Hablar de suicidio puede salvar vidas

Romper el tabú sobre el suicidio y encararlo conjuntamente como sociedad puede dar esperanza a las personas que pasan por un mal momento, hacerles saber que no están solas y que tienen recursos de ayuda
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Cristina Martínez y Marina Gordillo son autoras de informe Suicidio y medios, financiado con la Beca Emili Gisbert de la Unió de Perioidistes //Foto Unió Periodistes

El suicidio es un tema que todavía no sabemos bien cómo abordar en la sociedad. Solo hace un año que el Ministerio de Sanidad puso en marcha la primera línea pública de atención a la conducta suicida, tanto para las personas que tienen ideas suicidas como para sus familias que quieren ayudarles. El teléfono 024 funciona de forma gratuita en todo el estado español 24 horas cada día. Hasta el 30 de abril de 2023, ya había atendido 118.885 llamadas, es decir, 335 por día, según cifras del Ministerio de Sanidad.

Antes, los teléfonos de atención a las personas con ideas suicidas eran iniciativas privadas con las cuales todavía se puede contactar, como los teléfonos de emergencias: 061/112; el Teléfono de la Esperanza: 717 003 717 (www.telefonodelaesperanza.org); el Teléfono contra el Suicidio: 911 385 385 (www.telefonocontraelsuicidio.org). En el País Valencià también se puede contactar con asociaciones como La Niña Amarilla (www.laninaamarilla.com;hola@laninaamarilla.com) y Caminar (www.ayudaduelocaminar.com/es/), en València; y la Asociación para la prevención y el apoyo de afectados por suicidio, en Alicante (asociacionapsu@gmail.com).

TelefonoEsperanza
El teléfono 024, de prevención del suicidio, funciona de forma gratuita en todo el estado español 24 horas cada día

El cambio de la gestión de las líneas de atención a las personas con conducta suicida de privada a pública es importante y más aún el hecho de que se haya creado un teléfono corto porque evidencia que el suicidio ha pasado de ser percibido como un problema individual a ser considerado desde una perspectiva social, en que toda la sociedad tiene que implicarse, también los medios de comunicación, como en su día pasó con la violencia machista.

El mismo paralelismo entre estos dos problemas sociales lo encontramos en que no existe un perfil de persona con conducta suicida –como tampoco existe un perfil de víctima de violencia machista o de accidente de tráfico–, sino que cualquier persona puede llegar a una situación de desesperanza si se acumulan suficientes factores de riesgo o precipitadores, explica Cristina Martínez Vallier, una de las autoras del informe sobre la evolución del tratamiento informativo del suicidio en los medios de comunicación de la Comunidad Valenciana de 2018 a 2021, resultado de la Beca Emili Gisbert 2022 que la Unió de periodistes valencians concede desde 2015 y que se presentó hace unas semanas.

Cuáles son los factores precipitadores

Los factores precipitadores son situaciones de estrés que pueden provocar un intento de suicidio en un momento crítico como cuando ha muerto una persona querida, cuando se tienen problemas legales o económicos y, más, cuando estos son expuestos, o cuando se acumula el estrés crónico o molestias diarias. Además, se tienen que tener en cuenta la exposición a acontecimientos horribles, los conflictos familiares y de pareja, las enfermedades terminales o crónicas, y los cambios significativos en las rutinas de la persona.

Las personas que ponen fin a su vida o que lo intentan acostumbran a tener en común también el sufrimiento, la sensación de incapacidad de encararlo por otras vías y la desesperanza, explica esta investigación, y, además de esto, «cada persona de este grupo heterogéneo tendrá sus propios motivos, con independencia de sus condiciones sociocultural o económicas, o de salud». Esto no quiere decir, y es otro mito, que todas las personas con conductas suicidas tienen una enfermedad mental, aunque las enfermedades mentales sí que son un factor de riesgo por el sufrimiento que pueden comportar.

Las personas que ponen fin a su vida o que lo intentan acostumbran a tener en común también el sufrimiento, la sensación de incapacidad de encararlo por otras vías y la desesperanza

Cristina Martínez, una de las dos periodistas que ha realizado esta guía, insiste en la importancia que tienen los medios de comunicación para desmontar estos mitos y sesgos porque sirve para contribuir a romper el tabú y desestigmatizar el suicidio entre la ciudadanía. Aunque la mayoría de periodistas aprendíamos en las facultades de periodismos y a las mismas redacciones que los casos en que una persona se ha quitado la vida no se tenían que publicar, este informe sobre la evolución del tratamiento informativo del suicidio en los medios del País Valencià apunta algunas claves en sentido contrario.

Explica por qué, a pesar de que existe el efecto Werther –que dice que informar sobre estos sucesos provoca un efecto de contagio–, también se ha estudiado que con información bien hecha, de prevención y que aporte alternativas se puede disuadir a una persona que piensa en quitarse la vida. Esto se llama efecto Papageno y rompe el mito más generalizado sobre el suicidio: que no debe hablarse de ello. «Se piensa que se producirá un efecto contagio, pero, antes al contrario, lo que pasa es que la persona que lo necesita se alivia y dice “¿puedo hablarte de esto que me pasa y que no puedo hablar con nadie?“», explica la periodista.

