino, con el desarraigo, con la identidad, con la política y sus consecuencias para las personas. También con esa otra Rusia que surge en la era postsoviética, una cultura irreal y escurridiza como la realidad que retrata, por ejemplo, Konchalovsky en El cartero de las noches blancas, o tan freak y tan loca como la que recoge el perfil de Instagram @lookatthisrussian. Aquella ruptura tan abrupta del 91 originó este tipo de grietas culturales tan extrañas que, bien regadas de vodka Stolichnaya (que patrocina la obra, por cierto), también están en la pieza, que no renuncia a la irreverencia.

Paisajes sonoros de una patria arrancada

En este largo proceso creativo, fragmentos de la pieza han podido ser testeados en diversos contextos (las muestras del Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual del Museo Reina Sofía, en la Scuola Cònia de la Societas de Claudia Castellucci en la ciudad italiana de Cesena o en el ciclo escénico anual de INJUVE) y a mitad de proceso Ksenia encontró un compañero que ha resultado fundamental para el acabado definitivo: el músico de formación clásica César Barco Manrique, cuyo paisaje sonoro, hecho también de retazos grabados en distintos lugares de Este de Europa, pone el fondo a la figura central de Ksenia en el escenario, vestida para la ocasión por el diseñador Pier Paolo Alvaro.

Sonidos de trenes, de parques, sonidos climatológicos y sonidos urbanos, mezclados con el piano en directo y la música electrónica. “El espacio sonoro —explica César Barco— parte de esos audios y de la necesidad de que hubiera una vibración muy grande, hasta un punto incómoda incluso, pero que al mismo tiempo fuera ceremonial, ritualística, ese tipo de envolvente sonoro que anticipa lo trascendental”.

Remata el collage escénico todo el trabajo de videomapping aportado por José Velasco y Nieves Guri, abstracción visual que casi trabaja como fuente de iluminación de la pieza, donde el estar de Ksenia sobre el escenario está atravesado de toda una exploración física a partir de la tradición pictórica de los iconos rusos.

Cuatro años en la vida de una artista de 31 es mucho tiempo y Ksenia jura que no quiere volver a pasar por un parto tan largo, pero el orgullo aflora en cada frase: “Hemos seguido con ello todos estos años porque hay una pulsión muy grande que, para mí, va mucho más allá de lo identitario, de las experiencias de mi madre, de mi abuela o de otras mujeres como ellas. A mí me parece crucial, y más con la que está cayendo ahora en Madrid, visibilizar la posición de la mujer y más desde la migración. Igual suena naif, pero cuando yo voy en el metro y veo una mujer del Este y veo su mirada y veo que tiene otro porte, que sabes que no es de aquí, para mí que me conozco estas historias es inevitable el respeto y la empatía, aunque no le diga nada. Y creo que será muy bonito si alguna persona, después de ver esta pieza, comienza a fijarse en las mujeres desconocidas y las trata con empatía y con respeto, aunque no se digan nada”.

Fragmento de ‘Miss CCCP/miss unión soviética’ (acto 3)
Cuando pusieron el fotograma en la televisión, en el que estaban deshaciendo el muro de Berlín. Cómo lo rompen, cómo lloran.
Y esto lo pusieron en la tele.
“Brindemos por el más feliz de los días que es el día de hoy. Les aseguro, llegan grandes cambios y esto sólo es el primer paso”, dijo papá, con un champán, y en dos años se desintegró la URSS.
Siempre que vuelvo mi corazón se encoge.
Cuando vuelvo y ves que no hay nada de lo que te puedas alegrar.
Y tu corazón se comprime.
Todo esto continúa porque a día de hoy...
La inflación sigue creciendo.
La gente huye donde... puede. Y como puede.
Muchas personas no pudieron soportar la situación.
Suicidios a pie de calle a diario.
Era más fácil dar armas a los presos y soltarlos para que se maten entre ellos.
Y estas calles destrozadas son tuyas.
Y ves que están todavía peor que cuando las dejé.
Y cada año están peor.
Más sucias.
Con más basura.
La gente depresivamente apesadumbrada no provoca mucha alegría.
La alegría la sientes al ver a los tuyos y eso es todo. Y a mami y todo eso.
(Silencio)
Pero cuando veo cambios.
Simplemente que cuando voy en tren, miro por la ventana y veo cambios.
Mi corazón se pone feliz.
Porque la vida, poco a poco, va hacia mejor.
Y ahí el corazón se encoge y duele.
Que parece que yo vivo lejos de todo esto y que a mi ese sistema no me afecta, pero este socium sigue existiendo allí, ahora.
Y este socium te identifica cuando tú vuelves allí.
Y te sientes como un cuervo blanco.
Y se te ve. Se te ve enseguida porque tienes otra mirada, porque piensas otras cosas. Tus ojos expresan esto. Tienes otro comportamiento.
TE SIENTAS de otra forma.
Te sostienes de otra forma.
Tienes más libertad.
Da igual en Moscú que en Vladivosotok.


