Sexualidad
            
            
           
           
Así ha alterado la pandemia el deseo sexual de las mujeres
           
        
        
La pandemia ha puesto patas arriba nuestra vida y con ella  se han visto alterados nuestros patrones de sueño, nuestra sexualidad e  incluso el ciclo menstrual de las mujeres. En marzo, el confinamiento vino  acompañado de un estallido de creatividad que agotó la harina, además del papel  higiénico, de los estantes de los supermercados. Sin embargo, casi un año  después de decretarse el estado de alarma, el agotamiento va haciendo mella en  nuestro estado de ánimo. Cansancio, apatía, desconexión... son algunas de las  emociones que se ven cada vez más en las consultas de psicólogos y terapeutas. Las  nuevas restricciones impuestas a la movilidad y los toques de queda afectan a nuestra  vida en sociedad y con ella, nuestras relaciones y la sexualidad se resienten.
Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga, ha observado cómo cada vez la gente acude más a su consulta porque está bajando su estado de ánimo. “A día de hoy se está notando un agotamiento social porque cada vez las restricciones son mayores y no se ve la luz al final del túnel. Hay un cansancio generalizado, apatía y la gente está desesperanzada, no tiene ganas, no disfruta de las cosas...”. Si la pandemia ha afectado a nuestro anímico, para muchas personas la vida sexual ha quedado fuera de juego al menos durante los primeros meses de pandemia.
Al principio de la pandemia, las personas estaban más creativas, pero “ahora las posibilidades son más restringidas y ello afecta también a las relaciones sexuales”, según la psicóloga Ana Lombardía
En estas condiciones, la falta de deseo se convierte en otro  de los principales motivos de consulta a psicólogos y sexólogos. Los datos  dicen que las mujeres han sido las más afectadas por la situación, tanto para  bien como para mal: un tercio ha visto disminuir su deseo sexual mientras que  aproximadamente otro tercio ha tenido más deseo sexual desde que comenzó la  pandemia. Ana Lombardía ha notado un aumento en el número de consultas por  dificultades en el deseo sexual.
En su opinión, la causa principal de esta falta de deseo es,  sobre todo, que debido a las restricciones impuestas como parte de las medidas  para frenar el covid, no podemos hacer cosas que nos hacen sentir bien. Al  principio de la pandemia, las personas estaban más creativas, “ahora las  posibilidades son más restringidas y ello afecta también a las relaciones  sexuales”, recuerda Ana Lombardía.
El estrés, la ansiedad o el miedo, enemigos del deseo sexual
Entre las mujeres, una de las causas más frecuentes de  consulta es la dificultad para llegar al orgasmo. Para Valérie Tasso, el  estrés, la incertidumbre, la ansiedad y la sensación de soledad influyen de  manera negativa sobre el deseo femenino. La mayoría de las consultas que recibe ahora  la escritora y sexóloga, sobre todo de mujeres que viven solas, tiene que ver  con el deseo y el orgasmo. “Las dificultades que me suele mencionar la mayoría  de las mujeres solteras es que empiezan a sufrir de ‘anorgasmia secundaria’,  es decir, que no siempre consiguen el orgasmo durante la masturbación. Y pasa  mucho con mujeres que, antes de la pandemia, no tenían ningún tipo de problema  para alcanzar el clímax. Es algo llamativo, pero que no debe alarmar en  absoluto”. En su opinión, las razones son las mismas que con el deseo hipoactivo: “Estamos más con pensamientos negativos intrusivos que de lleno en el  goce de nuestro propio cuerpo”.
Igual que pasa con el deseo, el estrés, la ansiedad y la  incertidumbre son los responsables, unido a que cada vez más mujeres consumen  fármacos contra la depresión y la ansiedad, que no impiden llegar al orgasmo,  pero sí suelen “demorar” la respuesta sexual femenina. En otras  palabras, muchas mujeres tardan más en llegar al orgasmo y este tiempo  “extra” las desespera. Valérie Tasso explica que el deseo es como  nuestro cuerpo: para estar sano y en forma hay que trabajarlo. Si no, se  queda en letargo. No desaparece, pero se queda “adormilado” y cuanto  más tiempo pasa sin trabajarlo, más “perezoso” se vuelve.
“Es necesario que conozcamos nuestras fuentes de estrés, que  aprendamos a deshacernos de expectativas sociales sobre nosotras, y que  seleccionemos lo que nos hace sentir bien”, aseguran las expertas en Ciencias  de la Salud y Género Gracia Maroto y Nuria Luque en los Cuadernos para la  Salud de las Mujeres sobre “Sexualidad saludable de las mujeres de  todas las edades” publicados por el Instituto Andaluz de la Mujer.
