Sindicatos
Sindicalismo y juventud: el problema no es la conciencia, es la confianza

El número de jóvenes afiliados a sindicatos continúa siendo bajo: el discurso antisindicalista, la atomización del trabajo y la incapacidad de adaptación al nuevo contexto laboral por parte de las centrales tradicionales ha llevado a la gente joven a organizarse de otras maneras.
23 nov 2021 05:49

Solo un 12,5% de las personas asalariadas en España están afiliadas a un sindicato, según el último informe de la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD). En 2009, el porcentaje de población trabajadora sindicada era del 18,3%, lo que implica que en la última década la cifra ha bajado progresivamente hasta colocarse a la cola en el índice europeo de afiliación sindical, pese al aumento de precariedad e inseguridad laboral que caracteriza el mercado de trabajo en el país. Los sindicatos suspenden en la confianza que generan entre la población española con una puntuación de 3,7 sobre diez según la última encuesta de la Plataforma de Medios Independientes. La desafección hacia estas agrupaciones es un fenómeno generalizado, pero basta mirar alrededor, preguntar a quienes participan en ellas y consultar los —escasos y a menudo desactualizados— datos disponibles para atreverse a extraer una conclusión: resulta especialmente acusada entre las personas más jóvenes.

En Comisiones Obreras (CC OO) de Catalunya, la organización sindical con mayor presencia en este territorio, las personas menores de 30 años solo representaban a finales de 2020 el 4,9% de las afiliadas al sindicato. En 2019, solo el 6,5% de nuevas altas correspondían a personas con edades comprendidas entre 19 y 26 años. “Un 5% de 147.000 pueden parecer pocas personas, pero analizando las altas y bajas que ha habido en los últimos años el porcentaje de personas afiliadas ha crecido sobre todo en mujeres, migrantes y jóvenes”, matiza Marc Andreu Acebal, director de la Fundació Cipriano Garcia de CC OO, una entidad que, entre otras actividades, estudia y divulga el comportamiento afiliativo del sindicato. Aun así, el periodista e historiador reconoce que existe un rechazo hacia los sindicatos por parte de la gente más joven. Varios motivos lo explican: algunos son externos y difícilmente abordables, pero otros sí se pueden trabajar. 

Contexto cambiante

Que la gente joven no se organice en sindicatos no quiere decir que no se organice. Lucía Aliagas, coordinadora nacional de Acció Jove-CC OO de Catalunya, ubica a su generación —tiene 22 años— en un contexto de politización y entrada al mundo laboral marcado por una crisis, la de 2008, que trajo consigo “un fuerte discurso contra el sindicalismo de clase” que percibe difícil de revertir. Especialmente entre los jóvenes: si bien la ofensiva antisindical fue difundida entre la población general, una parte de la misma, explica, “había vivido un contexto previo que le permitía saber qué es un sindicato o qué significa una huelga general como la del 88”. Para Aliagas, el hecho de que existan movimientos ecologistas, estudiantiles, feministas o por el derecho a la vivienda protagonizados por gente joven y muy consolidados demuestra que la juventud sí está organizada, pero que “no percibe el sindicalismo como una forma de juntarse para mejorar sus vidas, sino que lo ven como algo ajeno”. 

Cada vez se va perfeccionando más, sobre todo a través de la uberización, de las tecnologías usadas como pretexto y de todo este contexto del discurso de la emprendeduría y el auge la individualidad: todo ello choca frontalmente con el sentido de colectividad y guarda relación con la falta de gente joven en los sindicatos

Más allá de la ofensiva, Núria Soto, portavoz de RidersxDerechos —colectivo que lucha por los derechos laborales y las condiciones de vida dignas de los trabajadores de reparto a domicilio—, hace alusión al contexto laboral cuando busca la causa de que la gente joven participe menos en los sindicatos: “Creo que tiene que ver con la atomización del trabajo y la gestión neoliberal de las empresas; es algo que se viene gestando desde los años 70, pero que cada vez se va perfeccionando más, sobre todo a través de la uberización, de las tecnologías usadas como pretexto y de todo este contexto del discurso de la emprendeduría y el auge la individualidad: todo ello choca frontalmente con el sentido de colectividad y guarda relación con la falta de gente joven en los sindicatos”, resume. Soto también reseña el auge de la figura del falso autónomo, “que busca diluir el derecho laboral que intenta contener un poco las diferencias entre un jefe y un trabajador; si tú ‘eres tu propio jefe’, ¿los sindicatos para qué quedan?”.