Se ha estudiado que con información bien hecha, de prevención y que aporte alternativas se puede disuadir a una persona que piensa en quitarse la vida. Esto se llama efecto Papageno

Guardar silencio alrededor del suicidio y de los pensamientos de muerte en nuestra sociedad nos ha llevado a que el número de personas que se quitan la vida no haya parado de aumentar en los últimos años. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publica cada mes de diciembre, con un año de retraso, los datos anuales sobre muertos en general, y por muerte intencional en particular.

Desde 2010 el suicidio se mantiene como la primera causa de muerte no natural en el estado español después de desbancar a las muertes por accidentes de tráfico. En este sentido, la autora de la investigación se pregunta «¿Por qué no dicen las estadísticas a qué se dedica la gente? Esto es mucho más relevante que recoger el lugar o el método, datos que no interesa difundir y que si no se dieran, pues los medios no los publicarían». En cambio, analizar las profesiones permite clasificarlas e incluir algunas como factor precipitador y, con esta información, por ejemplo, se ha podido constituir la asociación Ángeles de Azul y Verde, compuesta por miembros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil que tratan de detectar a compañeras y compañeros que pasan por un mal momento y orientarlos en la recuperación del bienestar psicológico.

En 2021 las muertes por suicidio superaron las 4.000 en el estado español, un 1,6% más que en 2020. También se incrementaron, respecto a 2020, en un 1,4% las muertes por caídas accidentales (3.655 muertes) y en un 20,3% más que el 2020, las muertes por ahogamiento, sumersión y sofoco accidentales. En el País Valencià en 2021 se registraron 403 muertes intencionales, una cifra que supone poco más del 10% del total estatal.

De todas maneras, «las estadísticas tampoco son del todo fiables porque, actualmente, todavía las familias piden que no conste el suicidio como causa de la muerte, por lo que podemos sospechar que las cifras son mayores de las que recoge el INE», apunta Cristina Martínez. Además, a las acciones suicidas hay que añadir los intentos y la ideación suicida: «Según cálculos de la OMS, existirían unos 20 intentos por cada muerte, mientras que, según otros estudios epidemiológicos, la ideación podría afectar, a lo largo de la vida, a entre el 5% y el 10% de la población española. Esto significa que en un año pueden producirse unos 80.000 intentos de suicidio en España, y que entre dos y cuatro millones de personas tendrán un pensamiento suicida a lo largo de su vida», explica el informe.

Cómo identificar señales de riesgo de la acción suicida

“En mis zapatos, Guía de recomendaciones para comunicar sobre el suicidio” recoge un listado de señales de riesgo que nos tienen que poner en alerta ante una persona con ideas suicidas y que puede avanzar la aparición de la conducta suicida. Estos avisos se clasifican en señales verbales y no verbales.

Entre las señales verbales, se tiene que prestar atención cuando alguna persona habla de desesperación, de falta de motivación o de deseo de venganza, de un dolor insoportable o hace comentarios negativos respecto a su persona como “soy una molestia”, “nadie me hace caso” o “nadie me echará de menos si muero”. También hay que alertarse ante referencias negativas hacia el futuro como “Esto nunca acabará” o “No hay remedio”.

Ilustracionprevenciónsuicidio
Ilustración pensamientos intrusivos // autoría Pikisuperstar

Además, se tienen que atender los cambios de humor o de actitud muy extremos, así como la rabia, y las despedidas poco habituales, y las menciones constantes a la muerte como “Quiero desaparecer y descansar” o incluso cuando se habla directamente de suicidio, de un plan concreto u otras personas que se han quitado la vida sin que guarde relación con la conversación.

Entre las señales no verbales están la ausencia de comunicación y cambios notables en el comportamiento habitual que pueden ser tanto de aislamiento como conductas de riesgo o imprudentes para su salud. Son llamativos los cambios bruscos en el estado emocional, una actuación constantemente ansiosa o agitada, el abandono de la higiene y el autocuidado, así como dormir demasiado o no hacerlo apenas.

También las marcas dudosas que pudieran ser provocadas por autolesiones, la investigación de métodos de suicidio, una aparente tranquilidad después de una crisis depresiva, así como arreglar temas relacionados con la muerte: hacer testamento, comprobar seguros, resolver temas pendientes o repartir las posesiones personales.

¿Qué hacer cuando se detectan estas señales?
Lo mejor es contactar con el 024, el teléfono público de prevención del suicidio, donde equipos profesionales preparados pueden escuchar y atender las emociones de cada persona. Todas las partes de la sociedad formamos parte de la gran cadena para prevenirlo, también los medios de comunicación para difundir información veraz y recordar a las personas que se lo estén pensando que no están solas.

 


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