Hacer cosas diferentes en pareja es uno de los factores que  pueden aumentar el apetito sexual, en opinión de Marta Ibáñez. Salir a cenar,  tomarse un par de copas o hacer planes juntos ayuda a mantener encendida la  chispa de la pasión. En situación de normalidad nos vamos de viaje, nos  planteamos casarnos, hablamos de comprarnos una casa, tener hijos… son retos  que pueden aumentar la unión con la otra persona y que durante la pandemia, han  quedado parados. También los proyectos personales, como plantar un árbol o escribir un libro nos hacen sentir más deseosas. Esos retos que te pones a ti  misma, como adelgazar o engordar, ponerte más fuerte o cuidarte el pelo, te  pueden hacer sentir mejor, explica Ibáñez.
Para esta psicóloga especialista en terapia sexual y de pareja, en condiciones “normales” —esto es, previas a la pandemia—, la falta de apetito sexual “es algo que podemos excusar muchas veces en que estamos estresadas, tenemos muchas cosas en el día a día, vamos de un lado para otro, no tenemos tiempo ni momentos con la pareja… pero, claro, no hemos pasado por un confinamiento en el que hemos estado mucho tiempo en pareja en casa y aun así, ese deseo no ha mejorado”. Entonces es cuando saltan todas las alarmas y podemos pensar que algo pasa, “porque hemos tenido el tiempo, el espacio y no ha surgido el encuentro sexual”. Esta es, en su opinión, la causa principal del incremento en las consultas de sexología.
Para muchas personas, poder pasar más tiempo en casa y reducir el ritmo de vida ha afectado a su deseo sexual positivamente, pues están más relajadas y pueden dedicarse más a su sexualidad
Para muchas personas, poder pasar más tiempo en casa y  reducir el ritmo de vida ha afectado a su deseo sexual positivamente, pues están  más relajadas y pueden dedicarse más a su sexualidad. “Creo que todo el mundo  que conozco ha valorado, al menos, el tiempo”, reconoce Karen Moan, fundadora  del Moan club: “Muchos hemos empezado actividades que estaban  en el cajón guardadas a la espera de esa ocasión que nunca se presenta”. Sin  embargo, el hecho de que muchas personas hayan perdido su trabajo o visto reducidos  sus ingresos, unido a la incertidumbre, puede afectar negativamente al deseo  sexual. Ella misma reconoce que “el miedo a todo lo desconocido enterró mi  libido durante mucho tiempo”. En esta situación nos da miedo hacer planes a  corto o largo plazo, ni siquiera planeamos las vacaciones, no nos planteamos  hacer grandes cambios en nuestras vidas y todo ello ha podido afectar al  apetito sexual. Eso y la ansiedad, unida al miedo frente a la enfermedad, según  la psicóloga Marta Ibáñez.
¿Quién se atreve a tener contacto?
Mireia Darder, autora del libro Nacidas para el placer, cree que, en estas condiciones, podemos llegar a tener miedo al sexo que, a su vez, provoca estrés. En esta situación, ¿quién se atreve a tener contacto?, se pregunta esta psicóloga y terapeuta experta en sexualidad. “El aislamiento nos pone en alerta”, explica, “activa el mecanismo de lucha huida y si estás estresada, el sexo se va a convertir en una obligación más. Para tener sexualidad necesitamos sentirnos seguros y relajados, tener el cuerpo distendido”. Teniendo en cuenta que durante la pandemia ha aumentado el sedentarismo, nuestro cuerpo está menos activo y si además nos angustiamos, nuestra sexualidad “se apaga, porque el sexo es instinto”.
La experta Mireia Darder cree que para las mujeres la situación ha empeorado más que para los hombres porque para la sexualidad se necesita tiempo
Según una investigación sobre la salud sexual en España, durante el confinamiento las restricciones han afectado a la vida sexual de casi la mitad de la población española y especialmente, a la de las mujeres: las que creen que ha empeorado son casi tres veces más que las que dijeron que había mejorado. Mireia Darder cree que para las mujeres la situación ha empeorado más que para los hombres porque para la sexualidad se necesita tiempo. “Para las que han tenido a los niños en casa no creo que la sexualidad sea fácil en estos momentos y si además teletrabajan, no tienen horarios. Antes como mínimo te trasladabas al trabajo y no te lo llevabas a casa, pero ahora no me imagino cuándo hay espacio para la sexualidad”. A ello se suma que “las mujeres estamos educadas para ser para los demás y no pensamos que el sexo es nuestro, sino en función del otro”.