Karen Fortuny, investigadora, miembro de la asociación FPU Investiga —nacida para recoger las reivindicaciones del colectivo de predoctorandos— y delegada sindical de la CGT en el Instituto Catalán de Arqueología clásica, coincide con el análisis de Soto y añade otro factor: “Creo que los sindicatos tradicionales a veces son percibidos como una estructura más de poder, y pienso que nuestra generación siente desconfianza ante las entidades ya establecidas”. Fortuny también subraya como hándicap la competitividad y la dinámica de autosuperación presente en trabajos como la investigación, que además son tremendamente solitarios: “A veces sale la idea de huelga, pero el impacto de nuestro trabajo es tan a largo plazo y tan indirecto que no puede compararse a lo que han podido hacer, por ejemplo, los maquinistas de Renfe hace poco”.

Por su parte, Andreu hace referencia a cómo el nuevo paradigma complica las relaciones sindicales y suma otra realidad: la tardía incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo y el hecho de que, cuando se produce, generalmente sea “de una forma tan precaria y segmentada”. Aliagas insiste en la cuestión de la temporalidad: “Si estás en un curro y a los tres meses te vas a otro y a los tres meses a otro, a menos que vengas con una fuerte conciencia social, es complicado que te vincules al sindicato”, a lo que se añade el crecimiento del teletrabajo. Antonio Ruiz, asesor jurídico y sindical de la CNT València, pone el foco sin embargo en otra cuestión alrededor de la desafección sindical: lamenta que exista una “generalización del sindicalismo como algo que funciona idénticamente en todos los sindicatos”, cuando la normativa del país permite un modelo dual. 

El reto de la implicación

Y es que si se habla de sindicalismo y juventud, el cuánto no es lo único que importa. Si algo destaca José Ramón Merino, profesor cántabro y responsable de Acción Sindical y Política Educativa de STEs Intersindical, es el modo en que la juventud participa en el sindicato. Tal y como lo percibe, el reparto por edades es “más o menos homogéneo” en su formación, pero “el afiliado o afiliada joven es de un perfil más interesado por lo técnico, por saber cómo se hace un concurso de traslado, qué cursillos se deben completar... Mientras que el profesorado mayor tiene más implicación en las luchas políticas”. Para Merino, se trata simplemente de una cuestión de entornos: STEs —que de un tiempo a esta parte se ha exportado a más ámbitos además de la enseñanza— nació con la Transición, “un momento álgido políticamente que también tuvo su reflejo en la enseñanza en tanto que docentes muy comprometidos buscaron establecer un modelo distinto al que había habido bajo la dictadura; la juventud de ahora se desarrolla en otro contexto”.

Andreu ejemplifica este empleo del sindicato como gestoría remitiéndose a los datos de CC OO Catalunya: un 40% de la masa afiliativa del sindicato se renueva, lo que significa que “la afiliación, más allá de la gente que se mete por conciencia política militante, depende en buena medida del mercado laboral, del que trabaja o no trabaja, del que va a buscar al sindicato en una demanda concreta...”.

sindicalismo y juventud 2 vertical bolinches

Las dificultades que encuentra el sindicalismo tradicional para enganchar a gente joven en sus filas se traduce en que, en diciembre de 2019, solo un 3,5% de los delegados sindicales de CC OO eran jóvenes. Para Lucía Aliagas, existen tres motivos que explican esta escasa asunción de responsabilidades: el primero es la temporalidad que caracteriza los primeros empleos —“si no tienes estabilidad en tu puesto de trabajo, difícilmente te vas a vincular a él”—, el segundo es la necesidad de que desde el propio sindicato se potencie la presencia de jóvenes en puestos de responsabilidad; y el tercero es el síndrome del impostor, “que afecta especialmente a las mujeres y que es difícil de romper”. Karen Fortuny da la razón a la portavoz de Acció Jove: no estaba segura de si podía presentarse, pero cuando supo que sí, asegura, tenía claro que no iban a ganar, pues “no esperaba que votaran a la más joven y de la que no tenían referencias”. Lo hizo la mayoría del departamento. 

A ello hace alusión Antonio Ruiz cuando afirma que el 60% de los afiliados a CNT València son menores de 40 años: “Los y las jóvenes están buscando un modelo sindical alternativo, más participativo, más transversal y no tan anquilosado en el pasado”.