Archivado en: URSS Teatro
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Teatro
Teatro Social Quiero colapsar a tu lado
Entrevistamos a Laura Presa y Sandra Arpa, actrices, que componen, junto con Fernando Gallego, la compañía La Rueda, una de las pioneras y más estables agrupaciones de teatro social.
Artes escénicas
Artes Escénicas ‘iSlave’: tecnología, esclavos y consumo
En ‘iSlave’, el compositor Alberto Bernal propone, junto a Mar Gómez y Pablo Ramos, reflexionar en el escenario sobre la esclavitud que la tecnología provoca en este sistema a un lado y otro de la pantalla.
Lawfare
Justicia a la derecha Pedro Sánchez no está solo: estos son los precedentes a su caso de ‘lawfare’
El presidente del Gobierno aseguraba en su carta que el suyo era un caso de lawfare “sin precedentes”. Lo cierto es que esta estrategia de judicializar la vida política se ha enraizado durante los últimos años.
Lawfare
Guerra judicial Las izquierdas brindan el apoyo unánime a Sánchez que él les negó durante la era del ‘lawfare’
Todos los partidos con representación en el Parlamento y ubicados a la izquierda del PSOE, también los soberanismos, han mostrado sus posiciones públicas en solidaridad con el acoso mediático y judicial contra el presidente del Gobierno.
Política
Lawfare ¿Qué decisiones puede tomar Pedro Sánchez tras amagar con dimitir?
Tras el anuncio del presidente, se abren varias posibilidades que no se resolverán hasta el lunes: ¿Una moción de confianza? ¿La convocatoria de elecciones? ¿Un cambio de marco? ¿Dimitir y dar el salto a la presidencia del Consejo Europeo?
Opinión
Opinión Cuando la mierda nos come
El panorama mediático se ha convertido en una amalgama de espacios a cada cual más insano. Basura fabricada por gabinetes ultras, aceptada por jueces afines y amplificada por pseudomedios de propaganda regados con dinero público. Hay que pararlo.
Medios de comunicación
Opinión ¿Y qué esperabas, Pedro?
Los gobiernos de derechas llevan años alimentando con dinero público a sus medios afines que esparcen bulos y manipulan sin que el Gobierno haya hecho nada para evitarlo.
Palestina
Genocidio en Gaza La Flotilla de la Libertad acusa a Israel de parar su salida con una nueva maniobra de presión
Los esfuerzos de Israel para impedir la partida del barco Adkeniz con destino a Gaza ponen otra traba que puede ser definitiva para el destino de una misión que pretende romper el bloqueo marítimo sobre Gaza.

Últimas

Sanidad pública
Ribera Salud Hospital del Vinalopó: el último rehén de la privatización del PP valenciano
La vuelta del PP al gobierno valenciano ha supuesto un balón de oxígeno para la principal beneficiaria de la privatización sanitaria, que mantendrá la concesión de Elx-Crevillent a pesar del malestar social.
El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Más noticias
Palestina
Genocidio en Gaza La Flotilla de la Libertad acusa a Israel de parar su salida con una nueva maniobra de presión
Los esfuerzos de Israel para impedir la partida del barco Adkeniz con destino a Gaza ponen otra traba que puede ser definitiva para el destino de una misión que pretende romper el bloqueo marítimo sobre Gaza.
Antifascismo
Antifascismo en Roma 25 de Abril, día de ‘La Liberazione’
El movimiento antifascista celebra el fin de la ocupación nazi con una demostración de poder en las calles de Roma.
Portugal
Portugal Cuando los campesinos portugueses tomaron la tierra… y la contrarrevolución se la despojó a tiros
Tras el 25 de abril de 1974 una ola de ocupaciones agrícolas impulsó en Portugal una profunda reforma agraria que los gobiernos socialistas y conservadores tardarían más de una década en desmontar.
El Salto Twitch
El Salto Twitch La Catana 2x06, comunicación política y campaña
Nos preguntamos cómo la carta de Pedro Sánchez atraviesa un momento político y electoral que se estira desde las generales, pasando por elecciones gallegas y vascas, para cristalizar en unas catalanas y europeas que van a marcar nuestro imaginario.
Derechos Humanos
Libertades y derechos Amnistía Internacional acusa al Estado de no investigar casos graves de violación de los derechos humanos
El informe anual de esta organización de derechos humanos denuncia “la persistente falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado español”.

Recomendadas

Derechos reproductivos
Luciana Peker y Cristina Fallarás “El aborto se ha apartado del relato feminista porque genera consenso”
Las periodistas Cristina Fallarás y Luciana Peker forman parte del grupo motor de una campaña europea que quiere blindar el derecho al aborto mediante una iniciativa ciudadana que necesita un millón de firmas para llegar a ser debatida.
Música
Música Aprendiendo filosofía con el punk patatero de La Polla Records
Los cáusticos esputos lanzados por Evaristo en las canciones de La Polla Records contenían materia adecuada para hablar de filosofía política en el instituto. Así lo entiende el profesor Tomás García Azkonobieta, autor de ‘La filosofía es La Polla’.
Pensamiento
Kristen Ghodsee “Necesitamos soluciones que podamos llevar a cabo sin la ayuda del Estado”
Esta escritora y etnógrafa estadounidense explora experiencias utópicas del pasado y del presente en su último libro ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing, 2024).