Para las personas que viven en pareja, pasar más tiempo juntas ha sido positivo, aunque al mismo tiempo han aumentado los roces de la convivencia, lo que ha podido empeorar algunas relaciones. Una de cal y otra de arena. La psicóloga Marta Ibáñez considera que algunas restricciones han podido ser beneficiosas para las parejas: “Les ha ido bien porque en ese confinamiento han encontrado el espacio, momentos, una vez que han establecido una rutina ya se han producido menos discusiones”. El problema, sin embargo, ha surgido después: “Ha sido al volver del confinamiento y retomar las jornadas laborales, aunque sea teletrabajando o ya en una nueva normalidad, cuando a lo mejor las parejas han vuelto a tener problemas”.
Para quienes no tienen pareja, la cosa se complica. Para  empezar, no se producen tantas relaciones porque la gente no puede encontrarse  con normalidad y, además, no hay tantos lugares donde relacionarse de forma  segura, así que en tiempos de teletrabajo y teleconferencias, el sexo online ha  surgido como una opción tan real (o casi) como la presencial. Para Gracia  Maroto y Nuria Luque, las redes sociales pueden  ser un medio no solo para disfrutar de la sexualidad, sino también vivirla de  manera autónoma a través de prácticas como el “sexting” o las experiencias  sexuales online (“cibersexo”), siempre que se realicen de forma segura y haya  consentimiento mutuo.
Las personas cuya libido se ha mantenido o, incluso,  aumentado en estos meses, han visto cómo las restricciones de movilidad  dificultaban los encuentros sexuales, por lo que el sexo virtual o telefónico y  la masturbación han sido las mejores aliadas en esos momentos. Sin embargo, “la  sexualidad no es echar un polvo y ya está, sino que tiene que ver con quedar  con alguien, y el problema es que estamos perdiendo toda esa afectividad”,  explica Ana Lombardía, que nos cuenta en conversación telefónica que “están  viniendo a consulta mujeres que están teniendo muchas dificultades para  encontrar pareja porque ahora es mucho más difícil que antes, aunque usen  aplicaciones”. A muchas les da miedo dar el paso de quedar en persona por miedo  al virus. A ello se suma que la gente está más irascible, más enfadada, “porque  se está perdiendo ese tipo de estímulos que son fundamentales. Al final, las  necesidades afectivas son fundamentales y cuando las perdemos, eso afecta a  nuestra calidad de vida. No se puede separar una cosa de otra”, en opinión de  esta psicóloga y sexóloga.
“Para mí, el distanciamiento de tantas personas queridas es  emocionalmente más duro que las dificultades que tengo para las prácticas  sexuales”, reconoce Karen Moan. Para ella, la pandemia está resultando un momento de espera, de calma  en sus relaciones, y cree que la soledad nos ha hecho replantearnos muchos  aspectos vitales que, probablemente, nunca nos habríamos parado a pensar de no  haber estado confinados: planteamientos sobre nuestro trabajo, nuestras  necesidades reales de consumo o los afectos.
Pasar más tiempo a solas nos ha invitado a explorar nuestro cuerpo
La falta de estímulos que nos proporciona la vida social, unida  a la dificultad de disfrutar de placeres para evadirse de la rutina, junto al  estrés que suponen la pandemia, la crisis económica o la soledad, son los  principales ingredientes que han alterado el deseo sexual, según Sílvia  Pastells, doctora en psicología y sexóloga, miembro de la junta directiva de la  Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).
En su opinión, la soledad no escogida de quienes no tienen  pareja o relaciones íntimas cercanas puede pasar factura a medio plazo en forma  de depresión e irritabilidad. Como no hay mal que por bien no venga, pasar más  tiempo a solas, sin embargo, nos ha invitado a explorar nuestro cuerpo. A falta  de relaciones, al menos nos queda la autosexualidad.
En 2020, las ventas de juguetes eróticos de LELO aumentaron más de un 20% en España, que ya es el tercer país de Europa que más productos de este tipo ha comprado, después de Reino Unido y Francia. Las regiones donde más juguetes eróticos se compraron son Madrid, Cataluña y Andalucía, seguidas de la Comunidad Valenciana, País Vasco y Castilla y León. Durante las últimas semanas de marzo y el mes de abril, las ventas online de la marca sueca de juguetes eróticos de lujo aumentaron un 40% respecto al mismo periodo del año anterior. Los juguetes eróticos más demandados son los succionadores de clítoris, cuyas ventas se han disparado en nuestro país, seguidos por los conejitos vibradores y los simuladores de sexo oral, que cada vez despiertan más interés entre las mujeres.
