Sistémico Madrid
Todo contra Huerta de Soto

He hecho un pequeño trabajo de investigación y puedo decir con cierta autoridad, tras recorrerla, que en los 122 números de la calle Núñez de Balboa de Madrid no hay nadie, o casi nadie, que se llame Cayetano. Convertida en la calle Estafeta del liberal-nacionalismo abanderado, en Núñez de Balboa se escucha hoy más que nunca el cante jondo del barrio de Salamanca. Llevo varios minutos parada en el portal 45, sede de los negocios del profesor Jesús Huerta de Soto (Madrid, 1956), puntal español del anarcoliberalismo —la llamada escuela austriaca—, seguidor con galones de Hayek, Mises y Friedman y los aventajados chicos de la Universidad de Chicago. Si le viera, le preguntaría tantas cosas.
Ahora que Europa riega sus Estados con miles de millones; ahora que los grandes del Ibex, el sector del automóvil y los hoteleros exigen unidos dinero público para salvar sus negocios; ahora que los toreros se plantan en la puerta del Ministerio de Trabajo porque se sienten marginados; ahora que hasta Díaz Ayuso defiende la creación de empresas públicas; ahora, en definitiva, que los Estados están más hermanados que nunca con el capitalismo y el cadáver de Von Hayek se retuerce en su tumba como Drácula ante la luz del sol, ¿ahora qué?
Porque, para Huerta de Soto, catedrático de Economía Política en la Universidad Rey Juan Carlos, no hay duda de que el Estado “es la encarnación del demonio”, de que el dios del Antiguo Testamento “es libertario” y de que Jesucristo también lo fue porque “nunca le pagó ningún impuesto al César”. Para el economista, los Estados son “agencias monopolistas de la violencia, ineficientes y destructoras de la libertad”, y deberían abolirse, junto a sus bancos centrales y los impuestos.
Claro que estas cosas solo pueden pensarse en un edificio como este de un barrio como este, o en una casa en Formentor como la suya, o dejándose llevar en un Bentley como el que dicen que aparca en la facultad. Pienso todo esto mientras, delante de la puerta color burdeos del edificio, un hombre rubio viste de sport como solo se puede vestir en un barrio como este, y espera para montarse en un Audi blanco que asoma por la salida de carruajes. Tenía que ser blanco, tenía que ser rubio.
Pero si hay edificio en Madrid, chalé en Baleares y coche con chófer no se debe a sus clases sin duda magistrales, por mucho que su currículum universitario ocupe 159 páginas. Huerta de Soto es el presidente y único socio registrado de España S.A. Compañía Nacional de Seguros, creada por su abuelo en 1928. La sociedad cuenta con activos de 700 millones y un patrimonio inmobiliario valorado en 267 millones, repartido en edificios en España y Portugal.
En Núñez de Balboa 45 tienen su domicilio la sociedad de control de sus negocios, Cartera Constantia S.L., y su participada, Cartera Hispana S.A., que a su vez controla el 54,4% de la aseguradora. Entre sus consejeros figura el controvertido abogado Guillermo Frühbeck Olmedo, socio, junto a su hermano, de un bufete madrileño especialista en crear entramados societarios.
Ser libertario es muy duro. Te lleva, como dice uno de sus apóstoles, Carlos Rodríguez Braun, de la admiración al desprecio, pasando por el olvido y la irritación. ¿En qué fase estamos? Es más, ¿qué opinan de todo esto ahora Vox o TÚpatria? El neofascismo tiene la habilidad de desarrollar en su programa los patrones económicos de Huerta de Soto mientras entona el himno de la Legión, pues estos años los libertarios han logrado encajar mágicamente su ideario basado en el orden espontáneo del mercado con el nuevo nacionalismo español y el viejo y más rancio catolicismo.
Pero si hay una pregunta que alumnos y admiradores podrían hacerle a Huerta de Soto es: ¿por qué quiere abolir al mismo Estado diabólico que le ha hecho millonario a él y a cuatro generaciones de su familia, incluyendo sus cuatro hijos? Responderá con vehemencia.
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!