Si bien la arqueóloga considera que muchas personas se acercan en un primer momento a un sindicato por un problema concreto, también cree que las dinámicas de determinados sindicatos pueden invitar a que se comprometan más. A ello hace alusión Antonio Ruiz cuando afirma que el 60% de los afiliados a CNT València son menores de 40 años: “Los y las jóvenes están buscando un modelo sindical alternativo, más participativo, más transversal y no tan anquilosado en el pasado”. El hecho de que CNT funcione de forma asamblearia y organice eventos fuera de lo estrictamente laboral permite, defiende el asesor sindical, “que la gente joven se acerque a los sindicatos no solo para defender sus derechos laborales, asesorarse o protegerse; sino también para conocer a gente, participar en actividades con compañeros y compañeras...”.

Mientras Fortuny afirma “no concebir” formar parte de un sindicato “si no es de una manera crítica y aportando mi capacidad de trabajo”, para lo cual considera que se necesita una estructura lo más transversal y participativa posible, Soto resume la reflexión sobre el modelo dual del sindicalismo en una frase: “En los sindicatos tradicionales cuesta más la militancia pero no tanto la afiliación, y para los sindicatos alternativos quizás cueste más la afiliación pero no tanto la militancia”.

Otras formas de defensa colectiva

Tanto Fortuny como Soto lo tienen claro: ni FPU Investiga ni RidersxDerechos sustituyen a un sindicato, ni tienen intención de hacerlo, pues consideran que los sindicatos tienen una experiencia y una infraestructura para la defensa de derechos laborales de la que carecen colectivos como de los que ellas son portavoces. Ambos nacieron en un momento en el que responder a sus demandas laborales resultaba difícil desde la organización sindical por las especificidades de sus puestos. Pero mientras RidersxDerechos se define como una plataforma sindical, en palabras de Soto —el colectivo está vinculado a diversos sindicatos en la mayor parte de territorios del Estado—, desde FPU Investiga animan a todas aquellas personas de las que reciben consultas sobre su situación a recurrir a las formaciones sindicales que existan en sus centros de trabajo y lanzan constantemente mensajes en sus redes sociales animando a la sindicación. 

El portavoz de CNT València redunda en la idea de que el sindicalismo tradicional ha fallado a la hora de responder a determinados colectivos: “No han sabido implantarse en los sectores más precarizados, que es donde habitualmente trabajan las capas más jóvenes, que por tanto no perciben que haya una utilidad afiliándose ni reivindicando sus derechos a través de este organismo”. Para Ruiz, el hecho de que se creen organizaciones sindicales o colectivos específicos que se autoorganizan para defender sus problemáticas “nos puede hacer ver que la falta de conciencia de clase no es la causa esencial, sino que estos colectivos no han encontrado una utilidad en este tipo de sindicatos para sus reivindicaciones”. Prueba de esto es la existencia también de colectivos como la Red de Autodefensa Laboral, en Iruñerria (Navarra), o el grupo de Autodefensa Laboral de Carabanchel (Madrid).

La portavoz de Acció Jove-CC OO apoya la necesidad de autocrítica por parte de los sindicatos. “Entiendo el nacimiento de estas plataformas porque el sindicato ha tenido dificultades para llegar a ciertos sectores precarizados y que tienen unas realidades diferentes a lo que estábamos acostumbrados”

La portavoz de Acció Jove-CC OO apoya la necesidad de autocrítica por parte de los sindicatos. “Entiendo el nacimiento de estas plataformas porque el sindicato ha tenido dificultades para llegar a ciertos sectores precarizados y que tienen unas realidades diferentes a lo que estábamos acostumbrados”, reconoce Aliagas quien, no obstante, valora como importante defender esas mismas posiciones desde los sindicatos. Andreu, por su parte, ve positivo el nacimiento de estas organizaciones, reconoce que a veces “existen dificultades” en la convivencia entre ambos tipos de colectivos “porque conviven culturas políticosociales muy distintas”. Diferentes movilizaciones —huelgas de riders, manifestaciones del sector científico— y sinergias —actividades conjuntas— demuestran, no obstante, que ambos modelos pueden convivir.

La necesidad de nuevos sindicalismos

Soto lo resume en una frase: falta gente joven en los sindicatos, pero también faltan nuevos sindicalismos. Andreu asume que quizás los sindicatos no siempre “se han sabido vender bien o se han apoltronado en grandes empresas o inclusos segmentos de edad que le son más propicios”, sin haber trabajado lo suficiente las nuevas realidades de trabajo o acercarse a nuevas generaciones. Pero, ¿cómo hacerlo? Para el director de la Fundació Cipriano Garcia, lo imprescindible es no esperar a que los jóvenes se acerquen al sindicato, sino intentar que sea el sindicato quien se mueva. Y hacerlo sin paternalismos: diferentes cuestiones estudiadas en la última Enquesta sobre opinions i actituds sociopolítiques de l'afiliació de CC OO de Catalunya relativas a la participación social, apunta el experto, descartan que el nivel de concienciación sociopolítica sea necesariamente menor en jóvenes. 