“En consulta suelo recomendar a las mujeres que vayan combinando varios juguetes eróticos cuando se masturban, que vean la autoestimulación como un juego más”
“En consulta suelo recomendar a las mujeres que vayan  combinando varios juguetes eróticos cuando se masturban. Que vean la  autoestimulación como un juego más, una parte lúdica absolutamente necesaria  para estar en armonía con ellas mismas. Si le añadimos un poco de relajación  antes, ¡mucho mejor!”, explica Valérie Tasso, que considera que en sexualidad, las mujeres “somos viajeras, no  turistas”. Y es que el hecho de ver dificultados los encuentros con otras  personas no hace que el apetito sexual desaparezca, sino que, en su opinión, se  canaliza o reconduce.
En tiempos de pandemia “no nos ha quedado más remedio que  utilizar el único recurso disponible, además de los maravillosos juguetes, que  es nuestra imaginación”, reconoce Karen Moan, que nos confiesa algunas de sus  experiencias. “Una idea que siempre me gustó y ahora he podido poner en  práctica de forma más habitual ha sido la de jugar con la mente. Escribir  largos emails en los que alternar la necesidad de ternura con la de morbo; imaginarme  vivir en otro siglo, otra época, en la que las distancias eran también físicas… También tuve algún encuentro en la distancia, como aquel momento realmente  especial que bautizamos como ‘hacer un andén’ y que consistió en  quedar con una persona con la que llevaba un tiempo chateando en un andén de  metro, a la misma hora, en direcciones opuestas. Y simplemente nos miramos a  los ojos, durante escasos minutos. Fue tremendamente erótico”, reconoce. En  tiempos de pandemia, imaginación al poder.
El placer sexual es salud
La buena noticia es que el deseo se puede trabajar igual que ejercitamos los músculos en el gimnasio, alimentándolo a través de la masturbación, los relatos o las películas de contenido erótico, el contacto con las personas a las que amamos, aunque sea de manera virtual… “Al principio puede costar un poco, pero el propio deseo hace milagros y ayuda a inhibir estos mismos inconvenientes (estrés, incertidumbre, ansiedad, etc.) que lo desactivan. En otras palabras, si trabajamos el deseo, entramos en un círculo “gustoso” (que no “vicioso”) que nos permitirá vivir mejor la situación actual”. Valérie Tasso explica que el deseo es una parte fundamental de nuestro bienestar: “Si cuidamos nuestra alimentación para no engordar durante el confinamiento, ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestro deseo?”.
“Yo creo que es un buen momento para entrar a descubrirse a una misma, qué te gusta, qué no, cómo puedes tener más placer… para que cuando vayas a una relación lo sepas; de ello también depende el grado de satisfacción que puedas tener en pareja, porque si sabes lo que te gusta, lo puedes pedir”, recuerda Mireia Darder.
Buscar espacios de intimidad, explorar nuevas formas de placer, la masturbación, el uso de juguetes, la comunicación a través de las redes cuando no es posible otra forma, no abandonarse físicamente, cuidarse para sentirse a gusto, desear y sentirse deseable, tratarse y tratar con ternura, experimentar y explorar sexualmente dentro de nuestras posibilidades… Todo ello ayuda a nuestra salud física y mental y más si estamos o vivimos solas, en opinión de la doctora Sílvia Pastells, que recuerda que “el placer sexual es un aliado de nuestra salud”.
Masculinidades
        
            
        
        
La distopía de la sexualidad hegemónica
        
      
      El porno ha hecho que todas las personas que nos preocupa cómo las relaciones de pareja se han ido tornando cada vez más violentas y menos humanas, le miremos fijamente con ojos intimidatorios.
Madrid
        
            
        
        
Madrid y las discriminaciones del coronavirus: el trabajo
        
      
      Junto con la casa, el trabajo es otro de los frentes de lucha donde las familias de menor renta tienen todas las de perder. En esta tercer entrega de la serie “Madrid y las discriminaciones del coronavirus”, abordamos las desigualdades laborales entre los distritos de Madrid.
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!