En la búsqueda de las estrategias idóneas,Aliagas apunta al hecho de que si el sindicato tiene su propia sección joven, puede resultar un territorio menos hostil para las nuevas incorporaciones, del mismo modo que facilita —valora— visibilizar y aterrizar las realidades que afectan especialmente a los jóvenes. Por su parte, tanto Fortuny como Soto coinciden en que las formas asamblearias de los sindicatos alternativos suponen un punto a favor para este objetivo, mientras Antonio Ruiz subraya la importancia de poner las redes sociales al servicio de la clase trabajadora y estar presentes mediante formatos y códigos que interesen a la juventud, al mismo tiempo que recuerda que en aquellos territorios o países donde el sindicalismo está más fuerte existen, en general, mejores condiciones de trabajo. José Ramón Merino, por su parte, insiste en la necesidad de crear sinergias con los colectivos que van surgiendo y “abrir las puertas de las centrales sindicales para luchar conjuntamente”. 

En este sentido, para Marc Andreu, no resulta baladí la proliferación de los de los denominados “sindicatos de inquilinos o de barrio”, o más bien el hecho de que adopten ese nombre. “No deja de ser un indicio de que algo está pasando: si el concepto sindicato se usa cada vez más incluso en sectores de amplia presencia juvenil y activista, por algo será”. Lo que hay que hacer, sugiere, es aprovechar el momento para poner en valor el sindicalismo y hacer pedagogía de lo que implica: conseguir que los activismos suban otro escalón. Núria Soto se enfoca precisamente en la educación: ella entró a trabajar en Deliveroo en 2016 y fue despedida en 2017, tras las movilizaciones de un grupo de riders: “Cuando nos despidieron nos tuvieron que readmitir y vamos a cobrar una indemnización porque nos despidieron por la acción sindical, lo cual vulnera un derecho fundamental. Esto no pasa si no estás en un sindicato. La gente debe conocer esto, los sindicatos sonimportantes pero más importante es que la gente sepa lo importantes que son”.

Pero, ¿por qué son importantes los sindicatos y que la gente joven participe en ellos? Las personas entrevistadas lo tienen claro: las gente joven dejará de serlo, con lo cual resultan clave para el futuro del sindicalismo y, más allá de eso, representa una parte de la fuerza de trabajo imprescindible para mejorar las relaciones laborales y construir una sociedad más justa. Si se sigue perdiendo la lucha colectiva organizada y con capacidad de movilización, vaticina Soto, “se lo vamos a poner más fácil a las empresas para seguir explotando, cambiando las relaciones laborales, precarizándonos y haciéndonos sentir afortunados de esta precariedad”. Tal y como concluye Merino, “en función de cómo respondamos a estas cuestiones el futuro será de una manera u otra; el gran reto que tenemos en este país es hacer frente a esos movimientos involucionistas que nos quieren llevar al pasado”.

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Quiźas te parezca que tu lugar de trabajo es un caos desordenado, pero ya existe una organización
Pedroperez
23/11/2021 12:55

Resulta muy gracioso, por no decir patético, que una representante de CCOO diga que los jóvenes de hoy no conocen bien lo que es el sindicalismo, porque no vivieron la huelga general de 1988.
Es decir, que hay que remontarse a una huelga general de HACE 33 AÑOS para saber lo que es el sindicalismo.
¿Esto no le dice nada a la representante de CCOO?.
¿Que CCOO y UGT solo hayan convocado seis huelgas generales en esos 33 años no le dice nada a esta chica?.
¿Que lleven 9 años sin convocar una huelga general no le dice nada sobre la desafección de los jóvenes y la gente al sindicalismo?.
¿No ha habido motivos en estos últimos 9 años para convocar no una huelga general sino 20 huelgas generales?
¿Que los sindicatos CCOO y UGT estén totálmente vendidos y corruptos recibiendo una pasta indecente por parte del estado no le dice nada?.
¿Por qué será que el gran sindicato en Francia, la CGT, sea capaz de convocar montones de huelgas generales con éxito?. ¿Quizá porque no recibe dinero del estado y se mantiene con las cuotas de los afiliados, y gracias a eso no están vendidos como sucede aquí?.

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